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19 y 20 de diciembre de 2001.-



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miércoles, 3 de noviembre de 2010

CRISTINA en CORDOBA

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El país|Miércoles, 3 de noviembre de 2010
La Presidenta participó en Córdoba del primer acto público tras la muerte de Néstor Kirchner
“Por allí debe andar caminando entre ustedes”
La planta de vehículos de Renault fue el escenario en el que CFK volvió a contactarse oficialmente con la gente.
Por Julián Bruschtein

“En el 2003 se instaló un proyecto de Nación, de país diferente. Lo hizo un hombre que creía en su pueblo, en los argentinos”, dijo CFK.Desde Córdoba

“Hoy estoy un poco menos triste porque por allí debe andar caminando entre ustedes... El trabajó por esta Argentina como nadie. Yo quiero en nombre de él agradecerles a todos ustedes. Gracias por esta Argentina que él ayudó a construir y por la que consumió su vida.” La presidenta Cristina Fernández de Kirchner ratificó en Córdoba el rumbo económico y político de su gobierno con alusiones a su marido, Néstor Kirchner. Fue en el primer acto público después del fallecimiento del ex presidente la semana pasada y el funeral del que participaron cientos de miles de argentinos. Los trabajadores de la fábrica Renault y una multitud afuera le mostraron nuevamente su respaldo.

La histórica planta de vehículos que Renault tiene desde hace 55 años en el Barrio Santa Isabel, en la zona sur de la capital cordobesa, fue el escenario en el que CFK volvió a contactarse oficialmente con la gente. “En el 2003 se instaló un proyecto de Nación, de país diferente”, señaló la Presidenta en su discurso en conmemoración del aniversario cumplido por la fábrica. “Lo hizo un hombre que creía en su pueblo, en los argentinos. Parecía imposible volver a industrializar un país que se había devastado, porque la democracia no pudo dar batalla a las políticas neoliberales que de afuera vinieron y se impusieron en la sociedad”, remarcó Fernández de Kirchner, haciendo levantar a los trabajadores de la fábrica que empezaron a cantar “olé, olé, olé. Néstor, Néestoor” al igual que los militantes y ciudadanos cordobeses que se concentraron en las afueras de la fábrica para darle su apoyo (ver aparte).

Con la línea de producción de fondo, los operarios fabriles se agolparon sobre las vallas que los separaban de los gerentes, los funcionarios y el escenario para escuchar y vivar a la Presidenta. CFK los saludó cariñosamente llevando su mano al corazón y saludando a ambos lados para abarcar a todos. Después, volvió a recibir los vítores de los trabajadores cuando señaló enfáticamente que “lo que hay que decidir siempre es qué intereses vamos a representar, y en 2003 decidimos que íbamos a representar los intereses de la mayoría de los argentinos que querían trabajo, que querían igualdad”. Los invitados también escuchaban atentamente el mensaje que CFK estaba desgranando. El ex gobernador Juan Manuel De la Sota –que se bajó obligadamente de la candidatura presidencial porque no le daban las encuestas y su lugar fue ocupado por Kirchner en 2003– seguía atento a pesar de los silbidos que se escucharon cuando apareció su figura en la pantalla. El ex secretario de Transporte Ricardo Jaime también se sentó entre los invitados en el sector para funcionarios y gerentes de Renault.

El nuevo modelo que Renault presentaba –Fluence– reposaba detrás de la Presidenta casi como una anécdota, mientras a su derecha la escuchaban en la mesa los ministros de Economía, Amado Boudou; de Educación, Alberto Sileoni; de Trabajo, Carlos Tomada; de Industria, Débora Giorgi, y el secretario Legal y Técnico, Carlos Zanini. El gobernador cordobés, Juan Schiaretti; el intendente kirchnerista de Córdoba, Daniel Giacomino, y el gerente de Renault Argentina, Dominique Maciet, atendían a las palabras de CFK y respondían con aplausos y comentarios entre ellos. Vestida de negro, Fernández de Kirchner se mostró con aplomo y retomó su característica manera de hablar en público sin leer aún mencionando datos y cifras sobre el mercado automotriz y los objetivos planteados por su gobierno.

