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19 y 20 de diciembre de 2001.-



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domingo, 1 de agosto de 2010

La Sociedad Rural argentina lanzo su candidato a presidente 2011

1 de agosto de 2010
EL TITULAR DE LA SOCIEDAD RURAL, HUGO BIOLCATI, CONTO UNA PARTICULAR VERSION DE LA HISTORIA Y LE PEGO CON DUREZA AL GOBIERNO
Un relato sesgado por el interés corporativo
El ruralista afirmó que la Patria alcanzó su esplendor hace cien años, entró en decadencia en la segunda mitad del siglo XX y desbarrancó con el kirchnerismo, al que calificó como “autoritario”, “soberbio”, “egoísta”, “crispado”, “arrogante” y “confrontativo”.
Por Fernando Krakowiak
El intelectual marxista Raymond Williams definió la tradición como una versión del pasado que se pretende conectar con el presente para condicionar el futuro. El titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, posiblemente no haya leído la frase, pero su discurso de ayer en la Exposición de Palermo constituye una muestra perfecta de ese ejercicio. En este caso destinado a mostrar a los “hombres de campo” como los forjadores de la patria, la cual supuestamente alcanzó su esplendor hace cien años, entró en decadencia en la segunda mitad del siglo XX y desbarrancó con el kirchnerismo. “Cada vez que castigamos al campo nos equivocamos. En el Centenario éramos el granero del mundo y una de las naciones más prósperas del planeta. En el Bicentenario somos un país vapuleado por la corrupción, la imprevisión, la exclusión y la pobreza”, sostuvo. Luego fue más allá y calificó al Gobierno de “autoritario”, “soberbio”, “egoísta”, “crispado”, “arrogante”, “confrontativo” e “intemperante”. A su lado, aplaudieron sus compañeros de la Mesa de Enlace y una pléyade de opositores, donde sobresalieron el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, y el ex presidente Eduardo Duhalde. El ministro Aníbal Fernández calificó al discurso como “espantoso” y retrucó que “no hay mayor corrupción que la de la persona que, al ser beneficiada con rentas extraordinarias, se niega egoístamente a compartirlas”.

El relato de Biolcati fue la contracara de la selección que realizó el Gobierno para la película que proyectó sobre la fachada del Cabildo durante los festejos del Bicentenario. Allí las conquistas sociales del peronismo tuvieron un lugar destacado. Sin embargo, el discurso del ruralista pasó por alto esa historia a la que simplemente englobó como parte de esa segunda mitad del siglo XX que supuestamente marcó el declive del país. Su recorte destacó a Manuel Belgrano en la “tarea de promoción de la agricultura, a la que consideraba un pilar del progreso económico de las naciones”, y al Mariano Moreno que escribió la Representación de los hacendados y “luchó por la libertad de comercio, contra los altos gravámenes exigidos por el cabildo virreinal”. Incluso se comparó con Moreno al decir que 200 años después “estamos luchando contra otros gravámenes exigidos por otros mandatarios”.

Luego de esa breve mención referida al período de la Revolución de Mayo, se concentró en el Centenario, la etapa que más le gusta. “En 1919, las exportaciones superaban los mil millones de dólares, récord recién superado en 1946. El 50 por ciento del comercio exterior de toda América del Sur era argentino. ¿Dónde equivocamos el camino?, ¿por qué perdimos el rumbo?”, se preguntó Biolcati. Su historia contrastó un mundo feliz despojado de conflictos con un presente casi apocalíptico. “Hace cien años, el debate era si debíamos ser como los grandes países de Europa o como Estados Unidos. Hoy compartimos con los países más humildes y castigados de la Tierra los últimos puestos del ranking de calidad institucional”, remató.

Cualquier desprevenido que ayer escuchó al titular de la Sociedad Rural podría haber pensado que los historiadores mienten cuando dicen que la buena performance exportadora de comienzos del siglo XX se combinó con profundas desigualdades sociales, altos niveles de pobreza y el fraude como herramienta política sistemática. De hecho, en 1910 se registró el número más elevado de huelgas y disturbios sociales de la época, pero Biolcati prefirió obviar esa parte de la historia y rápidamente se trasladó al presente. Entonces sí habló de la pobreza e incluso precisó qué porcentaje hay en la actualidad de hogares sin cloacas, hacinados y ubicados en zonas inundables. Si bien no precisó la fuente, es muy probable que no haya sido el Indec, pues aseguró que sus encuestadores son “barrabravas” y sus funcionarios “mitómanos”.

