La caracterización de la economía mundial contemporánea debe realizarse a
partir de la crisis de rentabilidad que aflora entre finales de los años sesenta y
primeros setenta /1. Como vemos en el gráfico 1, en esos años la tasa de rentabilidad
que obtiene el capital en proporción a su inversión comienza a deteriorarse
seriamente. Esta situación afectó gravemente a la dinámica económica
(que en una economía capitalista depende de que el capital privado obtenga
una tasa de rentabilidad “suficiente” para seguir invirtiendo), conllevando
el desencadenamiento de lo que se ha llamado la ofensiva neoliberal: la
VIENTO SUR Número 100/Enero 2009 21
Nacho Álvarez y Bibiana Medialdea
“...la esperanza pura reside primera y misteriosamente en la
capacidad para calificar lo intolerable como tal.”
(John Berger. Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos)
1/ Para profundizar en el tema recomendamos Duménil y Lévy (2004) y Palazuelos (1990).
Financiarización, crisis económica
y socialización de las pérdidas.
La contrarrevolución neoconservadora
(Thatcher,
Reagan, Khol) impuso a
principios de los años
ochenta toda una batería
de medidas que serían
posteriormente asumidas
también por los partidos
socialdemócratas y
la-boristas (gobiernos de
Mitterrand, Felipe González,
Clinton, Blair,
Schröder, Jospin, etc.).
Estas medidas –privatización,
apertura externa
de las economías, liberalización y desreglamentación de los mercados–, junto
con la propia ofensiva patronal en el seno de las empresas, consiguieron restablecer
la rentabilidad empresarial a partir de los años ochenta, tal y como se
puede observar en el gráfico 1.
La aplicación del paquete neoliberal –posteriormente conocido como
el Consenso de Washington– permitió el restablecimiento de la tasa de rentabilidad
por dos vías: mediante el aumento de los beneficios de los que se apropia el
capital en actividades que ya le eran rentables, así como a través de la reinserción
en la lógica mercantil de espacios que hasta entonces, fruto de conquistas sindicales
y sociales históricas, se encontraban protegidos de dicha lógica (sistemas de
sanidad, viviendas públicas, pensiones, servicios sociales, sistemas financieros
públicos, etc.) /2. Además, la liberalización y desreglamentación de los mercados
de trabajo abrió la puerta a la multiplicación de las figuras contractuales, el incremento
de la precariedad laboral y la quiebra de la capacidad reivindicativa de los
asalariados.
De este modo, las contrarreformas
neoliberales
desplegadas durante las
últimas tres décadas
frente a la crisis de rentabilidad
de los años setenta,
dinamitan el estado
social surgido de las
22 VIENTO SUR Número 100/Enero 2009
Gráfico 1: Tasa de beneficio general de EE UU
y Europa, 1960-2007.
* La tasa de beneficio de Europa se compone de la tasa media de beneficio
de Alemania, Francia y Reino Unido.
** La tasa de beneficio se ha calculado como el cociente entre el excedente
neto de explotación nacional y el stock de capital neto del país.
Fuente: Elaboración propia a partir de AMECO.
Gráfico 2: Remuneración de Asalariados sobre
el PIB (%), OCDE 1960-2007
Fuente: Elaboración propia a partir de AMECO.
2/ Un análisis de clase sobre la respuesta
neoliberal a la crisis se
puede encontrar en Onaran (2005),
Duménil y Lévy (2000) y Álvarez
et al. (2008).
luchas del periodo de entreguerras, haciendo recaer el peso del ajuste sobre los
trabajadores: la congelación salarial, junto con el desempleo, la degradación de
las condiciones de trabajo y los recortes en los servicios públicos, evidencian esta
ofensiva contra las condiciones de vida de la mayoría de la población. El gráfico
2 nos ofrece una visión sintética del proceso de retroceso salarial: incluso en los
países desarrollados el peso de los salarios sobre el conjunto de la renta nacional
no ha hecho sino disminuir /3.
