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19 y 20 de diciembre de 2001.-



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lunes, 30 de abril de 2012

AXEL K ...YPF NACIONALIZADA ...

¡¡¡ VIVA CRISTINA FERNANDEZ KIRCHNER NOBEL de la PAZ  2013 ¡¡¡¡
 
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El teórico de la nacionalización: AXEL ...K.
25-04-12 / 

Por Andrés Fidanza

Diez años antes de su performance hidrocarburífera más romántica y masiva, un Axel Kicillof verdaderamente juvenil alzó la voz en el aula magna del colegio Nacional de Buenos Aires. ¿Se puso corbata aquella noche electoral de abril de 2002? Por supuesto que evitó ese accesorio masculino y formal, al igual que durante su exposición consagratoria de la semana pasada: a los treinta años, Kicillof era el candidato a rector más precoz en la historia de la UBA; y tal era su signo y su marketing electoral. Aunque en realidad, no estaba claro si tenía o no corbata porque, a pesar del agradable calorcito de abril, Kicillof llevaba una campera cerrada hasta el cuello. Un look extravagante que despertaba sospechas entre los universitarios presentes: en promedio, una élite tirando a veterana que ya se había acostumbrado a la incorrección juguetona de este carismático economista de izquierda. La fuerza política que respaldaba a Kicillof —y que él mismo había fundado a principios de los ‘90— se llamaba TNT, es decir, Tontos pero No Tanto, a la vez que un homenaje ganchero y preideológico al dibujo animado del Coyote y el Correcaminos. Y si bien con TNT había conseguido desbancar a la invencible Franja Morada en la Facultad de Ciencias Económicas, Kicillof no tenía chances (ni estructura, ni avales partidocráticos, ni "rosqueo" acumulado) de ser elegido rector. El suyo era un aporte meramente contestatario y testimonial, una especie manifestación institucional de la crisis de 2001, pero a escala de la UBA y con un menú de propuestas más amplio que el de la rabia inorgánica de diciembre. Por apego obligatorio a las formas, entonces, la palabra fue cedida a Kicillof, el candidato marginal y sobreabrigado. Primero, el actual subinterventor de YPF desglosó conceptualmente las fallas de la UBA; enumeró planes alternativos y al final declamó: "A esta universidad no la limpia ni Manliba". Y se sacó la campera para que se entendiera el chiste: Kicillof tenía una remera con el viejo eslogan celeste de la empresa recolectora.

El resultado de la primera votación fue: Jaim Etcheverry, 101; Aldo Ferrer, 59; Félix Schuster, 35; León Rozitchner, 13, y Axel Kicillof, 0. La categoría abstenciones sacó tres votos más que el hoy viceministro de Economía. Podríamos exagerar y decir que la UBA —¡como Roma frente a Cristo!— todavía no estaba preparada para incorporar las novedades que traía Kicillof. Pero la realidad política es una lotería más azarosa. La militancia del futuro viceministro, aunque en estado más larval, ya presentaba un combo vanguardista de audacia y ambición personal (sostenida en su sólida formación de doctor en Economía), más cierta facilidad para maquilar humorísticamente la actividad política, espectacularizarla y volverla más amigable por vía social: las fiestas de TNT, organizadas en antros rotativos de San Telmo, fueron un clásico del circuito intelectual y antibolichero de los ‘90. El mismísimo Kicillof, años más tarde, combinó placer con negocios y abrió el bar palermitano Espero Infinito, en Carranza y El Salvador. Pero la contabilidad le ganó al entusiasmo, y el viceministro de Economía debió cerrar el bar a la brevedad.

Aquellos rasgos kicillofistas se conjugaban con un evidente aire antipolítico, o al menos con un brutal rechazo a los partidos tradicionales, en plena fidelidad con el humor social de la época. En Económicas y a principios del 2000, la UCR era la sociedad entre Oscar Shuberoff (rector de la UBA por 16 años) y la Franja Morada (hegemónica desde la vuelta de la democracia): un régimen de partido único consolidado y, por lo tanto, una combinación mafiosa y maldita para Kicillof y sus compañeros "independientes" de TNT. En el verano de 2004, por caso, cuando la facultad quedó vacía, a Kicillof y su novia de entonces "los cagó a trompadas la patota de Franja", según recuerda un ex colega del hoy viceministro.

Y el PJ ni siquiera calificaba como opción ideológica y estética para Kicillof, excepto por un asesoramiento puntual al hoy gobernador chaqueño Jorge Milton Capitanich, cuando el hoy compañero kirchnerista de Kicillof era funcionario menemista del Ministerio de Desarrollo Social. En 1999, su trabajo como ghost writer de Capitanich se publicó en un documento de 160 páginas titulado "Federalismo Fiscal y Coparticipación Federal. Una propuesta para la transformación de la relación Nación-provincias".

Con el Partido Comunista, en cambio, registra un vínculo errante. En 1984, el primer año en que el Centro de Estudiantes del Nacional Buenos Aires había dejado de ser clandestino, a Kicillof lo eligieron delegado de su división. Ahí, en "el colegio", según el chiste elitista de los egresados "del colegio", conoció al actual CEO de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, quien en 2009 le ofrecería la subgerencia de esa empresa reestatizada. Ésa, y no su casi inexistente militancia en la Cámpora, fue la puerta de entrada de Kicillof al kirchnerismo. Y desde ese cargo consagró su ascenso vertiginoso dentro del oficialismo.

