LAPOLLA : DESPEDIDA

Carajo, ¡que puta suerte!



¿Se nos tenía que morir el Flaco,

justo ahora?

Él, que nos devolvió casi todos los sueños

arrasados por el horror, el espanto y la traición

Él que demostró que justicia social, derechos humanos, dignidad,

tolerancia, libertad total, justicia, Patria Grande, paritarias, soberanía nacional, jubilaciones dignas para todos, trabajo por millones, inclusión de los expulsados, viviendas por cientos de miles, escuelas como nunca antes, respeto al diferente, amor al diferente, ausencia absoluta de represión, amor al pueblo, reindustrialización, reconstrucción de la Patria,

puede ir todo junto y sin necesidad

de matar a nadie, ni reprimir compañeros, ni mucho menos torturarlos o emboscarlos.

Él que nos devolvió el peronismo glorioso de los ’70, aquel del Tío y Abal, aquel que quedó trunco en la infame emboscada-traición de Ezeiza.

El Flaco nos volvió a despertar todos los sueños,

los que creíamos que ya no volverían

y los que aun seguíamos guardando como

leñita encendida en medio del vendaval,

y la traición sin parangón del menemato.

Escondido allá en el Sur, detrás de los ojos

y la increíble inteligencia de su compañera,

acumuló, y cuando pudo,

casi como una casualidad de la historia,

de golpe alguien comenzó a hablar como un compañero, y a decir -y a hacer- las cosas que queríamos escuchar y ver…

Comenzó a golpear a la oligarquía como nadie lo había hecho desde el ’45.

De allá vino este hombre patagónico

para mandar a George Bush y su Alca al carajo, al mismo lugar al que envió al FMI, echándolos sin contemplaciones del ministerio de Economía,

movió las piezas y empezamos a andar un nuevo camino americano que no era otro que el de Castelli, San Martín, Bolívar y Artigas.

La enumeración sería infinita, generó el gran cambio sin tirar un solo tiro, ni reprimir, ni golpear, simplemente andando y ejerciendo la autoridad como se debe, sin dar concesiones al enemigo…

¡Que puta suerte!

Justo cuando más lo necesitábamos,

pero la muerte no avisa

Y se nos fue, sumando más puta suerte a nuestra malhadada historia patria.

Néstor se nos va en medio del proyecto…

Moreno y Castelli se fueron cuando apenas habían comenzado a construir la Revolución dejando el mando vacío casi para siempre, pues San Martín recién tuvo poder político propio y por pocos meses, en Perú…

Dorrego sería asesinado cuando las constelaciones parecían alinearse para una nueva etapa de la Patria Grande: San Martín volvía para hacerse cargo de la guerra con el Brasil y junto con Bolívar desde el norte, arrasarían juntos al bastión de la Santa Alianza en suelo americano, reparando Guayaquil…

No fue posible, el asesinato de Dorrego, como antes el de Moreno, destruyó el proyecto continental y afirmó el colonial…

El Flaco era ahora la Unasur, acababa de evitar la guerra entre Colombia y Venezuela, su rol continental era decisivo…

¡Que puta suerte!

En fin el Flaco se nos va de manera injusta –siempre la muerte es injusta- y el

dolor nos desborda…

Pero claro, el Flaco era un setentista puro y no podía sino consumirse en su

propio fuego…

Qué estuvo bien, qué estuvo mal, sin embargo no podía ser de otra manera,

nuestra generación ardió en su propia llama..

¡Que puta suerte!

Se nos fue el mejor de todos nosotros cuando más lo necesitábamos

Sólo nos queda lo de siempre, levantarnos de cada derrota, retomar la herencia de Moreno, apretar los dientes, rodear a Cristina y seguir adelante, sabiendo que ahora tenemos un ejemplo más para imitar, otra estrella para seguir

con la construcción de la hermosa y trágica historia de nuestro pueblo

y la Patria Grade.

Tal el destino de los argentinos y las argentinas bien nacid@s



Alberto Jorge Lapolla 30-10-2010