VIVA CRISTINA FERNANDEZ de KIRCHNER NOBEL de la PAZ 2013 ¡¡¡

En este sitio encontras noticias, opiniones y material de consulta sin censura.



Te permitirá estar bien informado y podras sacar tus propias conclusiones , sobre lo que pasa en Argentina y los paises de America.



Nuestra linea editorial es la defensa estratégica de los Derechos Humanos, la Democracia popular y la Justicia Social.



Buscamos que durante este siglo XXI, concretemos la Revolución Cultural que soñaron nuestros compañer@s y familiares desaparecidos y asesinados , por todas la dictaduras y tiranias a los largo de America.



Nos mueve, la Memoria, la Verdad, la Justicia y la Reparacion Integral para con las victimas de la Doctrina de la Seguridad Nacional y los pueblos de America.



Córdoba, Argentina



19 y 20 de diciembre de 2001.-



Powered By Blogger

martes, 31 de agosto de 2010

BOLIVIA : CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO

Portada :: Bolivia
31-08-2010



Bolivia contra el narcotráfico y el crimen
Los desafíos para un país mejor


APM


Se necesitan 45 millones de dólares. La operación en busca de fondos para el Programa País 2010-2015 fue lanzada en Bruselas. El enemigo, las bandas mafiosas.




El gobierno de Bolivia prepara para los próximos meses una mesa de donantes en Bruselas con el fin de captar de la cooperación internacional y de países amigos un financiamiento de 44,8 millones de dólares que requiere el "Programa País 2010-2015", destinado a la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico.

El programa fue elaborado por el gobierno con apoyo de la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), con el propósito de fortalecer la capacidad nacional para repeler las amenazas de la droga, crimen organizado, terrorismo, la corrupción y los delitos económicos, informa la agencia pública boliviana ABI.

"En los próximos meses se realizará una mesa de donantes en Bruselas para gestionar ante la comunidad internacional el desembolso de 44,8 millones de dólares destinado al Programa País para Bolivia", dijo el viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres, quien está en esta región para poner en marcha el Programa de Apoyo a la racionalización de coca en el Parque Carrasco.

A juicio de Cáceres, hay expectativa en la comunidad internacional y países amigos por los alcances de este programa que necesita apoyo en el marco de la corresponsabilidad y el respeto a la soberanía y dignidad nacionales.

"El Programa País de seis años de implementación tiene un valor total de 47,9 millones de dólares, de los cuales ya se cuenta con 3,1 millones para varios proyectos que la UNODC ejecuta", anotó.

El financiamiento de 44,8 millones de dólares incluye la gerencia del programa con 1,8 millones junto a los componentes de desarrollo integral (16,4 millones); prevención y tratamiento del consumo de drogas (3,7 millones); gobernabilidad y lucha contra la corrupción (5 millones); investigación, análisis e información (2,9 millones); lucha contra el crimen organizado (10,4 millones) y prevención del crimen y justicia penal (4.6 millones).

Esta propuesta fue elaborada por la UNODC y el gobierno desde junio de 2009. A fines de septiembre y principios de octubre del 2009 se realizó un taller para analizar los alcances de la lucha contra las drogas, el crimen organizado y la corrupción.

Cáceres aseguró que el Programa País se enmarca en el espíritu de la nueva Constitución Política del Estado, las políticas nacionales definidas en el Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010, la Estrategia de Lucha Contra el Narcotráfico y Revalorización de la Coca 2007-2010 y en la política de lucha contra la corrupción, bajo el principio de "cero cocaína"; "lucha frontal contra el delito y seguridad ciudadana" y "cero tolerancia a la corrupción".

En el ámbito del desarrollo integral, el programa apoyará la vigorización de las políticas y acciones definidas por el gobierno para generar sostenibilidad socioeconómica y ambiental, la producción forestal y agroforestal y la capacitación laboral.

El plan apoyará la implementación de estrategias orientadas a la reducción de la prevalencia e incidencia del uso indebido de drogas; la reducción de la producción y el tráfico de drogas y sustancias controladas.

Asimismo, está orientado a respaldar la lucha contra el delito transnacional, tales como el lavado de dinero, el tráfico de armas, el terrorismo, la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes.

En el ámbito de la lucha contra la corrupción, dará fortaleza a las políticas de transparencia de la gestión pública y control y reducción de los índices de delincuencia juvenil. Otro de los programas que incluye estos esfuerzos tiene como objetivo el fortalecimiento del sistema penal.

http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=4789




Envía esta noticia
Compartir esta noticia:

VICTOR EGO DUCROT : LIBERTAD de EXPRESION

31-08-2010



Papel Prensa, decisión histórica para la democracia
De ahora en más será una Argentina distinta


Víctor Ego Ducrot
APM




Con una decisión sin precedentes históricos, el gobierno nacional puso en tensión al cuerpo social y del Estado para sacar a la luz y juzgar las complicidades empresarias y mediáticas con el último régimen de facto. Al Grupo Clarín y asociados les llegó la hora de rendir cuentas por sus crímenes. Otro avance de la democracia.

Desde fines de la pasada década del 40, cuando el primer gobierno del general Juan Domingo Perón y sus políticas económicas y sociales pusieron en marcha uno de los procesos de creación de ciudadanía más portentosos de la historia latinoamericana, que los argentinos no vivíamos una instancia republicana de la envergadura que tuvo el gesto político de la presidenta Cristina Fernández, el miércoles pasado, cuando hizo pública una investigación condensada en miles de folios acerca de los posibles crímenes de lesa humanidad cometidos por los más poderosos empresarios mediáticos del país, al apropiarse del paquete accionario de Papel Prensa, el monopolio de insumos para diarios, en complicidad con la pasada dictadura.

Esta iniciativa gubernamental y la desplegada hasta lograr, en octubre último, la sanción de la nueva Ley de Medios Audiovisuales, que reparte el espacio radioeléctrico en porciones iguales entre empresas privadas, Estado y organizaciones sociales, anulando el oligopolio del sector, son llaves maestras para introducir en Argentina un nuevo tiempo político, pues ambas tienden a democratizar aquello que no sólo es decisivo en términos políticos sino a la hora de construirnos y comprendernos como sujetos: la lengua, las palabras, la posibilidad de nombrar y de nombrarnos.

Es la justicia la que tiene la palabra para saber la suerte de los empresarios del Grupo Clarín y de los diarios La Nación y La Razón, que aparecen, según el informe anunciado por la presidenta, comprometidos con la autoría de crímenes aberrantes.

Y será el Congreso, debido a otra de las vueltas de tuerca democráticas ejercidas por Cristina Fernández, el encargado de controlar de ahora en más la producción y distribución equitativa de papel destinado a publicaciones periodísticas.

La decisión de la jefa del Estado de remitir al debate parlamentario un proyecto de ley en ese sentido hará que la oposición asuma su responsabilidad: como políticos con divergencias pero sometidos a las instituciones constitucionales o como voceros vergonzosos de los intereses corporativos. Hasta ahora, con estrategias claramente destituyentes o "neogorilìstas", el arco mayoritario del espectro opositor viene comportándose justamente como eso, como un espectro, no sólo defendiendo con diatribas al Grupo Clarín y asociados sino transitando con peligro la fina cornisa que los pone a un paso de convertirse en cómplices en el encubrimiento de delitos de lesa humanidad.

Sin lugar a dudas, Argentina ya es otra; sólo podría volver atrás si se viola el orden constitucional, si se viola el espíritu republicano por el cual viene trabajando el gobierno de Cristina Fernández.

Fuente: http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=4785

rCR





Envía esta noticia
Compartir esta noticia:

GUATEMALA: 45.000 DESAPARECIDOS.

Portada :: América Latina y Caribe
31-08-2010



El número de casos de desaparecidos en Guatemala llegó a los 45.000
El día 30 de agosto llama la atención sobre los casos de desaparecidos en el país


Karol Assunção
Adital




Organizaciones y pueblos de varias partes del mundo aprovechan el Día Internacional de los Desaparecidos -celebrado hoy (30)- para recordar y luchar por todas las personas que fueron detenidas y no tienen contacto con sus familiares y la sociedad en general. Solamente en Guatemala, según informaciones del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), el número de casos de desaparecidos ya llegó a los 45.000.

La desaparición forzada no es una violación rara en América Latina y el Caribe. De acuerdo con la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, las organizaciones defensoras de los derechos humanos estiman que, entre 1966 y 1986, cerca de 90.000 personas -incluyendo niños y bebés- hayan desaparecido en países como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Perú y Uruguay.

La práctica es muy característica en Guatemala. De acuerdo con el informe "La desaparición forzada en Guatemala", publicado en julio de este año por el GAM, en un período de 28 años, el país ya produjo 45.000 de desapariciones forzadas. De ese total, 6.159 ocurrieron solamente entre los años de 1981 y 1983, según informaciones de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH).

Una característica recurrente en todos los casos llama la atención de las organizaciones de derechos humanos: la falta de investigación. "A lo largo de toda la historia de violaciones de los derechos humanos y de apertura de juicios no se investigó un solo caso de desaparición forzada, mucho menos se iniciaron procesos judiciales contra los responsables", afirmó el GAM.

A causa de esto, el Grupo pide que el Estado guatemalteco promueva investigaciones para encontrar a los desaparecidos y que los familiares de las víctimas tengan seguimiento psicosocial.

"Siendo este organismo [el Ejecutivo] el mayor responsable de las violaciones de los derechos humanos en el pasado reciente, el Presidente de la República es convocado a garantizar que se realicen investigaciones que permitan la búsqueda y la localización de los desaparecidos. Consideramos que este organismo puede estar representado por el Ministerio Público en el proceso de investigaciones, además de que pueda facilitar los recursos económicos para garantizar una investigación profunda", sostiene.

El informe del Grupo señala además que, a pesar de que el país tiene una "normativa legal amplia y rica en el tema de la prohibición para cometer el delito de desaparición forzada", la falta de información sobre los casos todavía impide la preparación de los procesos y que éstos se inicien. "Es importante que con la investigación se construyan nuevas figuras jurídicas, como el ‘estatus jurídico’ de ausencia por desaparición forzada que permita administrar ante el Estado y la iniciativa privada, alienar bienes, reconocer hijos y otros, pero sin que se tenga que recurrir a la supuesta muerte", comenta.

Desaparición forzada

De acuerdo con el documento publicado por el GAM, la desaparición forzada constituye la captura ilegal de una persona por agentes de seguridad públicos o privados con la intención de conseguir algún tipo de información de la víctima. Se caracteriza por la falta de investigación y, consecuentemente, por la impunidad de los autores del delito.

Amenazas a la integridad física y psíquica, tratamientos crueles, inhumanos y degradantes son sólo algunas situaciones vivenciadas por las personas desaparecidas de quienes, además, se violan sus derechos a la libertad individual, a la vida, a la defensa y a la seguridad personal y colectiva.

El GAM recuerda además que las víctimas de desapariciones forzadas no son sólo los desaparecidos, sino también sus familiares, amigos y colegas, que viven con dudas e incertidumbres en relación con el caso. "A diferencia del secuestro, la desaparición forzada no se realiza por motivos económicos, no existe nunca una nota de petición de dinero o chantaje para que la víctima aparezca viva, y busca crear más víctimas al producir temor entre la población", explica el GAM.

Para leer el informe completo: http://www.gam.org.gt/public/publi/pdf/desaparicion.pdf

Traducción: Daniel Barrantes - barrantes.daniel@gmail.com

Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1 〈 =ES &cod=50574

rCR





Envía esta noticia
Compartir esta noticia:

¿Donde está el poder real?

