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19 y 20 de diciembre de 2001.-



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sábado, 4 de diciembre de 2010

LA CAMPORA

Kirchner y los jóvenes: Lágrimas de compromisoEnviado por Gisela Carpineta el Dom, 28/11/2010 - 01:59. in Política
Año 3. Edición número 132. Domingo 28 de noviembre de 2010
Por La Cámpora contacto@miradasalsur.com
(MIGUEL MARTELOTTY)Otras notas“Hay que profundizar las conquistas logradas”–¿Existe un proceso de trasvasamiento en el kirchnerismo o es un fenómeno espontáneo de incorporación de nuevas generaciones?
–Sí existe, porque el trasvasamiento es necesario por una cuestión ideológica. Y el kirchnerismo fue el que les dio mayor importancia a hombres y mujeres para que se incorporen a la política y a la gestión.
–¿Cuáles son los valores que unen a las figuras jóvenes?
De los ideales a las conviccionesHoy no me resulta sencillo escribir. La emoción da rienda suelta a la tristeza, pero estoy convencido de que no es lo que Néstor Kirchner, un trabajador incansable, esperaría de nosotros para este momento.
Kirchner era un gran hombre. De una voluntad inquebrantable. Un político distinto. Un hombre de sentimientos y definiciones fuertes, inclaudicable en sus convicciones, tenaz en sus ideales.
El hombre del BicentenarioNéstor Kirchner acaba de ganar su última batalla. La batalla que él sabía era la más difícil, la que construye sentido común, la que hace historia, la que tenía más enemigos: la batalla cultural.
Lo hizo a su manera. Con el sacrificio de su propia vida, con épica militante, con multitudes en la Plaza despidiendo al guerrero, con miles de jóvenes cerrando ese círculo en espiral que fuera abierto por aquella gloriosa juventud de los setenta a la que Néstor Kirchner perteneció.
Kirchner y los jóvenes bajo la luz del Luna La Juventud Peronista (JP) realizará el próximo martes, a las 17 horas, en el Luna Park, su acto político más ambicioso de los últimos años. “Néstor le habla a la juventud le habla Néstor”, dice la consigna convocante, sugiriendo un diálogo con el actual titular del Partido Justicialista en ese juego de palabras. Miradas al Sur se reunió con los organizadores. “Tenemos que trabajar en la unidad de la juventud. Kirchner y Cristina mostraron voluntad para impulsar a la nueva generación. Depende de nosotros organizarnos y proponer”, dijeron.
Ganar para transformar la Argentina La Juventud tiene una relación de glorias y fracasos con la historia argentina. De glorias: fue ella el motor de las transformaciones más importantes que marcaron a nuestro país. Desde las luchas por la independencia, pasando por las jornadas de octubre del ’45, los ’70, Malvinas, para terminar el 19 y 20 de diciembre de 2001. De fracasos: también eran jóvenes los perseguidos durante la resistencia peronista, los desaparecidos por la Dictadura y los excluidos y marginados en los ’90. Ese rol trascendente vuelve a la juventud en un acto imprescindible de la historia argentina.
Cristina, Presidenta corajeCuando la joven estudiante Cristina Fernández iniciaba la carrera de Derecho en los años ’70, en paralelo hacía lecturas políticas recuperadas por sectores del peronismo que impulsaban el regreso del general Perón a la Patria, proceso que convocaba a miles de jóvenes argentinos. En ese momento, a diferencia de los ’40 o ’50, los jóvenes universitarios habían rectificado una concepción que los enfrentó al movimiento obrero y al pueblo que nació el 17 de octubre de 1945.
Si a cualquier joven que durante los años ’90 se sentía marginado y expulsado de la política se le pregunta si se imaginaba que unos años después estaría atravesado de tristeza por el fallecimiento de un ex presidente, la respuesta, sin lugar a dudas, sería negativa.
Si se les preguntara lo mismo a los miles de jóvenes que durante el 2001 dijeron basta de neoliberalismo y salieron a la calle aunque fuera sólo para gritar su descontento a los cuatro vientos, la respuesta también sería negativa.
La muerte de Néstor Kirchner produjo una escena impensada y sorprendente para muchos: miles de jóvenes llorando la muerte de un político. Claro que no de cualquier político sino de uno que asumió la rebeldía cómo modo de acción frente a los poderes reales, uno que no aceptó nunca las condiciones que imponía “el estado de las cosas” y que por eso era joven a los 60. Porque ser joven no es una categoría etaria sino una forma de pararse en la vida. Y Néstor era joven, quién lo duda. Y por eso los jóvenes nos identificamos con él.
