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19 y 20 de diciembre de 2001.-



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domingo, 24 de octubre de 2010

CRIMEN de MARIANO FERREYRA

tras el crimen del militante

¿Quién es Alberto Trezza?

23-10-10 / El funcionario estuvo a cargo de los trenes bonaerenses durante la gobernación de Eduardo Duhalde, quien bajo su presidencia lo designó como subsecretario de Transporte Ferroviario, Fluvial y Marítimo de la Nación. Denuncian que fue él quien lideró ayer la patota de la Unión Ferroviaria.

Alberto Trezza, acusado de haber liderado ayer la patota de la Unión Ferroviaria que asesinó a Mariano Ferreyra, estuvo a cargo de los trenes bonaerenses durante la gobernación de Eduardo Duhalde y fue subsecretario nacional de Transporte Ferroviario, Fluvial y Marítimo bajo la presidencia del peronista disidente.

Desde la titularidad de Ferrobaires, Trezza protagonizó una controversia por las deudas en el pago de peajes a los concesionarios de carga de parte de los trenes de pasajeros bonaerenses.

Pero, ya como funcionario nacional se mostró como uno de los principales aliados de ese sector empresarial y se propuso renegociar los contratos de concesión para acceder a la rentabilidad.

Hoy, un ex directivo de Ferrobaires, Alfonso Severo Enrique, aseguró que Trezza fue ayer el líder de la patota de la Unión Ferroviaria que asesinó al militante izquierdista Mariano Ferreyra de un balazo e hirió de gravedad a una mujer de 58 años.




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EL CRIMEN DE MARIANO FERREYRA
Tras la detención de Pablo Díaz, se intensifica la búsqueda de Favale

23-10-10 / El delegado de la Unión ferroviaria, cuyo arresto fue primicia de este medio, es sospechado de haber reclutado a los miembros de la patota. En tanto, sigue la búsqueda del barrabrava relacionado con Alberto Trezza, sindicado como el autor material del asesinato del militante.

Cayó el primer preso por la muerte de Mariano Ferreyra, el joven asesinado durante la emboscada sindical. Se trata de Pablo Díaz, jefe de la patota, quien recibía órdenes del segundo de Pedrazza.

El detenido mantenía enlace telefónico durante la emboscada con Juan “Galllego” Fernández, adjunto del gremio ferroviario. Díaz suele asumir la función de vocero ante los medios cuando hay un conflicto con los trabajadores tercerizados, sobre todo un corte de vías.

Díaz es uno de los delegados de la Unión Ferroviaria y fue detenido en Adrogué en un operativo conjunto entre fuerzas especiales de la Policía Federal y la Policía Bonaerense.

En otro avance en la causa por el crimen del militante Mariano Ferreyra, la Justicia reconoció a Cristian Favale como el barrabrava de Defensa y Justicia que se busca por ser el presunto autor del disparo que acabó con la vida del joven.

Favale, alias el "Gordo" y el "Tatuado", es un integrante de la segunda línea de la barra del "Halcón" de Varela, y ya se libró una orden de captura nacional e internacional ese grupo violento del equipo de Florencio Varela, y por él la Policía libró la captura nacional e internacional, según anticipó hoy CN23.

La Gendarmería realizó varios allanamientos pero aún no se pudo dar con él. Ayer, efectivos de esa fuerza realizaron dos allanamientos en oficinas de la Unión Ferroviaria (UF), confirmó CN23. Los allanamientos se llevaron a cabo en las oficinas del edificio principal de la Unión Ferroviaria de Independencia 2880 y en Hornos 11, en la esquina de Plaza Constitución, sede cercana a la zona donde murió Ferreyra.

Además, los investigadores de Gendarmería Nacional buscaron más indicios en el lugar donde se produjo el ataque a los manifestantes. Asimismo, se allanaron las oficinas de la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (UGOFE), ubicada en edificio de la estación de Constitución. En esas tareas, retiraron filmaciones de los andenes, documentación y legajos del personal, según informó CN23.

En tanto, la Fiscalía Nacional en lo Criminal de Instrucción 4 de la Capital Federal convocó ayer a testigos de los incidentes ocurridos el miércoles, en los que resultó asesinado el militante Mariano Ferreyra, para que se presenten en esa sede judicial a los efectos de aportar información que permita avanzar en la investigación.

A través de un comunicado, la fiscalía solicitó "que quienes hayan sido damnificados o testigos de los hechos de conocimiento público, en relación a la protesta gremial del día miércoles 20 del corriente", se presenten en esa sede judicial "a los efectos de aportar información" a la causa.

Según se informó, aquellos que puedan aportar datos pueden presentarse en la Fiscalía sita en Paraguay 1536 Piso 5° de esta ciudad o comunicarse al 4813-9317, "a los efectos de aportar información que permita avanzar en la investigación de los hechos".


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La investigación por el crimen del Mariano Ferreyra, militante del PO
Pablo Díaz, el jefe de la patota, recibía órdenes del segundo de José Pedraza
Publicado el 23 de Octubre de 2010
Por Martín Piqué y Néstor Espósito
Mantenía enlace telefónico durante la emboscada con Juan “Galllego” Fernández, adjunto del gremio ferroviario. El autor de los disparos ya fue identificado y lo buscan junto a dos cómplices en el Conurbano. Se trataría de un barrabrava que usó un revólver 38.
Las fuerzas de seguridad están buscando al autor material del crimen de Mariano Ferreyra, el asesino que mató al militante del Partido Obrero de un tiro en el tórax, quien ya está identificado por la justicia y era buscado en el Conurbano junto a dos cómplices. Se trata de un barrabrava de complexión robusta que, según un testigo directo que declaró en la madrugada del viernes, disparó varias veces con un revólver calibre 38. Hasta ahora está prófugo.
El supuestos asesino no sólo es un barrabrava, sino que él mismo se encargó de reclutar a otros barras de la zona sur del Conurbano. Según fuentes de la investigación, el autor material del crimen habría recibido instrucciones precisas del dirigente de la Unión Ferroviaria en la línea Roca, Pablo Díaz. “Traete un grupito”, habría sido el pedido que recibió el homicida. El propio Díaz estuvo en Barracas en el momento del crimen. Según un testigo de identidad reservada, Díaz era quien daba las órdenes en el lugar de los hechos y al mismo tiempo mantenía enlace telefónico con Juan “Gallego” Fernández, adjunto del gremio ferroviario.
Hombre muy conocido en Constitución, miembro de la comisión de reclamos de la Unión de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (UGOFE), Díaz suele asumir la función de vocero ante los medios cuando hay un conflicto con los trabajadores tercerizados, sobre todo un corte de vías. “De todas las maneras posibles vamos a impedir que corten el servicio”, amenazó hace un tiempo en una improvisada rueda de prensa que fue registrada por las cámaras de Todo Noticias (TN). Esa advertencia aún puede verse en el portal de Internet del canal.
Con al menos un imputado sindicado como “sospechoso” por el crimen de Ferreyra, la jueza de instrucción Susana Wilma López continuaba trabajando cerca de la medianoche. En un marco de cerrado hermetismo (“pide que la disculpen, pero no puede hablar. No va a hacer declaraciones”, se excusó una colaboradora de la jueza ante la consulta de este diario), la magistrada estaba detrás del paradero del barrabrava de Defensa y Justicia, que habría sido sindicado por el testigo que declaró el jueves a las 23:30 ante la fiscal Cristina Caamaño. Se trata del “testigo clave” al que aludió ayer Tiempo Argentino y que sería una suerte de “arrepentido” del grupo agresor. No sólo aportó datos sobre el presunto responsable del homicidio: la descripción fisonómica coincidió con la que dieron otros dos testigos, que estaban del lado de los agredidos y que “dijeron que vieron al que disparaba”.
Ayer a las 17 la jueza habló por segunda vez en el día con la fiscal Caamaño. Le dijo que como la causa tenía un alto impacto público, quería estar al tanto de cómo evolucionaba la investigación. La fiscal esbozó algunas hipótesis sobre las que estaba trabajando y la jueza le dijo: “Mandame el expediente y veo qué hago, si me lo quedo o te lo devuelvo.” Cuando la jueza leyó lo que había enhebrado la fiscal decidió avanzar en una de las líneas, la que lleva como primer eslabón al barrabrava y permitiría, desde allí, buscar a los autores intelectuales del crimen.
La jornada de ayer discurrió entre el enojo de la justicia contra los testigos reticentes (todos allegados a las víctimas) y la vorágine que la jueza López le imprimió a la causa desde el final de la tarde. De hecho, los allanamientos ordenados a dos oficinas vinculadas con la Unión Ferroviaria continuaban anoche cerca de las 22. La fiscal pidió que se secuestraran legajos de los manifestantes identificados en la edición de ayer de Tiempo Argentino. La jueza amplió esa medida y los resultados precipitaron los tiempos de la investigación.
La fiscal había citado a ocho manifestantes que habían estado del lado de las víctimas. El abogado Gustavo Mendieta había prometido llevarlos a declarar, pero al mediodía le comunicó a la fiscal que como había participado en la marcha y declarado como testigo no podía comprometerse más en la causa. De los convocados, tres habían recibido la citación a través de un patrullero que los visitó en sus domicilios. Ninguno se presentó. ------------------
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El país|Domingo, 24 de octubre de 2010
EL DIRIGENTE FERROVIARIO FUE DETENIDO ACUSADO DE COMANDAR LA PATOTA, EL BARRA ES BUSCADO POR TIRAR
Díaz adentro, el barrabrava Favale, prófugo
Según la Justicia, uno organizó la agresión a los militantes que buscaban cortar la vía y el otro sería uno de los tres tiradores. No fue señalado por los agredidos: lo habría identificado uno de la patota, arrepentido.
Por Laura Vales

