14-02-2009
Acople depresivo global (radicalización de la crisis)
Jorge Beinstein.
Alai-amlatina
A comienzos de 2007 fue Alan Greenspan (por entonces ya había abandonado la presidencia de la Reserva Federal) quien dio el alerta acerca de la próxima llegada de la recesión en los Estados Unidos, la profecía se cumplió hacia el fin de ese año. Ahora ha sido Gordon Brown, primer ministro de Inglaterra el que ante la Cámara de los Comunes a comienzos de febrero de 2009, en plena recesión, anunció la llegada de la depresión global. Como era de esperarse la palabra maldita fue rápidamente desmentida oficialmente que la atribuyo a una “gaffe” (1), una expresión involuntaria de Brown, pero el tema quedo instalado precedido por un cierto número de comentarios y artículos de especialistas coincidentes con esa afirmación. Casi al mismo tiempo el presidente de Francia, Nicolás Sarkozi, califico a la crisis como “la peor desde hace un siglo” y en su conferencia de prensa del 9 de febrero Barak Obama coincidió con esas visiones “catastrofistas” (realistas).
2009 aparece como el-año-de-todos-los-peligros, es muy difícil pronosticar el ritmo de la crisis en curso sobre todo porque no tiene precedentes en la historia del capitalismo; su carácter sistémico, su pluralidad (económica, energética, militar, institucional, tecnológica, ambiental, ideológica) y las interrelaciones entre sus diversas componentes le confieren un comportamiento errático, casi (pero no totalmente) impredecible.
De todos modos un conjunto de indicadores nos están señalando que el acople recesivo global que se fue desarrollando durante 2008 está ahora ingresando en una nueva etapa caracterizada por grandes caídas productivas y aumentos de la desocupación en los países centrales y en la mayor parte de la periferia. Se trata de la instalación de un acople depresivo global avanzando ante la impotencia de los gobiernos de los países ricos que constatan como las lluvias de millones de millones de dólares, euros, etc., arrojados sobre sus mercados no consiguen frenar la avalancha.
Al igual que en el comienzo de la etapa anterior el motor de la crisis se encuentra en los Estados Unidos donde durante el último trimestre de 2008 y en el comienzo de 2009 aparecieron datos alarmantes anunciando la inminente llegada de la depresión.
En el cuarto trimestre de 2008 el Producto Bruto Interno promedio cayó a una tasa anual de 3,8% (si descontamos la acumulación de inventarios la caída supera el 5%), la producción industrial bajó 11 %, el consumo de bienes durables 22 %, el de bienes no durables 7 % y las exportaciones 22 %, las informaciones disponibles del primer mes de 2009 (consumo, desocupación, cotizaciones bursátiles, algunos sectores industriales decisivos como el del automóvil, etc.) indican que la tendencia recesiva se profundiza. A las caídas en la producción y el consumo se agrega el rápido aumento del ahorro personal, impulsado por el temor a la desocupación y a la pérdida de ingresos, que reducirá aún más el consumo lo que a su vez empujará hacia abajo a la producción industrial. A lo largo de 2008 se puso en marcha el clásico círculo vicioso recesivo donde el consumo, la producción y la inversión interactúan negativamente: la recesión provoca más y más recesión. Se ha producido un rápido empobrecimiento del grueso de la población, en algunos casos se trata de pérdidas de riquezas ilusorias como lo fue el aumento burbujeante de acciones y valores inmobiliarios que impulsaban el consumo de sus beneficiarios y en otros de pérdidas reales de empleos, salarios y viviendas.
Dos informaciones pueden ser útiles para evaluar la magnitud del desastre, la primera referida a la contracción de la riqueza provocada por el colapso financiero. La llamada riqueza neta de la población norteamericana (valor de las propiedades, acciones, etc., menos deudas) había descendido a comienzos de 2009 en unos 14 billones (millones de millones) de dólares corrientes respecto del valor promedio de 2007, cifra equivalente al Producto Bruto Interno de los Estados Unidos (2).