2.- Financiarización de la economía mundial
y burbujas especulativas
En este contexto de respuesta ante los problemas de rentabilidad en la esfera productiva,
la ofensiva neoliberal se concentra en liberalizar y desreglamentar el
ámbito financiero. Así, una vez liquidado el sistema de Bretón-Woods (1971) y
establecido un sistema de tipos de cambio dirigido por el mercado (1973), durante
los años ochenta y noventa los gobiernos de prácticamente todos los países van
decretando el fin de las reglamentaciones sobre el crédito, la liberalización de los
movimientos internacionales de capitales y la desreglamentación de los mercados
de acciones (que se conectan entre sí). Además, se impulsan de manera formidable
mercados como los de deuda pública, de divisas, de obligaciones, y de nuevos
productos financieros como los derivados (títulos financieros que no representan
activos reales, sino que se sustentan sobre otros activos financieros). Por
último, se incorporan ciertos países subdesarrollados (los llamados “mercados
emergentes”: Brasil, China, Rusia, India, etc.) a la dinámica mundial de las finanzas
de mercado, constituyéndose en nuevos espacios de negocio para el capital
financiero internacional.
De esta forma, el “corsé keynesiano” que ha mantenido durante las décadas anteriores
a las finanzas como una actividad subordinada a las necesidades de la actividad
productiva, salta por los aires, mientras que los mercados financieros se convierten
en sí mismos en una fuente aparentemente ilimitada de beneficios.
Efectivamente, se registra un crecimiento colosal del “negocio financiero”, que va
paulatinamente desconectándose de la dinámica de la economía productiva. Por
ejemplo, mientras que el PIB mundial a precios corrientes se ha duplicado entre
1990 y 2005, el volumen de transacciones de los mercados de divisas se ha multiplicado
por 3,5, el de deuda pública y el de derivados por 4, y el de acciones por 9.
Para referirse a esta nueva y creciente importancia de las finanzas dentro de la
actividad económica algunos autores acuñan el concepto de financiarización /4.
Sintéticamente se trata de designar así la existencia, desde 1980 en adelante,
VIENTO SUR Número 100/Enero 2009 23
3/ Los demoledores efectos de las políticas neoliberales sobre los trabajadores –tanto en países desarrollados como
subdesarrollados– están ampliamente constatados en la literatura especializada. Quizás lo más significativo es que
recientemente incluso los organismos emblemáticos del capital (FMI, BIS, OCDE) recogen el retroceso de la parte
salarial sobre la renta como un “proceso estructural”. Ver FMI (2007), OCDE (2007) y Ellis y Smith (2007).
4/ Véase Bellamy Foster (2008), Brunhoff et al. (2006), Epstein (2005), Husson (2008), Krippner (2005), Palley
(2007) y Stockhammer (2007).
de un nuevo “patrón de
acumulación en el cual
la realización de beneficios
tiene lugar fundamentalmente
a través de
los canales financieros,
en lugar de a través del
comercio y la producción
de mercancías”
(Krippner, 2005: 174). Y
efectivamente, la restauración
de la rentabilidad
del capital que observábamos
en el gráfico 1,
obedece fundamentalmente
a la recuperación de la rentabilidad del capital financiero, en la medida en
que la rentabilidad de las sociedades no financieras tiene una evolución mucho
más apática, tal y como podemos ver en el gráfico 3.
De este modo, el capital financiero recupera la capacidad de valorizarse en un
circuito ensimismado, creando enormes bolsas de capital ficticio que no financian
la actividad productiva, lo cual estimula la tendencia intrínseca del capitalismo a
la formación de burbujas especulativas /5. La naturaleza ficticia de los activos
financieros se evidencia en el hecho de que los flujos de los mercados financieros
desbordan el valor de las variables económicas fundamentales (expresión de
la riqueza real producida), como puedan ser el PIB, la inversión empresarial, el
comercio internacional o el nivel de reservas mundiales. El mercado de divisas es
un buen ejemplo de ello: el volumen de divisas negociado en un solo día en 2006
era muy superior al valor diario de las principales variables de la economía real
(15 veces superior al PIB mundial, 60 veces superior al comercio mundial y 800
veces por encima de la inversión extranjera directa internacional). También las
bolsas, como podemos ver en el gráfico 4, han sido un ámbito privilegiado para
la formación de estas burbujas financieras. Mientras que la actividad productiva
real estaba creciendo a escala mundial en torno al 3-4% entre 2002 y 2007, la
bolsa experimentaba crecimientos del 15-25% anual.