Díaz fue filmado en el lugar de la agresión, con un Nextel en la mano. Favale (abajo), en una foto de su Facebook.Pablo Díaz, dirigente de la Unión Ferroviaria y hombre clave de José Pedraza, fue detenido en el marco de la investigación del crimen de Mariano Ferreyra. Díaz fue señalado por numerosos testigos como la persona que comandó la patota que el miércoles atacó a los tercerizados del Roca que, junto a militantes de izquierda, intentaron cortar las vías del tren en Avellaneda. La hipótesis de la investigación es que habría sido además el responsable de reunir a un grupo de barrabravas que hicieron de fuerza de choque de la Unión Ferroviaria. Este es el primer detenido de la causa en la que hay además un prófugo, Cristian Favale, barra de Defensa y Justicia. Según el juzgado, Favale habría sido quien disparó contra el militante del Partido Obrero, causándole la muerte.

A Díaz lo detuvieron ayer por la tarde en Adrogué, en un local de la Unión Ferroviaria. Es el hombre fuerte del sindicato dentro del ramal del Roca y ocupa el cargo de representante de la UF ante la Ugofe, el ente que administra la empresa.

La presencia de Díaz al frente de la patota está documentada por testigos y filmaciones. El miércoles, antes de que Mariano Ferreyra fuera asesinado, hizo de vocero del grupo de la Unión Ferroviaria y advirtió ante las cámaras de televisión que “los trabajadores” no iban a permitir que se cortaran las vías. Hablaba todo el tiempo con un Nextel; fuentes de la investigación aseguraron que recibía órdenes de Juan “el Gallego” Fernández, el adjunto de la Unión Ferroviaria.

El prófugo Cristian Favale habría sido señalado como el autor material del asesinato por un testigo de identidad reservada. Como la causa está bajo secreto de sumario, sobre este punto sólo se conocen por ahora versiones. El testigo sería un integrante del grupo de la Unión Ferroviaria, que habría sido reclutado para impedir el corte de vías, pero que, espantado por el asesinato, se acercó a la fiscalía a declarar. El es quien habría identificado a Favale, de quien habría dicho además que estaba de remera roja.

Una fuente allegada a la investigación dijo a Página/12 que se cree que fue el único tirador y que usó un arma de calibre 38, que es la que hirió a Elsa Rodríguez y de la que también se encontró una vaina en el lugar del enfrentamiento. Los testigos entrevistados por este diario hablan, en cambio, de que hubo hasta tres personas con armas de fuego. La identificación de Favale como tirador no salió de los testigos del PO ni de los trabajadores tercerizados, según pudo constatar este diario.


Favale tiene 37 años, vive en Florencio Varela y le dicen “Gordo” y el “Tatuado”. Es considerado integrante de la segunda línea de la barra brava de Defensa y Justicia. Tiene una página en Facebook, donde ayer su mujer le escribió “Yo confío en vos, amor...” y otros familiares le mandaron mensajes de apoyo. Pero lo que causó una inesperada sacudida política fue que entre las fotos de la página, hay varias donde Favale aparece posando junto al ministro de Economía, Amado Boudou, y el de Educación, Alberto Sileoni. Desde el Gobierno salieron rápidamente a despegarse del prófugo y señalaron que las fotos fueron tomadas en una peña que se realizó en septiembre en la confitería Puerto Rico, ubicada en Alsina al 200. “La organiza Boudou todos los miércoles y es de entrada libre, va cualquiera. Con Favale no hay ninguna relación: él fue a la peña y les pidió sacarse la foto, no hay nada más”, aseguró un vocero. De la misma manera, Favale se cruzó en el lugar con la periodista Sandra Russo y le pidió retratarse con ella.

El barrabrava no fue encontrado en dos allanamientos que se hicieron en Florencio Varela, y anoche la policía continuaba buscándolo.

Testimonios
La hipótesis de la investigación es que Pablo Díaz, como hombre fuerte de la Unión Ferroviaria en el ramal, organizó al grupo agresor. Además de convocar a trabajadores del ferrocarril, habría reclutado a los barrabravas, entre los que llegó Cristian Favale, para apretar a los activistas de izquierda. Durante todo el operativo de apriete, Díaz habría estado en comunicación con el adjunto de la UF, el Gallego Fernández.

No era la primera vez que la patota corría a las agrupaciones de izquierda, opositoras a Pedraza en la interna sindical y que venían liderando el reclamo por el pase a planta permanente de los tercerizados. El mes pasado les habían impedido hacer un acto en el hall de Constitución. Y en la semana previa al asesinato de Mariano Ferreyra habían hecho una campaña pegando en los trenes volantes que advertían: “Los trabajadores no cortamos las vías”.

Para la abogada del PO, Claudia Ferrero, la hipótesis de los investigadores es verosímil. “Coincide con los datos que tenemos. Nosotros sabemos, por nuestros testigos, que la mayoría de la patota estuvo formada por trabajadores del taller de Remedios de Escalada, que son miembros de la lista Verde (de Pedraza), que a la patota la comandaba Díaz, y nuestra impresión es que los que dispararon eran tipos contratados, barrabravas. Sabemos además que existe un mail que mandó Pedraza (el secretario general de la Unión Ferroviaria) a la patronal, solicitando que la empresa le diera el día libre a 120 trabajadores para que fueran a impedir el corte de las vías”. Ese mail es el que buscó la Gendarmería el jueves, cuando allanó las oficinas de la Ugofe, de donde también se llevó legajos.