La segunda información nos ilustra sobre el impacto social de la crisis, la desocupación “oficial”, es decir la registrada de ese modo por el gobierno, creció gradualmente a lo largo de 2007 y se aceleró desde mediados de 2008, en octubre incluía a más de 10 millones de personas, en diciembre superaba 11 millones (7,2% de la población económicamente activa). Sin embargo esa cifra subestima el problema porque a los 11,1 millones de desocupados oficiales de diciembre de 2008 (3,6 millones más que en diciembre de 2007) es necesario agregar 2,6 millones de desocupados de “larga duración” (con 27 semanas o más sin empleo), ese sector aumento en 1,3 millones de personas durante 2008, por otra parte los trabajadores precarios llegaban a unos 8 millones (eran 4 millones 600 mil un año antes). Sumando desocupados oficiales. crónicos y trabajadores precarios se llega en diciembre de 2008 a casi 22 millones de personas, eran 13 millones 500 mil un año antes (3); se trata del salto al vacío de más de 8 millones de personas.
Insolvencia y aceleración de la crisis
Los principales indicadores económicos y sociales nos señalan que la crisis se acelera y que el aumento de ritmo apunta hacia una gran salto cualitativo, un hundimiento catastrófico de la economía norteamericana que seguramente arrastrará al conjunto del sistema global.
El Producto Bruto Interno real creció a una tasa anual del 3,3 % en el segundo trimestre de 2008, tuvo una leve cifra negativa en el tercero (-0,5%) y cayó con fuerza en el cuarto (-3,8%).
La producción industrial aceleró su descenso a lo largo del año pasado, el índice promedio del segundo trimestre cayo 0.9 % respecto del primero, el del tercero bajó 2,3 % respecto del segundo y el de cuarto trimestre descendió 3 % (4).
El consumo personal que se había mantenido estancado en términos reales durante los primeros meses de 2008 inició un persistente descenso en el segundo semestre que tiende a acentuarse a comienzos de 2009 (5).
A lo largo de 2007 y hasta abril de 2008 la masa de desocupados oficiales presentaba una curva ascendente suave, pero en mayo pego un salto del orden del 11 % a partir de allí el crecimiento de la desocupación se aceleró, en los cinco trimestres que van entre enero de 2007 y marzo de 2008 la tasa trimestral promedio de incremento del volumen de desocupados nunca superó el 1,5 %, pero en el tercer trimestre de 2008 subió al 3,5 % y el el cuatro al 5 %. En diciembre de 2008 se produjeron 630 mil nuevos desocupados netos, en enero de 2008 se repitió aproximadamente dicha cifra (6).
El índice de precios de las viviendas desciende a velocidad creciente desde mediados de 2008, 10 % de caída a lo largo de todo 2008 (7).
En los 12 meses que van entre octubre de 2007 y mediados de septiembre de 2008 la capitalización bursátil norteamericana descendió unos cuatro billones (millones de millones) de dólares, pero solo en los cuatro meses siguientes descendió en un cifra similar, la baja mensual promedio pasó entonces de 333 mil millones de dólares para el primer período a un billón de dólares para el segundo (casi 7 % del PBI por mes) (8). En fin, la tasa de ahorro respecto del ingreso personal disponible que se había mantenido próxima de cero en los últimos años pasó del 1,2 % en el tercer trimestre de 2008 a 2,9 % en el cuarto trimestre y existe consenso entre los pronósticos conocidos para situarla en torno del 5 % antes de fin de año acentuando así la retracción del consumo (9).
Si la tendencia a la aceleración de la caída económica no puede ser frenada todo parece indicar que 2009 se producirá la Gran Depresión, mucho más grande que la de los años 1930.
Desde que se produjo el colapso financiero de mediados de septiembre del año pasado el gobierno (Bush y luego Obama) ha tratado de suavizar la caída a través de millonarios subsidios a los bancos primero y después a industrias clave como la automotriz y finalmente a los consumidores. Sin embargo estas inyecciones de fondos que aumentan peligrosamente la deuda y el déficit público no han conseguido el objetivo buscado, ha sido así porque detrás de la crisis de liquidez, de la falta de crédito, se encuentra el fenómeno de sobre endeudamiento publico y sobre todo privado que ha colocado a numerosas empresas y a una enorme masa de consumidores en la insolvencia o al borde de la misma. Eso no se arregla inyectando dinero en el mercado, con esas intervenciones se producen algunos alivios pasajeros que evitan uno que otro derrumbe, postergan un poco la depresión sin poder impedir su llegada. A su vez la insolvencia y el sobre endeudamiento son el resultado de una prolongada decadencia productiva asociada al ascenso del parasitismo financiero de aproximadamente cuatro décadas de duración, es el conjunto del sistema lo que ha entrado en crisis,
Trampa global
Al igual que en el período recesivo (2008) no existe ninguna posibilidad de desacople, la articulación comercial, productiva y financiera de la economía mundial opera como una gigantesca trampa de la que nadie puede escapar. Habrá que esperar a que el tiempo (la prolongación de la crisis) genere factores de desarticulación, de fractura capaces de quebrar la unidad del sistema, para que ello ocurra debería producirse una quiebra duradera del comercio y de la trama monetaria internacional (queda abierta la reflexión acerca de la posibilidades de supervivencia del capitalismo como cultura universal si eso llegara a ocurrir).
