Lunes, 14 de febrero de 2011
Los trabajos más frecuentes donde predomina la explotación
En todas las regiones, en todas las actividades.
Por Darío Aranda
- De Santiago del Estero migran cada año miles de personas para trabajar en distintas cosechas: papa, desflore de maíz, caña de azúcar y aceituna. El Movimiento Campesino de Santiago (Mocase) aporta una consecuencia silenciada: en los ranchos campesinos caen los stocks físicos de maíz, zapallo, sandía y animales, entre otros. La consecuencia es la pérdida de la soberanía alimentaria de los comuneros y el ingreso a un círculo de pobreza con cada vez mayor dependencia de los trabajos en condiciones de explotación o los deja a merced de las dádivas clientelares de la política.
- Bahía Blanca, Patagones, Pedro Luro e Hilario Ascasubi, todas localidades del extremo sur de Buenos Aires, zona de siembra de cebolla. En noviembre y diciembre llegan gran cantidad de migrantes del norte del país y de Bolivia. En esa época del año se requiere mano de obra para la limpieza, cosecha, apilada y empaque. “Los casos de trabajo esclavo son excepcionales, pocos, pero sí hay mucha explotación, hacinamiento, eternas jornadas y mala paga. Ese tipo de condiciones se da en el 90 por ciento de los casos”, explicaron desde la Comisión Arquidiocesana de Pastoral Migratoria de Bahía Blanca.- En la zafra lanera de la Patagonia funcionan “comparsas” de esquila, cuadrillas de veinte personas que se reparten roles: agarradores, esquiladores, enfardadores, clasificadores, cocineros. Son llevados de estancia en estancia, duermen en galpones míseros o donde pueden, entre agosto y enero. “Es un trabajo muy exigente, casi siempre en negro. Es muy duro desde lo físico, los esquiladores hablan que quienes tienen diez campañas sobre el lomo tienen problemas físicos, de columna, cintura, dolores variados”, explica Carlos Irasola, delegado en Río Negro de la Subsecretaría de Agricultura Familiar.
- El carbón que usan en las ciudades para el asado tiene un costo humano. Familias enteras recolectan leña, la cortan y acumulan ordenada dentro de un gran horno de ladrillo. Cierran el horno y se prende fuego, que no debe apagarse durante 15 días para que se logre la carbonización de la leña. “Son condiciones absolutamente insalubres, se le paga 20 pesos por jornada de diez a doce horas. Muchas veces trabaja toda la familia. Los menores trabajan de noche, cuidando de que no se apague el horno”, afirma Rolando Núñez, de la ONG Nelson Mandela de Chaco.
- La caña de azúcar en Tucumán y el algodón en Chaco fueron dos actividades referentes en el trabajo en condiciones de explotación. Requerían gran cantidad de mano de obra. Con la tecnificación de la cosecha, descendió notablemente la necesidad de trabajadores, pero aún persisten establecimientos donde se mantienen los regímenes de explotación. Otras actividades: tabaco en Jujuy, cebolla en San Juan, fruta fina en Chubut y Río Negro, ganadería en Formosa, rosa mosqueta en Río Negro, arándanos y cítricos en Entre Ríos y Corrientes, limón en Tucumán, los motosierristas misioneros, la aceituna en Catamarca y La Rioja. El trabajo infantil amerita otra doble página de diario.
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