En el expediente hay testigos de dos vertientes: por un lado están los damnificados, que van reconstruyendo lo que sucedió el miércoles. Ellos cuentan que al ser atacados por la patota se defendieron, por lo que en la cuadra de Perdriel y Luján los dos grupos se agarraron a los golpes, con palos y piedras, hasta que las agrupaciones de izquierda (estaban el PO, el Movimiento Teresa Rodríguez, Convergencia de Izquierda y trabajadores despedidos) lograron hacer retroceder a los de la Unión Ferroviaria. Entonces, cuando los de la UF tuvieron que recular, dos o tres integrantes de la patota sacaron las armas y les dispararon. Además de causar la muerte de Ferreyra, hirieron a Elsa Rodríguez –quien quedó en coma con un balazo en la cabeza–, a Nelson Aguirre y a Ariel Pintos.

La otra vertiente de testigos son trabajadores del Roca cercanos a la lista Verde, que son los que conocen con nombre y apellido a los integrantes de la patota. También declaró en el expediente Alfonso Severo, que trabajó en el Roca hasta hace un año, donde ocupó un cargo de dirección como gerente de área de Ferrobaires. Severo denunció que la semana pasada le balearon la casa, y asegura que en el Roca operan grupos armados de la Unión Ferroviaria junto a barrabravas de Banfield, de Defensa y Justicia y de Lanús. Según Severo, estas patotas están vinculadas al duhaldismo a través de figura de Alberto Tressa.

Estas son las dos líneas que aparecen en el expediente. Todavía está por verse si ambas coinciden, si todas las sospechas tienen sustento y si entre los damnificados hay quien pueda reconocer a los que hicieron fuego. En la causa, bajo secreto de sumario anoche se continuaban realizando instrucciones. Además del detenido Díaz y del prófugo, hay otros sospechosos que están bajo la lupa judicial.

Muchos de ellos son dirigentes de la Unión Ferroviaria en los Talleres de Remedios de Escalada, como Jorge Krasacoski, que es congresal suplente de la seccional Sur del Gran Buenos Aires y los delegados de los Talleres Ricardo Arias y Gustavo Alcorce. Otro integrante de la patota ya identificado es Aldo Amuchéstegui, quien habría formado parte de la barra brava de Banfield y es encargado de coches de los Talleres. También se está tirando del hilo de un grupo que, comandado por Héctor Carruega, quien trabaja en Ferrobaires, ha sido denunciado por aprietes y amenazas.


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El país|Domingo, 24 de octubre de 2010
La Unión Ferroviaria
La Unión Ferroviaria publica hoy una solicitada en la que asegura que “jamás intentamos imponer por la fuerza nuestros objetivos ni nuestra visión de la realidad” y que “los balazos (que mataron a Mariano Ferreyra) no partieron de los ferroviarios”. “Los trabajadores ferroviarios eventualmente involucrados no tenían armas de ninguna naturaleza”, señala el texto, en el que también se dice que “este crimen será usado por quienes quieren enturbiar la realidad y ensombrecer el futuro”. También manifiesta que la situación de los trabajadores tercerizados del Roca condujo a “un asedio constante a los trabajadores ferroviarios por activistas de tiempo completo” (ver: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-155615-2010-10-24_1.html.


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El país|Domingo, 24 de octubre de 2010
ARIEL PINTOS, EL TRABAJADOR TERCERIZADO HERIDO EL MIERCOLES
El ataque, paso a paso
Por Adrián Pérez
“Si no nos pasan a planta permanente, vamos a volver a cortar las vías. Merecemos pasar al Roca y cobrar lo que gana un obrero simple”, adelanta Ariel Pintos, uno de los manifestantes que fueron alcanzados por la balacera que se desató el miércoles a la tarde en Barracas, cuando una columna de ferroviarios y militantes de partidos de izquierda se retiraba del lugar. En diálogo con Página/12, el trabajador ferroviario tercerizado reconstruye paso a paso los sucesos que culminaron en el asesinato de Mariano Ferreyra, hirieron a Nelson Aguirre y Elsa Rodríguez, militantes del Partido Obrero. Reconoce haber escuchado “entre cinco y seis estruendos de arma de fuego” y asegura que un hombre “salió desde la vereda, detrás de los autos, y comenzó a disparar”. “Tenía una camisa clarita a cuadritos y debajo llevaba una remera blanca; físicamente era medio morrudito, no era ni alto ni bajo; de entre 30 y 40 años de edad; estaba a veinte metros de donde me encontraba”, describe el ferroviario al autor del disparo. Además, apunta a Pablo Díaz, dirigente de la Unión Ferroviaria detenido ayer, quien “encabezaba la patota. Estaba vestido de camisa blanca, campera negra y anteojos oscuros”.

En una reunión organizada el 8 de octubre, trabajadores ferroviarios tercerizados, militantes de partidos de izquierda y de organizaciones sociales habían pautado un corte de vías en la estación Avellaneda. El Partido Obrero, el Movimiento Teresa Rodríguez y Quebracho apoyarían la medida de fuerza. Se encontraron el miércoles 20 a las 10 en el local del Polo Obrero ubicado a metros de la estación Avellaneda. “La patota de la (Lista) Verde, custodiada por la policía bonaerense, nos esperaba sobre las vías del tren desde temprano”, afirma Pintos, quien recibió un disparo de arma de fuego en su muslo izquierdo. Señala, además, que el dirigente de la Unión Ferroviaria Pablo Díaz “encabezaba la patota. Estaba vestido de camisa blanca, campera negra y anteojos oscuros”. Entre las 10.30 y las 11, Díaz se presentó “frente al paredón de la estación, en posición desafiante, acompañado por un grupo de diez personas”, dice el trabajador. Cerca de las 12, como el grupo que ocupaba las vías estaba custodiado por la policía –que había cruzado patrulleros para que los trabajadores tercerizados no llegaran a la estación–, los manifestantes retrocedieron y caminaron por Lebensohn hasta la calle Bosch, bordeando las vías. Para evitar choques se dirigieron hacia la estación Hipólito Yrigoyen, en Barracas. “La patota nos seguía desde arriba amenazándonos y cantando –recuerda Pintos–: Nos decían ‘putos, van a cobrar, los vamos a matar...’” Con la patota cincuenta metros atrás, cruzaron el puente Bosch, donde encontraron un portón abierto que comunicaba la calle con el terraplén y decidieron subir a las vías. “En ese momento, la patota de la (Lista) Verde, con Pablo Díaz a la cabeza, comenzó a correr hacia nosotros tirándonos piedras y palos.” Entonces, los manifestantes que lograron subir bajaron, mientras seguían recibiendo piedrazos desde las vías. El trabajador ferroviario señala, además, que la policía bonaerense los perseguía por la calle disparando balas de goma.

“Los ‘cabeza de tortuga’ venían acompañando a la patota”, apunta. Luego, se replegaron tres cuadras por Pedro de Luján hacia la avenida Vélez Sarsfield. Para no confrontar decidieron retirarse y regresar otro día. Pintos menciona que, cuando abandonaban el lugar, los tres patrulleros que se encontraban bloqueando Luján ya no estaban. “La patota corrió hacia nosotros, persiguiéndonos con piedras y palos”. En la columna de tercerizados y militantes de izquierda había mujeres. Los trabajadores organizaron un cordón de seguridad para protegerlas. Hubo un choque con piedras. Pintos calcula que el grupo liderado por Díaz era de entre cien y ciento cincuenta personas, “muchos vestidos con la ropa de trabajo de ferroviarios y muchos ‘de civil’”. Los tercerizados eran cien.