Por ahora el hundimiento es general, la mayor parte de los países europeos están pasando de la recesión a la depresión, Japón sigue el mismo camino. China transita hacia una fuerte baja en su tasa de crecimiento del PBI, algunos pronósticos la sitúan en torno del 6 % para 2009 con consecuencias económicas y sociales equivalentes a una recesión, Brasil y Rusia ya se han acoplado al desinfle global, la Organización Internacional del Trabajo acaba de presentar un escenario para 2009 que incluye cincuenta millones de desocupados adicionales (10).
Depresión psicológica
La depresión económica viene precedida por una ola de depresión psicológica que luego de algunos primeros pasos tímidos en medio de la recesión de 2008 se expande actualmente a toda velocidad entre las elites dominantes del mundo, el pesimismo se está adueñando del universo cultural del capitalismo, sus ilusiones de dominación imperial del mundo se van disolviendo en el océano de la crisis. Ese clima fue bien expresado en su momento inicial por Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Internacionales de los Estados Unidos, cuando en un articulo publicado en Mayo de 2008 señalaba el fin de la hegemonía global norteamericana y el nacimiento de un mundo crecientemente despolarizado (11), es decir el principio del fin de la plurisecular y compleja construcción colonial de Occidente. Hacia mediados de diciembre James Rickards, figura clave del aparato de inteligencia norteamericano presentó un informe auspiciado por la U.S. Navy plagado de pronósticos siniestros: desde el derrumbe del dólar y de los títulos públicos norteamericanos hasta reducciones del Producto Bruto Interno del orden del 30 % en los próximos cinco años y tasas de desocupación similares a las de los años 1930 (12). Finalmente el último encuentro de Davos, en otros tiempos reunión estelar de la cumbre de la globalización neoliberal, estuvo dominado por las constataciones de impotencia ante una crisis avasalladora, empresarios transnacionales y dirigentes de las grandes potencias lloraron sobre los restos de un mundo que llegaron a creer eterno.
Este acople mundial del pesimismo ideológico y la depresión económica podría ser visto en una primera aproximación al tema como el principio del fin de la post guerra fría, período de dos décadas de duración marcado por la dominación global de los Estados Unidos, un auge sin precedentes de la especulación financiera y una integración transnacional muy avanzada de los sistemas productivos, también podría ser descripto como era neoliberal enterradora del keynesianismo, del estatismo burgués desarrollista. Sin embargo esas serían interpretaciones muy limitadas, carentes de una visión histórica más amplia ya que el llamado neoliberalismo no fue otra cosa que el discurso triunfalista de la degeneración financiera, parasitaria del capitalismo keynesiano. En los Estados Unidos el estado militarista e interventor nunca se retiró de la escena y en las otras grandes potencias la intervención voluntarista del Estado estuvo siempre presente aunque al servicio de un capitalismo globalizado y financierizado cuya dinámica terminó por desquiciar, corromper profundamente a los sistemas institucionales en los que se apoyaba. Es toda la historia del capitalismo (sus grandes paradigmas científicos y tecnológicos, su estilo de consumo, sus sistemas productivos, su cultura imperial) lo que ahora está comenzando a navegar a la deriva.
- Jorge Beinstein es economista argentino, docente de la Universidad de Buenos Aires
Notas
(1), Philip Webster, "Comment: Brown on depression - a gaffe and that's official", Times Online, February 4, 2009.
(2), Federal Reserve Statistical Release, Flow of Funds Account in United States y estimaciones propias..
(3), U.S. Bureau of Labor Statistics, “The employment situation: December 2008”.
(4), Federal Reserva Statistical Release, Industrial Production and Capacity Utilization.
(5), Bureau of Economic Analysis, National Economic Accounts, Real Personal Consumption Expenditures.
(6), U.S. Bureau of Labor Statistics-
(7), House Price Index, OFHEO, U.S. Office of Federal Housing Entreprise Oversight.
(8), World Federation of Exchanges.
(9), Personal Saving Rate, U.S. Bureau of Economic Analysis, National Economic Accounts.
(10), “Global jobs losses could hit 51 m”, BBC News, 2009-01-28.