No obstante, esta dinámica de acumulación de capital ficticio desconectada de
los propios fundamentos de la actividad productiva tiene límites evidentes, como
señalaron tanto Marx como Keynes (y como sugiere el sentido común): los beneficios
derivados de la compra-venta especulativa de activos (divisas, acciones,
24 VIENTO SUR Número 100/Enero 2009
4/ Véase Bellamy Foster (2008), Brunhoff et al. (2006), Epstein (2005), Husson (2008), Krippner (2005), Palley
(2007) y Stockhammer (2007).
5/ Según algunos autores, la economía mundial contemporánea presenta una situación en cierto sentido similar a
la de principios del siglo XX: poderosa hegemonía del capital financiero internacional, predominio de dinámicas
especulativas y atonía del crecimiento económico.
Gráfico 3: Tasa de beneficio de las sociedades
financieras y no financieras (%), EE UU 1980-2006
*La tasa de beneficio de las sociedades no financieras se ha calculado
como el cociente entre sus beneficios y el stock neto de capital fijo de
dichas sociedades. La tasa de beneficio de las sociedades financieras se
ha calculado de forma análoga.
Fuente: Elaboración propia a partir de US Department of Commerce,
BEA, National Economic Accounts.
inmuebles, etc.) terminan
desinflándose en el
momento en el que los
agentes que compran a
precios inflados perciben
que la desconexión con el
valor real es tal que no
será posible seguir vendiendo
a precios especulativos,
condición necesaria
para obtener beneficio
con la operación /6.
A partir de ese momento,
resulta imposible reconocer
todas las deudas contraídas
por los inversores
financieros con la economía
real (de ahí el concepto
de “capital ficticio”).
Por eso, antes o
después, todas las burbujas
especulativas estallan,
los precios vuelven a
conectarse con el valor real que incorporan las mercancías objeto de dicha especulación,
y los valores especulativos desaparecen como si de humo se tratara.
Así, como ilustra claramente el gráfico 3, vemos que la rentabilidad que la ofensiva
neoliberal consigue restaurar no es tanto la correspondiente a la dinámica productiva
como la asociada a la actividad financiera, que a su vez, según acabamos
de explicar, se apoya sobre el proceso de formación de burbujas especulativas. Es
por ello que la ofensiva neoliberal contra las conquistas del trabajo por un lado no
puede dejar de actuar como una suerte de “ajuste permanente”, incapaz de restaurar
de forma sostenida el proceso de valorización del capital a pesar de demandar
sacrificios crecientes en las condiciones de vida de los asalariados, y por otro lleva
asociada la proliferación de crisis financieras derivadas del estallido de burbujas
especulativas.
3.- El estallido de la crisis: pinchazo inmobiliario,
colapso crediticio y cortocircuito productivo
El pinchazo de la burbuja bursátil que tuvo lugar en los años 2000-2001
–impulsada por los gurús económicos del momento que profetizaban una
VIENTO SUR Número 100/Enero 2009 25
6/ Sobre la dinámica de formación y estallido de burbujas especulativas, véase Kindleberger (1991).
Gráfico 4: Evolución de los índices bursátiles
Dow Jones e IBEX- 35
Fuente: New York Stock Schange, Bolsa de Madrid.
“Nueva Economía” sin ciclos y con una creciente productividad fruto de las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación– determinó que una
parte muy importante de los inversores comenzasen a buscar valores refugio en
el sector de la vivienda. A esto se unió el enorme exceso de liquidez en busca
de rentabilidad que caracteriza a la economía mundial durante las últimas décadas,
y que se ha traducido desde 2001 en adelante en una enorme propensión
de los bancos a otorgar créditos fáciles a hogares y empresas. Los reducidos
tipos de interés existentes entre 2000 y 2004 –rebajados por la Reserva Federal
y el BCE para intentar superar la crisis de 2001– terminaron de impulsar definitivamente
la dinámica especulativa de los inversores y el sobreendeudamiento
de los hogares asalariados en el mercado inmobiliario, particularmente en
economías como la norteamericana, la británica o la española.