Luego de retroceder veinte metros, los manifestantes avanzaron por Luján. “Uno de ellos salió desde la vereda, detrás de los autos, y comenzó a disparar”, afirma Pintos, que reconoce haber escuchado “entre cinco y seis estruendos de arma de fuego”, aunque creyó que habían sido al aire. Inmediatamente, sintió un golpe en el muslo izquierdo. Pensó que había sido un piedrazo. El ferroviario describe al autor del disparo: “Tenía una camisa clarita a cuadritos y debajo llevaba una remera blanca; físicamente era medio morrudito, no era ni alto ni bajo; de entre 30 y 40 años de edad; estaba a veinte metros de donde me encontraba”. Pintos se acercó a un patrullero de la Comisaría 30ª, que se había cruzado en la calle, para explicarle que el grupo de ferroviarios estaba armado y había disparado.

–¿Y qué le respondieron los policías?–consultó este cronista.

–Me preguntaron si había sido un piedrazo. Me bajé el pantalón y les dije que no. Se veía bien clarito que había sido un tiro.

Luego, le preguntaron si quería que llamaran a una ambulancia. El ferroviario se negó a ser asistido. “Ellos liberaron la calle y acompañaron a la patota. Nosotros no nos dimos cuenta de que habían caído Nelson (Aguirre), la señora herida (Elsa Rodríguez) y el otro muchacho (Mariano Ferreyra). No vimos cuando los levantó la ambulancia”, dice. Fue entonces cuando caminaron hasta la avenida Vélez Sarsfield, donde resolvieron cortar Callao y Corrientes para denunciar lo sucedido en Barracas. A las 14.20, pararon dos colectivos de la línea 37 sobre Vélez Sarsfield y se trasladaron hacia capital. “Cuando llegamos, nos enteramos que el muchacho al que le pegaron el tiro en el abdomen había muerto”, afirma.

En Callao y Corrientes, alrededor de las 18.20, Pintos fue trasladado en una ambulancia hasta el Hospital Ramos Mejía, donde recibió las primeras curaciones. Cuando explicó el motivo de su herida, los médicos llamaron a un patrullero de la Comisaría 30. Cerca de las 19.30, lo trasladaron a esa seccional para declarar. “El policía que me recibió me dio un papel para que me presente en la fiscalía de la doctora (Cristina) Caamaño. Todavía no fui porque tengo que viajar en tren y no tengo garantías de que no me voy a cruzar con ninguno de la patota de la Verde en el juzgado”, sostiene. El miedo se refleja en la mirada del trabajador, se vuelve evidente, se hace carne.

Pintos recibe a Página/12 en su casa. Afuera, los ladrillos se arremolinan sobre el pasto. Adentro, persianas de plástico y una bacha de cocina de acero inoxidable esperan a ser colocadas. La mitad del comedor tiene contrapiso de cemento; en la otra mitad, el suelo es de tierra. “Empecé a levantar la casa cuando trabajaba pero quedó ahí porque estoy endeudado hasta las pelotas”, se lamenta. A fines de 2009 fue despedido de la empresa Confer S.A. –una de las tercerizadas que funciona bajo la órbita de la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (Ugofe)–, donde comenzó a trabajar en febrero de 2008. “Cerca de fin de año, en estas empresas echan a la mitad de la gente”, destaca. También lo afiliaron a la Uocra. Su tarea consistía en cambiar durmientes y vías en el circuito Temperley-Haedo. Hasta hace unos días se ganaba la vida haciendo changas de albañilería, pero después del disparo que recibió en la pierna, el médico le aconsejó que hiciera reposo.

Tras una serie de reuniones donde pidieron ser reincorporados, y “como nunca tuvimos respuesta de nadie”, llegaron los bloqueos de boleterías en la Plaza Constitución. El 6 de septiembre, precisamente, los ferroviarios tercerizados tenían pensado realizar una conferencia prensa allí para denunciar la situación de 140 trabajadores despedidos. El ferroviario recuerda el acto en la terminal de trenes: “Cuando nos juntamos en el hall, la patota de la Verde nos estaba esperando con Pablo Díaz a la cabeza. Les pegaron a varios compañeros y no nos dejaron hacer la conferencia de prensa. A Pablo Villalba (vocero de los tercerizados), la policía lo sacó por el subte y lo escoltó hasta la estación Independencia”.

Según Pintos, una cuadrilla de veinte personas de tercerizados cambia cien durmientes por día, mientras los trabajadores de planta cambian cuatro. “No- sotros hacemos el triple de trabajo. Hay muchos pibes que están jodidos de la cintura y cuando regresan del alta médica los echan como a perros. No nos dan botines ni pantalones, no nos dan nada. Te llevan a la vía y no te dan ni agua. Estamos meta pico y pala todo el día. Si no nos pasan a planta permanente vamos a volver a cortar las vías las veces que sean necesarias. Merecemos pasar al Roca y cobrar lo que gana un obrero simple.”


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El país|Domingo, 24 de octubre de 2010
EL ASESINATO DE BARRACAS Y SUS CONSECUENCIAS POLITICAS
Las vías del hecho
La sociedad tiene poca tolerancia hacia la muerte joven por razones políticas y por eso todos buscaron endilgarle la responsabilidad a su adversario. Pero la celeridad de la investigación judicial descolocó esas operaciones. No hay expresión de deseos capaz de resucitar los combates del pasado, en un presente muy distinto, así como no son admisibles el fraude y la prepotencia en la CTA. Pedraza y el sindicalismo empresario y su contraste con la actual conducción de la CGT.
Por Horacio Verbitsky
El asesinato de Mariano Ferreyra por matones de la Unión Ferroviaria está llamado a tener profundas consecuencias porque el umbral de tolerancia de la sociedad argentina a la muerte joven por razones políticas o gremiales es muy bajo, sin distinción de partidos o tendencias. Tal aversión obedece tanto a hechos históricos (como los enfrentamientos entre fracciones internas peronistas entre 1973 y 1975 y los crímenes del Estado Terrorista a partir de 1976) cuanto recientes (los 38 asesinatos policiales con que se despidió el último gobierno de la UCR, las ejecuciones de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán por la policía bonaerense de Felipe Solá, que obligaron a que el ex senador Eduardo Duhalde acortara su interinato al frente del Poder Ejecutivo, y el disparo de una granada de gases a la cabeza del maestro Carlos Fuentealba por la policía de Jorge Sobisch en Neuquén). Atentos a esa sensibilidad colectiva, los gobiernos de Néstor Kirchner y CFK adoptaron como uno de los rasgos centrales de su identidad la decisión de no reprimir la protesta en el espacio público, que los diferencia de todas las administraciones precedentes y de las ofertas electorales de quienes aspiran a sustituirlos. En 2004, incluso, Kirchner despidió al jefe de la Policía Federal, al secretario de Seguridad Interior y al ministro de Justicia y Seguridad porque resistieron la directiva de que el personal policial dejara de portar armas letales ante manifestaciones. En ese contexto era inevitable que el crimen de Barracas, en el que debe analizarse por qué las policías federal y bonaerense no impidieron la agresión, pasara a ocupar el centro de la disputa política y sindical. La tragedia sucedió apenas una semana después del imponente acto de River Plate, en el que Hugo Moyano comprometió su apoyo electoral a Néstor o Cristina y descalificó al gobernador bonaerense Daniel Scioli, y de la decisión de la Coordinadora Interpatronal de boicotear la ley reglamentaria del artículo 14 bis de la Constitución, que dispone la participación de los trabajadores “en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección”. La fiscal Cristina Caamaño tomó declaraciones durante toda la noche del jueves y el viernes la jueza Susana López ordenó allanamientos y detenciones que esclarecerían por completo lo sucedido.