Un análisis del poder real
Por José Pablo Feinmann (Página/12, 30/8/10)
El discurso que la presidenta CFK ofreció el 24 de agosto fue más allá de lo que han ido todos los discursos de los presidentes argentinos hasta la fecha. Nadie –ni siquiera el primer Perón o Evita– procedieron a una destotalización de la estructura delpoder en la Argentina. Analíticamente, destotalizó, en primer término, la totalidad y luego la armó otra vez para exhibir su funcionamiento. ¿De qué estaba hablando la Presidenta? Del poder en las sombras, del poder detrás del trono, del verdadero poder. ¿Cuál es? Es el poder mediático. La filosofía occidental de los últimos 45 años se ha equivocado gravemente. Para salir de Marx y entrar en Heidegger (como crítico exquisito de la modernidad pero desde otro lado al de Marx) se vio obligada a eliminar al sujeto, tal como Heidegger lo había hecho con innegable brillo desde su texto La época de la imagen del mundo. También Michel Foucault dio por muerto al hombre. Barthes, al autor. Al estilo. Deleuze, desde Nietzsche, a la negatividad, o sea: al conflicto en la historia. Y la academia norteamericana sistematizó todo esto incorporando con fervor a los héroes de la French Theory. El fracaso es terrible y hasta patético. En tanto los posmodernos postulan la muerte de la totalidad, el Departamento de Estado postula la globalización. En tanto proponen la muerte del sujeto, el Imperio monta brillantemente al más poderoso sujeto de la filosofía y de la historia humana: el sujeto comunicacional. Y ésta –hace años que sostengo esta tesis que en Europa causa inesperado asombro cuando la desarrollo– es la revolución de nuestro tiempo. El sujeto comunicacional es un sujeto centrado y no descentrado, logocéntrico, fonocéntrico, ajeno a toda posible diseminación, informático, bélico, enmascarador, sometedor de conciencias, sujetador de sujetos, creador de realidades virtuales, creador de versiones interesadas de la realidad, de la agenda que determina lo que se habla en los países, capaz de voltear gobiernos, de encubrir guerras, de crear la realidad, esa realidad que ese sujeto quiere que sea, quiere que todos crean que es, que se sometan a ella, y, sometiéndose, se sometan a él, porque lo que crea el sujeto absoluto comunicacional es la verdad, una verdad en la que todos acabarán creyendo y que no es la verdad, sino la verdad que el poder absoluto comunicacional quiere que todos acepten. En suma, su verdad. Imponer su verdad como verdad para todos es el triunfo del sujeto comunicacional. Para eso debe formar los grupos, los monopolios. Debe apoderarse del mercado de la información para que sólo su voz sea la que se escuche. Paraque sean sólo sus fieles periodistas los que hablen. Una vez que esto se logra el triunfo es seguro. El arma más poderosa de la supraposmodernidad del siglo XXI radica en el mayor posible dominio de los medios de información. Que ya no informan. Que transmiten a la población los intereses de las empresas que forman el monopolio. Intereses en los que todas coinciden. Asombrosamente ningún filósofo importante ha advertido esta revolución. Foucault se pasó la vida analizando el poder. Pero no el comunicacional. ¡Por supuesto! ¿Si había negado al sujeto cómo iba a analizar los esfuerzos del poder por constituirlo de acuerdo a sus intereses? Nadie vio –además, y se me antoja imperdonable– al nuevo y monstruoso sujeto que se había consolidado. Superior al sujeto absoluto de Hegel. Algo atisbó Cornelius Castoriadis. Pero poco. Relacionó las campañas electorales con las empresas que las financian. Pero –insisto–, aquí lo esencial es que el tema del sujeto ha vuelto a primerplano. Colonicemos al sujeto, hagámosle creer lo que nosotros creemos, y el poder será nuestro. El poder empieza por la conquista de la subjetividad. Empieza por la construcción de algo a lo que daré el nombre del sujeto-Otro.
Formulemos –como punto de partida de esta temática esencial– la obligada pregunta: ¿qué es el sujeto-Otro? Es lo Otro del sujeto. Escribo Otro con esa enorme O mayúscula para marcar la ajenidad que el Poder consigue instaurar entre el sujeto y lo Otro de sí. Heidegger transitó bien está temática. Lo que yo llamo sujeto-Otro es ese sujeto que –según Heidegger– ha caído “bajo el señorío de los otros” (Ser y Tiempo, parágrafo 27). He aquí un señalamiento brillante y preciso: el señorío de los otros. Heidegger amplía el concepto: quien cae bajo ese señorío (el de los Otros) “no es él mismo, los otros le han arrebatado el ser”. “El Poder, al someter mi subjetividad, elimina mis proyectos, mi futuro más propio, lo que hubiera querido hacer con mi vida. Mis posibilidades (...) son las del Otro, son las del Poder, las que me vienen de afuera. Ya no soy yo quien decide, soy decidido” (JPF, La historia desbocada, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009, p. 128). Heidegger, sin embargo, se remite a la esfera ontológica: lo que se pierde es el ser. No creo que debamos poner el acento ahí: lo que se pierde es la subjetividad, la conciencia, la autonomía de pensar por nosotros mismos, pues pensamos lo que nos hacen pensar, decimos lo que nos hacen decir y nos convertimos en patéticos, bobos, manipulados defensores de causas ajenas. CFK manejó la temática con precisión y con una audacia que –yo, al menos, y ya tengo mis años viviendo siempre en este país– no le vi a ningún presidente. Cuando retoma la frase de tapa de Clarín y la da vuelta es donde revela qué es el Poder. Clarín titula: “El Gobierno avanza en Papel Prensa para controlar la palabra impresa”. Detrás de esta frase está toda la campaña “erosionante” (por utilizar un concepto del revolucionario popular agrario Buzzi, fiel a sus bases hasta la muerte, hasta matar a la FA sometiéndola a los intereses de la Sociedad Rural, manejada hoy por el “Tano” Biolcati, descendiente de la “chusma ultramarina” que Cané desdeñaba, y no por Martínez de Hoz o por el elegante señor Miguens) de la oposición. Es decir, el Gobierno es autoritario, enfermo de poder y siempre empeñado en silenciar a todos. CFK le da la razón a Clarín: “Clarín piensa que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. Quiero en esto coincidir con Clarín. Claro, quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. ¿Por qué? Porque Papel Prensa Sociedad Anónima es la única empresa que produce en el país pasta celulosa para fabricar papel de diario, fabrica el papel de diario, lo distribuye y lo comercializa en lo que se conoce en términos económicos y jurídicos comouna empresa monopólica integrada verticalmente. ¿Por qué? Porque va desde la materia prima hasta el insumo básico, pero no solamente produce ese insumo básico sino que además determina a quién le vende, cuánto le vende y a qué precio le vende. Por eso coincido con Clarín en que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa en la República Argentina”.
El Poder –en cada país– tiene que formar monopolios para tener unidad de acción. No se tiene todo el poder si se tiene sólo Papel Prensa, que implica, es verdad, el control de la palabra impresa. Pero hay que tener otros controles. Sobre todo –hoy, en el siglo XXI, en esta supraposmodernidad manejada por la imagen– el poder de la imagen. Y el de la voz radial, siempre penetrante, omnipresente a lo largo de todo el día. Se trata de la metralla mediática. No debe cesar. ¿Por qué este Gobierno se complica en esta lucha con gigantes sagrados, intocables? O lo hace o perece en cualquier momento. Desde la campaña delseñor Blumberg se advirtió que los medios podían armar una manifestación popular en pocas horas. Toda la gilastrada de Buenos Aires salió con su velita detrás del ingeniero que no era impulsada por Hadad y la ideología-tacho que –en ese entonces– era una creación de Radio 10. La ideología-tacho es un invento puramente argentino. Como el colectivo, el dulce de leche y Maradona. Uno toma un taxi en cualquier parte del mundo y el taxista no lo agrede con sus opiniones políticas. Lo deja viajar tranquilo. Sigamos: la segunda, terrible señal de alarma fue durante las jornadas “destituyentes” y “erosionantes” del“campo”. Sin el apoyo inmoderado de “los medios” habría sido un problema menor. Pero la furia mediática llegó a sus puntos más estridentes. La “oposición” no es esa galería patética de ambiciosos, torpes e impresentables políticos que pelean mejor entre ellos que con sus adversarios. Son los medios. La derecha no tiene pensadores, tiene periodistas audaces, agresivos. Y la mentira o la deformación lisa y llana de toda noticia es su metodología.
El análisis de CFK fue excesivamente rico para una sola nota. Hasta aquí tenemos: Videla convocó a La Nación, Clarín y La Razón y les entregó Papel Prensa. Al ser el Estado desaparecedor socio de la sociedad que se formó, esos diarios no sólo apoyaron o colaboraron con un régimen abominable, fueron sus socios. ¿Para qué? CFK lo dice así: “Durante esos años se escuchaba mucho el tema defender nuestro estilo de vida. Nunca pude entender exactamente a qué se referían cuando se hablaba de defender nuestro estilo de vida. Yo no creo que la desaparición, la tortura, la censura, la falta de libertad, la supresión de la división de los poderes puedan haber formado en algún momento parte del estilo de vida de los argentinos”. Sí, en el momento en que se constituye Papel Prensa y Videla les pide a los grandes diarios que –ahora sí: a muerte– defiendan la lucha en que están empeñados, el estilo de vida argentino, para ser defendido, requería los horrores de la ESMA. Hay un libro de Miguel Angel Cárcano: El estilo de vida argentino. En sus páginas se traza una imagen idílica, campestre, cotidiana y señorial del general Roca. Ese es –para Cárcano– un héroe de nuestro estilo de vida. El de ellos, el de la oligarquía que hizo este país a sangre y fuego y a sangre y fuego lo defendió siempre que se sintió atacada. Los herederos de Cárcano y Roca todavía lo defienden. Si se les deja el poder de “formar la opinión pública” como siempre lo hicieron volveremos al país que desean: el del neoliberalismo, el de los gloriosos noventa. Conservarán el poder. Al que CFK dibujó así: “Si hay un poder en la República Argentina, es un poder que está por sobre quien ejerce la Primera Magistratura, en este caso la Presidenta, también por sobre el Poder Legislativo y, mal que pese, también por sobre el Poder Judicial (...) es invisible a los ojos”. Es el poder que tan impecablemente definió un otrora misterioso personaje: “¿Presidente? Ese es un puesto menor

domingo, 29 de agosto de 2010

EXILIO y PERSECUCION POLITICA

Domingo, 29 de agosto de 2010
ENTREVISTA CON EL SOCIOLOGO LUIS RONIGER SOBRE LAS EXPERIENCIAS EN LATINOAMERICA
“El exilio es un instrumento de control”
Tras participar en una conferencia organizada por el Centro de Estudios sobre Genocidio de la Universidad de Tres de Febrero, el experto en situaciones de destierro se refirió a la de la oposición en Cuba y Chile, Venezuela y Arizona.

“El destierro se usaba como un mecanismo social para alejar a la gente que generaba problemas.”El exilio es un fenómeno con raíces profundas en América latina. De visita en Argentina, el sociólogo político Luis Roniger explicó las particularidades del destierro en el Cono Sur. También el intelectual, que participó en una conferencia organizada por el Centro de Estudios sobre Genocidio de la Universidad de Tres de Febrero, se refirió a la situación de la oposición en La Habana y en Caracas.

–¿Cómo se define el exilio?

–El exilio es un mecanismo institucionalizado de control político y tradicionalmente se generó en los países de nuestro continente ya en época colonial. No se llamaba exilio entonces, se llamaba destierro. Se usaba como un mecanismo social para alejar a la gente que generaba problemas. A aquellos a los que se quería castigar localmente y eran parte de cierta capa social, se los enviaba lejos a Chile, a la frontera para reforzar la estabilidad en las zonas marginales del imperio. Con la independencia, se transforma en un mecanismo político para controlar a la oposición dentro de la élite. La lógica del exilio es una lógica que previene que la clase política se desangre por completo. Porque si matan al contrincante se crea un círculo vicioso de violencia. La otra posibilidad es de ampliar la lucha política incluyendo a las clases bajas, pero entonces tienen el peligro de que estos sectores puedan replicar lo que se hizo en Haití y destrozar por completo a la élite política.

–¿Cómo operan esos desterrados una vez que salen de su país de origen?

–Una vez en el exterior, se crean comunidades de exiliados y esas comunidades de exiliados descubren su identidad nacional mientras están lejos. Los exiliados que llegaron a otro país se redescubren, descubren el alma nacional, reivindican un cierto proyecto como el proyecto auténtico, mientras que los que los forzaron al exilio son aquellos que traicionaron el verdadero proyecto nacional. Tradicionalmente, la estructura del exilio comprende dos países: uno que expulsa y uno que recibe o da asilo. Un tercer ángulo es el de las comunidades de exiliados que interactúan con otras comunidades de exiliados o con la sociedad local. En el siglo XX, surge un cuarto factor: la comunidad internacional. Entonces el exilio político entra a jugar de una forma totalmente diferente.

–¿Qué involucra la aparición de la esfera internacional?

–A mediados del siglo XX, surge la esfera transnacional y los exiliados en lugar de ser callados, silenciados, cobran cierto protagonismo. El caso de Juan Domingo Perón es un caso típico. Toda la política argentina no se decide en la Argentina, sino que en España se puede llegar a negociar resultados electorales y estrategias políticas. Ese es el caso extremo pero es reflejo de la importancia creciente de la esfera internacional.

–¿Qué pasa con la comunidad internacional y aquellos que parten al exilio en los años ’70?

–El caso más típico es cuando se instauran regímenes represivos autoritarios en la mayoría de los países de América latina y los exiliados, una vez en el exterior, cobran nuevo protagonismo a través de sus relaciones con redes de solidaridad internacional, que se preocupan por las violaciones a los derechos humanos en Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia y en Brasil. A través de eso, le dan nueva centralidad a la presencia de exiliados que se mueven en el exterior. También la facilidad de las comunicaciones y del transporte posibilita esa presencia internacional de los exiliados. Hay comunidades de exiliados que juegan el juego mejor y hay otras que juegan el juego peor por fricciones internas.

–¿Cuáles juegan mejor ese juego?

–En el caso chileno, toda la estructura de partidos se proyectaba inmediatamente y encontraba recogida en los países hermanos en el exterior y eso les daba un protagonismo central, una presencia muy fuerte dentro del debate interno en los distintos países de asilo y en la esfera internacional. Al exilio se lo dejó un poco de lado y el exilio ha jugado un papel fundamental en cambios políticos a lo largo de dos siglos y pico y todavía más en la tercera ola de democratizaciones. No se puede entender la democratización chilena sin entender el reacomodamiento de fuerzas políticas chilenas en el exterior, que conformaron la Concertación que eventualmente llevó al presidente Patricio Aylwin al poder en el año ‘90.

–¿Qué pasaba con los exiliados uruguayos?

–En el caso uruguayo había divisiones. En cierto sentido, la migración económica era también parte de las comunidades. Era una comunidad mucho más diversificada que otras. Pero, por otro lado, los uruguayos entendieron la retórica de los derechos humanos antes que otros. Parece que en Estados Unidos, políticos uruguayos representaron muy bien la causa de las violaciones a los derechos humanos en Uruguay. Mientras que a otras comunidades tal vez les llevó un poquito más de tiempo transformar la retórica revolucionaria en una retórica de derechos humanos que sería más fácilmente interpretada a nivel internacional.

–¿Se puede hablar de exilio en regímenes democráticos?

–Sí, hay exilio en regímenes autoritarios como en regímenes democráticos. Esa es una de las tantas verdades que vamos descubriendo. Popularmente se tiende a asociar el exilio con regímenes autoritarios y el asilo con regímenes democráticos. Pero en América latina, países autoritarios han aceptado asilar, dar recepción a refugiados, para jugar internacionalmente la bandera de ser un país progresista. Esto ha sucedido en la República Dominicana durante la Segunda Guerra Mundial con los refugiados judíos de Alemania y Austria. Internamente México podía ser autoritario pero recibió con las manos abiertas a los exiliados de la Argentina. Sigue habiendo casos de democracias que expulsan. Por ejemplo, por la polarización está el caso de Venezuela.

