VIVA CRISTINA FERNANDEZ de KIRCHNER NOBEL de la PAZ 2013 ¡¡¡

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Córdoba, Argentina



19 y 20 de diciembre de 2001.-



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martes, 30 de noviembre de 2010

LA CORDOBESA y los DDHH

La Policía tiene que pedir perdón por el D-2
El viernes 19 de este mes, la presidenta Cristina Fernández recibió a Miguel Robles en la Casa Rosada y solidarizó con la situación del cordobés.

28.11.2010 .LA VOZ.
. .No se detiene. Miguel Robles busca justicia para su padre, que era policía, y está convencido de que lo mató el D-2. Publicó un libro en el que cuenta su verdad y fue utilizado como prueba en el juicio a Videla y Menéndez (Sebastián Salguero).



El pintorcito de jardín de infantes llevaba Miguel Ángel Robles, cuando una patota fusiló a su padre, el ex comisario de la Policía José Elio Robles, en la Ciudad Universitaria de Córdoba. Fue hace 35 años y faltaban cinco meses para el comienzo de la peor dictadura en Argentina. A Elio lo habían echado de la Policía por no avalar la política represiva y estaba por recibirse de médico cuando lo masacraron. Su hijo Miguel, a pesar de la oposición familiar, se hizo policía para investigar y vengar la muerte. Había crecido creyendo la versión oficial de que Montoneros estaba detrás del hecho. Luego sospechó del ERP. Durante años, estudió todo lo que pudo sobre guerrilla y terrorismo de Estado. Hasta que un comisario le dijo lo impensado: “A tu viejo lo mató la Policía”.

Ya corrían los ‘90, estaba Carlos Menem en el poder y habían pasado la obediencia debida, el punto final y el indulto.

Miguel Robles creció en la Policía investigando crímenes. En sus ratos libres, buscaba a los asesinos de su padre. Fiel a su olfato de sabueso, trabajando en soledad, se acercó a organismos de derechos humanos en busca de la verdad. Fue en esa tarea que dio con el ex jefe del ERP en Córdoba, quien le contó sobre un tal Charlie Moore, sobreviviente del D-2, y sobre sus “delaciones” a camaradas y su exilio.

Esta década encontró a Robles ya sin mujer ni hijos, sin venganza, husmeando por todos lados hasta dar con Moore, quien le confirmó el crimen de su padre a manos del D-2. Hace poco, Robles publicó La búsqueda , libro que va por la reedición y en el que cuenta todo. La presidenta Cristina Fernández lo felicitó, mientras muchos en la Policía comenzaron a odiarlo y otros a felicitarlo en voz baja. Hoy, para muchos, es el más zurdo de los “canas”; para otros, el más “facho” de los miembros de derechos humanos.

“A mi viejo lo mató el D-2. Y lo mataron por gris, por no definirse. Por no estar de un lado ni del otro. Por no avalar las atrocidades de esos lúmpenes que mataban y torturaban, y terminaron siendo peores que los nazis”, dice Robles, hoy en la Policía Judicial.

Más allá de la falta de justicia por lo de su padre, le duele que la Policía no haya pedido perdón públicamente. “Es una oportunidad histórica para decir lo que ocurrió y dar disculpas. Hay que hacer una autocrítica, mirarse al espejo. Si no, no habremos aprendido nada”, afirma.

–¿Habló con Alejo Paredes?

–Le dije que si no enseñamos a los cadetes lo que pasó con el caso Albareda (el policía a quien sus colegas asesinaron tras seccionarle los testículos e introducírselos en su boca, estando consciente), no se aprendió nada. Y posiblemente tengamos otro Albareda en el futuro. Es una oportunidad histórica para hacer autocrítica. O la ves o no la ves.

–¿Y qué le dijo?

–Nada. Me escuchó. A ver: llega el 24 de marzo y la Policía adhiere en la conmemoración por lo que “pasó”. ¿Pasó? ¡Pasa! Nos pasa a todos. Nosotros salimos a cazar gente. ¿Cuál es la autocrítica? Ninguna.

–En 2006, el ex jefe Daniel Palacios esbozó una tibia autocrítica y, en 2007, Paredes sacó cuadros en Jefatura de ex jefes en el proceso.

–Algunos cuadros, quedaron otros. ¿Vos creés que los derechos humanos están instalados en la Policía? ¿Esto que se discute en los juicios? Muchachos, hay que mirarse al espejo. Esta es la búsqueda. Es la oportunidad de hacer una autocrítica histórica.

–¿Le parece que su libro debe ser utilizado en alguna materia de la Escuela de Policía?

–Me cuesta decirlo, porque el libro es mío, pero sí. Y no sólo eso, sino las sentencias de los juicios realizados.

–En poco tiempo, se sabrá el fallo sobre Videla, Menéndez y ex miembros del D-2. Y habría condenas a cadena perpetua. ¿Qué siente?

–La Justicia le da a cada uno lo suyo. Lo que le den, va a estar bien. Pero a mí me interesa la construcción de la verdad y voltear las mentiras, como que la guerrilla mató a mi papá.

–Pero no es lo mismo perpetua que absolución.

–Claro que no. Que sean condenados no deja de ser un alivio. Pero esto trasciende, trae muchas consecuencias. Y una es que hay que revisar lo hecho. Esta gente adoctrinó policías que hoy están en algún lado.

Miguel Robles planea jubilarse en 2011, cuando tenga 41 años, la misma edad de su padre cuando lo mataron. ¿Investigador privado? No, lo seduce ir al FBI, donde fue convocado. Pero cree más en investigar y escribir historias de los años del horror. Algunos familiares de víctimas de la dictadura lo ven como un Quijote que los puede ayudar. Robles esquiva ese rótulo, detesta a los investigadores privados y a los adoctrinados por torturadores. Residuos del D-2 le enviaron hace poco un mensaje, él supo responderles.

Robles no ríe. Como todo policía, desconfía mucho. Aprendió a convivir con el dolor, la soledad, la obstinación por el trabajo.

–¿Qué falta de derechos humanos en la Policía?

–Falta mucho. Cualquiera ve al policía no como quien lo va a ayudar, sino como algo agresivo. Hay que cambiarlo. La Policía tiene que estar integrada en la sociedad. Si bien necesita una organización verticalista, termina muy militarizada, y no puede ser.

–¿No le gustaría ser jefe de Policía y cambiar lo que critica?

–Cumplí mi proceso. Hice lo que deseaba en lo profesional y en lo personal, y vi el poder de escribir. Estoy cansado de todo esto. Si no me hubiera pasado lo de mi viejo, no estaría acá. Tendría más fácil la sonrisa.

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