La batalla por la interpretación
Con una coherencia admirable los diarios y los políticos opositores señalaron una presunta responsabilidad del gobierno, con títulos como “cosecha de sangre desde el poder” o “Instrucciones para armar un polvorín”, y referencias a los “discursos incendiarios” de “los Kirchner” que “crisparon al país fomentando antagonismos”, a “la alianza del kirchnerismo con la CGT de Hugo Moyano” y al país que cayó “en manos de la mafia sindical”. Tan ostensible mistificación sólo se sostiene desde el prejuicio clasista contra los feos, sucios y malos. En 2003, el sindicato de camioneros tenía 65.960 afiliados, hoy son l07.6l8. Esto no refleja sólo el crecimiento de la economía y del transporte por ruta, sino también el reencuadramiento de trabajadores que estaban afiliados a otros gremios, como la Federación de Comercio y Servicios. El pase a Camioneros implicó una mejora salarial sustantiva: de 2.566 a 4.l35 pesos mensuales en el gremio de los Moyano, con jubilación a los 55 años y semana laboral de 44 horas. Todo lo contrario ocurre con los tercerizados por las empresas ferroviarias, con la complicidad abierta de José Pedraza: las cooperativas truchas que los emplean, en varias de las cuales participan familiares de dirigentes del gremio, les pagan no más de 2.500 pesos mensuales, cuando un ferroviario legal no cobra menos del doble. La diferencia la paga el subsidio estatal y la embolsan los sindicalistas empresarios. Tampoco es pertinente la comparación del despeje de vías cortadas, que la Unión Ferroviaria admitió haber realizado en forma conjunta con la empresa y la policía, con las asambleas de camioneros en la puerta de los grandes diarios o siderúrgicas para reclamar que se terminara con la precarización laboral de parte de sus trabajadores. Esos conflictos concluyeron en cuanto Clarín, La Nación y Siderar legalizaron la situación de esa parte del personal. ¿Es necesario precisar la diferencia entre una medida de fuerza sindical contra grandes empresas y el asesinato alevoso de trabajadores y/o militantes políticos que los acompañan?

Antagonismo o confluencia
Algunos trabajadores tercerizados del Roca consultaron el año pasado su situación con el abogado de la CGT, Héctor Recalde, quien presentó junto con el judicial Julio Piumato un proyecto de ley que modificaría los artículos 30 y 31 de la Ley de Contrato de Trabajo para acentuar la responsabilidad de las empresas principales, como ya declaró en varios casos la justicia. Esos proyectos tienen dictamen de comisión, por lo que podrían tratarse en la Cámara de Diputados la semana próxima. Desde la izquierda se ha insinuado alguna responsabilidad de la presidente CFK, por haber lucido durante el acto en River una camiseta de la Juventud Sindical, como si los infelices antagonismos de hace 35 años, que constituyeron el más trágico de-sencuentro en las filas populares, debieran repetirse hoy. La realidad no procede de ese modo. Militantes de la Juventud Sindical han participado en las últimas movilizaciones por los Derechos Humanos y su secretario general, Facundo Moyano, participó de una visita a la ex ESMA junto con el hijo de Enrique Juárez, ex secretario general de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), detenido-desaparecido desde diciembre de 1976. Es comprensible que los Biolcati, los Méndez y sus tribunas de doctrina prefieran la repetición de aquellos combates y no las luchas que hoy libran muchos trabajadores por mejorar sus salarios y democratizar la representación sindical, ya sea desde la CGT o desde la CTA, a las que también les gustaría ver enfrentadas. La anulación de los comicios de la CTA en diez provincias dispuesta por el tribunal arbitral que acordaron las dos listas, al constatar graves irregularidades en perjuicio del actual secretario general Hugo Yasky, muestra que la limpieza en los procedimientos y el respeto por la voluntad de los trabajadores no son un sueño imposible, que no es fatal que prevalezcan la prepotencia y el fraude, aunque se adornen con los colores ideológicos más estridentes. Falsear los resultados es repudiable, lo hagan Guillermo Moreno o Pablo Micheli. Era inverosímil que quienes apuestan a reducir la central alternativa a un micropartido de izquierda como hay tantos, marginándose del debate crucial sobre profundización del proceso de cambio iniciado en 2003 o regresión a los años del neoliberalismo, hubieran vencido en buena ley a la conducción que puso a la CTA en el mapa político y social del país, como actor valioso en la pugna con los poderes fácticos que detestan la democracia porque limita su imperio.

Una trayectoria
Pedraza era un joven delegado de los trabajadores ferroportuarios, que en 1968 se sumó a la resistencia contra la dictadura de Juan Carlos Onganía. Ese gobierno desconoció el Congreso Normalizador de la CGT pretextando que habían participado gremios sin su cuota al día, dada la intervención estatal y el alto número de trabajadores despedidos. Surgieron así la CGT Azopardo, conducida entre bastidores por el metalúrgico, Augusto T. Vandor, y la CGT de los Argentinos, cuyos principales líderes eran Raimundo Ongaro y Agustín Tosco. Pedraza formó parte de esta CGTA rebelde. Allí conoció al joven escritor y periodista Rodolfo J. Walsh, de 41 años, convocado para dirigir el Semanario CGT. En ese periódico, Walsh publicó por entregas su investigación “¿Quién mató a Rosendo?”, donde radiografió la situación de la clase obrera: “Se echa a los más combatientes, previamente calificados de ‘comunistas’ o de peronistas revolucionarios. Se disuelven las comisiones internas, si es necesario se las compra”. Cuando los trabajadores recurren al sindicato “allí también fastidian, allí también cuestionan, allí también resultan ‘comunistas’. Patrones y dirigentes han descubierto al fin que tienen un enemigo común: esa es la verdadera esencia del acuerdo celebrado por el vandorismo con las federaciones industriales. Para llevarlo a la práctica, el gremio se convierte en aparato. Todos sus recursos, económicos y políticos, creados para enfrentar a la patronal, se vuelven contra los trabajadores. La violencia que se ejercía hacia afuera, ahora se ejerce hacia adentro. Al principio el aparato es la simple patota, formada en parte por elementos desclasados de la Resistencia, en parte por delincuentes. A medida que las alianzas se perfeccionan, a medida que el vandorismo se expande a todo el campo gremial y disputa la hegemonía política, el aparato es todo: se confunde con el régimen, es la CGT y la federación patronal, los jefes de policía y el secretario de trabajo, los jueces cómplices y el periodismo elogioso”. Walsh contabiliza el resultado: la pérdida de 50.000 puestos de trabajo en apenas tres años para que las empresas metalúrgicas pudieran “producir más con menos operarios”. Lo ilustra con los índices de productividad, que crecieron 50 por ciento entre 1950 y 1961.