–Algunos opositores liberados por el régimen socialista de Cuba denuncian que los están forzando al exilio, ¿esto es así?

–Claro. Todo país, ya sean democracias que se llaman participativas, populares o liberales y los regímenes autoritarios, que no permite a la oposición política tener espacios crean una situación que genera exilio. Uno de los indicadores de la calidad de democracia es que haya espacio para la oposición. El exilio implica que hay una baja calidad de democracia, sea donde fuere. No hay país en América latina, que en mayor o en menor medida, no haya usado o abusado del exilio político, de este mecanismo institucionalizado de control político.

–¿Qué pasa con la Ley Arizona en Estados Unidos?

–Es un control de las fronteras. Puede ser criticado pero es otro tipo de fenómeno. Eso depende del nivel de ingresos de cada país capitalista y de la facilidad de movilidad. Después del ataque a las Torres Gemelas, el deseo de controlar fronteras se ha visto incrementado por el temor y eso complica mucho la situación de la gente que llega para mejorar su nivel de vida. También afecta a quienes desean emplearlos en el país de acogida. Es una dinámica que conjuga el deseo de no permitir que inmigrantes “ilegales” ingresen y expulsar a aquellos que, según parte de la población, compiten en el mercado. Aunque, en realidad, hacen trabajos que los locales no quieren hacer.

Entrevista: Luciana Bertoia.


© 2000-2010 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.

Perspectivas en America Latina

Domingo, 29 de agosto de 2010
Latinoamérica, actualidad y futuro
¿Qué vuelve tan excepcional este momento en Latinoamérica?

–La etapa final de la quiebra de la dominación norteamericana. La última batalla que Estados Unidos disputó en Latinoamérica fue en Mar del Plata en 2005. Allí se rompió el proyecto del ALCA, que no hay forma de que pueda ser revivido. En ese sentido, el fortalecimiento del Mercosur es fundamental y hoy el continente está creando un bloque cada vez más centrado en su expansión. Todo esto, en el marco de un contexto internacional particular. En veinte años China va a superar a los Estados Unidos por lejos como la principal potencia económica. Se van a formar bloques continentales de poder y la única posibilidad de América latina de contar en la esfera internacional es consolidar un bloque internacional, cuyos ejes deben ser el Mercosur y otra serie de instituciones paralelas, como el proyecto del Banco del Sur. En lo que menos se ha avanzado es la integración política. Por eso es urgente que la Unasur empiece a definir formas institucionales cada vez más precisas.

–Sin embargo, este proceso encuentra algunas resistencias, como las de Perú y Colombia, más alineados con los Estados Unidos.

–Van a cambiar con el tiempo. También hay algunas resistencias más débiles. El gobierno de Tabaré (Vázquez), por ejemplo, se resistió enormemente a la integración del Mercosur, incluso llegó a viajar a Estados Unidos para tratar de hacer un arreglo comercial que rompía con todas las reglas del bloque. La presión interna dentro de su propio partido impidió que esa política prosperara. (Ricardo) Lagos, como presidente de Chile, también votó a favor de Bush en Mar del Plata.

–¿Los modelos políticos chileno y uruguayo se acercan más a los de una socialdemocracia europea?

–Esa es justamente la cuestión. Son los dos países que establecieron una ruptura menos firme con el pasado. La mayor ruptura ha sido la de la Argentina. Los modelos socialdemócratas en América latina, como los de Europa, son una combinación de una política suavemente redistributiva con una aceptación global del modelo neoliberal. Por algo el Consenso de Washington ha sido comprado absolutamente por el laborismo británico y la socialdemocracia alemana, y en esa medida hay una resistencia a todo lo que sea poner en cuestión las bases de ese mismo modelo. La resistencia europea al kirchnerismo, ni qué hablar a Chávez y otras fuerzas similares, viene de allí. Ellos no pueden digerir el nuevo modelo que se está implementando en América latina.

–Los medios internacionales insisten con que la Argentina “tiende hacia el chavismo”. ¿Esto es así?

–El chavismo responde a una experiencia societaria muy particular que no se da en la Argentina de la misma manera. El proceso que encabeza Chávez ha contemplado masas vírgenes que habían sido débilmente integradas al sistema político a través de mecanismos clientelistas, además de una falta total de movilización de base. Lo que allí se trataba de impulsar desde el Estado era la organización de la sociedad civil muy débil. La Argentina cuenta con una sociedad civil mucho más organizada, donde el Estado tiene que negociar con elementos de diversa índole. El modelo político, por ende, va a ser distinto del modelo chavista.


© 2000-2010 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.

MEDIOS de COMUNICACION TOTALITARIOS

29 de agosto de 2010
Medios y nueva izquierda
By pass mediático
Los gobiernos progresistas tienen batallas diarias con los medios y a la vez viven en ellos. Cómo se creó la dinámica.
Por José Natanson
Los gobiernos de la “nueva izquierda” que hoy ejercen el poder en buena parte de los países latinoamericanos libran batallas cotidianas contra los medios. El quiebre del sistema de partidos en algunos países, como Venezuela, Bolivia o Ecuador, abrió un espacio que fue ocupado por la prensa, que en algunos casos lideró a las fuerzas opositoras. Pero incluso en aquellos países en donde el tránsito al pos-neoliberalismo fue más gradual y sereno hay conflictos entre el gobierno y los medios. Esto se verifica en la decisión de muchos presidentes de crear un “by pass mediático” que les permita comunicarse directamente con la sociedad, el impulso a leyes regulatorias y la ampliación del complejo de medios públicos. Y, como telón de fondo, el hecho de que, por primera vez en décadas, el cuestionamiento a las instituciones de la democracia afecta también a los medios de comunicación.


Medios en el vacío

Entre todos los cambios que viene registrando la política, uno de los más notables es el proceso de desafección, en el sentido de una mayor distancia, a menudo teñida de desilusión, escepticismo y bronca, entre representantes y representados, acompañada por un debilitamiento de las tradiciones partidarias clásicas: ser peronista o radical en Argentina, o adeco o copeyano en Venezuela, o liberal o conservador en Colombia, ya no significa lo mismo que en el pasado. Con los partidos desestructurados, a veces astillados en mil pedazos incomprensibles, la política se asemeja a un proceso fluido, sin marcos y difícil de decodificar.

Esta tendencia –que, insisto, es global– se ha verificado de manera extrema en algunos países de América latina. Entre mediados del siglo pasado y principios del actual, varios países de la región vivieron crisis económicas que marcaron el final del ciclo neoliberal en medio de estallidos sociales y represiones con distintos grados de violencia. El tránsito del neoliberalismo a la “nueva izquierda” se procesó de manera más o menos constitucional, pero dejó sus secuelas. Fue así como sistemas partidarios que venían funcionando desde hacía años, a veces décadas, volaron por los aires: es el caso del Punto Fijo venezolano, de la “democracia pactada” boliviana y del sistema ecuatoriano, que en poco tiempo, a veces en cuestión de meses, dejaron de existir.

En estos países, el sistema político se recompuso a partir de la emergencia de liderazgos de alta popularidad (Chávez, Evo, Correa, Kirchner), que supieron reconstruir la autoridad presidencial y se propusieron un amplio programa de reformas. Pero tal recomposición abarcó sólo a una parte, la oficialista, del sistema político, dejando a la oposición sumida en una maraña de enredos internos, rencillas personales y desorientación. Este vacío fue ocupado por otros actores, incluyendo, o comenzando por los medios de comunicación, que en algunos países, y en ciertos momentos, asumieron la conducción política de la oposición (en algunos casos acompañados por otros poderes fácticos, como los gobiernos autonómicos en Bolivia o la burocracia petrolera en la Venezuela del 2002).

Bernardo Sorj lo explica bien en su libro Poder político y medios de comunicación. “En el contexto del debilitamiento de otros medios tradicionales de articulación de voces de la oposición en la región, en particular de los partidos y los sindicatos, los medios aparecen como los únicos factores capaces de articular críticas al poder público.” Esto se vería reforzado por el hecho de que, como explica Fernando Ruiz en el mismo libro, el periodismo latinoamericano se encuentra más cerca del modelo de periodismo militante y políticamente comprometido originario de Europa occidental que del modelo profesional y supuestamente neutral que prevalece en el mundo anglosajón.

Primera idea entonces: el clima de polarización y enfrentamiento entre el Estado y los medios es menos el resultado de los ánimos censuradores de los gobiernos de izquierda o del espíritu desestabilizador de la prensa que de las condiciones políticas que se viven en la actualidad.

Esto no implica ignorar los conflictos de intereses, por supuesto existen, sobre todo cuando los medios se encuentran imbricados en complejos económicos que incluyen al agro (en Argentina), las finanzas (en Ecuador) o los hidrocarburos (en Bolivia). Simplemente, se trata de poner en contexto estas nuevas tensiones. No es casual, en este sentido, que los países que no registraron estallidos sociales ni quiebres políticos, en donde el tránsito al pos-neoliberalismo se produjo de manera más serena y gradual, la tensión gobierno-medios no haya adquirido semejante intensidad. Es el caso de Chile, Brasil y Uruguay. Sin embargo, un repaso por varias experiencias latinoamericanas revela parecidos incluso con estas naciones.


Leyes regulatorias

La batalla entre el Estado y los medios ha asumido, en algunos casos, forma legal, a través de la propuesta o sanción de leyes tendientes a regular la actividad mediática. Se trata de un tema complejo que conviene estudiar caso por caso y cuyo análisis en profundidad excede las posibilidades de este espacio. Sin embargo, es posible apuntar algunas primeras conclusiones.

En general, la reacción ante estas iniciativas adquiere la forma de un reflejo corporativo que asume como un atentado a la libertad de expresión cualquier intento por regular las telecomunicaciones o la prensa. Pero no necesariamente debería ser así. Existen, por ejemplo, razonables regulaciones de mercado, que apuntan a evitar las posiciones monopólicas o dominantes. Esto sucede incluso en países muy celosos de la libertad de empresa y las garantías individuales, como Estados Unidos, donde las normas establecen límites a la propiedad cruzada de licencias de TV, radio y cable, fijan cuotas máximas de mercado y limitan la posibilidad de que una misma empresa controle medios gráficos y audiovisuales.

El proyecto ecuatoriano, por ejemplo, prohíbe que una compañía dueña de un banco sea también la propietaria de un medio, con el argumento de que la orientación editorial del segundo puede quedar atada a los intereses del primero. La ley de medios argentina, aprobada en el Congreso tras un largo debate, apunta a desmonopolizar el panorama mediático estableciendo cuotas de mercado y prohibiendo el control de cierto número de licencias en la misma área geográfica. Algo similar podría ocurrir si el Congreso vota el proyecto oficial para declarar de “interés nacional” la producción de papel para diarios, lo que les permitiría a los editores acceder al insumo básico a un precio igualitario.

Pero el eje son siempre los medios audiovisuales. Las leyes y proyectos aprobados o en debate establecen una distribución equitativa de las frecuencias entre el Estado, el sector privado y el sector comunitario o de la sociedad civil (es el caso de Argentina y Ecuador y también de los proyectos que se discuten en Bolivia y Uruguay), fijan cuotas de producción nacional (Argentina, Ecuador, Venezuela) y establecen horarios y pautas para la protección de los niños (todas).

El tema se torna más complejo al analizar los procedimientos sancionatorios, en particular cuando éstos contemplan la suspensión –temporal o definitiva– de las licencias. El caso extremo es Venezuela. En mayo de 2007, fortalecido tras arrasar en la campaña por su reelección, Chávez decidió no renovar la licencia de RCTV, el canal más antiguo del país, con el argumento de que había apoyado el fallido golpe de Estado del 2002. La licencia estaba vencida y el Estado tenía la posibilidad de no renovarla. Por otra parte, el canal siguió transmitiendo por cable.

El trámite, sin embargo, fue irregular. Desde el punta de vista jurídico, si había una responsabilidad debía recaer sobre personas naturales –los dueños del canal– y no sobre la empresa. Desde el punto de vista político, la intencionalidad está clara: el resto de los canales también habían acompañado la intentona golpista, pese a lo cual el gobierno les permitió seguir operando, básicamente porque, finalmente convencidos de que había Chávez para rato, decidieron suavizar su línea editorial. El hecho de que Chávez haya formulado el anuncio de RCTV en un establecimiento militar y vestido de uniforme no ayudó a tranquilizar los ánimos. La OEA protestó, y el presidente respondió tildando de “insulso” a su titular, José Miguel Insulza.

La decisión se suma al cierre de 32 radios primero y otras 29 después, con el argumento de que no cumplían con los requisitos legales para operar, y a las 40 causas –entre las iniciadas por funcionarios del gobierno y las presentadas por particulares– contra el único canal claramente antichavista, Globovisión. Los motivos son variados: durante una entrevista con el director de RCTV, Globovisión difundió imágenes del atentado contra el papa Juan Pablo II con la canción de Rubén Blades “Eso no termina aquí” de fondo. El gobierno acusó a la emisora de incitar subliminalmente al magnicidio. En otra oportunidad, el canal fue denunciado por poner al aire un mensaje de texto de un televidente convocando a un golpe de Estado. En las últimas elecciones, Globovisión recibió otra denuncia por transmitir la reacción de un candidato a la gobernación de Carabobo que instó a tomar las oficinas del Consejo Nacional Electoral, disconforme con el resultado.

Estos procedimientos sancionatorios se encuadran en la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (conocida como Ley Resorte). Aprobada en diciembre de 2004, la norma prevé sanciones, que pueden llegar a la suspensión por 72 horas continuas de la señal, para “aquellos medios que difundan mensajes que promuevan o hagan apología o inciten a la guerra o a la alteración del orden público”. Hay que señalar, además, la decisión –de la Justicia, no del gobierno, aunque obviamente hay sospechas sobre la influencia de éste sobre aquélla– de detener al dueño de Globovisión por una causa judicial que, aunque aparentemente no tendría vinculación con su actividad periodística, marca una coincidencia es llamativa. Y el fallo –de la justicia, no del gobierno– prohibiendo al diario El Nacional difundir imágenes de los muertos en una morgue de Caracas con el argumento de que “vulneran la integridad psíquica y moral de los niños, niñas o adolescentes”.