Así, al pinchazo de la burbuja bursátil de 2000-2001 le siguió la formación
de una nueva burbuja especulativa, de nuevo a escala internacional, pero esta
vez basada en la especulación con un bien de primera necesidad, la vivienda.
Mientras que la actividad productiva crecía entre 2002 y 2006 a tasas anuales
del 3-4% en el mejor de los casos, los precios de la vivienda lo hacían al 15-
20% anual en EE UU y en muchas economías europeas, tal y como se puede
observar en el gráfico 5 (obsérvese que el crecimiento de los precios de la
vivienda en Madrid está en tasa trimestral).
En EE UU la burbuja inmobiliaria y la dinámica de sobreendeudamiento de
los hogares alcanzó una dimensión espectacular: los bancos canalizan su exceso
de liquidez hacia la concesión masiva de créditos, incluyendo créditos hipotecarios
a hogares de muy escasos recursos y sin activos. Estas hipotecas de alto
riesgo –o hipotecas subprime– eran avaladas por el propio valor de las viviendas
compradas, que no hacían sino revalorizarse fruto de la dinámica especulativa
existente en el mercado de la vivienda. A su vez, este incremento del valor
de la vivienda permitía la renegociación de las hipotecas al alza –práctica habitual
en EE UU–, de forma que las familias utilizaban esos incrementos como
créditos adicionales para financiar todo tipo de gastos de consumo (vehículos,
sanidad privada, universidad de los hijos, etc.). Si en 2000 las hipotecas de alto
riesgo se situaban en torno al 10% de los nuevos créditos que daban los bancos
norteamericanos, en 2006 ese porcentaje se había duplicado.
El inicio de la caída de los precios de la vivienda, una vez que los inversores y
hogares terminan percibiendo la desconexión insostenible entre dichos precios y
el valor real de los activos, junto con el notable incremento de los tipo de interés
entre 2004 y 2007, determinará el cortocircuito de la lógica de sobreendedamiento
y un fuerte incremento en las tasas de morosidad, especialmente de los hogares
norteamericanos más pobres (como se puede observar en el gráfico 6).
Sin embargo, los efectos del pinchazo de la burbuja inmobiliaria a partir de
agosto de 2007 no se circunscriben a la corrección de los precios y al consiguiente
frenazo en la actividad constructora norteamericana, sino que desenca-
26 VIENTO SUR Número 100/Enero 2009
dena una verdadera
hecatombe en los mercados
financieros internacionales.
La reacción en cadena
que ha arrastrado a
la quiebra a entidades
financieras norteamericanas
y europeas no
directamente vinculadas
con el crédito hipotecario,
tiene que ver con el
propio proceso de financiarización
antes descrito,
que dio lugar a un
complejo entramado de
capital ficticio que se ha
volatilizado en los primeros
compases de la
crisis.
Los bancos que han
otorgado créditos hipotecarios
en EE UU no los
han mantenido en sus
carteras a la espera de ser
progresivamente cobrados,
sino que los han
vendido a otros intermediarios
financieros, básicamente
a la banca de
inversión de Wall Street.