Cuarenta años después
Han pasado más de cuarenta años y con ellos otra dictadura y un gobierno electo por el voto popular que perfeccionó aquello que iniciaron los de facto. Pero aunque muchas otras cosas hayan cambiado, aquellas páginas no perdieron su potencia descriptiva. Pedraza llegó a la conducción de la Unión Ferroviaria durante la presidencia de Raúl Alfonsín. Cuando Carlos Menem asumió la presidencia, dos asesores de Pedraza, Julio Savón y Fernando Carlos Frediani, fueron designados administrador y subadministrador de Ferrocarriles y su tesorero, Santos Reale, quedó a cargo de los ferrocarriles metropolitanos, que fueron saqueados como paso previo a la privatización. El entonces vicepresidente Duhalde controlaba, a través de su asesor Mario Masciotra, el departamento Explotaciones e Inmuebles Colaterales de Ferrocarriles. Una mutual fantasma de viviendas ferroviarias formada por Pedraza recibió 66 espacios y locales en las estaciones Federico Lacroze, Retiro, Once, Constitución, Liniers, Castelar, José C. Paz, Morón, Merlo, Moreno, Lanús, Lomas, Temperley, Monte Grande, Mar del Plata, Padua y terrenos en la calle Yerbal, en Rojas y Bacacay y en Belgrano C, por un alquiler promedio mensual sin indexación alguna de 15 dólares cada uno. En los mismos meses de 1989 en que decidió apoyar el plan racionalizador y privatizador del Banco Mundial, que Menem impuso bajo la amable consigna “Ramal que para, ramal que cierra”, Pedraza se mudó a una casa de un millón y medio de dólares en Villa Devoto. Paradigma del sindicalismo empresario, también recibió los 11.000 kilómetros del Belgrano Cargas y obtuvo luz verde de la mayoría automática menemista en la Corte Suprema de Justicia para controlar el gremio con mandato vencido desde 1991 y sin elecciones.

Los pesados
Para ello consiguió excluir a la opositora Lista Celeste mediante un ardid estatutario. Utilizó como único medio para comunicar las condiciones del comicio un aviso en la página de Finanzas de La Nación, que como todo el mundo sabe es la lectura habitual de fin de semana en el hogar de los entonces 90.000 ferroviarios de todo el país. Ahora, sólo quedan 9000. En proporción, hubo pocos aportes tan significativos a la de-socupación. Peor fue el siguiente proceso electoral, en 1996. Uno de los líderes celestes, Jorge De Nápoli, fue despedido de su trabajo en el ferrocarril San Martín y citado en un bar por el jefe de custodia y operaciones de Pedraza, Rubén Norberto Carrizo, quien le dio a elegir entre aceptar plata para desistir o vérsela “con los pesados”. La disyuntiva fue reiterada por los propios pesados: el mayor Osvaldo Zacarías (que había participado con De Nápoli en un alzamiento carapintada) y el capitán Héctor Pedro Vergez se presentaron en el galpón de la Lista Celeste, cedido a De Nápoli por el automovilista Rubén Valentini, nieto, hijo y sobrino de ferroviarios y ex copiloto en competencias de rally de Menem y de su hijo. Vergez le explicó a Nelson Castro que habían ido por encargo del jefe de seguridad de Pedraza, aunque negó haber apretado a De Nápoli. Ambos militares trabajaban entonces para la SIDE. Valentini encontró en la ventana de su casa en Pinamar un pan de una libra de trotyl cuya mecha se apagó cuando sólo faltaban dos centímetros para que llegara al detonador. El juez federal Norberto Oyarbide allanó la sede de la Unión Ferroviaria, donde personal de la Gendarmería secuestró panes de trotyl, mechas lentas, detonadores y cintas de empaque idénticos a los que se emplearon para el fallido atentado y un plano del centro de Pinamar, del cual faltaba la parte que corresponde a la casa de Valentini.

Durante el interinato presidencial de Duhalde, Pedraza negoció un nuevo convenio que redujo los derechos de los pocos miles de trabajadores ferroviarios que quedaban. Acordó con las empresas América Latina Logística Central SA y América Latina Logística Mesopotámica SA el convenio 612/03 en el que se admite la Polivalencia Funcional (o cláusula del fregado y el barrido), la ampliación del periodo de prueba a seis meses, la asignación de las vacaciones en cualquier momento del año a voluntad del empleador y la aceptación del transporte ferroviario como un servicio público esencial, que en caso de huelga debe acatar la intimación ministerial a mantenerlo en funcionamiento, criterio que ni los gremios del transporte ni la OIT admiten. La actual viceministra de Trabajo Noemí Rial asesoraba a Pedraza en la disputa electoral. Héctor Recalde y el actual secretario de Relaciones Laborales, Alvaro Ruiz, a la oposición proscripta. ¿Será por eso que Ruiz y no Rial intervino en la negociación con los trabajadores tercerizados por la UGOFE, en catorce cooperativas en las cuales tiene fuerte participación el propio Pedraza?

Morir por Pedraza
Pedraza también fue procesado por administración fraudulenta del fondo de sepelios de los trabajadores ferroviarios y embargado por 50 millones de pesos, en 2006. Los aportes de los trabajadores eran derivados a una mutual supuestamente sin fines de lucro, cuyo presidente era Héctor Horacio Amigo [de Pedraza]. Gracias a ese artificio, a los afiliados a la Unión Ferroviaria morirse les salía cuatro veces más caro que a sus colegas de la Asociación de Señaleros. A medida que las privatizaciones redujeron el padrón de afiliados, los descuentos compulsivos se extendieron de los trabajadores activos a las viudas pensionadas y el valor de la cuota se incrementó. Según la fiscal Graciela Gils Carbó el contrato celebrado entre la UF y la mutual, que a su vez subcontrató con la empresa Parcelas Argentinas la compra de espacio en cementerios privados era “una fachada para cubrir el fabuloso desvío de fondos sindicales en provecho propio de los enjuiciados”. Por la recusación de Pedraza a un juez, la causa rebotó de cámara en cámara sin ser elevada nunca a juicio oral, hasta que en mayo de 2008 la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal (Eduardo Riggi, Angela Ledesma y Guillermo Tragant) dictaron la nulidad de todo lo dispuesto con la firma del juez recusado y la prescripción de la causa. Como se ve, el trayecto de la bala que mató a Mariano comenzó antes de que él naciera y contó con una extensa cadena de complicidades.


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El país|Domingo, 24 de octubre de 2010
Yo sé que tú sabes que yo sé
Por Horacio Verbitsky
Así se tituló un grotesco filmado por Alberto Sordi, en el que la vida de un gerente se cae a pedazos: su mujer lo engaña, su hija es una ninfeta drogona y a él no le queda mucho tiempo porque un cáncer se lo devora. También en la política argentina todos pueden repetir ese título. Ya sin el efecto sorpresa, Scioli sigue con su ensoñación presidencial. Sabe que Néstor Kirchner sabe que ese lanzamiento es mucho más que una operación mediática y que no está en condiciones de impedirlo, y Kirchner sabe que Scioli sabe que hará todo lo necesario para multiplicarle los obstáculos. Ambos saben que el otro sabe que para realizar su fantasía Scioli tiene dos y no tres caminos: cotejar con algún Kirchner en la primaria del FpV u ofrecerse como alternativa externa. Cuando Kirchner lo invitó a que se presentara a esa interna, Scioli declinó porque todos saben que, si la perdiera, tampoco podría aspirar a la reelección en Buenos Aires. Dilema parecido enfrentó Felipe Solá en 2003 cuando rechazó la candidatura presidencial que le ofreció Duhalde porque sospechó una maniobra para desalojarlo de la gobernación. Todos ellos, más Maurizio Macrì, el filántropo colombiano, los hermanos del feudo puntano, el módico patagónico de Chubut, la esfinge escatológica de Llambí Campbell y el dúo folklórico Toma y Puerta, lo aguardan si se aventura a la intemperie. Pero en tal caso debería enfrentar a Néstor o Cristina en la elección general. La primera ronda podría dividirse entre cuatro y no tres fuerzas equivalentes y ninguna ganaría en primera vuelta. La candidatura presidencial de Scioli potenciaría la de Macrì para la reelección porteña y la de Francisco De Narváez a la gobernación bonaerense, pero dejaría sin lugar al resto del peornismo opositor. Scioli también sabe que Kirchner sabe que si rompiera con el gobierno nacional, los últimos meses de su mandato en una provincia con un déficit de más de 5.000 millones de pesos no transcurrirían sobre un lecho de rosas. Y Cristina sabe que Scioli sabe que el Poder Ejecutivo no puede permitir que se incendie el distrito en el que votan 38 de cada 100 empadronados. El Procurador del Tesoro de la Nación, Joaquín Da Rocha, sabe que CFK sabe de su aliento a Scioli, de su relación con Gustavo Caraballo y el Grupo Clarín, de algunos negocios de su estudio (la representación de la pastera finlandesa conocida como Botnia o su asociación con el estudio mendocino del líder radical Ernesto Sanz) y que no le interesa escuchar sus disculpas. Tal vez aún no sepa que el gobierno también sabe del operativo de prensa que montó para que se destacara el rol de la Procuración en el patrocinio de la solicitud de levantamiento de la medida cautelar contra el artículo 161 de la ley de medios, aunque por expresa decisión presidencial sólo firmó. Y acaso el Poder Ejecutivo todavía ignore que ante el ofrecimiento de notas con Da Rocha hubo periodistas que aceptaron si también contestaba sobre los maltratos a su exposa documentados en actas policiales, por lo cual no hubo entrevistas. Más temprano que tarde, terminará por entender que todos saben que su tarea como jefe de los 115 servicios jurídicos del Estado ha concluido y que lo único que le queda por delante es ahorrarse el último papelón.