El tema es complejo, pues alcanza con revisar rápidamente los portales antichavistas, que difunden abiertamente opiniones en algunos casos golpistas, racistas e injuriosas, para confirmar que la libertad de expresión sigue viva. Venezuela no es Cuba. Y el gobierno no es el único actor en este juego peligroso: los medios venezolanos, en especial la televisión, lideraron el intento de golpe de Estado de 2004 y luego siguieron ubicándose, por momentos, en posiciones claramente desestabilizadoras. En todo caso, Venezuela se sitúa en un lugar particular, diferente al de Argentina o Bolivia, donde las leyes no regulan contenidos, el Estado no ha decretado la suspensión de ninguna licencia, no se ha aplicado la censura ni política ni judicial y no existen casos de periodistas presos.


Paradoja final

Los datos del Latinobarómetro 2009 confirman que los medios de comunicación se encuentran a la cabeza de los rankings de confianza en diversas instituciones, superados sólo por la Iglesia, y muy por arriba del gobierno, la empresa privada, la policía o los sindicatos. Sin embargo, la confrontación, en algunos países muy directa, con presidentes que gozan de una altísima popularidad, ha contribuido a ponerlos en cuestión por primera vez desde el inicio de la última ola de democracia en América latina. La reacción destemplada de muchos de ellos ha contribuido a romper contratos de lectura basados en una supuesta aunque imposible neutralidad o independencia.

Los medios, cada vez más centrales, también son más discutidos. Existe hoy una conciencia cada vez más amplia en cuanto al verdadero lugar de los medios en la democracia: no sólo una arena sino también un actor en el debate político. En su famoso libro La democracia y los partidos políticos, el sociólogo ruso Moisei Ostrogorski afirmó: “La función de las masas en una democracia no es gobernar sino intimidar a los gobernantes”. En tiempos de globalización y auge de las nuevas tecnologías no sólo gobiernan los políticos, sino también, en algún sentido, los medios. La novedad es que la sociedad ha comenzado a intimidarlos.


© 2000-2010 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.

LA TIRANIA y PAPEL PRENSA

29 de agosto de 2010
LA INVESTIGACION DEL FISCAL MOLINAS DE 1984 DETERMINO
“La Junta lo decidió”
La Fiscalía de Investigaciones Administrativas encontró que la Junta Militar tomó la decisión de sacarles la papelera a los Graiver por la fuerza. “Esto surge también de todas las declaraciones informativas o testimoniales reunidas –determinó Molinas– y no sólo de declaraciones de los integrantes del Grupo.”
Por Irina Hauser
“Como surge de lo expuesto, al conocerse la muerte de David Graiver (el 9 de octubre de 1976) y la quiebra del grupo, las máximas autoridades nacionales del momento tomaron la determinación de liquidar el grupo; para ello decidieron obligar a los herederos a transferir las empresas. En nuestro caso, la Junta de Comandantes decidió que el Grupo Graiver debía transferir el paquete accionario clase A de Papel Prensa S.A. Esto surge claramente, no sólo de las dichos de los integrantes del Grupo Graiver, sino de todas las declaraciones informativas o testimoniales reunidas.” La cita textual es de hace veintidós años y forma parte del dictamen que firmó el entonces fiscal de Investigaciones Administrativas Ricardo Molinas cuando concluyó el expediente que ya entonces había puesto la lupa sobre la transferencia de acciones de los Graiver en Papel Prensa a Clarín, La Nación y La Razón. La investigación, iniciada en 1984, daba por hecho que la venta se hizo en un contexto de sucesivas presiones, que se montaban a la situación de ahogo financiero del grupo, y también que fue previa a los secuestros de varios de sus integrantes para evitar que la empresa terminara en poder de la Comisión Nacional de Reparación Patrimonial (Conarepa), que se quedaba con los bienes de los detenidos.

La investigación de Molinas, nombrado fiscal general en la presidencia de Raúl Alfonsín, se abrió con una denuncia del sindicalista Norberto Imbelloni, cercano a Herminio Iglesias en esa época, que de manera genérica pedía que se esclareciera si hubo delitos como extorsión, defraudación o hasta asociación ilícita en el traspaso del paquete mayoritario de Papel Prensa a los tres diarios, que se produjo entre noviembre de 1976 y enero de 1977. Molinas se embarcó en la pesquisa, del mismo modo que encaró otras de tenor similar como la del secuestro extorsivo de los empresarios textiles Federico Gutheim y su hijo Miguel. El menemismo lo expulsó en 1991 de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas (FIA) y fue diputado hasta 1995 por el Partido Demócrata Progresista.

El expediente de la FIA, que llevó cuatro años de averiguaciones y declaraciones, era terminante en sus conclusiones: cuestionaba la compraventa de Papel Prensa por considerar que había sido forzada y teñida de irregularidades; se dio en un escenario de grandes dificultades económicas para el grupo pero no fue éste el que promovió la venta a Fapel SA sino a la inversa, y la oferta a precio vil llegó tras una cadena de advertencias que provenían de los jerarcas de la dictadura; la junta militar investigaba los vínculos de los Graiver con Montoneros por lo menos desde septiembre de 1976, o sea dos meses antes de la transacción; los secuestros de los Graiver y su entorno se produjeron una vez que la compañía ya estaba en manos de los diarios.

A los 35 años David Graiver era dueño de varios bancos, como el Comercial del Plata y el de Hurlingham en Argentina, el Banco para América del Sur de Bruselas, el American Bank and Trust y el Century en Estados Unidos, y tenía empresas de todo tipo, desde inmobiliaria hasta imprenta. Su ingreso a Papel Prensa se produjo en 1973, cuando compró las primeras acciones. Terminó siendo socio mayoritario, a medida que acordó la transferencia de acciones clase “A” de los fundadores de la empresa (César Civitta, César Doretti y Luis Rey). Los Graiver estaban representados por Galería Da Vinci y Rafael Ianover. La asamblea de accionistas de la productora de papel –que tiene participación del Estado– todavía no había aprobado la adquisición de acciones por parte del grupo, cuando se produjo la extraña muerte de David Graiver en un accidente aéreo en México.

Palabras indelebles
La viuda de Graiver, Lidia Papaleo, y su hermano Isidoro Graiver declararon en la investigación de Molinas en 1985. Sus relatos sobre lo que ocurrió con posterioridad al fallecimiento de David Graiver son prácticamente idénticos, según pudo constatar Página/12 al leer el viejo expediente, y pintan el clima previo al traspaso societario.

Ambos coincidieron en que en octubre de 1976 el abogado de la familia, Miguel de Anchorena, se había puesto en contacto con ella para advertirle que “había recibido una información de Francisco Manrique –el ex ministro de Acción Social– cuyo contenido era, sintéticamente, que el gobierno nacional vería con agrado la desaparición del conjunto empresario Graiver como tal, para lo cual sería necesaria la venta de los paquetes accionarios del Banco Comercial del Plata, del Banco de Hurlingham y del paquete de control, o mejor dicho del control accionario, de PPSA (Papel Prensa) estimando que los compradores lógicos de este último paquete eran los diarios Nación, Clarín y Razón”. Esas eran las palabras de Isidoro, quien además aclaró que Manrique “en el ínterin ratificó” lo que había dicho Anchorena. Las palabras de Lidia fueron casi las mismas. Quien interrogaba en la fiscalía era el hijo del fiscal Molinas, Fernando Molinas. La pregunta que originó aquellas respuestas era “cómo se había elegido el comprador” y si había “existido algún tipo de presión por parte de autoridades públicas o particulares”.

La semana pasada Isidoro sostuvo primero en una carta ante un escribano y luego ante el juez Arnaldo Corazza que nadie le indicó quién debía ser el comprador y que la compra se hizo con el mejor oferente. En los papeles de la FIA no se consignan otros oferentes, ni los menciona él en su declaración ante ese organismo, como no lo hace tampoco Lidia Papaleo. Ella, en cambio, suma al relato de entonces un episodio con Pedro Martínez Segovia, presidente de Papel Prensa y muy cercano a Martínez de Hoz, que la invitó a encontrarse en el bar del Plaza Hotel, donde le dijo que estaba al tanto de las tratativas para la venta de las acciones y señaló que “esa venta no podía efectuarse ni a personas de la colectividad judía ni a un grupo extranjero”. Cuando le tocó declarar, Martínez Segovia admitió el encuentro, contó que tomaron el té, pero dijo que no recordaba qué le había dicho a la viuda de Graiver.

Rafael Ianover, al presentarse en la FIA y asumirse como prestanombre de David Graiver, relató que cuando se aproximaba la asamblea de accionistas prevista para el 3 de noviembre del ’76, donde se debía tratar el pase de acciones de los antiguos dueños a Galería Da Vinci (para luego ser transferidas a Clarín, Nación y La Razón), recibió un “pedido”: Manuel José Benito Campos Carlés –titular de Fapel y apoderado de La Nación– le dijo que el secretario de Desarrollo Industrial, Raymundo Podestá, le pedía que no fuera a la reunión “para que la asamblea no fracasara solamente por la ausencia del representante estatal”. La asamblea, en efecto, no tuvo quórum. La noche anterior, el 2 de noviembre, firmaron la venta bajo la amenaza de que podían quedarse sin nada. El precio, declaró Lidia Papaleo, era mucho “menor al que” aspiraban pero “no había otra alternativa”, dijo. Tanto ella como Ianover en sus manifestaciones recientes dijeron que no hubo ninguna chance de opinar sobre el precio ni la forma de pago: el valor fijado fue cercano a un millón de dólares y el adelanto de 7 mil dólares.

Ianover dijo también que poco antes de la operación un grupo de tareas había ingresado a su casa, tomaron a sus hijos y a la empleada como rehenes y antes de irse le hicieron firmar un papel que decía que no faltaba nada. Agregó que Patricio Peralta Ramos –de La Razón– le había dicho que si firmaba el convenio no le iba a pasar nada. Sin embargo, fue detenido en abril de 1977. Igual que Juan Graiver y Eva Gitnacht (padres de David), Lidia Papaleo de Graiver, Isidoro Graiver y su esposa Lidia Brodsky, Jorge Rubinstein (abogado de los Graiver, quien murió en la tortura según los testimonios), Silvia Banjul (empleada del grupo) y Lidia Gesualdi (secretaria de David y luego de Lidia), todos cautivos desde marzo de ese año en adelante y sometidos a torturas en centros clandestinos de detención del llamado “Circuito Camps”, en la provincia de Buenos Aires. La asamblea de accionistas de Papel Prensa había aprobado la venta a Clarín, La Nación y La Razón a mediados de enero, dos meses antes.

Acusados
La investigación del fiscal Molinas incursionó en varios ejes y uno de ellos tuvo que ver con la constitución inicial de Papel Prensa y sus sucesivas composiciones accionarias. A su entender, hubo irregularidades desde los orígenes, ya que se hizo una adjudicación directa porque ninguna empresa cumplía con los requisitos de base y luego, las transferencias se encadenaron vía testaferros y sin aprobación en asamblea.

Un tramo de la pesquisa se centra en la relación de los Graiver con la agrupación Montoneros y da por hecho que el origen del dinero de sus operaciones era dudoso. Muestra que la junta militar venía investigando al grupo en su vinculación con Montoneros desde por lo menos dos meses antes de la venta de Papel Prensa y luego, ya detenidos, los sometieron a un Consejo de Guerra. Hace hincapié, para eso, en la declaración del propio represor Emilio Massera, quien señala el 15 de septiembre como momento en que “la Junta Militar había tomado conocimiento de los hechos relativos al caso Graiver” y que “de acuerdo con lo que surgía de las investigaciones realizadas, dicho Grupo habría tenido estrechas vinculación y colaboración con la subversión”. En la misma línea declara Martínez de Hoz.

Sobre esa base, su dictamen final advierte que a pesar de todo, y del carácter de accionista del Estado en la empresa, los ex comandantes “trataron y resolvieron” la venta como “una cuestión estrictamente comercial”. En la lógica del terrorismo de Estado, Molinas mostraba un escenario absurdo. Los militares, aunque “conocían –dice– la situación financiera del grupo, a pesar de haber investigado y comprobado según sus propios dichos la vinculación de David Graiver con Montoneros en ese entonces declarada al margen de la ley”, no propiciaron y hasta forzaron la venta de Papel Prensa.

“Insólitamente, la Junta asistió impávidamente al enajenamiento de todos los principales bienes del grupo y recién después que ellos fueron transferidos, procedió a detenerlos” e “intervenir los bienes” restantes. “En la práctica la Junta militar ocultó todo lo referente a la vinculación GraiverMontoneros hasta la finalización de la transferencia del paquete accionario de Papel Prensa”, afirma.

El dictamen, finalmente, acusa a los dictadores Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, a Martínez de Hoz y al secretario Raymundo Podestá por los delitos de encubrimiento, abuso de autoridad, incumplimiento de sus deberes y administración fraudulenta. Propone que se revoquen parte de los convenios por los que se reparó patrimonialmente a los Graiver y gira las actuaciones al Poder Ejecutivo, para que haga su propia investigación (algo que recién ocurre ahora). En cuanto a los tres diarios, Molinas concluye que no tiene pruebas para incriminarlos y que, hasta ese punto, aparecen como compradores “de buena fe”,

“Nuestra hipótesis inicial y lo que se pudo comprobar en la investigación es que la junta militar quería sacarles Papel Prensa a los Graiver y desvincular la operación de cualquier posible circunstancia ilícita. A su vez, todo hacía pensar que no se la iban a entregar a cualquiera, ellos eligieron al comprador, pero no aparecieron pruebas al menos hasta ese momento de que los diarios actuaran en connivencia. Esperábamos que esa línea se profundizara en el juzgado”, le dijo Fernando Molinas a este diario. Pero nada ocurrió, ni siquiera avanzó el caso contra los dictadores, que terminaron sobreseídos por prescripción por decisión del entonces juez federal Néstor Blondi.

