La pregunta del año
¿Contra quién pelean? La escalada armamentista en América Latina
(IAR Noticias) 15-Septiembre-09
Medios y analistas del sistema vienen destacando -casi con sorpresa y perplejidad- la escalada armamentista emprendida por los países sudamericanos con Brasil, Chile, Colombia y Venezuela a la cabeza. En general, coinciden en una pregunta: ¿Para qué y contra quién se rearman?.
Informe especial
IAR Noticias/
"En una región sin perspectivas de un conflicto armado serio, ¿tiene sentido que Chile tenga cientos de tanques de guerra? ¿o que Venezuela compre 100.000 fusiles Kaláshnikov AK47? ¿y que Brasil planee la construcción de un submarino nuclear? ¿No es acaso una región pacífica?", se pregunta la cadena británica BBC.
Para el Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar fue de US$ 34.000 millones el año pasado, lo que representa un aumento del 50% en los últimos diez años.
Este desembolso, no obstante, empalidece frente a los US$ 1,2 millones de gasto militar anual en el planeta, del cual solamente EEUU insume un presupuesto cuya última estimación por el Pentágono asciende a US$ 730.000 millones (casi un 60% del total).
En tanto, de acuerdo al Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por su sigla en inglés) con sede en Londres el gasto militar latinoamericano se incrementó un 91% entre 2003 y 2008, si se toma en cuenta a toda América Latina y el Caribe.
Pasó de US$ 24.700 millones a US$ 47.200 millones, de acuerdo al informe Balance Militar 2009 del IISS.
Las cifras sorprenden, en una región donde alrededor de 200 millones de personas viven en condiciones de pobreza, o por debajo de las líneas básicas de supervivencia.
Para el IISS, en los últimos cinco años los países que más han incrementado el presupuesto de Defensa han sido Venezuela, Colombia, Brasil y Chile.
Con un dato adicional: Colombia es una llave de entrada y un virtual portaaviones del Pentágono en Sudamérica, Brasil es un socio regional estratégico de Washington, y Chile es un aliado privilegiado y una plataforma incomparable de proyección militar USA en el Cono Sur.
En el caso colombiano, solamente en 2008 desembolsó unos US$ 5.500 millones para sus compras militares, un 13,5% más que en 2007.
La "amenaza de las FARC y la lucha contra el narcotráfico" aparecen como las principales razones para el rearme de un país que, según Robert Munks, editor para las Américas de la revista británica especializada en temas de Defensa, Jane's Intelligence Weekly, es de los más avanzados militarmente en el continente.
En tanto, al sur del continente, Argentina (con su ejercito desmantelado después de Malvinas) y Uruguay mantienen un rol casi accesorio para sus Fuerzas Armadas, no así Paraguay, que cobija en sus territorio una base de despegue rápido que permite al Pentágono un control efectivo sobre las mayores reservas de agua potable del mundo.
Argentina, en proporción, es una de las naciones que menos gasta en equipamiento militar en América del Sur, aunque sus fuerzas armadas (como el resto de América Latina) están alineadas en la hipótesis de la guerra contra el "narcoterrorismo" y su gobierno suscribe diversos convenios de cooperación y ejercicios conjuntos con Washington.
Si bien la prensa del sistema señala a Hugo Chávez como el principal comprador de armas (a Rusia), en realidad es Brasil el país sudamericano que más gasta en Defensa, según el IISS.
Es el 12° país en el mundo con mayor gasto militar, de acuerdo a los datos del SIPRI. El año pasado Brasil desembolsó US$ 23.000 millones, lo que representa el 1,5% del Producto Interior Bruto.
La semana pasada, los gobiernos de Brasil y Francia cerraron un pacto de cooperación y transferencia de tecnología militar estimado en US$ 12.500 millones, que incluye la compra brasileña de cinco submarinos, uno de ellos nuclear, de 50 helicópteros de transporte y posiblemente también de 36 aviones caza.
Entre 1999 y 2008 el presupuesto militar brasileño aumentó un 29,9%. Si se toman en cuenta los años de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente, el incremento fue del 50%.
Entre 2005 y 2008, Venezuela le ha comprado a Moscú unos US$4.400 millones en armamento. Esto incluye 100.000 fusiles de asalto Kaláshnikov AK-47 y 24 aviones Sukhoi SU, entre otros equipos militares. .
Si se incluyen las compras a Bielorrusia, China y España, Venezuela ha gastado casi US$ 7.000 millones en los últimos tres años.
Por otra parte, la semana pasada Rusia y Bolivia dieron a conocer un convenio que permitirá al gobierno de Evo Morales comprar armas rusas y equipamiento para las Fuerzas Armadas por US$100 millones.
El presidente boliviano (que ha declarado públicamente su ambición de convertirse en Premio Nobel de la Paz) lo justificó al asegurar: "La verdad, encontré a las Fuerzas Armadas desarmadas". Y agregó que el equipamiento militar "no será para provocar guerras, sino para defenderse y evitar provocaciones".
El presidente venezolano, Hugo Chávez, informó por su parte este domingo que el acuerdo, pactado durante su viaje a Moscú la semana pasada, incluye la compra de tanques T71 y un número no determinado de sistemas antiaéreos S-300.
"Gracias al apoyo del presidente ruso (Dimitri Medvedev) y el primer ministro (Vladimir Putin) se hizo viable la compra de armamento, para incrementar nuestra capacidad de defensa", declaró el mandatario durante su programa semanal de radio y televisión, "Aló Presidente".
"Sería cauta con el tema de pensar que Venezuela está en una carrera armamentista. En término de números, Chile compra mucho más que Venezuela", aseguró, por su parte, Carina Solmirano, investigadora de América Latina para el Programa de Gasto Militar del SIPRI.