Cuando intentó profundizar en las causas de este “empinado tobogán por donde se fueron deslizando las expectativas, los sueños y los proyectos de aquellos que bajaron de los barcos”, le apuntó al Gobierno con un párrafo de colección que vale citar completo para apreciar la superpoblación de adjetivos calificativos peyorativos que incluyó: “Sólo los autoritarios, los soberbios, los egoístas descalifican al otro para dominar la escena. Es que el egoísmo es pariente cercano de la ambición, la avaricia y el poder. Esperábamos de las autoridades nacionales un pequeño gesto en el Bicentenario de la Patria, quizá que se acercaran hasta aquí. Que comprendieran que la sociedad ya no admite ese estilo crispado, arrogante y confrontativo. Que abandonen por un instante el sesgo autoritario, la mirada soberbia y el gesto intemperante. Hace falta abrir una ventana en esa muralla de intolerancia”, sostuvo para el regodeo de las plateas, que lo ovacionaron.

Para reafirmar la idea, luego aseguró que los pobres y excluidos son “esclavos de territorios electorales que conforman el feudo de una federación de gobernantes, intendentes, caudillos y punteros políticos que se hacen fuertes y poderosos a medida que los pobres son cada vez más pobres y dependientes de sus favores. Le llaman clientelismo, pero es una humillante manipulación de conciencias”.

La esperanza la depositó en la Mesa de Enlace que él integra. “La Mesa de Enlace es un ejemplo. Un ejemplo de diálogo que construye y no descalifica. Un paradigma que debieran imitar nuestros actuales gobernantes”, sostuvo, aunque parecía estar pensando más en los próximos que en los actuales ya que su opinión sobre el gobierno actual la cerró diciendo que “al fin y al cabo son un episodio pasajero de esta historia de 200 años”.

En esta oportunidad, Biolcati dejó para el final de su discurso los reclamos sectoriales de coyuntura. Criticó a la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario. “Hoy parece que tenemos administradores a los que parece que les gusta tener a nuestros productores sometidos, encadenados llenando un montón de formularios. Haciendo cola en los mostradores de la Oncca”, dijo y pidió que no se insista con una política agropecuaria que derivó “en la peor cosecha de trigo del último siglo” y “el incumplimiento de la Cuota Hilton”. También afirmó, en lo que fue un claro guiño a la Federación Agraria, que “no queremos un desierto verde de soja que produzca riqueza para pocos. Queremos agricultura con agricultores”. El federado Eduardo Buzzi festejó la ocurrencia.

El discurso también fue seguido con atención por el ex presidente Eduardo Duhalde, la senadora Hilda “Chiche” Duhalde, el jefe de Gobierno Mauricio Macri, el diputado Francisco de Narváez, y sus otros compañeros de la Mesa de Enlace: Mario Llambías (Confederaciones Rurales) y Carlos Garetto (Coninagro), quienes acompañaron con aplausos. En un lugar destacado también estuvo el secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores, Gerónimo “Momo” Venegas, quien tuvo el dudoso privilegio de ser ovacionado por las plateas donde se ubicaron los patrones de sus representados.

Además dieron el presente los diputados Lidia “Pinky” Satragno (UCR), Federico Pinedo (PRO), Ricardo Buryaile (UCR), Ricardo Gil Lavedra (UCR), Jorge Srodek (PRO), Cristián Gribaudo (PRO) y Alfredo Olmedo (Salta Somos Todos). Este último aportó, como acostumbra, una nota de color al repartirles gorritas amarillas con su nombre a un par de camarógrafos que estaban filmando el evento. Del mundo empresario estuvieron Gregorio Werthein (Grupo Werthein), Cristiano Rattazzi (Fiat), Jorge Zorreguieta (presidente de la Copal), Héctor Méndez (titular de la UIA) y Cristian Amuchástegui (presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario).