(11), Richard Haass, “The Age of Nonpolarity. What Will Follow U.S. Dominance”, Foreign Affairs , May/June 2008
17-02-2009
Entrevista a Jorge Beinstein, economistaCrónica de una crisis anunciada
Luis Pablo GinigerLa revista del CCC
Para la mayor parte de los economistas la crisis global fue una sorpresa, se dieron por enterados cuando las burbujas reventaron y las bolsas se desplomaron. Jorge Beinstein es uno de los pocos que se atrevió a remar contra la corriente y a interpretar y analizar los elementos que generaron y desarrollaron la actual situación económica y financiera mundial.
Unos años atrás no muchos se animaban a anticipar, como usted hizo, la crisis mundial ¿Por qué era tan previsible?
La crisis era previsible, en líneas generales, desde hace aproximadamente una década, bastaba con extrapolar la tendencia hacia la hipertrofia financiera con centro en los Estados Unidos pero de alcance global. Dicha tendencia aparecía como el resultado mayor de la crisis de sobreproducción crónica que sufre la economía mundial desde comienzos de los años 1970 y que causó la desaceleración del Producto Bruto y de la Demanda globales. Era casi imposible que se produjera la reversión de estos fenómenos, claro que no se podían establecer fechas, pero yo diría que hacia fines de los años 1990, en plena fase terminal de la burbuja bursátil las cartas estaban echadas. Alcanzaba con poseer un cierto nivel científico, no estar intoxicado por el delirio ideológico neoliberal y ser honesto para descubrir y decir la verdad. Lamentablemente fuimos muy pocos, a nivel internacional, los economistas que nos atrevimos a decir la verdad, y lo pagamos muy caro: fuimos silenciados, aislados. Se nos acusaba de catastrofistas, pero el tiempo nos dio la razón. Lo que aparece realmente como increíble es que hace apenas un año todavía la inmensa mayoría de los medios de comunicación, seudo expertos y reputados economistas seguían negando la crisis o si la admitían subestimaban por completo su magnitud. Fue tal vez la mayor manipulación mediática de la historia.
¿Se puede hablar de crisis del sistema capitalista?.
Sí, nos encontramos ante una crisis sistémica. Yo prefiero hablar de crisis de civilización, es decir de la civilización burguesa que presenta múltiples aspectos: económico-financiero, ambiental, energético, alimentario, militar, y cuyo motor se encuentra en el centro del mundo: los Estados Unidos. Es una crisis global que viene siendo preparada desde hace unas cuatro décadas, el despegue de la decadencia del sistema puede ser establecido en el lustro que va desde 1968 a 1973 cuando concluyó la prosperidad de la postguerra. Estamos ahora en el comienzo de lo que muy probablemente será un largo período de turbulencias, marcado por la declinación general del sistema.
¿Esto quiere decir que es el fin de los Estados Unidos como país hegemónico? ¿El liderazgo cambiará de manos o ya no habrá unipolaridad?
Los más importantes referentes del pensamiento estratégico norteamericano admiten actualmente que nos encontramos ante el comienzo del fin de la unipolaridad en torno de la hegemonía estadounidense. No se trata solo de su degradación económica, sino también de su acelerado deterioro social y moral. Recordemos que los Estados Unidos tienen el 5 % de la población mundial y actualmente albergan al 25 % de todos los presos del mundo. Sus elites están profundamente atravesadas por la corrupción, el reciente affaire Madoff es una buena expresión de eso, pero también lo ha sido la presidencia de George Bush. Además la espina dorsal de su sistema, el Complejo Industrial Militar, se encuentra afectado por una crisis sin precedentes, no ha podido ganar las guerras coloniales en Irak y Afganistán, su nivel de gastos es insostenible.
Europa también está en crisis, la recesión se instaló allí rápidamente y al igual que en el caso norteamericano promete durar mucho tiempo. Por su parte, China, cuyas exportaciones -que en su mayoría van hacia los Estados Unidos y Japón- representan un tercio de su PBI y más de la mitad de su producción industrial, está comenzando a sufrir las consecuencias negativas de la recesión global.
Hemos ingresado en un período histórico donde al conjunto del capitalismo, como sistema planetario, le será cada vez más difícil reproducirse. Dicho de otra manera, el capitalismo mundial, y en consecuencia sus elites imperiales, se encuentra en una situación de debilidad estratégica y esto alentará en el futuro a tentativas de restauración salvaje del viejo orden, a la supervivencia opaca o bien la superación humanista del marco civilizatorio actual. La aventura de Bush y sus halcones fue una muestra de la primera opción, las maniobras desesperadas e impotentes ante la crisis por parte de numerosos gobiernos del primer mundo y de la periferia expresan la segunda alternativa y finalmente la corriente de izquierdización latinoamericana representa la tercera.
