18-02-2012
Leonardo Boff
Alainet
En una de las mesas más importantes de debates en el Foro
Social Temático de Porto Alegre, en la tuve la oportunidad de participar, pude
escuchar los testimonios vivos de los Indignados de España, de Londres, de
Egipto y de Estados Unidos. Lo que me dejó muy impresionado fue la seriedad de
los discursos, lejos del tono anárquico de los años 60 del siglo pasado con sus
muchas «parole». El tema central era «democracia ya». Se reivindicaba otra
democracia, bien diferente de esta a la que estamos acostumbrados, que es más
farsa que realidad. Quieren otra democracia que se construya a partir de la
calle, de las plazas, el lugar del poder originario. Una democracia desde
abajo, articulada orgánicamente con el pueblo, transparente en sus
procedimientos y no corroída nunca más por la corrupción. Esta democracia, de
entrada, se caracteriza por vincular justicia social con justicia ecológica.
Curiosamente, los indignados, los ocupas y los de la
primavera árabe no se remiten al clásico discurso de las izquierdas, ni siquiera
a los sueños de las distintas ediciones del Foro Social Mundial. Nos
encontramos en otro tiempo y ha surgido una nueva sensibilidad. Se postula otro
modo de ser ciudadano, incluyendo poderosamente a las mujeres antes
invisibilizadas, ciudadanos con derechos, con participación, con relaciones
horizontales y transversales facilitadas por las redes sociales, por el móvil,
por el twitter y por los facebooks. Nos encontramos ante una verdadera
revolución. Antes las relaciones se organizaban de forma vertical, de arriba
abajo. Ahora lo hacen de forma horizontal, hacia los lados, en la inmediatez de
la comunicación a la velocidad de la luz. Este modo representa el tiempo nuevo
que estamos viviendo, el de la información, del descubrimiento del valor de la
subjetividad, no aquella de la modernidad, encapsulada en sí misma, sino la de
la subjetividad relacional, la de la emergencia de una conciencia de especie
que se descubre dentro de una misma y única Casa Común, que amenaza ruina a
causa del excesivo pillaje practicado por nuestro sistema de producción y de
consumo.
Esta sensibilidad no tolera ya más los métodos del sistema
para superar la crisis económica y derivadas, saneando los bancos con el dinero
de los ciudadanos, imponiendo una severa austeridad fiscal, el desmantelamiento
de la seguridad social, el abaratamiento del empleo, el recorte de las
inversiones, suponiendo ilusamente que de esta forma se reconquista la
confianza de los mercados y se reanima la economía. Tal concepción se ha vuelto
dogma y en muchas partes se oye la estúpida muletilla "TINA: there is no
alternative”, no hay alternativa. Los sacrílegos sumos sacerdotes de la
trinidad nada santa formada por el FMI, la Unión Europea y el Banco Central
europeo han dado un golpe financiero en Grecia e Italia, y han impuesto allí a
sus acólitos como gestores de la crisis, sin pasar por el rito democrático.
Todo es visto y decidido desde la óptica exclusiva de lo económico, rebajando
lo social y aumentando el sufrimiento colectivo innecesario, la desesperación
de las familias y la indignación de los jóvenes porque no consiguen trabajo.
Todo esto puede desembocar en una crisis de consecuencias dramáticas.
Paul Krugmann, premio Nobel de economía, pasó unos días en
Islandia para estudiar la forma como ese pequeño país ártico salió de su crisis
avasalladora. Siguieron el camino correcto que otros también deberían haber
seguido: dejaron quebrar a los bancos, pusieron en prisión a los banqueros y
especuladores que practicaron desfalcos, reescribieron la constitución,
garantizaron la seguridad social para evitar el colapso generalizado y
consiguieron crear empleo. Consecuencia: el país salió del atolladero y es uno
de los países nórdicos que más crece. El camino islandés ha sido silenciado por
los medios de comunicación de masas mundiales por temor a que sirva de ejemplo
a los demás países. Y así el carruaje, con medidas equivocadas pero coherentes,
corre veloz hacia el precipicio.
Contra este curso previsible se oponen los Indignados.
Quieren otro mundo más amigo de la vida y respetuoso de la naturaleza. Tal vez
Islandia les servirá de inspiración. ¿Hacia dónde irán? Quién sabe. Seguramente
no en la dirección de los modelos del pasado, ya agotados. Irán en dirección de
aquello que decía Paulo Freire de lo «inédito viable» que nacerá de ese nuevo
imaginario y que se expresa, sin violencia, dentro de un espíritu
democrático-participativo. En cualquier caso, el mundo ya nunca será como
antes, y mucho menos como a los capitalistas les gustaría que fuese.
Leonardo Boff es Teólogo y Filósofo
Fuente: http://alainet.org/active/52851
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