Una vez que Biolcati terminó de hacer lo suyo, todos se quedaron a disfrutar de un espectáculo de luces, entonaron el Himno Nacional haciéndole coro a la cantante Patricia Sosa y vieron pasar a los ejemplares campeones, como si no hubiera pasado nada.

fkrakowiak@pagina12.com.ar
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Economía|Domingo, 1 de agosto de 2010
LA EXALTACION DE LA MESA POR NECESIDAD
Disimulando las fisuras
Por Raúl Dellatorre
No fue el discurso conciliador que se esperaba, que incluso el propio Biolcati había anticipado. No con el Gobierno, sobre el que lanzó los más hirientes dardos y al que responsabilizó y acusó por una situación social que describió a su buen saber y entender. En cambio, el titular de la Sociedad Rural fue sumamente conciliador con sus pares de la Mesa de Enlace, excesivamente conciliador y elogioso, al punto de la sobreactuación. Tan conciliador que hasta un párrafo incluido en el texto que la propia Sociedad Rural expone en su página web fue excluido al ser leído por Biolcati para no molestar a la Federación Agraria. Condenaba la segmentación sin eliminación de las retenciones.

El esfuerzo de Biolcati por exaltar a los cuatro jinetes de la Mesa de Enlace no reparó en gastos discursivos. Primero los imaginó en la Plaza de la Victoria el 25 de mayo de 1810, a la par de French y Beruti.

“Allí estaba el pueblo reunido, queriendo saber... convocados por el fervor de French y de Beruti (...). Yo hubiera estado allí, y estoy seguro de que mis amigos de la Mesa de Enlace, Eduardo Buzzi, Carlos Garetto y Mario Llambías, hubieran estado conmigo.”

Luego le adjudicó a la Mesa de Enlace ser los herederos de los ideales del Centenario.

“Los tiempos, las circunstancias, la realidad del país son otros, pero puedo asegurarles que, cien años después, seguimos trabajando con la misma pasión. Nadie podrá decirnos que nos hemos quedado quietos o en silencio. Junto a las instituciones que conforman la Mesa de Enlace, hemos hecho oír la voz del campo.”

Y no se detuvo. Un par de líneas más abajo, proclamó el carácter simbólico del conglomerado: “La Mesa de Enlace es un símbolo. Símbolo de la resistencia frente a la voracidad, la ineficiencia y las políticas equivocadas. Símbolo de la unidad en la diversidad (...). Frente a la pobreza, a la injusticia y a la exclusión, no hay diferencias en la Mesa de Enlace. La opinión es una sola, unánime y contundente: ¡Basta!”.

Hubo más. “Modelo de confianza en el que la vocación de diálogo es permanente”, “un ejemplo del diálogo que construye y no descalifica”, “un paradigma que debieran imitar nuestros actuales gobernantes”, fueron otras referencias en la pieza oratoria del atardecer de Palermo.

Semejante esfuerzo tenía su razón de ser. La Mesa de Enlace sacó a relucir en los últimos meses sus diferencias profundas, las que enfrentan los intereses de los grandes terratenientes con los pequeños y medianos productores. Las de quienes reclaman un Estado prescindente con los que exigen un Estado regulador y presente. Las de quienes proclaman la eliminación de las retenciones a la soja, con quienes advierten que eso equivaldría a barrer de las zonas productivas hasta el último chacarero.

Fue en virtud de preservar esa fachada de unidad, que el párrafo entero que descalificaba una eventual segmentación de las retenciones por parte del Gobierno fue eliminado a la hora de la lectura del discurso. A esa medida, Biolcati la calificó de “gatopardismo”. Buzzi, en cambio, la señala como “la diferencia entre vivir decorosamente o endeudarse y desaparecer”.

Ayer, en particular, la unidad de la Mesa de Enlace era una necesidad. No sólo para preservar lo que les queda de espacio de representación a las entidades sino, lo que es mucho más significativo, porque la oposición la ha convertido en su referencia. Su fractura, en consecuencia, repartirá costos como esquirlas.


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Economía|Domingo, 1 de agosto de 2010
OPINION
Como historiador, Biolcati pasaría hambre
Por Martín Granovsky
El discurso pronunciado anoche por Luis Biolcati pareció buscar un gran objetivo: polarizar. De un lado debía quedar el Gobierno, “un feudo, una federación de gobernantes, intendentes, caudillos y punteros políticos”. Del otro lado, él mismo. Un dirigente que pudiera articular el orgullo por la Argentina del primer Centenario, el de 1910, “un momento colosal”. Que fuese capaz de definir a la Argentina como “este maravilloso suelo donde se asienta nuestra patria”. Que pudiera decir: “La tierra, como la patria, permanece”. Que reclamase cloacas y se quejase del índice de pobreza, pero no sucumbiese a ningún recuerdo popular, plebeyo o igualitario, lejano o cercano como la Asignación Universal por Hijo.