¿Para qué haya crisis del sistema capitalista no debería vislumbrarse con cierta perspectiva un sistema alternativo?
No, no es necesariamente así. Cuando comenzó la primera guerra mundial y estalló la estabilidad capitalista no existió en un comienzo un sistema alternativo, eso llegó después con la Revolución Rusa. Incluso podemos hablar de civilizaciones anteriores como la greco-romana por ejemplo que entraron en decadencia sin que apareciera ningún sistema alternativo. Una civilización puede declinar sin que eso signifique la irrupción automática de una opción superadora o sistema alternativo. Peor aún, puede aparecer un sistema alternativo monstruoso como lo ha sido el proyecto neofacista global de los halcones norteamericanos.
Nuestro gran desafío en este terrible inicio del siglo XXI es poder construir un sistema alternativo humanista y para ello tenemos referencias que no han sido felizmente destruidas por la avalancha neoliberal. Por ejemplo, Cuba, y también una enorme cultura democrática que se extiende por la periferia y los países centrales, también disponemos de una memoria histórica universal que ahora se va recuperando, allí se encuentran las grandes epopeyas emancipadoras del siglo XX, las revoluciones populares, las tentativas socialistas, la derrota del fascismo cuyo protagonista principal fue un pueblo de la periferia (no lo olvidemos): la Unión Soviética.
¿Qué papel podría jugar Barak Obama en todo esto?
Obama aparece como un administrador del sistema, seguramente con la profundización de la crisis se va a ver obligado a tomar medidas que ni él mismo imagina. Los Estados Unidos están pasando de la recesión a la depresión, la Reserva Federal acaba de bajar la tasa de interés al mínimo nivel: cero, acaba de disparar la última bala que le quedaba y el Dragón de la crisis sigue vivo y coleando. Obama deberá tratar de gestionar un Imperio decadente acosado por las deudas, los fracasos militares y las crecientes tensiones sociales internas. Intentará recuperar espacios coloniales perdidos o cada vez menos dóciles, por ejemplo en América Latina, tratará también de frenar o suavizar los efectos sociales internos de la crisis, buscará negociar algún repliegue militar, tal vez en Irak y consolidar u obtener algunos éxitos en otras aventuras coloniales, probablemente en Afganistán. Pero dispone de un poder político, de un sistema institucional muy deteriorado, de una economía en ruinas, además, al igual que en el caso de los gobiernos europeos, la crisis lo desborda.
¿Cómo se ubica América Latina en esta crisis? ¿Puede ser una oportunidad para la región?
La crisis latinoamericana se aceleró al comenzar la década actual, su resultado principal hasta ahora ha sido el desplazamiento de numerosos gobiernos derechistas y su reemplazo por otros cuya base de legitimación es el rechazo del colonialismo neoliberal. Algunos han avanzado hasta plantear la superación del capitalismo, es el ejemplo de Venezuela y su socialismo del siglo XXI, otros no han salido de los discursos progresistas cada vez más desteñidos, es el caso de Uruguay cuyo gobierno se ha sometido a los intereses dominantes. Pero la crisis está en sus inicios, seguramente la tormenta se va a llevar en los próximos años no sólo a uno que otro régimen conservador de derecha sino también a otros de signo conservador-progresista, esta última caracterización aparece como contradictoria, pero así es de esquizofrénica la cabeza de algunos dirigentes políticos de nuestra región.
Visto desde el largo plazo, es decir desde la perspectiva de una crisis prolongada del capitalismo latinoamericano (en tanto componente periférico del sistema global), es altamente probable que las rebeliones populares contra el sistema se sigan produciendo, lo que abrirá el camino para nuevas y seguramente más profundas transformaciones, algunas muy radicalizadas. La debilidad estratégica del sistema mundial, su crisis, abre para América Latina un amplio espacio de oportunidades de cambio positivo. Los parches keynesianos o desarrollistas son claramente insuficientes ante la perspectiva de caída a gran escala de las exportaciones agrícolas e industriales y del empleo. Será necesario abrir el camino de desarrollos productivos de base, populares, asociativos, baratos en términos de inversión por trabajador, austeros, bien anclados en demandas locales y regionales. Pero esa alternativa económica solo podrá apoyarse en nuevas condiciones políticas e institucionales, en profundas revoluciones sociales, en procesos de ruptura respecto de la transnacionalización del capital, especialmente, sus redes parasitarias, financieras.