A su vez, los grandes
bancos de inversión norteamericanos
(Morgan
Stanley, Goldman Sachs,
Merril Lynch, Lehman
Brothers, Bear Stearns,
etc.) procedieron a titularizar estos créditos hipotecarios: fueron “empaquetados”
en bloques –según distintos tramos de riesgo– dando lugar a emisiones de bonos
de deuda (los llamados CDO, acrónimo de Collateralized Debt Obligation). De
este modo, los bonos CDO, que se lanzaron al mercado con la apariencia de productos
financieros sofisticados, rentables y seguros, no son más que hipotecas de
VIENTO SUR Número 100/Enero 2009 27
Gráfico 5: Evolución del precio de la vivienda
en EE UU y España
Fuente: Standard & Poor's ; Idealista.com
Gráfico 6: Incremento de la tasa de morosidad (%)
en EE UU (hipotecas prime y subprime)
Fuente: Bloomberg
alto riesgo mezcladas con otras de bajo riesgo como respaldo. El pago de dichos
bonos, en última instancia, depende del pago mensual de las hipotecas por parte
de millones de hogares norteamericanos.
Pero además, la pirámide de titularizaciones y especulación sobre la base de
las hipotecas no se quedó ahí. La venta de los bonos CDO infla a su vez un proceso
especulativo en los mercados de derivados: los inversores financieros
(fondos de pensiones, fondos de inversión, bancos internacionales, etc.) compran
los CDO con un importante grado de apalancamiento para potenciar la
rentabilidad (es decir, los inversores se endeudan para comprar estos títulos). Y
para cubrirse del riesgo, generaron a su vez títulos derivados sobre los CDO,
como por ejemplo los CDS (Credit Default Swaps), seguros financieros que
permitía a los inversores intercambiar y diseminar el riesgo.
Así, cuando estalla la burbuja inmobiliaria y aumenta la tasa de morosidad,
la cadena se rompe por el eslabón más débil: los hogares más pobres comienzan
a no poder pagar sus hipotecas. A pesar de que las agencias internacionales
de calificación (Moody’s, Standard & Poor’s, Fitch) habían certificado con
“seguridad máxima” los bonos CDO, estos títulos se desvalorizan rápidamente,
las entidades financieras que los tienen o que habían negociado sobre ellos
en los mercados de derivados, empiezan a tener graves problemas de liquidez
e incluso de solvencia (Northern Rock, Lehman Brothers, Freddie Mac, Fannie
Mae, Fortis, Hypo Real Estate, la aseguradora AIG, etc.) y el castillo de naipes
se desploma en apenas unas semanas.
La dimensión del colapso financiero es brutal: no olvidemos que quiebran
grandes bancos del sistema financiero mundial, algo inédito. Y que otros no lo
hacen sólo gracias al rescate público. El Banco de Inglaterra ha cifrado en casi
tres billones de dólares las pérdidas financieras. La magnitud es tal, que la crisis
no ha tardado en traspasar las fronteras financieras para golpear con dureza
a la economía real de las potencias mundiales. El colapso del sector inmobiliario
ya supone de por sí un fuerte impacto en algunas economías, como la española.
Sin embargo, a eso se ha unido un factor aún más importante. Los problemas
de liquidez de las entidades financieras y, especialmente, el hecho de que
éstas desconozcan la magnitud de las pérdidas en los balances del resto de entidades,
ha resultado en una drástica restricción del crédito: los bancos dedican
su liquidez a solucionar los agujeros en sus balances y, aquellos que tienen
situaciones solventes, no se atreven a prestar a otros bancos en los mercados
interbancarios, ni a empresas o consumidores. El colapso crediticio –mercancía
clave para el funcionamiento de la dinámica productiva– comienza a bloquear
el comercio, la inversión empresarial y el consumo, cortocircuitando con ello
la producción económica. Por eso los sectores económicos que además de
depender del crédito para su funcionamiento también dependen de él porque
alimenta la demanda de sus productos, se ven especialmente afectados. Es el
caso del sector automovilístico, clave dentro de la estructura industrial española,
28 VIENTO SUR Número 100/Enero 2009
y que viene registrando
caídas de ventas espectaculares
(del 40% en octubre
de 2008 respecto al
mismo mes de 2007). El
abrupto colapso del crecimiento
de la economía
española queda bien ilustrado
en el gráfico 7. Y
además de repentinos,
los efectos sobre la actividad
económica prometen
ser duraderos: la propia Comisión Europea prevé 9 meses de recesión y prácticamente
dos años adicionales (21 meses) de estancamiento.