Hasta hace apenas unas semanas, cuando el juez federal Daniel Rafecas se declaró incompetente para investigar los hechos sobre la venta de Papel Prensa que surgieron de los testimonios recibidos este año en la Secretaría de Comercio y los envió al juez Corazza para que los incorporase a la causa sobre el circuito Camps de centros de detención clandestinos. A esto, en los próximos días se sumará la presentación que están preparando la Procuración del Tesoro y la Secretaría de Derechos Humanos. La Justicia tendrá entonces otra oportunidad para fallar sobre el tema.


© 2000-2010 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.

LOS MONOPOLIOS SON ANTIDEMOCRATICOS y TOTALITARIOS

|Domingo, 29 de agosto de 2010
Entrevista con el filósofo y politólogo Ernesto Laclau
“Si prevalecen los monopolios,la guerra está perdida”
De visita en Argentina, Laclau se refirió al asunto de Papel Prensa. También elogió el rumbo del Gobierno y analizó el escenario que se plantea para las próximas elecciones presidenciales. Además, habló de la situación actual de América latina.
Por Federico Poore
Ernesto Laclau está cansado. Su última semana en San Juan estuvo repartida entre conferencias, reconocimientos y cenas en su honor bien lejos de Londres, donde vive. Por eso, antes de comenzar la entrevista, el autor de La razón populista se desploma en uno de los sillones del lobby del Hotel Provincial. Luego, sí, elogia el rumbo del gobierno de Cristina Fernández, compara el armado del kirchnerismo con el PT de Lula y dice que el modelo argentino es superior al de las “socialdemocracias” de Uruguay y Chile. Se anima, incluso, a hablar de Papel Prensa. “Si prevalecen situaciones monopólicas o conservadoras, la guerra está perdida”, asegura.

–Usted sostuvo que el modelo económico argentino “rompía con el neoliberalismo de los noventa”. ¿Dónde observa estas rupturas?

–En primer lugar, si no hubiese estado este gobierno, con su capacidad de resistencia a los dictados del FMI, estaríamos en pleno ajuste. Gracias a que no lo hubo, el país se ha recuperado rápidamente y la crisis internacional no ha llegado a golpear demasiado. La semana pasada apareció en The Economist un artículo sobre la estrategia económica de Cristina (Kirchner). Ellos reconocen que los índices económicos van muy bien, pero dicen que no es debido a la política económica del Gobierno, sino que sostienen que lo que han tenido los Kirchner es mucha suerte. Esto me hizo acordar a una historia de Napoleón contra los generales austríacos. Los austríacos llevaban a cabo una guerra con ejércitos aristocráticos, con todas las reglas científicas de la forma de combate del siglo XVIII. Luego llegaba Napoleón con sus ejércitos populares, destrozaba las líneas austríacas y ganaba la batalla. Y los generales austríacos decían: “Gana, pero no es científico” (risas).

–¿Cómo describiría el escenario político para las próximas elecciones?

–Hace un año había predicho que si la oposición tuviera un mínimo de sentido común, iría por una fórmula Alfonsín-Binner. Ahora parece que están avanzando en esa dirección. El problema de la oposición es no poder presentar un frente unificado en primera vuelta. Los radicales van a seguir con su alianza con el socialismo, pero el Peronismo Federal no se va a quedar atrás. Va a tener que elegir un candidato y ahí es una bolsa de gatos total. Además, Pino Solanas se va a presentar sí o sí. Entonces con por lo menos tres fuerzas opositoras, la posibilidad de que Kirchner obtenga el 40,1 por ciento de los votos en la primera vuelta y que tenga una distancia de más de diez puntos del candidato que lo siga son bastantes altas. En resumen, tal como va la cosa hasta ahora creo que las chances del kirchnerismo son considerablemente mejores que hace un año.

–Hay quienes sostienen que la postulación presidencial de Solanas podría restarle votos a Néstor Kirchner. ¿Esto es así?

–No, definitivamente no es el mismo electorado. Además, la suya es una política tan zigzagueante y tan oportunista, que la misma gente que lo votó ha tenido un gran desencanto con Pino Solanas.

–¿Hay lugar para algo que esté a la izquierda del kirchnerismo?

–Sí: Martín Sabbatella. Hoy puede ser un polo de construcción para fuerzas de centroizquierda que entren en una alianza para la presidencia, y ser una transversalidad más real que la del pasado.

–¿A qué se refiere al plantear que el kirchnerismo es un significante abierto?

–Es un significante abierto en el sentido de que todo lo que empezó a surgir en el 2003 recién comienza a tomar una cierta imagen. En el 2003 era poca cosa: Kirchner salió elegido candidato por uno de esos movimientos internos casi incomprensibles del peronismo y empezó a fijarse en el imaginario colectivo con una cierta idea de unidad o de acuerdo, dado que tiene que representar un arco bastante amplio de fuerzas. Afortunadamente, su núcleo político es lo suficientemente razonado como para no hacer la ingenuidad de lanzarse a conducir un partido exclusivamente ideológico. La incorporación de las distintas fuerzas que se unieron bajo la denominación de “kirchnerismo” es la misma política que ha hecho Lula en Brasil. El Partido de los Trabajadores es ideológicamente muy limitado, pero cuando llegó al Gobierno tuvo que generar una política basada en la transversalidad con grupos de centroizquierda. Las alianzas son otras, y no necesariamente tienen que competir entre ellas. Además, tienen una excelente presidenta del Banco Central, que esperemos que pueda seguir, y un papel político perfectamente claro.

–¿Por qué dice que la división entre Estado y sociedad civil se está borrando?

–Porque hubo una politización de una cantidad de sectores de la sociedad civil. Hace cuarenta años, si uno pensaba cuáles sectores de la sociedad estaban politizados, tenía que decir: los sindicatos. Pero hoy, junto con los sindicatos hay otro tipo de organizaciones. Después de 2001 empezaron las fábricas recuperadas, los piqueteros, movilizaciones en la sociedad que necesariamente conducen a la ampliación del espectro democrático. Estas organizaciones son cuasiestatales: participan activamente de la esfera política, varían en el tiempo y empujan cada vez más límites. El kirchnerismo se ha favorecido por el desarrollo de esos movimientos.

–Chantal Mouffe sostiene que todo Gobierno construye un “nosotros” y un “ellos”. Usted sostuvo que, en un principio, el kirchnerismo construyó el “ellos” en el menemismo. ¿Cuál sería el actual?

–El poder financiero de las corporaciones, claramente.

–¿Y el caso de los medios de comunicación?

–Los medios están organizados monopólicamente, de forma muy poco democrática. El asunto de Papel Prensa es claro en ese sentido, es un monopolio que a partir de ahora no va a existir. El Congreso podrá imponer algunos obstáculos pero el tema ya quedó planteado. Es un momento de apertura. Me parece que la batalla política tiene que darse en base a una relación distinta respecto a los medios, y si prevalecen situaciones monopólicas o conservadoras, la guerra está perdida. Necesitamos que haya más Canal 7 y más Página/12.

–Hace un tiempo planteó que el kirchnerismo había encarado una reforma del Estado a partir del avance sobre ciertos aspectos de poder, como el reemplazo de la cúpula militar y la reforma de la Corte Suprema. ¿Cuáles serían los próximos pasos?

–Los pasos ya están dados. El Gobierno ha sancionado la ley de medios y avanzado con la reforma del sistema jubilatorio, eliminando una de las peores formas que prevalecían de los ’90. También ha implementado la asignación universal por hijo, que todavía es poco pero que es un paso importante. El nivel de pobreza del país claramente está bajando.


© 2000-2010 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.

jueves, 26 de agosto de 2010

ARGENTINA: ¿HAY OTRO CAMINO?

Portada :: Argentina :: Opinión
25-08-2010



¿Y a la izquierda del kirchnerismo qué?
Apuntes críticos para una nueva izquierda


Martín Ogando
Rebelión




La coyuntura después del 28J


La derrota de los Kirchner en las elecciones legislativas del 2009 dejó flotando en el ambiente la sensación inequívoca de un fin de ciclo. Era la prueba de fuego luego del “conflicto del campo”, el revés político más importante del kirchnerismo desde su ascenso en el 2003. Aquel conflicto marcó un quiebre de la relación entre el gobierno y un sector de la burguesía (junto a sus voceros políticos y mediáticos), al mismo tiempo que reforzó su aislamiento respecto de las clases medias urbanas y rurales. El deterioro de las posiciones electorales K en puntos clave de la geografía política peronista parecía adelantar su ocaso definitivo. A pesar de mantener un importante caudal electoral a nivel nacional, con poco más del 30% de los sufragios, la caída del mismísimo Néstor Kirchner frente a Francisco de Narváez en la Provincia de Buenos Aires sonó como un golpe de gracia. [2] Se llegó a especular, por aquellos días, que la presidenta no concluiría su mandato.

Las semanas posteriores fueron de balances y previsión de horizontes para la izquierda, y en aquellas reflexiones había un diagnóstico casi unánime: estábamos en presencia del agotamiento del ciclo kirchnerista. La productividad política de su dispositivo de poder era puesta en jaque a dos bandas: por un lado por su jefatura empresarial, cansada de gesticulación populista y decidida a darse una representación política más estable; del otro, por el electorado popular, pensado siempre desde el pejotismo [3] como mera clientela, y que esta vez le daba la espalda. Se pensó lo que vendría como una sobrevida, como un tortuoso camino hacía el 2011 donde el gobierno necesariamente debería replegarse y pactar con la oposición, resignando cuotas de poder.

Lo más importante para nosotros, sin embargo, era lo que el derrumbe del kirchnerismo podía significar en tanto “desbloqueo” de las posibilidades de acumulación por parte de la izquierda, sobre todo a partir del debilitamiento de las expectativas sociales y los mecanismos de cooptación que tan eficientemente habían aportado a la estabilización capitalista. Un año después hay que decir que aquellos pronósticos eran errados. Muy por el contrario, el gobierno de Cristina Fernández retomó la iniciativa y volvió a imponer la agenda política, y el escenario de polarización resultante, no solo mantuvo, sino que redobló los desafíos que se nos presentan a los militantes del campo popular. Reflexionar sobre este último punto es el objetivo central del presente artículo.

Durante los meses que siguieron al 28J el kirchnerismo decidió “dar pelea”. Y decidió darla en su campo y con las armas que conoce. Básicamente, aprovechando la ventaja relativa que supone su mayor audacia para “hacer política”, capacidad casi atrofiada en la oposición de derecha, merced a décadas de sumisión automática al poder económico, y que, por el contrario, en los K es llevada por momentos al aventurerismo liso y llano. Así, lanzaron una “cruzada” contra un enemigo poderoso pero antipático, como el Grupo Clarín, utilizando banderas sentidas por parte de la población, como el “Fútbol para Todos” y el impulso a la causa por apropiación a Ernestina Herrera, la dueña del monopolio. La votación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue la batalla de fondo y, dejando atrás el fantasma de la 125 [4] , el gobierno conquistó un triunfo relevante, que en este caso significó también un avance popular frente a la reglamentación de la dictadura. Pero el gobierno no ha reaccionado con un “giro a la izquierda” luego de la derrota del 2009, como pretenden algunos, sino que ha retomado la iniciativa con un juego más bien pendular. No ha dudado ante la posibilidad de avanzar con medidas que, más allá de su intencionalidad, constituyen conquistas sociales o democráticas, siempre que éstas sirvan para fortalecer su posición relativa frente a la oposición. De esta forma, junto a la mencionada Ley de Medios, se cuenta la implementación de la Asignación Universal por Hijo (con indudables repercusiones en el bolsillo de los hogares mas pobres) y el impulso presidencial a la ley de matrimonio igualitario, si bien los legisladores K han votado divididos. En el mismo periodo, sin embargo, se ha recostado más decididamente que nunca en los gobernadores y caudillos del PJ y en la cúpula de la CGT, dejando en ridículo la anunciada renovación de la política; ha fortalecido su relación con las empresas mineras y otras industrias extractivas que saquean y contaminan nuestras tierras; ha avanzado en el pago de la deuda externa y en la segunda etapa del canje, presentados insólitamente como herramientas de soberanía nacional; y las relaciones con el Departamento de Estado norteamericano pasan por un excelente momento. Como sea, merced a estas medidas, y a una repercusión moderada de la crisis económica internacional, el gobierno recuperó parte del terreno perdido en junio de 2009.

Enfrente encontró una oposición de derecha y centro-derecha extraordinariamente funcional. En primer lugar, porque su involucramiento con las políticas económicas neoliberales les garantiza el rechazo de una parte del pueblo que, sin embargo, no siente simpatía alguna por el gobierno. En segundo lugar, porque su dispersión e incoherencia es notable, lo que ha redundado en un impotencia casi absoluta para capitalizar el desgaste kirchnerista.