¿Cómo se ubica la Argentina frente a este panorama y cómo deben leerse las medidas y anuncios del gobierno?
Argentina está en crisis, el conflicto entre el gobierno y la burguesía rural abrió una situación de crisis de gobernabilidad que hoy presenciamos. El gobierno ha tomado medidas defensivas frente a una crisis que subestimó hasta hace muy poco tiempo. Fue prisionero de una visión totalmente equivocada de la marcha del mundo. A comienzos de año el gobierno creía que los precios de las commodities subirían indefinidamente, estaba profundamente equivocado, ignoraba que la recesión global estaba dando sus primeros pasos a partir de los Estados Unidos (eso era bien evidente en el primer trimestre de 2008) y que en consecuencia los precios de las materias primas caerían antes de fin de año. La ilusión de la oportunidad argentina gracias a la crisis alimentaria mundial no era otra cosa que una ilusión, una fantasía de ignorantes, además inmoral porque especulaba con el hambre de muchos pueblos. Por supuesto que el llamado campo era inmoral al cuadrado, quería apropiarse de esa renta extraordinaria y concentrar ingresos reviviendo los viejos discursos elitistas y autoritarios.
Luego el gobierno nacionalizó Aerolíneas Argentinas y el Sistema de Jubilaciones Privadas (dicho sistema fue una de las mayores estafas de la historia económica argentina, uno de los productos más genuinos de la era menemista), ahora lanza un vasto programa de obras públicas y otros estímulos de tipo keynesiano. Pero no toca a los núcleos decisivos del sistema, a los grupos más concentrados que quieren aliviar su crisis aumentando la explotación de los trabajadores y la marginalidad social, en realidad, lo están logrando porque la desocupación vuelve a crecer y los salarios reales descienden.
Para salir de la crisis tenemos que salir del sistema, crear rápidamente otro modelo basado en desarrollos productivos populares. Individualmente modestos pero socialmente muy potentes. Pero eso significa poner en marcha una revolución muy profunda en beneficio de las grandes mayorías y en detrimento del capitalismo realmente existente; trasnacionalizado, financiero.
¿Es optimista como para ver a la crisis como una oportunidad?
Mi visión es optimista pero trata de no ser ingenua. La situación de debilidad estratégica del capitalismo en tanto sistema global, es decir su crisis sistémica general, abre la posibilidad de superación de un régimen profundamente inhumano. Reconozcamos que la fiera esta vieja y enferma, aunque, como sabemos, la senilidad es peligrosa sobre todo si quien la padece es muy poderoso y rico en recursos destructivos. Los brotes ultrareaccionarios como la aventura de los halcones norteamericanos, los delirios racistas europeos, o las arremetidas fascistas del antichavismo venezolano, del autonomismo boliviano o de los grupos más radicalizados de la nueva derecha argentina, no deberían ser subestimados. Pero la alternativa no es ceder ante el monstruo sino avanzar en la superación del sistema que lo genera, crear un nuevo horizonte civilizatorio. Existen amplias posibilidades para que ello suceda; los norteamericanos están siendo derrotados en Irak y Afganistán, en Europa han empezado a emerger fuerzas democráticas considerables como lo demuestran los acontecimientos de Grecia, en América Latina la derecha ha retrocedido de manera significativa.
Yo diría que la Historia necesita un empujón, no nos traerá la solución por sí sola, por supuesto el capitalismo está en crisis, el historiador Le Roy Ladurie sostenía acertadamente: "la crisis propone pero la cultura dispone", disponemos de un enorme patrimonio cultural democrático universal, incluidos sus componentes socialistas, en el que podemos apoyarnos para construir un mundo mejor. Sé que a mucha gente le asusta esta crisis y que los eternos adoradores del capitalismo tratarán de explicarnos que pese a todo tenemos mundo burgués para un buen rato, algunos repitiendo obsoletos discursos neoliberales, otros con un tono más dulzón entre progresista y conservador... son discursos cada vez más despegados de la realidad. Se avecinan tiempos propicios para quienes proponemos saltar la valla del sistema, es un buen motivo para que renazca la esperanza, el optimismo histórico.
Emmanuel Le Roy Ladurie (1929), historiador francés miembro de la Escuela de los Annales.
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