La inédita y abrumadora reacción de tristeza popular y el innegable protagonismo de tantos pibes y pibas en la despedida de Néstor no pueden sorprender a nadie que no sea tan obtuso como para tapar el sol con la mano. Esas caras de chicos y chicas transidas por el llanto, haciendo esa cola interminable, se convirtieron, por su propia fuerza, en la imagen más representativa de esos días de duelo popular, hace un mes.
Para muchos, sobre todo para aquellos que entre el supuesto análisis periodístico y el más inocultable deseo venían pronosticando desde hace ya muchos meses el fin de este proyecto, esa contundente muestra de vitalidad política los puso en estado de sorpresa. ¿De dónde habían salidos todos estos pibes?, ¿qué cosa tan extraña había sucedido para que la juventud vuelva a creer en la política y, peor aún, en un político?
Tratemos de desarmar esa extrañeza, para concluir, finalmente, que el misterio no es tal.
Néstor fue el único presidente que terminó su gobierno con muchísima más popularidad que cuando lo empezó. Esa popularidad tiene que ver con que mientras todos los gobiernos anteriores terminaban su mandato con menos escuelas, menos hospitales, menos empleos, menos justicia, menos independencia y menos soberanía, Néstor terminó su gestión con una Argentina más justa que la que recibió, en todos los aspectos.
Kirchner asumió, como ya es un recontra lugar común decir, con más desocupados que votos, y con los fuegos de diciembre de 2001 en sus espaldas, y tomó la desición trascendental de gobernar con la agenda de problemas que la democracia argentina no había podido resolver: la reconstrucción del Estado, la recuperación del mundo del trabajo, el fin de la impunidad y la reparación de un tejido social fuertemente dañado tras décadas de políticas neoliberales. El gobierno de Cristina, que continuó esa tarea, no ha hecho sino seguir esas líneas, profundizar esas medidas, y asumir una nueva agenda, acaso más osada.
Ante este panorama, lo extraño sería que los jóvenes no nos sintiéramos interpelados por un gobierno que ha tomado medidas que tan sólo unos años atrás parecían impensadas. Si vos hablabas de la necesidad de una asignación universal para todos los pibes pobres, de una ley que permitiera el matrimonio entre personas del mismo sexo, o de otra que finalmente democratizara la comunicación en el país hace no mucho tiempo, quien escuchaba te miraba con cara de “sí, todo muy lindo, pero eso acá es imposible. No te van a dejar. Hay intereses creados muy fuertes detrás de cada una de esas cosas”. Y sin embargo, todas esas utopías ahora son parte de nuestra realidad. Y eso, a los jóvenes nos reconcilia con la política porque nos propone la idea de que gobernar no es administrar lo posible sino transformar las cosas en beneficio de las mayorías.
Es más, sería muy preocupante que no nos hubiésemos sentido tocados por la decisión política de volver a mirar como hermanos a los países de Latinoamérica y decirle no a Bush, al Alca y a las relaciones carnales; deberíamos preocuparnos mucho si no nos movilizara una política soberana respecto del FMI, la generación de muchísimos puestos de trabajo, la apertura de paritarias, los aumentos a los jubilados y la revalorización de la salud y la educación.
Lo que pasa es que los jóvenes vimos gracias a su gestión que los ideales y las convicciones que nos llevaron a criticar a los gobiernos neoliberales, ahora son los que inspiran todas las decisiones de un Estado con un sentido social igualador.
Y si a los jóvenes nos criticaban porque no nos interesaba la política, ahora de pronto nos critican porque nos volvió a interesar. Lo que pasa es que a los grupos de poder que todavía conservan ciertos privilegios no les gusta para nada que los jóvenes hayamos adquirido la confianza de ser protagonistas de una nueva época.
Néstor se fue pero dejó un semillero de ideas profundas, de convicciones sólidas. Aquí, en la Argentina terrenal, quedó un pueblo despierto conducido por la mejor presidenta.
Entonces, Cristina va contra los monopolios mediáticos y ahí estamos para abrir las puertas a las nuevas voces. Cristina recupera los aportes jubilatorios para todos los argentinos y ahí estamos para distribuir la riqueza para todos los argentinos. Cristina va y los jóvenes la bancamos a pleno porque sabemos que ella banca a pleno a los jóvenes y al pueblo trabajador.
El proyecto de país nacional y popular no tiene techo. Cuando transformamos una injusticia en justicia social, empiezan a aparecer otras. Y una juventud organizada, abierta, original y alegre es la garantía de la continuidad y la profundización de las conquistas populares futuras.
Por todo esto, y por la certeza de saber que el futuro va a ser mejor que el presente, es que estamos más que nunca comprometidos para transformar este inmenso dolor en el más puro compromiso.

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