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El país|Lunes, 13 de diciembre de 2010
Falleció Adriana Calvo, titular de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos
El adiós a una luchadora
Calvo murió ayer, a los 62 años, víctima de una enfermedad. “Fue una persona de una terrible tenacidad”, dijo Guillermo Lorusso, que fundó con ella la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos. El recuerdo de otros compañeros y militantes por los derechos humanos.
Por Adrián Pérez
El testimonio de Calvo fue central en el juicio a las juntas militares de la dictadura.“No sé cómo alcancé a sacarme la ropa interior para que naciera. Ibamos a toda velocidad por la ruta que une La Plata con Buenos Aires y les grité: ‘¡Ya nace, ya nace, no aguanto más!’. Pararon en la banquina, estábamos exactamente frente al Laboratorio Abbott, en el cruce Alpargatas.” Esas fueron palabras que, durante el Juicio a las Juntas, pronunció Adriana Calvo, la primera testigo que en 1984 brindó detalles de su secuestro ante la Conadep, sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos bajo la dictadura militar. El mismo día que dio a luz dijo que, si su hija y ella sobrevivían, iba a luchar el resto de sus días para que se hiciera justicia. Y cumplió con su promesa hasta ayer, cuando falleció, a los 62 años, después de pelear contra una enfermedad que la aquejaba. La titular de la Asociación de Ex Detenidos De- saparecidos fue recordada, en diálogo con Página/12, por sobrevivientes, compañeros y militantes de organismos de derechos humanos.
Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora, se mostró dolida por el fallecimiento de Calvo y reconoció su labor como militante de los derechos humanos. “Su muerte me conmueve muchísimo, porque, gracias a los testimonios de los que estuvieron de-saparecidos, pudimos empujar los juicios.” Deseó, a su vez, que “los sueños que tenía Adriana, como tantos otros que ya no están, se vayan cumpliendo después de tanta lucha y resistencia, y tengamos un país donde no haya hambre y tanto dolor como lo que vivimos en estos días en Soldati, Formosa o a partir de la muerte de Mariano Ferreyra”. Luego señaló que “las Madres acompañamos a su familia en este momento tan difícil”.
Junto a Calvo, Guillermo Lorusso fundó la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD). La conoció a partir de testimonios que mencionaban que había sido secuestrada. Dos años después de su liberación se encontraron y comenzaron a pergeñar la creación de la asociación, que se materializó finalmente en 1984. Lorusso recordó la firme determinación de Calvo en la lucha por justicia y destacó que “fue una persona de una terrible tenacidad”, que tuvo una entrega en la que puso “una inteligencia y una determinación admirables”. Mencionó que “no hay otra forma de homenajearla que seguir con su tarea. Nos va a seguir acompañando porque nos dejó su ejemplo. No va a desaparecer”.
A principios de 1986, Osvaldo Barros, que estuvo secuestrado en la ESMA, conoció a Calvo y se incorporó a la AEDD, donde se hicieron “compañeros y amigos”. “Siento un gran dolor porque se fue la compañera más representativa, carismática e impulsora de la asociación”, dijo Barros, hablando de Calvo en presente. Recordó que a partir de la fundación de la AEED se convirtió en “una de las dirigentes más importantes del movimiento por los derechos humanos”. Lamentó, además, que no se pueda condenar a los responsables de su secuestro porque los juicios de la comisaría 5ª, el Pozo de Arana y el Pozo de Banfield no se llevaron a cabo. Por último, Margarita Cruz, sobreviviente de la Escuelita de Famaillá y miembro de la AEDD, afirmó emocionada: “Se nos va una de las compañeras que organizó a los sobrevivientes con total dignidad, enfrentando los momentos más duros y la impunidad más terrible. Es una de las mujeres más dignas que ha tenido este país”. Prometió: “Vamos a seguir su lucha contra la impunidad hasta que todos los represores estén en la cárcel”.
El 4 de febrero de 1977, un grupo de tareas secuestró a Adriana Calvo en su casa de Tolosa. Al momento de su detención estaba embarazada de seis meses y medio. Tuvo a su hija Teresa mientras la policía la trasladaba al Pozo de Banfield. Hasta el 28 de abril de 1977, cuando fue liberada, había pasado por el Pozo de Arana y la comisaría 5ª de La Plata, a cargo del comisario Osvaldo Sertorio. Allí escuchó por primera vez la voz del represor Jorge Bergés. Su testimonio en los juicios contra los ex comandantes fue fundamental para reconstruir el calvario que padecieron otros secuestrados. Física e investigadora, militó en el gremio docente AGD. Sus restos son velados, hasta las 15.30 de hoy, en Pavón 4387, Capital.
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