El pan-radicalismo fue el ganador más evidente del periodo que va de la 125 hasta el 28J, siendo el espacio con más probabilidades de imponer un sucesor en el 2011. Sin embargo, la desconcertante permanencia de Cobos en el ejecutivo, criticada dentro y fuera de la UCR, ha degradado su imagen positiva, dejando muy atrás en el tiempo su episódico papel de héroe. Hoy, lejos está de ser un presidenciable indiscutido. Mientras, las posibilidades de Alfonsín hijo aumentan, apuntaladas por el “aparato” radical y la posibilidad de presentar un cara más “progre” contra el kirchnerismo, y Lilita Carrió acaba de quebrar el Acuerdo Cívico y Social en medio de uno de sus habituales espásmos megalómanos. El llamado Peronismo Federal se sabe portador de la estructura política más sólida y del favoritismo de los factores de poder económico más importantes, al tiempo que es conciente de su debilidad en el terreno de las candidaturas. Reutemann sigue cavilando, mientras que Eduardo Duhalde, el más perdurable político burgués de los últimos veinte años, se sabe dueño de una alta imagen negativa en la sociedad. El impredecible Francisco de Narváez sigue siendo la principal carta electoral de este espacio. La centro-izquierda, con sus exponentes Binner, Stolbizer y Juez, está a mitad de camino de un acuerdo con la Coalición Cívica y/o el radicalismo, aunque no son descartados como aliados por el espacio de Pino Solanas. Tal es así que este último no ha dudado en aparecer en bloque con la oposición liberal, cajoneado sus planteos nacionalistas y progresistas, llegando incluso a destacar ultimamente sus importantes acuerdos con Carrió.

Párrafo aparte merece la situación de Mauricio Macri. Fuertemente golpeado por el escándalo de las escuchas ilegales, confía en su mayoría legislativa para evitar la destitución, aunque las deserciones en el bando propio (sobre todo del peronismo porteño) son un fantasma que lo acosa. A pesar de esto, y de la pésima gestión al frente de la Ciudad de Buenos Aires, no se lo puede descartar en la carrera presidencial, sobre todo porque mantiene su crédito mas importante: ser el candidato mas cómodo y funcional para el kirchnerismo, el cual presumiblemente hará todo lo posible para toparse con él en el ballotage del 2011.

En los últimos meses sectores de la oposición han intentado modificar este tablero. El protagonismo de la cúpula radical en la aprobación de la ley de matrimonio igualitario y el planteo del 82% móvil, de indudable impacto social, parecen ir en ese sentido. A esta ultima jugada el gobierno ha respondido con el aumento de las jubilaciones y de las asignaciones familiares, pero tendrá que enfrentar, en las próximas semanas, la probable media sanción en diputados de un proyecto impulsado por la oposición, que cuenta con innegable simpatía popular. Veremos qué ocurre en los próximos meses.

Como sea, para la izquierda sigue siendo un desafío romper la polarización planteada. Es por eso que, partiendo de un diagnóstico de la etapa y de una caracterización del kirchnerismo, lo imprescindible es analizar qué posibilidades de construcción contrahegemónica se abren para el campo popular. En pocas palabras: tenemos la urgencia de pensar/prefigurar/construir una forma de contestación efectiva (y no meramente retórica o denuncialista) a la gestión del estado capitalista encabezada por los K. Lejos estamos de tener alguna receta al respecto. Sin embargo, sí tenemos un recorrido, reflexiones, experiencias, intuiciones y convicciones ético – políticas que nos marcan un camino.


¿Proyecto nacional – popular…


Definir el carácter social y la perspectiva política del kirchnerismo ha llevado a una de las polémicas mas profundas de los últimos tiempos al interior del campo popular. En los polos de un amplio abanico de opiniones encontramos la siguiente contraposición: ¿Proyecto nacional – popular o simple continuismo neoliberal? Ni lo uno ni lo otro, respondemos tentativamente, e intentaremos explicitar aquí nuestra propia caracterización.

Sabemos que toda definición de un fenómeno actúa por aproximaciones sucesivas al mismo, y por lo tanto, elegimos el camino de ir construyendo lecturas provisorias del kirchnerismo, incompletas (y a ser completadas y/o corregidas) pero productivas a la hora de orientar una praxis política contrahegemónica. Siendo así, lo primero es “marcar la cancha”, es decir, definir qué no es este gobierno. Y no es, como algunos sostienen, un movimiento nacional – popular, ni portador de proyecto refundacional alguno.

No lo es por origen, ya que Néstor Kirchner asume el poder en 2003 para continuar la obra de su “mentor”, Eduardo Duhalde [5] , encarando con éxito la reconstitución de la “normalidad” capitalista, tanto en lo relativo a las ganancias empresarias como a la relegitimación de un orden. Tarea reaccionaria por definición, al proporcionar una salida hacia delante a la crisis del capital, sacar al pueblo de las calles y restaurar el funcionamiento de las instituciones dañadas por la intervención popular del 2001 – 2002.

No lo es por política , ya que en lo económico y en lo social los dos gobiernos K han sostenido un programa netamente capitalista, en completa articulación con una de las fracciones más concentradas de las grandes empresas nacionales y transnacionales [6] . Peor aún, el kirchnerismo no sólo ha sido el agente de la reconstrucción hegemónica capitalista, sino que ni siquiera ha encarado una política de reformas o “democratización del bienestar” dentro de este sistema, elemento indispensable de cualquier movimiento cuanto menos “populista” o nacionalista [7] . El aumento de la brecha entre ricos y pobres, el reforzamiento del modelo extractivo primario-exportador, el mantenimiento de gran parte de las leyes laborales de los 90, el sostenimiento de un sistema impositivo netamente regresivo, el pago de la deuda externa, la política sistemática de subsidios a las grandes empresas, el ocultamiento de los índices reales de inflación mediante la intervención al INDEC, constituyen una brevísima enumeración que desmonta rápidamente la supuesta “progresividad” del kirchnerismo.

No lo es por perspectiva , ya que no se piensa a sí mismo como un movimiento de gradual transformación del Estado capitalista, sino como una elite política destinada a mantenerse el mayor tiempo posible en la administración eficiente del mismo. Esto ha quedado al desnudo en otro de los elementos decisivos a la hora de preguntarse sobre el carácter de una fuerza política: su relación con “las masas” y con las organizaciones sociales en particular. La transversalidad fue un experimento trunco y de corto aliento, y la “nueva política” rápidamente terminó en los brazos de los viejos caudillos del PJ. En todos estos años el kirchnerismo jamás eligió apoyarse en una movilización social extendida que pudiera escapar a su control. De la misma manera, su vínculo con las organizaciones populares estuvo regido por la coptación y destrucción de cualquier tipo de autonomía, sin detenerse incluso ante la corrupción directa de referentes sociales. Las organizaciones que resistieron dicha política han sufrido la represión y persecución selectiva, al tiempo que vieron reducida la asistencia estatal. En conclusión, el kirchnerismo no ha recurrido siquiera a la movilización “controlada” de las masas, característica del nacional – populismo.

Una evaluación seria deja al descubierto con cierta rapidez el carácter capitalista y anti-popular del proyecto K, y muestra que la hipótesis de una posible “radicalización” futura carece de todo sustento.


… o continuismo neoliberal?


A pesar de esta evidencia, sectores de nuestro pueblo piensan que el kirchnerismo es una opción “menos mala que otras”, lo único posible en la actual coyuntura, lo cual amerita alguna reflexión. En primer lugar, es indudable que la historia reciente de nuestro continente y el carácter conservador en extremo de otras expresiones políticas de la burguesía, con las cuales disputa el kirchnerismo, explican en gran parte lo extendido de este posibilismo. Sin la secuela de derrotas que nos legó el neoliberalismo, las consecuencias de la dictadura, y las decepciones de los posteriores gobiernos democráticos, es difícil explicar un piso tan extraordinariamente bajo para las expectativas populares. Incluso el propio 2001, que abrió una profunda movilización social, derivó con el tiempo en lo que Maristella Svampa (2008) denominó “una fuerte demanda de orden y normalidad”. Partiendo de esa base, el kirchnerismo ha podido moverse con cierta comodidad, pero es indudable que también tiene el mérito de haber leído adecuadamente el fin de un ciclo y el comienzo de otro.

Frente al crédito abierto por algunos sectores, es algo común que en ámbitos de izquierda intentemos saldar el problema con cierto simplismo: “El kirchnerismo es la derecha”. No compartimos dicho análisis y pensamos que no sirve para la formulación de una política adecuada. A pesar de los aspectos de continuidad que efectivamente existen, no entendemos al kirchnerismo como una mera repetición de los gobiernos neoliberales. Estamos en presencia de una conducción del Estado diferente de las estructuradas durante el Consenso de Washington en toda América Latina. En lo económico, los sectores financieros, bancarios y el capital extranjero vinculado a las privatizadas resignaron posiciones, mientras que algunos sectores productivos “nacionales” (algunos de ellos fuertemente transnacionalizados) mejoraron su posición relativa. Al mismo tiempo, la “extranjerización” del sistema productivo, lejos de revertirse ha dado un nuevo salto producto del abaratamiento de los activos luego de la devaluación. Por otro lado, los sectores extractivos (minería y petróleo) recibieron fuertes privilegios, al tiempo que la agroindustria, ahora con eje en la soja, sigue siendo la clave de la acumulación de divisas (Katz, 2010). Esto último es lo que ha concentrado una fuerte tensión en los aranceles de exportación. La idea de un neo-desarrollismo limitado, en articulación (y tensión) con un modelo extractivo primario-exportador, parece ser la mejor síntesis de la actual configuración económica [8] .

En cuanto a las determinaciones políticas del ciclo K, ya señalamos que su eje ha sido ampliar las bases de la hegemonía capitalista, que se vio fuertemente deteriorada luego del 2001. La debilidad del campo popular para forzar una salida “desde abajo” dio paso a un proceso de recomposición, comandado, en lo político, por una facción relativamente marginal del Partido Justicialista. Sin embargo, la potencia relativa de la movilización, demandaba una salida que tomara en cuenta algunas de sus reivindicaciones y fuera capaz de incorporarlas subordinadamente dentro de esa reconstitución capitalista. Los Kirchner tuvieron gran lucidez en la lectura de estas nuevas coordenadas, dentro de las cuales se tuvo que mover la política de “los de arriba”, por lo menos hasta el 2006.

A esto, los Kirchner le sumaron otro mérito relativo: no estaban dispuestos a ser sólo el salvavidas de una gobernabilidad en crisis, y por lo tanto se lanzaron a “hacer política”, es decir a construir poder político propio. Esto constituyó cierta novedad dentro de la política burguesa, acostumbrada desde 1989 a una subordinación completa y obscenamente directa de la acción política a los grandes grupos económicos y los organismos internacionales. Así, el kirchnerismo no expresa el surgimiento de una “nueva política”, pero sí la rehabilitación de ciertas herramientas que históricamente le han permitido niveles de autonomía al personal político de las clases dominantes. De ahí que en su empeño estabilizador inicial el gobierno contara con una “solidaridad de clase” inquebrantable, pero en la medida que el “miedo a las calles” menguó y que los Kirchner comenzaron a poner en el centro de su agenda la construcción de poder propio, algunos grupos económicos concentrados y la derecha política vieron la oportunidad (y la necesidad) de lanzarse al enfrentamiento abierto. Por su parte, el kirchnerismo demostró no detenerse ante la concesión o la demagogia con causas populares como herramienta de acumulación propia. Es en este marco que, en distintas etapas, se conquistaran una serie de derechos sociales y democráticos, que no ponen en cuestión la orientación capitalista de los dos gobiernos K, pero que constituyen un avance para nuestro pueblo. El impulso (aunque limitado) a los juicios por crímenes de lesa humanidad, la anulación de la obediencia debida y el punto final, la estatización de los fondos jubilatorios de las AFJP, la inclusión en el sistema previsional de 2 millones 400 mil nuevos beneficiarios, la Asignación Universal por Hijo, la Ley de Medios, la Ley de matrimonio igualitario, son medidas de relevancia social que tienen evidentemente un doble carácter. Por un lado son intentos de apropiación, “desde arriba”, de demandas populares, cuya implementación está viciada de clientelismo y busca anular la iniciativa subalterna, fortaleciendo la hegemonía de un sector de las clases dominantes. Pero por el otro, son conquistas que en muchos casos demandaron años de lucha, y que constituyen un punto de partida para encarar las futuras contiendas en una mejor relación de fuerzas.


Interregno teórico - metodológico


Esta dialéctica de las conquistas que las clases subalternas alcanzan dentro del orden social capitalista debe ser cabalmente comprendida para evitar, tanto la asimilación al sistema como la pasividad sectaria. Desde el sufragio universal hasta la organización sindical, pasando por la integración subordinada de la clase trabajadora al llamado “estado de bienestar”, son producto de esa dialéctica. Conquista e integración, reivindicación y cooptación, son los términos reales a través de los cuales se ha desenvuelto la lucha de clases, y la contradicción con la que ha tenido que lidiar el movimiento emancipatorio de los trabajadores desde sus orígenes, como tempranamente lo advirtió Rosa Luxemburgo (1976). Cada reivindicación que la clase dominante, o una fracción de la misma, se ve obligada a conceder (en muchos casos de manera precaria y provisoria) constituye un intento de asegurar o ampliar las condiciones para su predominio social, al mismo tiempo que debilitar las estrategias confrontativas por parte de las clases subalternas; sin embargo, esas mismas conquistas pasan a formar parte del acervo y la acumulación social de los explotados, generando (en potencia) mejores condiciones para la organización de la lucha anti-sistémica. Es la misma contradicción en la que debemos movernos al “luchar contra el Estado para eliminarlo como instancia de desigualdad y opresión, a la vez que luchamos por ganar territorios en el Estado, que sirvan para avanzar en nuestras conquistas”. (Thwaites Rey, 2004)

Es sobre esta base que nos encontramos con distintos tipos de estados y gobiernos capitalistas. La comprensión de que las clases dominantes adoptan diversas formas y métodos para el ejercicio de su hegemonía forma parte, desde hace mucho tiempo, del arsenal conceptual del marxismo y de todo el pensamiento crítico. Identificar los matices concretos de una forma de ejercicio de la misma es la única herramienta efectiva para combatirla. Así lo entendió Gramsci (2000) cuando desarrolló la forma específica que había adoptado el Estado en el occidente capitalista y pronosticó la inviabilidad de una “revolución de octubre”, de un “asalto al poder”, en la Europa desarrollada, donde era necesario desplegar una extensa “guerra de posiciones” en las trincheras de la sociedad civil. De la misma forma, la militancia actual nos demanda un estudio crítico de las características del Estado capitalista en América Latina y de las formas de ejercicio de gobierno que encontramos en cada país.