Biolcati habló contra la “crispación”. Pero su frase sonó fuera de foco. Por lo menos desde los festejos del Bicentenario, la táctica del Gobierno es evitarla. Enfrenta los conflictos sin ataques públicos que agudicen las situaciones de polarización. Y cuando alguien quiere acumular poder desde una posición beligerante –por ejemplo una “guerra de Dios” contra el matrimonio igualitario–, la respuesta suele ser una construcción transversal sin tono épico, pero con resultados más eficaces. Así pasó con el voto de diputados y senadores en la ley de matrimonio sin restricciones.

El propio Bicentenario tuvo el mismo tono. El Gobierno organizó la fiesta, de Fuerza Bruta a Horacio Salgán, de Agarrate Catalina a Fito Páez. Sin embargo, en lugar de apropiarse de la buena onda esperó que ella decantara como un bálsamo sobre la sociedad.

Sobre los temas agrarios el Gobierno ya no emite los mensajes de 2008, los tiempos de la 125, que a veces nombraban a “la oligarquía” sin segmentar políticamente la realidad.

¿Qué pasó en 2008?

Hipótesis uno: todo sucedió, en la versión conservadora, porque las retenciones debían ser eliminadas sin vueltas y las fuerzas del mercado, liberadas de todo límite, llenarían a la Argentina de alimentos y divisas.

Hipótesis dos: el Gobierno debió defenderse ante un ataque que, si seguía, domesticaría a la democracia y la dejaría en estado vegetativo.

Hipótesis tres: el Gobierno podría haber resuelto el conflicto antes, como hizo al fin en Diputados cuando ya había pasado demasiado tiempo de tensión. La demora exacerbó la rispidez y terminó asustando a un segmento importante de la clase media que ya venía siendo azuzado para que se distanciara de los sectores más humildes.

¿Por qué Biolcati busca polarizar hoy? Porque el Gobierno no polariza y procura no crispar. Porque está bajo discusión pública un Plan Estratégico Alimentario impulsado por el Ministerio de Agricultura. Porque en 2007 Cristina Kirchner fue presidenta con el 45 por ciento de los votos gracias a que hizo la diferencia en dos sectores: el Gran Buenos Aires y ciudades de entre 50 y 100 mil habitantes. En algunas de éstas, el voto por Cristina superó el 65 por ciento.

Si en 2008 la simpatía quedó reemplazada por el odio, con miras a 2011 al Gobierno le conviene sustituir odio por simpatía. Y si no, al menos por cierta indiferencia. El entusiasmo escaso podría convertirse en votos si la situación económica continúa mejorando y se mantiene el año próximo. Como suele decir el consultor Enrique Zuleta Puceiro, “siempre que queden claros el rumbo y el sentido, los ciudadanos votan con el bolsillo del futuro”.

Biolcati busca ser el arzobispo de la oposición conservadora. A él le resultaría útil mantener vivo el odio residual.

En cualquier caso, si Biolcati dejara la política sería bueno que se dedicase a lo suyo. Mejor el tambo. Como historiador se moriría de hambre. Anoche dijo que la Representación de los hacendados escrita por Mariano Moreno era una pieza “contra los altos gravámenes del Cabildo virreinal”. Rudimentario, Biolcati. De alcance más amplio, el documento de Moreno era una proclama contra el monopolio español y el contrabando, y a favor del intercambio libre con los comerciantes ingleses. El virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros aceptó la posición de Moreno. Así, paradójicamente, el virrey permitió que se fortalecieran las posiciones que llevarán a la autonomía en mayo de 1810.

Y ya que Biolcati jugó a los nombres, un divertimento menor que la Historia, ¿por qué no jugar un ratito? Dijo Biolcati que en mayo de 1810 hubiera estado con Moreno, con Manuel Belgrano y con Hipólito Vieytes. En el Cabildo Abierto del 22 de mayo, Vieytes votó por el cese de Cisneros. También lo hizo, entre otros, Cornelio Saavedra, que pidió el gobierno para el Cabildo hasta que se formase una junta. Y dijo: “No quede duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando”.