El efecto más directo del cortocircuito productivo es un incremento muy sustancial
y muy rápido del desempleo (ver gráfico 8), que seguramente alcance
niveles elevados a lo largo de los próximos años. La Comisión Europea calcula
que en 2010 llegaremos una tasa de desempleo del 15,5% sobre la población activa.
Es decir, según una fuente oficial, en principio optimista, la tasa de desempleo
prácticamente se duplicará en sólo tres años. De hecho, es el recorte de la masa
salarial la variable que está siendo utilizada en los “ajustes” con los que las
empresas comienzan a afrontar la crisis (es ilustrativa la proliferación de EREs en
2008 y su impacto sobre las plantillas afectadas, como recoge el gráfico 9, p. 31),
lo cual se traducirá, casi con seguridad, además de en mayor desempleo, en futuras
congelaciones salariales de quienes conserven sus puestos de trabajo, y en el
reforzamiento de la distribución desigual de la renta.
Por otro lado, los directivos de las grandes entidades financieras, que se enriquecieron
espectacularmente y cuya gestión ha conducido al desastre financiero
actual, mantienen sus ingresos blindados ante la crisis. Por ejemplo, en 2007 los
sueldos de los Presidentes Ejecutivos de las 16 entidades estadounidenses más
afectadas por la crisis financiera sumaron 334 millones de dólares, un 30% más
que en 2005. Estas mismas compañías han despedido en 2007-2008 a 80.236
empleados /7. El España, los sueldos de los Consejos de Administración de los
15 mayores bancos sumaron 115,7 millones de euros en 2008 /8. Además, el 75%
de las empresas del IBEX-35 tiene blindada a su cúpula directiva, es decir, 284
altos ejecutivos disfrutan de cláusulas de garantía según las cuales cobrarán entre
2 y 5 anualidades en caso de despido /9.
VIENTO SUR Número 100/Enero 2009 29
Gráfico 7: Tasa de crecimiento del PIB en España
(tasa de variación interanual, %)
Fuente: Instituto Nacional de Estadística
7/ El País Negocios, 21/09/08, pág. 9.
8/ El País, 19/10/08, pág. 26.
9/ El Economista.es, 22/09/08.
4.- La gestión de la crisis: una vuelta de tuerca
adicional sobre el ajuste salarial
Desprendiéndose a toda velocidad de la retórica neoliberal que lleva décadas legitimando
los ataques contra el trabajo, el capital descubre frente a la crisis actual
su gran capacidad para el pragmatismo. La intervención del Estado, denostada y
combatida cuando se hace para promover servicios sociales o bienes públicos, es
ahora formidablemente impulsada para rescatar a aquellas instituciones financieras
que se enriquecieron espectacularmente durante la burbuja especulativa.
Hasta la fecha, la intervención realizada por los principales gobiernos ha presentado
dos fases. En un primer momento se apostó por inyecciones masivas de liquidez
al sistema financiero internacional por parte de los bancos centrales del G7,
para así compensar los problemas que estaban teniendo las entidades financieras.
Sin embargo, una vez que se constató, a partir de septiembre de 2008, que los problemas
financieros no eran exclusivamente de liquidez (capacidad para asumir los
pagos a corto plazo), sino de solvencia (capacidad de asumir el pago de las deudas
contraídas dado un determinado patrimonio empresarial), los gobiernos del
G7 comienzan a diseñar colosales planes de rescate económico. EE UU, Reino
Unido y Alemania lanzan rescates por valor de algo más de 500.000 millones de
euros en cada caso; Francia ha diseñado un plan de 360.000 millones de euros, y
España uno de 150.000 millones. Estos planes se fundamentan, aunque con desigual
intensidad según el país, en tres ejes: compra de activos hipotecarios a aquellos
bancos con problemas de solvencia, aval del Estado a los préstamos que hagan
las entidades bancarias y “nacionalizaciones” del sistema bancario.
