VIVA CRISTINA FERNANDEZ de KIRCHNER NOBEL de la PAZ 2013 ¡¡¡

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19 y 20 de diciembre de 2001.-



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sábado, 30 de octubre de 2010

LA BUENA MEMORIA

Andrea gualde, el holocausto y sus en señanzas

“Es imprescindible mantener viva la memoria"

20-10-10 / Directora nacional de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Derechos Humanos, cuenta cómo se gestó el seminario “La Shoá, los genocidios y crímenes de lesa humanidad: Enseñanzas para los juristas”, organizado por el Ministerio de Justicia y el Memorial de la Shoá de París, y analiza la importancia de que los magistrados argentinos conozcan en detalle el Holocausto.

Por D.M.

Cómo surgió la idea de realizar el seminario?

–La Argentina forma parte de la International Task Force para la Rememoración y Educación sobre Holocausto, un organismo que nació en el ’99 con la declaración de principios firmada en la ciudad de Estocolmo. Allí, casi todos los países de Europa, Estados Unidos, Argentina e Israel firmaron una declaración en donde se comprometían a mantener viva la memoria del Holocausto, incluir el tema en las currículas educativas, investigar, repudiar el negacionismo y combatir cualquier forma de impunidad relacionada con el tema. Desde allí, la Argentina trabaja con otros gobiernos en foros de trabajo sobre educación, museos y memoriales y comunicación. Estos sesionan dos veces al año, en el mismo momento que se realiza la reunión de Estado. En la Argentina la comitiva de trabajo está integrada en forma tripartita por la Cancillería, el Ministerio de Justicia y el de Educación. En la reunión de Viena del 2008 presentamos un proyecto en el foro de museos y memoriales para organizar un trabajo de intercambio de experiencias de sitios de memoria entre los campos de concentración de Europa y los ex centros de detención de desaparecidos del país. El director de relaciones institucionales del Memorial de la Shoá en París, Karel Fracapane, nos dijo que compartía la perspectiva de trabajo, comparatista y de linquear fenómenos, y empezamos a pensar en un trabajo en conjunto. Empezamos a trabajar en un convenio marco para compartir experiencias académicas.

–¿Ahí nació el interés de realizar un seminario en Francia?

–Sí, y se materializó en febrero cuando veinte jueces federales argentinos acompañados por algunos funcionarios compartieron con especialistas franceses un curso de tres días donde se abordó el tema “Shoá, Holocaustos y Crímenes de Lesa Humanidad del siglo XX”. Luego de exponer a los jueces a una experiencia de trabajo conjunta viajamos a Cracovia donde recorrimos lo que queda del barrio judío y luego fuimos a Auschwitz (ver recuadro). Al ver los excelentes resultados y lo enriquecedor de la experiencia, se pensó en realizar un segundo encuentro en Buenos Aires.

–Siendo que en la Argentina hay organismos que aún niegan el Holocausto y quioscos donde se puede adquirir publicaciones antisemitas, ¿tuvieron presiones para desistir de realizar el curso?

–En absoluto, al contrario, hubo una excelente convocatoria.

–Pasaron 65 años de la Segunda Guerra Mundial, lo que implica que aquellos que tuvieron alguna participación murieron o tienen más de 85 años. Es decir, es poco probable que haya nuevos juicios. ¿En estas condiciones cuál es la trascendencia del Holocausto para integrantes del Poder Judicial?

–Después de la segunda posguerra y fruto de los horrores cometidos en el Holocausto, la comunidad internacional reaccionó y se organizó: nacieron las Naciones Unidas y todo el proceso de codificación de los tratados de derechos humanos que hoy conocemos y utilizamos. Los jueces argentinos han utilizado estas herramientas para hacer caer las leyes de impunidad. El Holocausto no ha sido el único genocidio de la historia moderna pero es el paradigmático y es a partir de su estudio y entendimiento que se pueden entender otros fenómenos ocurridos con anterioridad y sobre todo prevenir nuevos genocidios. Se dice que después de Auschwitz el mundo está en alerta y nadie puede estar relajado después de semejante horror. Si tomamos como base que el Holocausto ha sido el disparador del derecho internacional de los derechos humanos y que es el genocidio paradigmático, que le pasó al pueblo judío pero a la familia humana, podemos encontrar razones más que suficientes para que los jueces argentinos estén más familiarizados con el estudio de la Shoá. Además, está relacionado con nuestra historia reciente: la figura del desaparecido, por ejemplo, puede referenciarse en los decretos de Noche y Niebla del régimen nazi.

–¿Por eso la alusión de que la última dictadura militar fue tributaria de Auschwitz?

–El fenómeno concentracionario que se dio durante el terrorismo de Estado fue tributario de Auschwitz. Las etapas que atravesó la Shoá pueden verse replicadas en la Argentina: la identificación del enemigo, el hostigamiento, la segregación, el aglutinamiento en campos de concentración y los exterminios. Conocer lo que ocurrió en la Shoá permite combatir la impunidad porque es tener en claro qué es lo que puede llegar a pasar si no se hace nada. Si las sociedades no se defienden, si el que comete crímenes aberrantes no es sancionado hay algo que falla y esto es lo que a nosotros más nos importa de ambos procesos. No pasa por relativizar lo que pasó en el Holocausto ni comparar lo que no es comparable: es poder reverenciarse en la historia reciente. El pasado está en disputa y hay que resolverlo a través de la Justicia.