La mayoría fue expresando su voto en sintonía con el de Saavedra o con el mensaje de Pascual Ruiz Huidobro, uno de los que exigieron el cese del virrey. Hasta que le llegó el turno a un vecino. Dijo, según consta en las actas del Cabildo, “que no encuentra bastantes datos para considerar necesaria la remoción del Exmo. Sr. Virrey; pero que para evitar todo recelo, gobierne con asociación de dos individuos que tenga a bien nombrar el Exmo. Cabildo”. El autor del voto era comerciante. ¿También contrabandista? Quién sabe. Lo seguro es que le horrorizaba la autonomía al ilustre vecino don José Martínez de Hoz.

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Economía|Domingo, 1 de agosto de 2010
OPINION
Gula
Por Sandra Russo
“Los gobiernos pasan, son un mero episodio, pero la tierra permanece.” Tal el sustrato del discurso del liderazgo opositor más consolidado y visible hasta el momento. El mechón rebelde de Biolcati, que flameaba mientras al anochecer él leía su pieza oratoria y política, colaboraba en la pantalla, tan colocada en el primer plano, para ubicarlo en ese papel. Un papel, según definió, histórico: él, el más poderoso del núcleo duro opositor, viene a ser el heredero de las otras grandes luchas que libró la Sociedad Rural Argentina.

¿Qué luchas libró la Sociedad Rural Argentina? Todas y cada una, contra el pueblo. Todas y cada una, para sí. ¿Cómo llegamos a esta escena, en la que casi todos los dirigentes políticos opositores se arrastran a los pies de la gran corporación? Estaban allí, escuchando los insultos a la política. ¿Qué hacían Duhalde y Chiche escuchando que los pobres son la basura que genera la política para rejuntar votos, esa escoria que si es explotada por alguien, es por la política? Digo que es la clase política que se arrastra a los pies de la corporación, porque para alinearse ahí hace falta tragarse el sapo completo de la antipolítica. Ese sujeto histórico que dice representar Biolcati es el antipolítico por excelencia. Lo único que florece a su alrededor es servilismo y entrega.

Ese sujeto histórico embrionó en los financistas de la Campaña del Desierto. El país del que hablan no tiene pasado: lo fundaron ellos cuando les entregaron las tierras ya liberadas de indios de los que no hace ni falta acordarse, puesto que confirmó ayer, nosotros bajamos de los barcos. El embrión de ese país fue un pacto entre ricos y militares. Fue el Roca militar el primer político que aceptaron. Están acostumbrados a que les hagan esa clase de favores, y a que los pactos con los políticos sean de esa especie: con los políticos jugando para ellos y un territorio inmenso para ser sus dueños.

Los gobiernos pasan, la tierra queda. Ellos creen que son la tierra. Los dueños de las tierras se identifican con su propiedad privada, y es así en todo, claro, ellos son los que han tenido el poder durante casi toda nuestra historia. Todas las luchas populares de estos doscientos años se libraron contra los intereses que representan Biolcati y su Mesa de Enlace. El discurso de ayer lo consagra también para eso: es el que tiene la estancia más larga.

Si la política tiene sentido para millones de argentinos, ciudadanos, militantes, dirigentes, es precisamente para que gente como Biolcati tenga menos poder. Ellos no quieren ser sectores que pugnen con los otros, como en cualquier democracia. Quieren ser lo que han sido siempre, menos en los gobiernos peronistas: los que tutelan que lo mejor para todos, ese abstracto invocado por los políticos, siempre sea lo que les convenga a ellos. No quieren entrar en discusión. Desde el 2008 que se niegan a bajarse del caballo del dueño. No quieren negociar. No saben ser una parte. Siempre han hablado en nombre de la Patria, incluso cuando cobijaron a los asesinos o cuando eran amigos de Menem. Todos pasaron, la tierra queda. La tierra no son ellos, la Patria no son ellos. Tarde o temprano tendrán que darse cuenta.

Y si se preparan para una más de sus grandes luchas, Biolcati será el verdadero comandante. Tiene el carácter, la gula y el impudor que suelen enamorar a la derecha golpista argentina.