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El país|Domingo, 24 de octubre de 2010
El bis del PC
Por Horacio Verbitsky
La ex convencional constituyente comunista Irma Othar envió una nota explicando que su partido votó en 1957 el artículo 14 bis de la Constitución, “aunque en el debate en particular hubo muchas diferencias parciales, entre ellas la nuestra”. La nota que objeta no decía otra cosa. Si destacó que radicales, socialistas y demócratas varios “sancionaron el artículo 14 bis, que consagró en el papel todos los derechos del trabajador que el gobierno había eliminado en los hechos” no fue por encomiarlos sino para destacar la incongruencia con las posiciones actuales de sus continuadores, que se oponen al proyecto de la CGT, cosa que no ocurre con el PC. Del mismo modo, la mención a la disidencia de los comunistas con la participación obrera en las ganancias (Othar explicó entonces que así se adormecía la conciencia de clase: “El porvenir de los trabajadores argentinos no es el de hacerse capitalistas” sino “luchar por la revolución agraria y antiimperialista, a fin de que los obreros pasen a ser dueños de los medios de producción y de cambio”) no buscaba denigrarlos sino contrastar ese hecho, tomado del diario de sesiones, con la afirmación del desbocado presidente de la UIA, Héctor Méndez, quien opinó que la participación obrera en las ganancias “nos equipararía con Cuba”.


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El país|Domingo, 24 de octubre de 2010
EL ASESINATO DE MARIANO FERREYRA Y EL MOVIMIENTO SINDICAL
Las causas ylas consecuencias
La violencia intersindical. La precarización laboral. Las relaciones entre los barrabravas y algunos líderes sindicales. El rol del Poder Ejecutivo. Las opiniones de dos líderes sindicales y un especialista.
Por Carlos Rodríguez
OMAR PLAINI, MIEMBRO DEL CONSEJO DIRECTIVO DE LA CGT
“Nos tratan de meter a todos en la misma bolsa”

“No me gustan las generalizaciones. La mayoría de los dirigentes gremiales no tenemos nada que ver con la burocracia sindical. Lo que me llama la atención es que los medios que ocultaron las responsabilidades en el asesinato de (Maximiliano) Kosteki y (Darío) Santillán ahora estén señalando culpables a diestra y siniestra.” El diputado kirchnerista Omar Plaini, dirigente del gremio de los canillitas, miembro del Consejo Directivo de la CGT y allegado a su titular, Hugo Moyano, habló con Página/12 sobre el crimen de Mariano Ferreyra y condenó “un caso inexplicable, que nos tiene consternados”.

–¿Cómo es posible que se haya producido semejante acto de violencia?

–Hay que analizar cómo se llega a esta situación, a un hecho tan injusto, tan dramático. Creo que hay que partir del nivel de explotación al que ha llegado el sistema capitalista en los últimos treinta o cuarenta años. Hay que analizar el nivel de exclusión al que se ha llegado.

–Está en el centro de la discusión la burocracia sindical, las patotas...

–Si hablamos simplemente de burocracia sindical, no estamos enfocando el problema en su totalidad. Hay burocracia en todos lados, en el sindicalismo, en los partidos políticos, en las organizaciones empresariales. Creo que tenemos que hacer una revisión a fondo. Recién ahora estamos discutiendo con mayor profundidad y empiezan a caer algunos mitos: que el “descubrimiento” de América fue en realidad la colonización. La Campaña del De-sierto fue el genocidio de los pueblos originarios. Todo nos hizo llegar a este capitalismo salvaje que es el que provoca el problema original, el de los trabajadores tercerizados del Roca que tienen que salir a reclamar por sus derechos.

–Desde hace tiempo lo vienen haciendo y no fueron escuchados.

–Es verdad, se trata de un grupo de trabajadores que viene reclamando condiciones dignas y decentes de trabajo. Lo que ocurrió es grave, pero también hay que tener en cuenta que desde 2003 para acá ha comenzado la reconstrucción del tejido social que ha venido siendo destruido desde hace cuatro décadas. Hay que tener en cuenta que hoy no tenemos el poder. Tenemos el gobierno, pero no el poder. La oposición al actual proyecto es porque se ha vuelto a poner en el centro de la discusión la distribución de la riqueza.

–¿Cómo se supera esta situación?

–Hay que seguir en la misma línea. Hay que poner al Estado como factor decisorio y revalorizar la visión de que el trabajo es el único ordenador social posible para salir de esta situación planteada a partir de un asesinato injusto de alguien que estaba peleando por una causa justa.

–Más allá de sus autores materiales, se está señalando la necesidad de condenar a los responsables intelectuales.

–Quiénes son, lo tiene que decidir la Justicia y hay que ayudar a que se llegue al total esclarecimiento.

–Desde algunos sectores, incluyendo los medios de prensa, se señala como responsable a la burocracia sindical, sin hacer distingos.

–Nos tratan de meter a todos en la misma bolsa, como si todo fuera lo mismo, cuando no lo es. Soy enemigo de la generalización que se está haciendo. Somos muchos los dirigentes gremiales y la mayoría no tenemos nada que ver con la burocracia sindical. Llama la atención que los mismos medios de comunicación que ocultaron la responsabilidad policial y política cuando ocurrió el asesinato de (Maximiliano) Kosteki y (Darío) Santillán ahora salgan a atacar al Gobierno. También hay palos para (Hugo) Moyano, que igual que el Gobierno está trabajando en un proyecto que pone al trabajo como el principal de los derechos humanos, junto con la salud, la cultura, la educación, el progreso. Eso es lo que se está planteando hoy en la Argentina, pero falta mucho para que se concrete el proyecto económico del Gobierno y muchos ponen palos en la rueda. Estamos consternados por la muerte de un chico de 23 años que estaba poniendo el cuerpo para ayudar a un grupo de trabajadores. Creo que es necesario que se restablezcan esos valores de solidaridad y de compromiso, pero hay que terminar con estos hechos de violencia. El único camino posible es fortalecer el Estado, garantizar el trabajo y la distribución de la riqueza.