“Hemos batido en este mes de octubre otro record al alcanzar los 59.199 nuevos patentamientos, un 28 por ciento más que en octubre del año pasado y un acumulado de 567 mil autos en lo que va de 2010”, remarcó, apuntalando su defensa del modelo iniciado por Néstor Kirchner en 2003. “Creemos en el valor agregado –continuó–, sabemos que es necesario desarrollar un sólido mercado interno y esto es precisamente lo que el año pasado constituyó la prueba del ácido del modelo 2003.” Luego pareció dar un espaldarazo al proyecto de la CGT para compartir las ganancias empresariales cuando dijo que “todos tienen que saber que para que esto sea sustentable social, política e institucionalmente tenemos que tener un fuerte mercado interno, con trabajadores con buenos salarios y que participen de la generación de la riqueza”, sentenció. Luego, casi rompiendo en llanto, Fernández de Kirchner afirmó sin nombrar a su esposo que estaba “un poco menos triste porque allí debe estar caminando entre ustedes. Gracias por esta Argentina que él ayudó a construir y por la que consumió su vida”, cerró con la voz cortada su discurso.

Antes, el gobernador cordobés, Juan Schiaretti, había iniciado su intervención saludando y extendiendo a la Presidenta “el cariño y nuestra de solidaridad por el momento de mayor dolor que está pasando”. La miró y le dijo que quería “ayudar para que todo salga bien”. La relación de los Kirchner con Schiaretti nunca fue demasiado fluida y menos luego del conflicto con el campo. Por ello, el discurso del ex interventor de Santiago del Estero durante el menemismo y la presencia de De la Sota fueron interpretados como un apoyo al modelo que propone el kirchnerismo.

También el presidente de Renault fue explícito a la hora de avalar el modelo. Maciet destacó la inversión realizada para la modernización de la planta, destacó la incorporación de más de trescientos operadores y anticipó que “la meta es que Argentina sea uno de los grandes productores de vehículos en el mundo”, antes de fundamentar sus palabras en el “fulgurante crecimiento del mercado nacional”. Cosechó la atención y los aplausos de CFK.


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El país|Miércoles, 3 de noviembre de 2010
Muestras de apoyo a CFK entre los que asistieron a la fábrica de Renault
Saludos, lágrimas y expresiones de afecto
Por Julián Bruschtein
Desde Córdoba

“Es la primera vez que vienen tantos cordobeses ante la presencia de Cristina o Néstor”, aseguró un militante complacido ante la concurrencia de trabajadores, militantes y gente suelta que se movilizaron para respaldar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El camino hacia la planta fabril de Renault estaba flanqueado por los policías de la comisaría de la zona, mientras se agolpaban los colectivos cargados de militantes que se preparaban con bombos, banderas y fervor para esperar el acto.

Bajo un sol agobiante comenzaron a concentrarse a partir de las 15 los primeros grupos de cordobeses que querían saludar a CFK ante la reciente pérdida de su marido. “Venimos desde el interior de Tucumán para saludar y apoyar a Cristina”, dijo la docente jubilada María Elena Gómez, 57 años, con un pato de gomaespuma coloreado de azul y blanco en la cabeza, al igual que las diecisiete mujeres que la acompañan. “El pato es por un dirigente nuestro de allá, el Pato Campos. Cristina también se puso el pato en la cabeza cuando nos visitó”, explicó con un afiche de la Presidenta, efectivamente con el animal de mentira de sombrero. “Veo que los jóvenes no van a permitir que se detenga el movimiento”, afirmó con fervor y la aprobación de sus compañeras que asentían con la cabeza.

El calor que por momentos era asfixiante obligaba a repararse bajo la sombra de los eucapliptus que se mantienen en fila bordeando la calle. Los militantes se acercaban desde la plazoleta que lleva el nombre de René Salamanca, dirigente de Smata desaparecido durante la dictadura que participó del Cordobazo en 1969. Las banderas de la agrupación La Cámpora y la Corriente Peronista las portaban jóvenes descamisados que no paraban de cantar la canción que se transformó en un reclamo popular: “Andate Cobos, la puta que lo parió”. “Nos estamos comiendo este solazo para decirle a la compañera Cristina que no afloje”, aseguró Pablo con la remera de Eva Perón enroscada en la cabeza. “El pueblo le está pidiendo que siga para adelante, que tuvimos una pérdida muy grande pero que tenemos que seguir adelante lo más que se pueda”, agregó mientras se rascaba la barba rala que mostraba que no tenía más de veinte años.