–¿Se tomó en cuenta la ola de negacionismo que existe en varios países o grupos de poder al momento de organizar el seminario?

–Por supuesto. Las posiciones negacionistas son un dato de la realidad y el gobierno argentino tiene tomada una posición clarísima respecto del tema. A partir de la declaración de Estocolmo asumimos un compromiso internacional de combatir el negacionismo y el antisemitismo. Estos ejes también son pilares de cualquier gobierno democrático.

–¿Cómo influye el hecho de que esta sea la última generación de sobrevivientes?

–Cuando trabajamos con sobrevivientes permanentemente flota la angustia de qué es lo que va a pasar cuando no haya quienes puedan contar de primera mano lo que pasó. Una cosa que nos dicen con mucha frecuencia es que si “estando nosotros acá y pudiendo nosotros contar lo que nos pasó hay quienes se animan a negarlo, qué va a pasar cuando no estemos”, y esto me genera muchísima responsabilidad como funcionaria pública porque es levantar el legado para que estas personas que tanto horror han vivido no sumen una nueva angustia sobre qué es lo que va a pasar con esa vivencia cuando ellos no estén. Es imprescindible mantener viva la memoria porque la desmemoria va ligada a la impunidad y a la posibilidad de repetición. Por eso nos parece tan importante compartir esto con los operadores judiciales porque son los que tienen la tremenda responsabilidad de llevar las causas de lesa humanidad de la dictadura. La significación de que quien comete un crimen contra la humanidad no queda impune es lo que permite mantener la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos del mundo y pensar en mecanismos de defensa frente a eventuales procesos.

–Uno de los paneles del encuentro está abocado a entender y prevenir los mecanismos de los genocidios. ¿Se parte de la premisa de que son evitables?

–La Justicia es una herramienta esencial de prevención porque es la que marca la diferencia de responsabilizar a alguien por un crimen y que quede impune. Es una herramienta de construcción de verdad histórica y jurídica. Cuando algo está dicho con una sentencia es algo que no se discute. Lo esencial es estar atentos. Los genocidios no empiezan de un día para el otro, las cámaras de gas no se construyeron de la nada ni se masacran millones de personas en un instante sin que haya una preparación del terreno: desde la elección del enemigo hasta quitarle la condición humana pasan varias etapas. Los órganos de promoción de derechos son esenciales para poder prevenir masacres. En la medida que uno es consciente de los derechos que tiene puede defenderse del abuso de otros. Los operadores judiciales son los portavoces de ese reclamo. No se puede ser tolerante ni ser neutral ante la violación de derechos.

–Así como se encontró a Adolf Eichmann y a Erich Priebke, podrían existir otros criminales de guerra nazi ocultos en nuestro país. ¿Se busca que los jueces estén preparados ante eventuales situaciones?

–No estoy segura de que la profundidad y el compromiso con el que se trabaja el tema de la Shoá en la Argentina esté vinculada necesariamente a la existencia o la llegada de criminales nazis. Básicamente, responde a la importancia que tiene la comunidad judía en la Argentina, los atentados terroristas y el ensañamiento que se ha tenido durante el terrorismo de Estado con los integrantes de la colectividad judía.

–La detención de Eichmann a cargo del Mossad dejó a la luz el enceguecimiento de la sociedad argentina y la falta de compromiso ante la posibilidad de atrapar y juzgar perpetradores. ¿Hoy la Justicia cuenta con las herramientas necesarias para actuar ante pedidos de captura internacionales?

–La sociedad argentina en materia de concientización de derechos ha avanzado muchísimo. Una manifestación de esto es el fuerte movimiento de organismos de derechos humanos que nunca cesó ni en sus banderas ni en su prédica hacia una justicia plena. El paso del tiempo no es un obstáculo: más allá de que muchos perpetradores mueran, se va a seguir buscando y juzgando penalmente a todos aquellos que cometieron crímenes de lesa humanidad. En este sentido, la sociedad argentina es singular respecto de otros países de la región que han atravesado violaciones sistemáticas a los derechos humanos y que han lidiado con su pasado de una manera diferente sin llegar a una justicia plena.

–La Argentina no fue el único país de Latinoamérica que ocultó genocidas. Con este antecedente llama la atención que sea el único miembro regional pleno de la ITF, ¿A qué se debe la reticencia de los otros países?

–Yo no hablaría de reticencia pero no te podría dar una respuesta precisa porque no me querría aventurar de los procesos políticos de otros países. Hubo gobiernos que actuaron como observadores pero actualmente no hay aspirantes a ingresar. En el caso de la Argentina se considera que es importante. Tenemos claro a nivel gubernamental y social que el Holocausto no es un fenómeno recortado en la historia de la humanidad, sino que tiene todo un legado que es imprescindible aprehender y materializar en políticas públicas, que tiene que ver con la preservación de la memoria y con la lucha contra la impunidad.



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