El proceso que encabezó el kirchnerismo desde el 2003 puede definirse como una variante particularmente degradada de lo que el citado comunista italiano definió como revolución pasiva y transformismo [9] . Gramsci (2000) denomina revolución pasiva al proceso por el cual las clases dominantes, frente al “subversivismo esporádico, elemental e inorgánico de las masas populares”, introducen novedades en su modo de dirigir, buscando “expropiar a las clases subalternas de su iniciativa histórica”. Así, ante la debilidad estratégica de las fuerzas que promueven un cambio desde abajo, la clase dominante retoma la iniciativa y convierte ciertas demandas sociales en “instrumento para tornar gobernables a las clases subalternas” (Campione, 2007).

Por todo esto entendemos que, decir que el kirchnerismo no es “la derecha” o no es neoliberal, lejos está de propiciar algún embellecimiento del mismo, sino que está dictado por un análisis crítico de la realidad y por una perspectiva social anticapitalista. Igualar capitalismo o estado capitalista, con los términos “derecha”, “neoliberalismo”, “fascismo”, etc. no es mas que hacerle un favor a las relaciones de dominación y explotación actuales. Es por eso que nuestra tarea no es la de estigmatizar con lo epítetos políticos mas gruesos al kirchnerismo, sino la de entender sus mecanismos concretos de gobierno para enfrentarlos con mayores probabilidades de éxito desde una perspectiva socialista.


Que (no) hacer.


Nuestra militancia parte de un irrenunciable compromiso ético en el enfrentamiento a todo Estado que sostenga las formas de dominación de clase, el patriarcado, el racismo, el autoritarismo, que son la sustancia misma del sistema de opresión y dominación actual. Pero al mismo tiempo intentamos darnos las herramientas necesarias para enfrentar y desarticular la forma concreta en que se ejerce esta dominación en un momento determinado. Y está claro: no es lo mismo enfrentar a un gobierno que promueve el juzgamiento de ciertos jerarcas militares responsables de crímenes de lesa humanidad, que a uno que los apaña en sus círculos de poder más cercano.

En este punto la izquierda tradicional ha fallado de principio a fin. Su incomprensión del kirchnerismo y las tácticas adecuadas para enfrentarlo es tributaria en realidad de un déficit de más largo aliento y ya largamente consolidado: su estéril costumbre de aplicar siempre las mismas recetas, ya viejas y polvorientas, a cada nueva situación. No estamos hablando de la repetición extemporánea de algún “clásico de las revoluciones” de indudable mérito, sino de la regurgitación de fórmulas infalibles en pequeños grupos que giran únicamente alrededor de su propia reproducción.

Es ante este panorama que la pregunta, ¿hay algo a la izquierda del kirchnerismo? no es tan vana como se supone. Si dejamos de lado la utilización chicanera y fraudulenta que hacen de ella los voceros oficiales, nos plantea un problema relevante. Entendida de una manera amplia la respuesta es sencillamente evidente: miles de militantes populares en todo el país siguen sosteniendo las banderas de un cambio social radical; muchísimas organizaciones han generado espacios que, aunque pequeños, son laboratorios de gestación de resistencias y alternativas; las organizaciones autónomas territoriales, las empresas recuperadas, los campesinos en lucha; los obreros que se organizan en sindicatos democráticos y pelean por sus reivindicaciones; y la lista es interminable. Todo esto expresa un algo a la izquierda del kirchnerismo que éste se ha esmerado en reprimir, cooptar o debilitar según el caso. Es éste el material de una, todavía más potencial que presente, alternativa de liberación.

Sin embargo, la pregunta encierra otra lectura, y ésta es: ¿hay capacidad de construir alternativa política con proyección popular a la izquierda del kirchnerismo? Y aquí la cosa se complica. Hay que tener poca honestidad intelectual para negar que, a nivel de las grandes masas, la agenda política de oposición está construida en base a planteos de centro-derecha. Esto no significa necesariamente que la sociedad argentina sea mayoritariamente “de derecha” (esto, en todo caso, demanda un análisis de otro tipo) sino que, en parte, expresa la inexistencia de alternativas político-sociales desde el campo popular. Por supuesto que este problema tiene sus raíces en correlaciones de fuerzas profundas. Después de la dictadura, la gran decepción política que significó el alfonsinismo y las transformaciones neoliberales, nuestro pueblo lejos está de haber recuperado la iniciativa, más allá de grandes resistencias. El 2001 ha sido un punto de inflexión que permitió el re-animamiento de la organización popular y la re-politización de la sociedad, pero no ha abierto un ciclo de ofensiva popular a nivel global.

Esto nos lleva al aspecto en que sí tenemos responsabilidad los militantes populares. Al 2001, nadie llegó preparado y está claro que las construcciones de poder popular eran ínfimas en relación a los desafíos de dicha coyuntura. Sin embargo, hubo una izquierda que estaba relativamente bien organizada en la víspera y que capitalizó coyunturalmente la movilización social posterior. El resultado fue decepcionante. Sin entrar en un balance detallado que no es objeto de este artículo, la intervención de la izquierda tradicional en estos ámbitos estuvo impregnada por un fuerte sectarismo y miradas mesiánicas que derivaron en la faccionalización de los movimientos populares. En las asambleas esto tuvo resultados directamente destructivos, en otros espacios la situación fue mas matizada, y conquistas parciales significativas fueron sin embargo limitadas mediante la apropiación mezquina de las experiencias de base y la negativa permanente a unir las luchas de nuestro pueblo.

Pero si durante el periodo 2001 – 2003 la izquierda tradicional desperdició una oportunidad para fortalecer la acumulación popular, una vez empezado el operativo de estabilización capitalista encabezado por Kirchner la tónica fue el desconcierto generalizado. La “unidad de acción” establecida con la Sociedad Rural Argentina o la defensa de los principales voceros del grupo Clarín fueron el momento cúlmine de un triste itinerario.

Así, responsabilizar a la izquierda tradicional por la inexistencia de una alternativa popular al kirchnerismo, es un acto infantil que oculta problemas mucho mas profundos. Sin embargo, sí es correcto señalar el aporte decisivo que estas organizaciones han hecho para instalar en un amplio sector de la sociedad la idea de que la construcción de esa alternativa no es siquiera viable. Está claro, si depende de esa izquierda, la alternativa no sólo está ausente, sino que es imposible.

Y mucho cuidado. Las organizaciones populares que no queremos reproducir aquellas prácticas, de ninguna manera estamos exentas de estos problemas. Es un mérito indudable el solo hecho de intentarlo, de “abrir la cabeza” y estar dispuestos a aprender de las experiencias de nuestro pueblo en lugar de pretender aleccionar desde un pedestal. Sin embargo, no hay “pasaporte a la nueva política”, solo reflexiones y búsquedas, que van entregando sus frutos, pero siempre tentativas y sujetas a revisión. La mirada crítica sobre nosotros mismos, lo que hacemos y lo que pensamos, es indispensable para entender la cuota de responsabilidad que tenemos en las debilidades del campo popular, y potenciar así nuestro aporte creativo.


Las tentativas de una nueva praxis


Una gran cantidad de compañeras y compañeros venimos explorando esos áridos caminos en pos de la construcción de una nueva “nueva izquierda”, tal como la denominó Miguel Mazzeo (2007), uno de los tantos protagonistas de esta búsqueda. Y está buena la expresión. Porque históricamente, cada época de cambio social, cada nueva revolución ha demandado también una revolución al interior del pensamiento y las organizaciones de izquierda. Han sido “nueva izquierda” el bolchevismo, el anarco sindicalismo, el 26 de Julio, los grupúsculos del mayo francés, el guevarismo, el peronismo revolucionario, y un largo etcétera. Y estamos convencidos de que Nuestra América ha entrado en un nuevo ciclo de cambios históricos, de experimentos sociales, de pueblos haciendo su historia, dignos e insurgentes frente al imperio y al capital. Y allí, de la realidad misma, surgen las demandas de un nuevo pensamiento y de una renovada práctica de la subversión, y desde allí también se empiezan a gestar los nuevos socialismos.

Nos cabe entonces también la responsabilidad de pasar, de esta crítica de la vieja izquierda, del imprescindible momento negativo, a la formulación prepositiva de algunas prácticas constituyentes de una izquierda nueva, rebelde, popular y antidogmática. Porque compartimos el diagnóstico de Daniel Campione (2007) de que “la autorreforma intelectual y moral de la izquierda es indispensable, un requisito de cambio en el propio campo para poder pensar y actuar seriamente hacia el cambio social global (…) Esa autorreforma requiere abarcar los modos de pensar y comportarse, el reconocerse parte del conjunto social y no una minoría ilustrada y naturalmente dirigente”.

Respecto de esta tarea tenemos la siguiente hipótesis: los militantes populares enfrentamos una situación compleja, plagada de dificultades pero también de indiscutibles oportunidades de acumulación. La crisis del 2001 ha quedado atrás, por lo menos en su inmediatez catastrófica y disruptiva. Sin embargo, el propio terreno en el cual se desenvuelve la disputa con este gobierno es expresión de que las cosas han cambiado y de que partimos de un piso más alto y de condiciones de lucha menos desfavorables. ¿O no es acaso un signo central del kirchnerismo arrebatar banderas populares, usufructuar reclamos sentidos, instrumentalizar luchas pretéritas y cooptar a una parte de las organizaciones sociales? Todo esto, como ya señalamos, ha sido puesto en función del fortalecimiento de una facción política que ha garantizado los fundamentos de la acumulación capitalista. Pero esto no deja de ser un reconocimiento del nuevo terreno sobre el que están obligados a moverse aquellos que trabajan por mantener la hegemonía capitalista. Es sobre esta torción de la relación de fuerzas que se han conquistado ciertos derechos sociales y democráticos en los últimos años. Es sobre esta base también que debemos dar la disputa, trinchera por trinchera, en cada terreno, por la construcción de otra hegemonía, desde abajo y a la izquierda.

Sobre esta base, sobre lo que ha “sedimentado” del 2001, y sobre la acumulación de experiencias de los movimientos y de nuestro pueblo todo, entendemos que la actual etapa nos plantea el desafío de proyectar nuestras construcciones sociales hacia una plataforma política. Se trata de buscar los caminos para la confluencia de las diversas experiencias de base que hemos venido construyendo alejadas de los moldes de la izquierda pre-establecida. En una etapa que seguimos entendiendo como de acumulación (y no de enfrentamientos decisivos), pensamos sin embargo que esa acumulación debe dar un salto hacia la articulación y la herramienta política.

Para esto es clave evitar, tanto la ilusión en un supuesto “proyecto nacional – popular”, que lleva a la adaptación y la pérdida de autonomía; como el autismo dogmático que evita las determinaciones concretas de la realidad y repite, como en trance, “su” programa. La receta para esta tarea brilla por su ausencia, pero al menos hay que estar dispuesto a “correr el riesgo”. De esta manera, la misma situación política puede redundar en el mayor aislamiento político o en el aumento de nuestra influencia; en la asimilación al Estado o en el fortalecimiento de nuestras organizaciones. Todo depende de cómo actuemos.

Quisiéramos ser un poco más concretos. Frente a la resolución 125 se produjo la situación de mayor polarización durante los gobiernos K y se conformó la coalición mas importante reunida hasta ahora en su contra. En aquella situación, algunos adoptaron la increíble posición de hacer bloque con las patronales agrarias y la derecha política, bajo la premisa de que el objetivo central era debilitar al gobierno. Otro sector de la izquierda, sin embargo, adoptó una posición menos dañina: se trata de un conflicto entre fracciones burguesas, ninguna encarna un proyecto popular, por lo tanto no estamos ni con uno ni con el otro. Esta política, basada en afirmaciones ciertas, carecía sin embargo de toda posibilidad de intervención real, ya que olvidaba señalar que no “daba lo mismo” para los trabajadores si las patronales del campo lograban terminar definitivamente con las retenciones (como era su programa) y, por lo tanto, no buscaba interpelar a ningún sujeto concreto mas que a su propia “buena conciencia”. En aquel momento surgió el espacio Otro Camino para Superar la Crisis que, partiendo de señalar que efectivamente el gobierno no encarnaba un proyecto popular, apoyó la aplicación de retenciones, señaló su carácter insuficiente así como el direccionamiento anti-popular de esos fondos, y planteó una serie de medidas que deberían acompañar a los aranceles de exportación [10] . Más allá de sus limitaciones aquella experiencia nos parece rescatable. Otro ejemplo. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales mostró al gobierno intentando usufructuar la lucha que desde hace años vienen dando organizaciones sociales y medios comunitarios. Ante el impulso a una ley que significa un indudable avance respecto a la normativa vigente, una cantidad de organizaciones le dimos vida a múltiples iniciativas en apoyo a la ley, a la vez que criticamos sus limitaciones, reclamamos el lugar correspondiente para los medios alternativos, y no dejamos de denunciar que este mismo gobierno prorrogó en el 2005 las licencias de (entre otros) el oligopolio Clarín. Es de esta manera que se disputa palmo a palmo el terreno al kirchnerismo, es decir dando pelea por las banderas que pretenden arrancarnos en lugar de entregarlas mansamente mientras nos refugiamos bajo la sombrilla del “izquierdismo” más inmaculado. Nuestra responsabilidad es mostrar que la lucha consecuente por el castigo a los genocidas, contra los grandes medios de des-información, por los derechos de las minorías, por el trabajo para todos, tiene futuro en la medida que sea sostenida por organizaciones populares y autónomas. Es más, el carácter público y masivo que ciertas temáticas toman a partir de la propia publicidad kirchnerista debe ser aprovechado para visibilizar a las organizaciones que luchan hace años por esas banderas y que son sus verdaderas promotoras.