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Contratapa|Domingo, 1 de agosto de 2010
Duhalde en la Rural
Por José Pablo Feinmann
La vida (ha escrito Héctor Tizón) no se mide en años, sino en asombros. Dios nos conserve entonces a la Sociedad Rural y al señor Biolcati. Ayer nos han entregado asombros casi como para aspirar a la inmortalidad. El señor Biolcati le ha robado el discurso a la izquierda. Esa pregunta que tanto se ha formulado en relación con el kirchnerismo (¿hay algo a su izquierda?) ha perdido vigencia. Ha sido ampliamente respondida. Su formulación ha perdido sentido. A la izquierda del kirchnerismo está la Sociedad Rural. Ni el Proyecto Sur ni el PO. Sería difícil ver a sus representantes tan preocupados, casi en estado de lamento continuo, conteniendo lágrimas de dolor e indignación, como se lo vio al veterano trosco Hugo Biolcati en el atril de la Rural. Ahí pronunció un discurso bien escrito (vaya a saber qué pluma al servicio de la patria se encargó de esa tarea, pero si la patria, que es el campo, llama, hay que acudir) pero plagado de mentiras asombrosas. Son tan intensos los asombros que esas mentiras han despertado en nosotros que –como dijimos– si la vida se mide por ellos tenemos años por delante. Sé que todos vamos a andar escribiendo de esto. Pero hay que comprender: pocas veces se ofreció a la ciudadanía un dislate tan profundo. Primero) Mayo se hizo por y para el campo. No en vano Moreno escribió la Representación de los hacendados, esa apología del librecambio para posibilitar los negocios con Inglaterra. El “otro” Moreno –el que tanto entusiasma a los nacional populares– no existe para Biolcati. Además, cada día se prueba con más certidumbre que el Plan de Operaciones es apócrifo. ¿Qué queda, entonces, de la gesta de Mayo? El librecambio con Inglaterra. Segundo) El campo fue creciendo y muy pronto se vio que era la fuente principal de recursos que tenía el país. José Hernández (no citado por Biolcati) habrá de decirlo: “Vale tanto un vellón de oveja como una máquina fabricada en Liverpool” (cito de memoria). Se llega así al glorioso Primer Centenario. ¡Que se sigue honrando en la Sociedad Rural! Eramos el “granero del mundo”. El primer país exportador de América latina. Lugones escribía su Oda a los ganados y las mieses: “Allá la vaca fértil como el campo/ su sustancia elabora/ en el músculo, en la ubre y en la pella,/ con una grave plenitud geórgica/ Si anda, parece que en su marcha pende/ el talego del rico, si reposa/ su aspecto familiar de cofre tosco/ es la seguridad del pobre./ La honda paz de los campos en su ser vegeta” (Ver: Odas seculares). Así, Biolcati fija el momento esencial de la grandeza argentina en el primer centenario. Ese centenario que fue la fiesta de ellos. La fiesta ajena. La fiesta de la oligarquía y la celebración de la inextinguible riqueza del campo, del granero del mundo. Pero luego el país empieza a extraviarse. Uno cree que Biolcati va a empezar a ladrar contra el peronismo, según es habitual. ¡Pero no! ¿Cómo va a hacerlo si ahí, a pocos metros está sentado don Eduardo Duhalde? Don Eduardo y su Chiche: ahí están. En la fiesta de la Sociedad Rural, entidad que tan bien se llevó siempre con el peronismo. (Y todavía mejor con el gaucho Menem, que les dio todo lo que le pidieron y más.)