Estas medidas suponen una tremenda trasferencia de rentas desde las arcas
públicas (que se financian fundamentalmente con los impuestos sobre los trabajadores)
hacia las entidades financieras, sin ninguna garantía de una posterior
reposición. Las ayudas no se otorgan a cambio de garantías de que los bancos
financiarán a los sectores y hogares necesitados de liquidez; las “nacionalizaciones”
bancarias e inyecciones de recursos no suponen el control efectivo de la
banca por parte del Estado (que, por ejemplo en EE UU, no tendrá derecho a sentarse
en los consejos de administración de los bancos nacionalizados); las inyecciones
de liquidez a los bancos europeos por parte del BCE se están haciendo a
cambio de activos no seguros. Ytodas las operaciones se realizan con un nivel de
opacidad inaudito, teniendo en cuenta que es dinero público el empleado. De este
modo, el Estado interviene socializando las pérdidas a favor del rentismo financiero,
con el agravante de que no intervino en su momento para socializar las
ganancias (más bien al contrario, rebajó los impuestos sobre el capital).
Estos inmensos planes de rescate con dinero público no tienen ninguna contrapartida
que blinde a los asalariados ante la crisis, al tiempo que evidencian la existencia
de recursos suficientes para hacerlo si hubiese voluntad política. Son posibles
otras medidas ante la crisis, a favor de la mayoría social: el dinero público
debiera emplearse en crear puestos de trabajos dignos que empleen a los desem-
30 VIENTO SUR Número 100/Enero 2009
pleados y precarios, y en
proveer de servicios
públicos de calidad a la
población, que ahora los
necesita más que nunca.
Para ello, es necesario
cuestionar abiertamente
el Pacto de Estabilidad y
Crecimiento impuesto
por Bruselas. Además de
recuperar la soberanía
fiscal, los estados deberían
promover de forma
coordinada una reforma
de los sistemas impositivos
a favor de su progresividad,
combatir eficazmente
el fraude e ilegalizar
los paraísos fiscales,
lo que permitiría empezar
a contar con suficientes
recursos públicos. Por
otra parte, las ayudas
incondicionales al sector
financiero privado deberían
ser sustituidas por
una apuesta decidida por
un sistema financiero
público al servicio de las
necesidades sociales
actualmente insatisfechas,
que permitiese
financiar además la reconversión ecológica de la economía. Igualmente, impulsar
una nueva reglamentación de los mercados laborales, que invirtiese la dinámica
del abaratamiento del despido y garantizase el empleo estable y de calidad, permitiría
revertir la caída de los salarios sobre la renta nacional.
Este tipo de medidas permitiría invertir el ajuste salarial en curso, cuestionando
así una lógica económica que, tal y como el estallido y la gestión de la crisis
nos recuerda, es por definición autista respecto a las necesidades sociales.
Además ahora es evidente, incluso para sus defensores más convencidos /10, la
inviabilidad de la fórmula neoliberal de gestión del capitalismo. Y, a su vez, el
VIENTO SUR Número 100/Enero 2009 31
Gráfico 8: Tasa de desempleo en España (%)
Fuente: Instituto Nacional de Estadística
Gráfico 9: Expedientes de Regulación de Empleo
(ERE) anunciados en 2008
(miles de empleados y % sobre la plantilla total)
Fuente: Expansión 25/10/08
10/ Véase en este sentido el artículo de Samuelson (2008).
neoliberalismo no fue más que la respuesta frente al agotamiento de la fórmula
keynesiana, que saltó por los aires con la crisis de los años setenta. Ambos elementos
–la crisis evidencia explícitamente la indiferencia de la lógica capitalista
respecto a las necesidades sociales, a la par que obliga a dicha lógica a buscar una
fórmula de gestión alternativa– actualizan la pertinencia y la oportunidad de
reflexionar sobre qué principios debieran regir el funcionamiento de nuestras
sociedades.
[Este artículo tendrá continuidad en otros textos de actualización del análisis
de la crisis, que se publicarán en la web de VIENTO SUR].
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Paper Series No. 142, Political Economy Research Institute, University of Massachusetts Amherst.
32 VIENTO SUR Número 100/Enero
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Atentamente:
El coordinador.
Cordoba
Argentina