HUGO YASKY, TITULAR DE LA CTA
“Falta libertad y democracia sindical”
Por C. R.


“En lo ocurrido hay responsables en la Unión Ferroviaria, en los estamentos empresarios del ferrocarril, hay un hilo conductor que lleva a la inacción y a la falta de presencia en las fuerzas de seguridad que involucra algún estamento del poder político.” Para Hugo Yasky, titular de la CTA, el asesinato de Mariano Ferreyra es un punto de inflexión que “obliga al Gobierno a actuar con el mismo coraje político con que se planteó la lucha para condenar a los responsables de las violaciones a los derecho humanos ocurridas durante la dictadura militar”.

–Desde algunos sectores se compara el caso de Mariano Ferreyra con lo que fue, en su momento, el crimen de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

–No hay comparación posible. En ese momento estábamos en un país en llamas y con una crisis social arrasadora y hubo una decisión desde el aparato de gobierno de dar un escarmiento a las demandas de los movimientos sociales. Eso fue lo que activó una represión total con vía libre para que se terminara asesinando en manos de la policía a dos compañeros. El asesinato de Mariano Ferreyra se da en otro plano. Es también un luchador social, pero a diferencia de lo que sucedió en 2002, el ataque surge a partir de la decisión de un grupo sindical vinculado con la Unión Ferroviaria que toma en sus manos la determinación de impedir una protesta de sectores que lamentablemente luchan desde la marginalidad para poder superar su situación dentro del universo de los trabajadores. Esto fue una expresión contradictoria y anacrónica en un país que es capaz de avanzar en la política de los derechos humanos encarcelando a los genocidas, en un país que discute leyes de igualdad de derechos civiles y de participación en las ganancias.

–De todos modos hay situaciones de desigualdad laboral.

–Sí, simultáneamente casi otra mitad del universo laboral es víctima de la tercerización. Trabajadores en negro que de lo único que pueden participar es de las pérdidas. Además, hay bolsones de autoritarismo, como son los que permiten que desde una aparato sindical se genere un crimen atroz en un episodio en el que otra vez aparece la complicidad de estamentos sindicales y de sectores empresarios que tienen una especie de complicidad que genera viejas practicas vinculadas con los métodos del vandorismo. Esto muestra el lado oscuro, autoritario y violento de un movimiento sindical que sigue anclado al viejo esquema de la violencia y el disciplinamiento utilizando ahora el servicio de barrabravas.

–Otra vez está en el centro del debate la burocracia sindical.

–No se puede generalizar y pretender condenar al sindicalismo como si todo fuera parte de una misma realidad. El asesinato de Mariano Ferreyra no puede conducir a una condena en bloque del sindicalismo como si todo fuera parte de la misma matriz. Tampoco pueden sacarse conclusiones acerca de conspiraciones o vinculaciones forzadas para establecer conexiones entre el asesinato de Mariano y una supuesta avanzada del movimiento sindical. Esta es la visión que intentan alentar sectores de la derecha que tienen una mirada conservadora que los lleva a aplaudir cualquier expresión que signifique deslegitimar la presencia de los trabajadores en la discusión de políticas de avance en términos sociales.

–El problema comenzó porque hay trabajadores tercerizados.

–Es necesario hacerse cargo de que falta libertad y democracia sindical, que hay trabajadores de primera y de segunda, que hay utilización de barrabravas como grupo de choque para disciplinar demandas internas. También hay complicidad de sectores que tienen responsabilidad de gobierno para apañar este tipo de acciones. Eso también forma parte de una realidad con la que hay que terminar. Por eso, con el asesinato de Mariano Ferreyra no tiene que pasar lo mismo que pasó con el de Carlos Fuentealba. Allí se condenó a un cabo primero y nunca se llegó a establecer la responsabilidad del poder político y de la cadena de altos mandos de la policía neuquina. Todo quedó amparado bajo el paraguas de la impunidad. Es tan malo condenar en bloque como meter la cabeza en el agujero como el avestruz y terminar poniendo como víctimas a los que fueron victimarios. Es tan malo establecer simetrías forzadas entre esto y el asesinato de Kosteki y Santillán como cerrar los ojos y no ver que hay un entramado de relaciones del poder que todavía, por acción u omisión, permite que esta cara oscura del movimiento sindical siga existiendo, siga manejando resortes de poder y siga teniendo margen como para actuar con un alto grado de impunidad. Este asesinato marca un punto inflexión y el Gobierno debería ponerse al frente de una ofensiva política para investigar y mostrar claramente a los que tengan que pagar por este crimen. Hay responsables en la Unión Ferroviaria, en los estamentos empresarios del sector del transporte del ferrocarril, hay un hilo conductor que lleva a la inacción y a la falta de presencia en las fuerzas de seguridad que involucra algún estamento del poder político.


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Mariano Ferreyra, compañero, amigo, hasta la victoria siempre‏.


Mariano se hizo compañero y amigo de nosotros -de la UJS y del PO- cuando todavía no había terminado el secundario. Su hermano lo había hecho unos meses antes. Desde entonces fue siempre un orgullo estar a su lado, escucharlo y desarrollar con él nuestras inquietudes.

Lo conmovieron las grandes movilizaciones piqueteras y la rebelión popular del 2001. Desde el comienzo, se destacó como dirigente en Avellaneda. Constructor de la UJS, combinó su actividad en el movimiento estudiantil con la participación en las principales luchas obreras y populares que conmovieron a su pago chico y al país. Estuvo al frente en la lucha por la recuperación de Sasetru bajo gestión obrera. Impulsó el movimiento estudiantil, el centro de estudiantes en el Simón Bolívar de Sarandí, donde cursó la secundaria. La sede del CBC de Avellaneda lo tendrá para siempre en su historia como uno de sus principales organizadores, probablemente el principal. Por su gran autoridad política, sus compañeros de la UJS lo apodaban fraternalmente “el Jefe”. Militaba desde hacía unos meses junto a los ferroviarios. Participó, electo como delegado, de los tres últimos congresos del Partido Obrero.

Fue trabajador metalúrgico. Fanático de la música y el cine, incursionó en distintos proyectos musicales y estaba definiendo su ingreso a alguna de las escuelas artísticas de Avellaneda. Adoraba a sus hermanas y a su hermano mayor.

“Marianito”, el benjamín de nuestros adultos de la zona sur, era concienzudo, parsimonioso, siempre ávido de formación política. Tenaz como pocos, cursó dos años del profesorado de Historia en el Instituto Nº 1, también en Avellaneda.

Nunca se achicó ante situaciones difíciles. Que se encontrara en la primera línea de lucha junto a los obreros no sorprende. Confesó en repetidas oportunidades su deseo de luchar durante toda su vida, una necesidad que había hecho pasión. La juventud y la clase obrera han perdido a quien ya era gran cuadro político.

La lacra burocrática a la que combatió con energía, pasión e ideas segó su vida cuando apenas contaba con 23 años. En nuestro recuerdo, en estas horas tremendas, se mezclan decenas de anécdotas políticas y personales, todas lozanas y divertidas, quizás el resultado, el mejor, de luchas compartidas.

Sus compañeros más cercanos lo recordamos por su gran compañerismo. Reconocía y defendía a ultranza el valor de cada uno de aquellos que combatían codo a codo con él y compartían su lucha y sus ideales.

Marianito va a estar presente en cada día de nuestro futuro. Qué pena tener que decirte tan temprano “por la victoria, siempre”.



Jacyn, El Bé y los pibes de la UJS Avellaneda
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