Que esté Duhalde es serio. Que esté Macri no importa. Que esté la trajinada Mesa de Enlace tampoco. Al señor Buzzi –uno conjetura– en cualquier momento sus bases se lo comen, cansadas de ir detrás de los proyectos de los poderosos, cansadas –como dice un amigo que suele utilizar un lenguaje algo directo, que desapruebo– de ser usadas “de forros” por los grandes terratenientes. Pero está Duhalde. Sigamos –por ahora– con Biolcati. Lo que dice a continuación es tan asombroso que tal vez nos conceda la eternidad de tanto que lo es. Porque si la vida se mide en asombros, el que Biolcati nos dio cuando dijo que la culpa de la desgracia argentina la tenían los golpes de Estado que habían derrocado a gobiernos constitucionales fue la joya de la jornada. ¿En serio, señor Biolcati? ¿Fueron los golpes militares los que arruinaron la prosperidad y el crecimiento argentinos? Pero si todos esos golpes contaron no sólo con el apoyo de la Sociedad Rural, sino que algunos se planearon bajo el calor de sus lujosas residencias. Caramba, ¿hasta dónde es posible mentir? Este es un tema teórico: ¿cómo es posible mentir hasta un límite ya lindante con el delirio? ¿Cómo alguien puede decir tan abiertamente algo totalmente contrario a la facticidad de la historia, fácilmente refutable con cualquier diario de cualquier época cercana a un golpe de Estado? ¿Con qué se cuenta para algo así? ¿Con la mala memoria de la gente? ¿Con su estupidez? ¿Con sus intereses? ¿Con su mezquindad? ¿Con la certeza de que la mentira no importa en la política si sirve para acumular poder? “Mil repeticiones hacen una verdad.” “Mientan, siempre algo queda.” Es posible. ¿Pero tanto? ¿A quién le habla Biolcati? ¿A qué idiotaje insalvable cree que se dirige? Ni Morales Solá le va a creer algo así. Pero eso no importa. No tiene que creerlo. Tiene que confirmarlo. Lo que crea es secundario. Lo que importa es que hoy diga que es verdad. Dentro de todo, en algún punto hasta es tranquilizante que Biolcati afirme eso. Reniega de los golpes de Estado. Los está descartando para el presente. No olvidemos que con Grondona –en televisión– planeaban un golpe a cara descubierta y entre risitas cómplices. Estos muchachos.

Pero la cumbre de la impostura, de la impúdica patraña, llegó con la preocupación –acaso conmovedora por lo que conlleva de autocrítica, ¿o no?– por los pobres. La Sociedad Rural ha incurrido en la “opción por los pobres” tal como algunos maltratados representantes del sacerdocio católico. Biolcati habló del hambre, de la pobreza, de la exclusión. Notable: ellos fueron los que crearon el hambre durante la fiesta de los noventa. Ellos y los altos financistas y ese imperdonable Partido Justicialista y ese sindicalismo de traidores a sus bases que se hincaron ante Menem, que se vendieron, que dijeron sí a todo. Biolcati, con la convicción de un sindicalista combativo, denunció el hambre que arrasa el país. Se puso a la izquierda de todo y de todos. Quienes quieren ocupar esa franja deberán denunciar esta impostura. Hay que decirlo claro: quienes crearon a los hambrientos por su sed infinita de ganancias no tienen derecho a hablar del hambre.

Pero ahí estaba Duhalde. También Macri, pero no importa. Es un perdedor. También De Narváez, pero no importa: es un ET. Pero Duhalde sí, él importa. Es en el peronismo donde las batallas se van a librar. Nadie puede gobernar (hoy, todavía al menos) este país sin el apoyo del aparato peronista. Duhalde controla una buena parte. ¿Quién es Duhalde? Es un político que fue al acto de la Sociedad Rural. Alguien que sorprendió a todos hablando amablemente de los militares desaparecedores y pidiendo se les conceda la libertad. O que cesen los juicios. Alguien que presentó el libro de Alberto “Tata” Yofre (el último: el que festeja la represión clandestina que Perón ejerció sobre la Tendencia durante su oscuro y, en efecto, clandestino tercer gobierno). Yofre es, también, ese autor que lee Alfredo Astiz, que se presenta con su libro en las audiencias y lo pone a la vista de todos: “Señores, yo leo esto”. Acaso Duhalde lo ponga de ministro del Interior o le restituya el puesto de jefe de la SIDE que tuvo con Menem. Esto es más posible. En suma, toda la llamada “oposición” tiene su verdadera fuerza, no en los medios, no en la Sociedad Rural, no en esos patéticos políticos que ponen la cara por ella, sino en el aparatismo duhaldista, parte importante del aparatismo peronista. La otra parte del aparato la tiene Néstor Kirchner, que es un tigre para dar esas batallas. En suma, las elecciones de 2011 (al margen de las caras visibles que se presenten como “candidatos”) deberán elegir entre Kirchner o Duhalde. Biolcati y la Sociedad Rural –ayer– eligieron a Duhalde. Un peronista. El ex vicepresidente de Carlos Saúl Menem. ¿Esperarán otra fructífera década neoliberal como la que disfrutaron con el riojano en los noventa?

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