Las banderas de la CGT, del Frente Transversal y Popular, de la versión local de Carta Abierta, el Movimiento Peronista Revolucionario y gran cantidad de gente dispersa se mezclaban para esperar la salida de CFK de la fábrica. Los pañuelos con las puntas anudadas fueron moneda corriente en la cabeza. Un vendedor de sombreros se estaba haciendo el día. “Yo vengo a laburar pero también a saludar a la Presidenta. No pude ir a Buenos Aires para despedir a Néstor, así que aprovecho para saludar a Cristina”, afirmó Carlos con el sombrero blanco que vendía puesto. A un lado, un grupo de estudiantes con banderas de la Unión de Estudiantes Secundarios se agitaba saltando y vivando a Néstor y Cristina. “Yo fui al velorio el jueves y me la pasé llorando”, contó Cindy, 19, con una sonrisa entre triste y alegre en el rostro. “Cristina va a poder salir adelante para darnos más fuerza a nosotros para seguir adelante”, agregó la estudiante mientras se daba vuelta para cantar la marcha peronista que sonaba interpretada por un grupo de trompetas.

Las banderas “se enrollan, no se bajan, como dijo Cristina”, aseguró Roberto mientras trabajaba con los palos y se preparaba para cantar el himno con los dedos en “V”. Después de que terminó el acto la mayoría se agolpó contra las vallas para saludar a Cristina que rompió el protocolo una vez más. A un lado una homónima de la Presidenta agitaba un bolsito viejo y llamaba al personal de seguridad presidencial para que se lo acercara a la Presidenta. “Era el bolso de mi papá, que se lo dieron en la fábrica en 1957 cuando entró a trabajar”, contó a la vez que mostraba un álbum con fotos de su padre en la Renault de aquellos años. “Desde el jueves que estoy llorando, no puedo parar”, continuó mientras las lágrimas recorrían su rostro, “son los únicos que intentan que haya más trabajo para todos.”


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El país|Miércoles, 3 de noviembre de 2010
Opinión
El discurso del regreso
Por Mario Wainfeld
Desde la partida de Néstor Kirchner hasta ayer a la tarde, el cuerpo de la Presidenta fue el mensaje. Adolorida, firme, constante junto al féretro, durante horas. Decidida para pedir a la policía que dejara acercarse a los manifestantes. Expresando la congoja, ya sin anteojos negros, dejando brotar las lágrimas en sus palabras del lunes, breves y precisas: agradecimiento, mención especial a los jóvenes, exaltación de los años democráticos comparados con décadas anteriores.

Ayer, en Córdoba, la presidenta Cristina Fernández pronunció por un largo rato un discurso de los habituales, de aquellos que desgrana a diario. Muchos de sus tópicos se fueron sucediendo, recorrámoslos sin agotar el listado. La historia de la industria automotriz. El Cordobazo. La rebelión de los trabajadores mejor pagos. El “modelo” existente de 2003. La reindustralización, su defensa durante la reciente crisis mundial. El valor agregado. Cifras record, en este caso sobre patentamiento de autos en 2010. La importancia del trabajo calificado, las cadenas productivas. Las netbooks. La Asignación Universal por Hijo (AUH).

Es buena oradora y, acaso, mejor expositora. La verba de tribuna no es su mejor registro, sí el eslabonamiento conceptual o la explicación. No es devota de incitar al aplauso durante el discurso. Más aún, a menudo lo evita o desalienta: sigue hablando porque privilegia la ilación. Así fue durante más de un cuarto de hora, como en tantas ocasiones previas, hasta la semana pasada, antes del miércoles 27.

Al final, cambió el tono, transmutó la calma y la sonrisa que sostuvo durante todo el acto: en los saludos, en la entrega de las netbooks a estudiantes. Habló de “él”, aseguró saber que “está caminando entre ustedes”, frisó el llanto, quebró algo la voz. No pronunció ni el nombre, ni el apellido ni el cargo que ocupara Néstor Kirchner. Tan solo “él”, como lo apelara el día anterior cuando se internó en su pérdida personal, extrovirtió su dolor y se consagró a agradecer “a todos, por todo”.

Seguramente, el nuevo tramo alusivo a Kirchner integrará su oratoria futura. Y como los restantes ejes, generará adhesiones, rechazos e incitará barbaridades de sus adversarios.

Demasiadas hubo en menos de una semana, incluyendo la falta de respeto ante decisiones humanas básicas, como el modo de velar a un ser querido. Hay quien exalta la República y después se cree con derecho a pontificar si el cajón debe estar abierto o cerrado: política berreta, nulo humanismo. Esas decisiones, desde el fondo de la historia, conciernen a la familia. Quienes se acercaron a Kirchner para decirle adiós no dieron la impresión de sentirse defraudados o maltratados. Ni tenían por qué estarlo: la Casa Rosada y la Plaza se abrieron para ellos. Toda la organización les dio cabida para moverse, para llegar, para expresarse, para despedirse.

