Viernes, 11 de febrero de 2011
DAN WILLIAMS, INVESTIGADOR DE HUMAN RIGHTS WATCH
“Los militares mandan”
El ejército detuvo al trabajador humanitario de HRW y lo tuvo incomunicado en una base militar. Ya libre, Williams afirmó que el método es el mismo que usaron los uniformados por treinta años.
“Los militares son la autoridad en Egipto. Mubarak es un general, Omar Suleimán es un general”, afirmó Williams.
Gritos, vendas en los ojos, esposas en las manos, interrogatorios en un lugar desconocido. Esos podrían ser los elementos de una de las tantas crónicas que Dan Williams escribió cuando era periodista del Washington Post. Pero no. Es parte del relato de su secuestro en Egipto, mientras estaba reunido con abogados en un centro legal de El Cairo. El jueves 3, una veintena de defensores de los derechos humanos fue detenida y por más de 36 horas se desconoció su paradero. Williams, actual investigador de Human Rights Watch (HRW), estaba entre ellos. Tras ser liberado en el fin de semana, viajó a Roma para recuperarse de unas dolencias que le dejó su arresto. Desde allí, dialogó telefónicamente con Página/12 y apuntó al ejército egipcio por los abusos.
–¿Cómo fue su detención?–Estaba el jueves en el Centro Legal Hisham Mubarak, en El Cairo, y en eso entraron agentes del ejército, de la seguridad del Estado, de la policía y otros que no logramos identificar. Nos detuvieron y mientras tanto rompían ventanas, robaban cosas de la oficina. Nos sacaron nuestras pertenencias. Así empezaron las más de 30 horas de detención.
–¿Adónde los llevaron?
–Estuvimos unas horas en el Centro Legal. Después nos trasladaron en unos colectivos. Fuimos hacia el nordeste de El Cairo, donde hay muchas oficinas y edificios del ejército. Al final, llegamos hasta el Campo 75, donde estuvimos unas veinte horas aproximadamente. Había decenas de personas ahí, a las que interrogaron.
–¿Sufrieron maltratos?
–Más que nada, hubo abuso verbal. Nos llamaban traidores. En mi caso, me decían que era un espía de los israelíes. También hubo algunos golpes de mano, pero no muy fuertes. Lo más incómodo fue tener las manos esposadas atrás. A la gente más joven la sujetaban más fuerte, lo que le provocaba mucho dolor. Cuando llegamos al Campo 75, nos sacaron las esposas y nos pusieron tabiques en los ojos. Nos tuvimos que sentar en el suelo. Estábamos incómodos, pero el tratamiento no era brutal. Lo peor era no saber dónde estábamos, es decir, la incertidumbre sobre nuestra situación. No pudimos llamar a nadie. Nadie sabía dónde estábamos. Los argentinos reconocen esas tácticas, ¿no?
–¿Hubo diferencias en el trato que recibieron los abogados egipcios?
–Los varones extranjeros, que éramos tres, estábamos aparte de las mujeres y de los egipcios. Yo no he oído nada de abuso importante contra ellos. Nosotros nos fuimos antes y todavía no retomé el contacto con ellos. Lo que sí puedo decir es que los militares, las autoridades, utilizaron los mismos métodos que han venido utilizando en los treinta años que lleva el régimen de Hosni Mubarak. O sea, la vieja forma de tratar a la gente en un gobierno que intenta mostrarse renovado pero que no lo es.
–¿Por qué cree que las fuerzas egipcias detuvieron a activistas de derechos humanos?
–El Centro Legal Hisham Mubarak ha escrito muchas denuncias importantes acerca de la tortura y de la falta de justicia en Egipto. Ellos también representan jurídicamente a la gente que está en la Plaza Tahrir. No tengo información al respecto, pero me parece que es un intento del ejército de sacar a la gente de la Plaza y de quitarles el apoyo del exterior, el sostén de los grupos cairotas que están apoyando ese movimiento democrático que está en la Plaza. Yo no veo otra razón porque ese Centro está siempre abierto, no es un lugar secreto. Yo fui a ese lugar para obtener información acerca de lo que estaba pasando en la ciudad. Todo el mundo sabía qué pasaba y qué se hacía allá.
–¿Qué rol jugaron en su arresto los grupos pro Mubarak?
–Cuando estaba presente un general egipcio, unos matones de la calle trajeron adonde estábamos nosotros a un fotógrafo japonés, que estaba sacando fotos cerca del Hotel Ramses Hilton. El no tenía nada que ver con el Centro Legal, no era justo que fuera detenido con nosotros sólo porque unos matones que estaban recorriendo la ciudad lo llevaron.
–¿El ejército fue el que los secuestró a ustedes?
–Sí, claro. Ellos son la autoridad, ellos entraron a la oficina y ellos nos llevaron al Campo 75, que es una base militar. Mubarak es un general, Omar Suleimán es un general. Los militares mandan en Egipto.
–Los manifestantes estuvieron responsabilizando a la policía por la represión, pero usted apunta contra el ejército. ¿En los últimos días hubo un cambio en el accionar de esa fuerza?
–Esa es la cuestión. Hay que reconocer que el ejército es el que preserva este sistema que existe en Egipto. Como en América latina, ellos dicen que cuidan a la nación, pero cuando deciden hacer algo se olvidan de la gente.
Entrevista: Luciana Bertoia.
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