"¿Qué sentido tiene que las naciones sudamericanas se armen? ¿Para qué se usan las Fuerzas Armadas en cada país? ¿Cuáles son las amenazas?", se preguntó Robert Munks, editor para las Américas de la revista británica especializada en temas de Defensa, Jane's Intelligence Weekly.
¿Contra quien pelean?
Marines de EEUU en tierras sudamericanas.
La región latinoamericana, como sucede históricamente, está bajo completo control estratégico y operacional de las fuerzas militares-nucleares de EEUU, que a través del Comando Sur ensambla la Cuarta Flota USA con una cadena de bases (de despegue rápido) enclavadas en los puntos estratégicos de control de las fuentes de energía y de recursos naturales.
A esto se suma el dato de que ningún ejército de los países regionales cuenta con una hipótesis autónoma de conflicto con un "enemigo propio", sino que se movilizan doctrinaria y operativamente en los marcos de la "guerra contraterrorista" que EEUU utiliza como argumento de sus estrategia de control geopolítico y militar de la región.
En lo político, los gobiernos de América Latina (tanto de izquierda como de derecha, salvo Cuba) se rigen por dos principios doctrinarios básicos establecidos por el Departamento de Estado USA en la región:1) defensa irrestricta del "sistema democrático" como marco de regulación política y social a nivel regional. 2) Programas de lucha contra el "terrorismo", el "narcotráfico" y el "crimen organizado", mediante convenios de cooperación suscriptos con Washington.
Además, la estrategia USA de control económico, político y social de América Latina, se complementa con la estructura operativa del control militar en la cual se insertan -a modo de satélites- los gobiernos, las fuerzas armadas y las policías de toda la región que operan bajo la acción coordinada de los planes de EEUU para América Latina.
Esta realidad -indiscutible- de hegemonía militar (además de económica y política) dominante de EEUU en el continente contrasta con la carrera armamentista de países cuyo único enemigo declarado es el "narcoterrorismo" impuesto y nivelado por EEUU como lógica de conflicto continental.
En lo susbtancial, terminada la guerra fría por áreas de influencia con la Unión Soviética, derrotados los movimientos revolucionarios armados por las dictaduras militares setentistas, sin huelgas salvajes ni conflictos sociales extendidos en la región, Washington carece de un enemigo estratégico que amenace su sistema de dominación en el teatro de América Latina.
El único conflicto armado que susbsiste en América Latina es de carácter interno y se desarrolla desde 1962 en Colombia, con guerrillas de izquierda enfrentadas al ejército y a grupos paramilitares de extrema derecha, que sirven como justificación y nivelación regional de la "guerra narcoterrorista" exportada por el Pentágono y el departamento de Estado.
Además de alimentar las ganancias de los complejos militares industriales (principalmente de EEUU y Europa) la compra de armas no parece tener otro propósito fundante que la justifique, en una región donde todos los gobiernos se rigen por el principio aceptado (impuesto por EEUU) del mantenimiento de la paz, como condición básica de la "gobernabilidad democrática" y la estabilidad económica y política.
Incluso para los analistas del sistema, que esconden sistemáticamente la estructura (económica, militar y política) de la dominación imperial capitalista en América Latina, algo suena "raro" en esta carrera enloquecida por aumentar el poder bélico de los ejércitos cipayos, cuyos oficiales de comando y cuadros operativos continúan siendo entrenados y adoctrinados en EEUU.
Hipótesis fundamentadas descartan, por otro lado, una guerra intercapitalista (enfrentamiento entre países) dado que la misma no está en la estrategia y en los planes de preservación de la "gobernabilidad" (léase dominio regional) de EEUU, y ningún gobierno satélite de la región se atrevería a enfrentar la maquinaria militar nuclear de EEUU creando un conflicto militar con países vecinos.
Pero hay una segunda hipótesis, no descartable, según la cual Washington podría promover enfrentamientos regionales con la intención de justificar un aumento de su dispositivo militar de control en áreas claves de reservas petroleras, de agua potable o de "pulmones verdes".
Una tercera hipótesis (de Chávez y de los gobiernos de izquierda) plantea que EEUU busca un enfrentamiento armado Colombia-Venezuela para justificar una intervención militar abierta en la estratégica región de las "cinco fronteras" (Colombia, Venezuela, Ecuador, Brasil y Perú), que alberga un "bolsón petrolero" compartido y los gigantescos recursos verdes de la Amazonia.
Una cuarta hipótesis sostiene que Washington impulsa un rearme de los ejércitos cipayos latinoamericanos atendiendo a un plan de "remilitarización regional" orientado a sustituir las "democracias civiles" por "democracias armadas" (democracia blindada) para enfrentar potenciales conflictos sindicales y sociales emergentes de un desenlace de la crisis global en América Latina.
Las consideraciones se basamentan en la neutralización de un posible "efecto dominó" regional de huelgas y conflictos sociales que comenzarán a desarrollarse como consecuencia de un desenlace continental de la crisis económica global.
En ese escenario se plantea un cuadro creciente de "perdida de gobernabilidad" de los gobiernos y un requerimiento del uso de la fuerza militar para evitar el desmadre de los conflictos y neutralizar posibles "focos subversivos" que se monten en los mismos, según los sostenedores de la estrategia de control político y social con la "democracia blindada".
Desde la derecha y la izquierda gubernamental latinoamericana todos los días florecen hipótesis, mientras los analistas del sistema siguen sin encontrarle respuesta a la feroz escalada armamentista sudamericana.
Sobre todo en un escenario y en un teatro operativo donde las fuerzas armadas continentales, de la misma forma que los gobiernos regionales, son estructuras cipayas (verdaderos satélites operativos del Comando Sur),entrenadas, armadas y controladas por la maquinaria militar del Imperio estadounidense.
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