Después, en los ‘90, ya recibido de economista (con diploma de honor, por haber promediado más de 8), la política se le redujo a un sinónimo de resistencia. En la UBA, contra la Franja. Y a nivel nacional, contra el menemismo. En términos existenciales, desplegó desconfianza antisistémica e intransigencia creativa. Desde ese ánimo fue que surgió TNT, y también su acompañamiento al Movimiento 501, que proponía viajar a 501 kilómetros del lugar de residencia; una forma legal de no votar por algún candidato.

"Cuando sacamos el primer documento público del Plan Fénix, en septiembre de 2001, quise conseguir el apoyo de Axel", explica Abraham Gak, ex rector del colegio Carlos Pellegrini, donde Kicillof era profesor de Economía de 4° año. ¿Consiguió Gak el apoyo de su apadrinado? No. ¿Le sorprendió no conseguirlo? Tampoco. "Me dijo que no avanzábamos lo suficiente en la crítica al neoliberalismo, y la verdad es que a mí no me sorprendió ni disgustó su reacción", recuerda Gak.

Y así fue hasta que el kirchnerismo, en 2003, dividió las aguas y obligó a la toma de partido tajante en el ancho universo de la izquierda y la centroizquierda, y de todo aquel que se opusiera con facilismo a la década neoliberal. Previsiblemente, la familia trotskista optó por la oposición.

A nueve años de la irrupción del kirchnerismo, Christian "Chipi" Castillo, dirigente histórico del PTS, que en el 2000 llegó a aliarse con TNT, señala a Newsweek que Kicillof "era una figura interesante con la que, a pesar de muchas diferencias, compartimos luchas en el ámbito académico". Sobre su rol de economista favorito de CFK y cerebro de la nacionalización de YPF, Castillo lamenta que se haya rodeado de algunos "personajes oscuros".

Pero Kicillof no se kirchnerizó al primer hervor progresista exhibido por el ex presidente Néstor Kirchner. "Dudaba de los Kirchner por lo que habían hecho en Santa Cruz", revela una profesora que lo conoce bien. Al contrario, perseveró en su militancia gremial en AGD (llegó a delegado), brazo del sindicalismo docente enrolado en el Partido Obrero.

"La izquierda consideraba que el kirchnerismo venía a ordenar la crisis sobre la base de mantener las condiciones económicas, y los independientes pensaban que se generaba una nueva situación", contextualiza Agustín Vanella, el presidente de la FUBA por aquellos días. Pero hasta dentro de los independientes hubo diferencias irreconciliables. En Derecho, el NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas, partido armado por Mariano Recalde) se kirchnerizó rápidamente. "TNT tardó mucho más, y Kicillof mucho más aún", explica Vanella, ya alejado del MST y de la militancia universitaria.

Los dos profesores que más influyeron en su carrera docente, Pablo Levín (titular de cátedra de la materia Economía Marxista, en la que Kicillof daba clases) y Miguel Teubal (tutor de su sorprendente tesis sobre Keynes), alentaban esa mirada escéptica hacia el kirchnerismo.

En julio de 2005, por ejemplo, se escenificó públicamente la desconfianza de Kicillof. Fue en un acto que organizaron los trabajadores del Hospital Garrahan, a los que el ex ministro de Salud Ginés González García había acusado de terroristas por hacer un paro. Invitado como orador por una agrupación de izquierda, el actual viceministro se quejó de la poca importancia que "el Gobierno le da a la salud pública". Incluso el CENDA, el Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino, que fundó Kicillof en 2004, mantuvo una producción académica independiente, y por momentos decididamente crítica, hasta finales del gobierno de Kirchner. Y así continuó Kicillof, hasta que en 2008 la llamada Resolución 125 aceleró la polarización, y ya no hubo forma de mantenerse indiferente. Ante la adversidad, ante el "golpe destituyente", según la propia presidente, Kicillof abrazó la causa kirchnerista sin matices ni disimulos. El CENDA, entonces, dejó de publicar el IPC-7, índice de precios al consumidor de las provincias, una especie de cifra alternativa al IPC calculado por el INDEC. Y Kicillof levantó su perfil kirchnerista (empezó a publicar notas de opinión en Página/12) y se tiró de cabeza a la pelea cultural contra la "oligarquía terrateniente".

Desde aquellos días, y a diferencia del papel que hoy toca a otros cuadros del camporismo, Kicillof patrocinó al Gobierno con más creatividad que obsecuencia. Su aporte fue conceptual, antes que una defensa cerrada y dogmática de "todo lo conseguido".

Hacia dentro del Gobierno, promovió la nacionalización de la mayor empresa de la Argentina, y la presidente decidió escucharlo. La expropiación de Repsol, adornada por su firme presentación en el Congreso, reavivó la mística del tercer período oficialista. Sumó un hito material y sentimental a la tira sagrada de los logros del kirchnerismo. Y fue el primero que aporta Kicillof desde la cocina del poder real.


http://www.diagonales.com/Content.aspx?Id=179306
Historia política íntima de Axel Kicillof, flamante subinterventor de YPF e influyente asesor de la presidente.
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