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Actos, atril, rolar recurrente por provincias y otros países. La Presidenta, como sus pares de la región, vive en movimiento. Retomó ayer sus rutinas, en otro estadio de su vida personal. Pronto viajará a Corea, ya se sucederán otros periplos.

Claro que, cuando hable, todas las miradas convergerán sobre ella, preguntándose cómo está, cómo sigue.

Sus adversarios políticos y sus antagonistas corporativos quieren instalar un veredicto prematuro: la Presidenta no es tal, es inepta, “terminó un ciclo” con la muerte de Kirchner. Es curioso, horas antes concordaban en que el ciclo estaba clausurado.

Ahora remachan: tanta insistencia revela (sin quererlo, quizá) más el anhelo que los hechos. La Presidenta es la candidata con mayor intención de voto, su imagen (que venía en ascenso lento y sostenido) trepó en estas horas infaustas. El crecimiento anual del PBI será grande, tanto como el del consumo. Las predicciones económicas para 2011, auspiciosas.

Lejos está el cronista de formular profecías sobre un escenario complejo, de final abierto. Nada está sellado un año antes de las elecciones, tal vez en la Argentina esa tendencia se acentúe. Pero asumamos una evidencia. Dista de estar vencida quien ocupa la pole position para la primera vuelta del ballottage, cuenta el control del Estado, plata en “caja”, apoyo de la CGT. Cualquiera de sus adversarios daría una libra de carne por acumular alguno de esos recursos.

Las primeras reacciones políticas dentro del espacio peronista hablan de un mundo muy diferente a la narrativa de la cadena mediático-sojera Expoagro. El gobernador Daniel Scioli reunió a lo más granado del poder institucional bonaerense para pronunciar un claro apoyo a la Presidenta, como líder del “espacio”. Fueron hasta los intendentes ariscos. A muchos no los mueven el amor ni la lealtad, sino el deseo que en política tira más que una yunta de bueyes. Los cargos legislativos y ejecutivos del “territorio” se dirimen en la primera vuelta, esa en la que el FpV, con la foto de hoy, primerea por paliza. Apartarse de ese fueguito puede ser un suicidio. Los medios instigan a Scioli y a un puñado de intendentes a inmolarse. Reinciden en un afán que fracasó en otras fuerzas: todo este año procuraron, en vano, convencer a los referentes del Grupo A para que desistieran de la competencia interna por candidaturas. Ni los sumisos opositores pueden someterse a tamañas directivas, que truncarían su carrera. Menos, todo lo indica, lo harán los justicialistas más avezados en la búsqueda del poder.

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El conmovedor y nítido agradecimiento masivo a Néstor Kirchner tuvo que ver con su obra de gobierno. No lo honraron por amiguismo, por ser de la misma camiseta, por cholulismo, por encantos mundanos. Si la presidenta Cristina quiere prolongar el ciclo, debe esmerarse en mantener o mejorar los desempeños de gestión. En la Casa de Gobierno, empezando por ella, todos lo entienden. De ahí a concretarlo hay una diferencia grande, que deberá saldarse día a día.

“El” ya no está. Ella retomó, con fortaleza digna de mención, su agenda cotidiana, recargada y fatigante. Habrá (ya hay) quien deposite confianza e ilusiones en ella, proliferan quienes la ningunean.

Describió que estos momentos no son los más difíciles de su presidencia, aunque sí los más dolorosos. La segunda parte es irrebatible; la primera, opinable. En cualquier caso, cuando todos están (estamos) pendientes de su más mínimo gesto o cada una de sus palabras, vale recordar una anécdota de esas etapas difíciles. Fue después del voto “no positivo” de Julio Cobos. Una derrota tremenda, que suscitó desazón y discusiones en Palacio. Hasta hubo versiones sobre una potencial renuncia. Al día siguiente, en medio de formidables dificultades pero sin dolor, Cristina Fernández reapareció en un acto, entrando al lado de alguna de sus ministras. Eran circunstancias bien distintas a las actuales pero con factores comunes. Entre ellos, que todos la miraban, pendientes de su gesto, de su cara para pispear si había bajado los brazos.

Producida como es su norma, caminando ligero y taconeando, le dijo a su ministra: “Sonreí, que todos sepan cómo somos las mujeres”. Después vendrían la reforma jubilatoria, la ley de medios, la AUH, el pago de la deuda con reservas del Banco Central, la ley de matrimonio igualitario.

Ayer volvió a la lid, a los discursos de siempre, con un añadido pasional y triste que es al unísono una interpelación política. El resto está por hacerse, por verse.

mwainfeld@pagina12.com.ar


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