VIVA CRISTINA FERNANDEZ de KIRCHNER NOBEL de la PAZ 2013 ¡¡¡

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19 y 20 de diciembre de 2001.-



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viernes, 26 de diciembre de 2008

ALCIRA FIDALGO de VALENZUELA desaparecida en Jujuy.


El pasado que se niega a pasar
Primero fue la noticia que informaba sobre nuevas querellas relacionadas con los delitos de lesa humanidad cometidos por la última dictadura en Jujuy. Después, varios periodistas me escribieron solicitando información sobre Tulio Valenzuela. Por último, esta mañana, Estela Fidalgo (hermana de Alcira, primera esposa de Tulio) me mandó un mensaje en el que me informaba que había aparecido la hija apropiada de su ex cuñado. Todo esto me sacudió emocionalmente.
Paralelamente a estas acciones, yo estaba tratando de cerrar mi año laboral. Hablo en pasado, pero todavía no lo cerré. Tengo que rendir cuentas sobre una obra de teatro que escribió Federico Leguizamón y otra de danza que no llegó a realizarse. Tengo una cuestión personal con los profesionales de la economía y ellos esperan que yo me equivoque.
Por otro lado, quiero escribir historias que no me dejen atado a las narraciones de las situaciones límites ocurridas entre 1976 y 1983, pero siempre vuelvo a ellas.
Cuando leí que Laura Margarita López se había presentado como querellante por la desaparición forzada de su madre, Juana Francisca Torres Cabrera, sentí una emoción que mezclaba alegría y dolor. Algunos de ustedes saben que escribí un libro sobre la dictadura de Jujuy, en esas páginas figura un capítulo denominado "Las maestras y la cadenita". Ésa fue una de las historias que escribí llorando. Les pido disculpas porque no puedo evitar citarme:
Hay algo más intenso que la tortura en el propio cuerpo: el dolor en el de un ser querido. Seguramente eso pensaron [Ernesto] Jaig y sus esbirros cuando amenazaron a Juana con apoderarse de su beba; ellos pretendían hacer "cantar" a la detenida. ¿Tenía ella alguna información importante para los represores? ¿Estaba comprometida con algún grupo revolucionario? Es posible que sí, aunque nada permite confirmarlo. Pero, hay algo que no admite dudas: ella sabía bien cuál sería su fin. Por eso, le entregó a Gladys [Artunduaga] una cadenita: "Para mi hija, para cuando sea grande".
Cuando escribí el libro no sabía cuál era el nombre de la hija de Juana. Conocí a pocos hijos de detenidos-desaparecidos, pero siempre sospeché que un feroz hachazo se había incrustado en sus subjetividades. Ahora, quiero llamar a Laura; felicitarla por el valor de haber asumido la búsqueda de la verdad, contarle la historia de la cadenita porque seguramente fue incautada por algún carcelero y decirle que no todo está perdido.
Paso a la historia de Tulio. Él había estado casado con Alcira Fidalgo, nuestra poeta detenida-desaparecida. Después volvió a estar en pareja y de esa unión nacieron, presuntamente, mellizos. Se cree que el varón murió a los pocos días, en tanto que la hija, Sabrina, fue entregada en adopción (el final de Tulio y su segunda esposa fue trágico). Hace unos días, las Abuelas de Plaza de Mayo confirmaron que Sabrina había encontrado su verdadera identidad.
He tratado de reconstruir la vida de Alcira y sé lo importante que fue él para ella. Todos sabemos lo importante que son los seres queridos. Estamos unidos a ellos de múltiples maneras. Por eso, Juana intentó dejarle una cadenita a Laura, un simbolo de la unión entre ambas.
Es casi seguro que aquella cadenita ya no exista. Que sus eslabones estén desperdigados. Pero lo que nos demuestran Laura, Sabrina y los hijos que buscan cerrar las heridas de la peor dictadura que tuvimos que soportar es que no todo está perdido.
Ellos son los eslabones de una historia que no termina de pasar.

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