Qué hay un espacio social para construir esta política pareció mostrarlo, entre otras cosas, la elección de Proyecto SUR y Pino Solanas en la Ciudad de Buenos Aires. Por supuesto que dentro de aquel 24% puede presumirse una gran heterogeneidad, pero sin dudas hay también la expresión de un sector de la población que se posicionó a la izquierda de los K. Por cierto, la situación actual de este mismo espacio muestra las dificultades de consolidar una alternativa de este tipo. Las posturas que ha sostenido Solanas en temas sensibles, aliado casi sin distinción con la oposición de derecha abre un interrogante sobre el futuro político de esta fuerza. Igual de objetable parece ser la táctica electoral que contempla como una posibilidad la candidatura presidencial junto al PS, Stolbizer y Juez. Otro emergente de ese espacio como Martín Sabatella pasó a encuadrarse dentro del kirchnerismo crítico, ámbito desde el cual la construcción de alternativa aparece completamente imposible, no sólo desde una opción ético-políca sino desde lo que demuestra la experiencia práctica reciente de las fuerzas políticas que lo han intentado.

La dificultad para establecer una agenda propia, e incluso para intervenir con visibilidad en la agenda de los de arriba no hace otra cosa que expresar la debilidad social de las posiciones contestatarias en el momento actual, la relativa estabilidad de la economía, es decir una relación de fuerzas. Esta misma definición nos debe llevar a evitar los falsos atajos que le escapan a la construcción de poder popular desde la base. Es en la militancia cotidiana, en el territorio, donde residen los nichos de maduración social de nuevas relaciones de fuerzas, que por supuesto demandarán también, para su instalación, enfrentamientos decisivos con los poderes del Estado. En este sentido, Proyecto Sur parece recaer en un problema endémico del progresismo argentino: su desprecio por las construcciones populares de largo aliento y la tentación recurrente del acuerdo electoral providencial que permita “salir de la marginalidad”.

Sin embargo, sabemos que toda una generación de militantes pos-2001 nos hemos encontrado con el problema inverso. Es decir, con el embellecimiento de los movimientos sociales, el enamoramiento de lo local y la fobia a lo político en general y al poder en particular. En lo que viene siendo, a nuestro entender, un fructífero proceso de maduración, existe una izquierda social que manifiesta su voluntad de trascender lo sectorial, lo local, y por lo tanto no puede dejar de pensar en las disputas políticas que tienen relevancia en la coyuntura, aunque no siempre sean las que articulan estratégicamente el enfrentamiento a este sistema y la puesta en pie de un otro posible. Es en este marco que intentamos señalar, líneas arriba, que hay lógicas de intervención y políticas tácticas que maximizan nuestra capacidad de acción contenidas en la actual (y por supuesto cambiante) relación de fuerzas y otras que nos esterilizan de antemano ante cualquier enfrentamiento decisivo. Es que las posiciones revolucionarias no se declaman, sino que se construyen pacientemente, lejos de las opciones binarias y con mediaciones de todo tipo, con opciones ético-políticas intransables pero también con riesgos tácticos indudables.


Una alternativa, desde abajo y sin permiso


Frente a estos desafíos, el entramado heterogéneo de organizaciones que denominamos izquierda independiente es aún débil y está plagado de in-certezas. Sin embargo, en su seno encontramos una rica acumulación de experiencias, de creaciones sociales, que son un punto de partida ineludible de las luchas que vendrán. El rechazo de un programa acabado o una ideología blindada en sí misma es uno de los denominadores comunes de este espacio. Sin embargo, de sus reflexiones y su práctica político-social se extraen ya una serie de ideas-fuerza que son retomadas por una cantidad de colectivos de muy diversas características. Quisiéramos destacar algunas, especialmente relevantes en nuestra opinión.

Construcción de base . Se piensa en una izquierda enraizada en la militancia de base, en los territorios (sean estos fábricas, barrios, escuelas, facultades, campos, espacios de la cultura, etc.). Una construcción sólida, genuina, alejada de los atajos electoralistas o mediáticos, aparece como uno de los pocos reaseguros posibles contra la burocratización, la asimilación al sistema o el estancamiento sectario de nuestras organizaciones. Significa también pensar el trabajo de base como eje de la militancia, como una práctica dialógica en la cual no autoproclamamos vanguardias ni llevamos “verdades” al pueblo, sino que buscamos construir juntos el conocimiento para la subversión social.

Poder popular . Se pone en el centro la construcción de poder popular. Esto es, la puesta en pie desde la base de instituciones, prácticas y subjetividades alternativas al sistema y que disputen con este en distintos ámbitos de la realidad social. Es una concepción del poder como relación social, y particularmente como relación de fuerzas a construir, en lugar de como institución a la cual “tomar por asalto”. Construir poder popular es construir nuestra autonomía como clase subalterna hoy, al tiempo que las vías para la destrucción del poder opresor y su reemplazo por un poder hacer, democrático y de los trabajadores. Es pensar en las modificaciones (aún preliminares) de la relación de fuerzas como “guerra de posiciones” (Gramsci, 2000), a la vez que mantener la perspectiva de una disputa global contra el poder estatal.

Política prefigurativa. Porque la sociedad por la que luchamos se empieza a construir en las nuevas relaciones humanas que seamos capaces de establecer, en la solidaridad y la búsqueda de valores opuestos al egoísmo, la competencia y el individualismo. Por eso la lógica de construcción de nuestros colectivos no puede ser centralista, vertical y autoritaria, si lo que queremos es una sociedad fundada en valores éticos opuestos.

Sujeto plural. Hay una extendida vocación por articular sujetos populares diversos que a partir de prácticas heterogéneas participan del enfrentamiento al actual sistema. Sin poner en duda el papel central que los trabajadores pueden tener en la articulación de proyectos emancipatorios, apostamos por la integración de un sujeto anticapitalista múltiple junto a pueblos originarios, campesinos, estudiantes, movimientos en defensa de las minorías, de géneros, profesionales, artistas, y todos los compañeros y compañeras explotados, oprimidos y discriminados por este sistema.

Latinoamericanismo . La idea mariateguiana de que el socialismo no debe ser “ni calco, ni copia”, sino creación heroica de los pueblos es constitutiva de una nueva generación militante. La recuperación del marxismo latinoamericano y otras tradiciones críticas de Nuestra América es un imperativo del momento, lo cual demanda también cuestionar los ropajes eurocéntricos que ha sabido tener el pensamiento socialista. Esto implica sentir como propia la lucha de los pueblos del continente, que luchan contra el imperialismo y construyen sus caminos de liberación.

Articulación social y proyección política . Es una necesidad cada vez más urgente superar la fragmentación de gran parte de las experiencias del campo popular. El arraigo en el territorio y en la militancia de base ha sido a menudo contrapuesto a las disputas políticas a nivel general y convertidos en “fines en sí mismos” de carácter meramente local. La articulación de una alternativa social y política de carácter popular es el desafío del momento, por lo menos en sus instancias iniciales o preparatorias. Como señala Mabel Thwaites Rey (2004), tenemos la necesidad de “acometer la organización política que permita acumular las fuerzas necesarias para cambiar el mundo, una herramienta (…) que parta de la autonomía de sus integrantes, que no sustituya (…) que respete tiempos, perspectivas y diferencias diversas y, a la vez, (…) encuentre puntos de unidad que permitan avanzar hacia las metas colectivamente propuestas, (…) que articule la confrontación social con la lucha política”.

Todo esto debe realizarse sobre un terreno político que, aunque complejo, no deja de ser extraordinariamente más fértil para el pensamiento emancipatorio que el conocido por la militancia de los 90. La situación particular de nuestro continente, epicentro de las resistencias a la lógica depredadora del capitalismo y de la construcción de nuevas alternativas, es un punto de referencia ineludible. Por otro lado, cientos de experiencias militantes han emergido, portadoras de nuevas lógicas, prácticas y concepciones. Lo que se ha dado en llamar izquierda independiente, está constituida por una variedad de organizaciones muy diversas pero que tienen en común estar abordando la reflexión sobre los ejes antes descriptos.

El incipiente desarrollo de la COMPA (Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina) que busca sintetizar diferentes experiencias, en la perspectiva de una herramienta política anticapitalista, antiimperialista y antipatriarcal es un paso alentador. Pero el espectro de una nueva “nueva izquierda” excede en mucho a las organizaciones que formamos parte de la COMPA, son miles los compañeros y compañeras que participan de organizaciones sindicales, estudiantiles, territoriales, colectivos culturales, de géneros, comunidades originarias, organizaciones campesinas, espacios intelectuales, que están renovando el pensamiento y la práctica contrahegemónica en nuestro país. Es ésta la base para el fortalecimiento de nuevos proyectos emancipatorios, de matriz socialista, carácter popular y ambición de alternativa política.

Pensamos los próximos años como decisivos en la consolidación de este nuevo espacio emergente dentro de la izquierda argentina. La disputa dentro del proyecto K ha mostrado ya su inviabilidad, y las organizaciones que lo intentaron lejos estuvieron de ampliar decisivamente su influencia político-social a cambio de hipotecar su independencia. Las organizaciones de la izquierda tradicional no constituyen ya, en nuestra opinión, alternativa alguna. Recae sobre un multiforme y todavía fragmentado espacio, al que llamamos izquierda independiente, la enorme responsabilidad de avanzar en la construcción de una alternativa popular y de un horizonte socialista en los próximos años. Las dificultades a sortear son evidentes y el terreno a recorrer es mucho, sin embargo hay razones para la utopía. Miles de militantes, una historia de lucha por recoger, cumpas que día a día luchan por cambiar esta sociedad, toda la vitalidad de nuestras construcciones de base, el estímulo que significan los procesos de cambio en nuestro continente, son la savia vital de este sueño compartido. En eso estamos y desde aquí buscamos aportar modestamente, con el imprescindible “pesimismo de la inteligencia” pero, sobre todo, con todo el “optimismo de la voluntad”.










Bibliografía


- Boron, A. (2008): Socialismo del siglo XXI ¿Hay vida después del neoliberalismo?, Ed. Luxemburgo, Buenos Aires.

- Campione, D. (2007): Para leer a Gramsci, Ed. del CCC, Buenos Aires

- Gramsci, A. (2000): Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el estado moderno, Ed. Nueva Vision, Buenos Aires.

- Luxemburg, R. (1976): Obras escogidas, Ed. Pluma, Buenos Aires

- Katz, C.: “Los nuevos desequilibrios de la economía argentina” en Revista Lucha de Ideas N° 1, Septiembre 2010, Buenos Aires.

- Mazzeo, M. (2007): El sueño de una cosa. (Introducción al poder popular), El Colectivo, Buenos Aires.

- Mazzeo, M.; Acha O.; y otros (2007): Reflexiones sobre el poder popular, El Colectivo, Buenos Aires.

- Svampa, M. (2008): Cambio de época. Movimientos Sociales y poder político, Siglo XXI, Buenos Aires.

- Thwaites Rey, M.: “Autonomía: ¿Mito o posibilidad para la construcción de poder popular?”. En: Revista Espacios Nº 12, Julio2004, Quito.









--------------------------------------------------------------------------------

Martín Ogando es Sociólogo, docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y militante de la Juventud Rebelde 20 de Diciembre.

[2] A nivel país, para diputados nacionales, el Frente para la Victoria sacó el 30,7%, apenas por debajo del Acuerdo Cívico y Social (30,9%). En la Pcia. de Buenos Aires, Unión – Pro consiguió un sorpresivo 34,58% contra el 32,11% del Frente para la Victoria

[3] Decimos “pejotismo” en referencia a las características asumidas por el Partido Justicialista actual. Esta definición no necesariamente cuadra para el conjunto del movimiento peronista a lo largo de su historia, lo cual demandaría un debate mas preciso.

[4] Este era el número de la resolución del Ministerio de Económia que aumentaba los aranceles de exportanción, y que fue rechazada en el senado.

[5] Lo fundamental de esta tarea, realizada por el ex vicepresidente de Carlos Menem, fue sin dudas la devaluación asimétrica.

[6] Un ejemplo paradigmático de las vinculaciones del kirchnerismo con algunos de los empresarios más poderosos de la Argentina puede leerse en “En este país, a todo el que tiene guita lo ataca la zurda”, Diario La Nación, 25/07/2010. Allí Carlos Blaquier, dueño de Ledesma y responsable del tristemente célebre apagón, hace una enfática defensa del gobierno.

[7] El kirchnerismo no es, evidentemente, un movimiento nacional – popular, en el sentido gramsciano de encarar la “reforma integral”, es decir material, moral e intelectual de una sociedad; pero tampoco lo es en el sentido limitado de un movimiento que procede a una reforma parcial del estado, integrando al mismo nuevos sectores sociales (por definición subalternos) y apoyándose para dicha ampliación estatal en la movilización de masas.

[8] “Pero la meta industrialista es tan sólo neo-desarrollista. Ya no busca erigir un aparato fabril con auxilio de las estatizaciones o el proteccionismo frente a un sector agrario estancado. Sólo pretende reconstituir el debilitado tejido industrial, en coexistencia con una estructura agro-capitalista renovada y tecnificada. El viejo desarrollismo ha sido sustituido por esta variante agro-industrial.” , Katz, Claudio (2010) Los nuevos desequilibrios de la economía argentina en Revista Lucha de Ideas (Buenos Aires) N° 1, septiembre.

[9] Transformismo es la denominación que le da Antonio Gramsci al proceso mediante el cual las clases dirigentes absorben intelectuales orgánicos de las clases subalternas como forma de ampliar su capacidad hegemónica. Gramsci, Antonio (2000) Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, Ediciones Nueva Vision, Buenos Aires, Argentina

[10] Las declaraciones de Otro Camino para Superar la Crisis pueden consultarse en http://otrocamino.wordpress.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.




Envía esta noticia
Compartir esta noticia: