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El país|Domingo, 9 de
septiembre de 2012
EN EL MINISTERIO DE
DEFENSA, SEGURIDAD NACIONAL SE DICE EN INGLES
Welcome back, boys
Desde mañana tres
expertos estadounidenses en Seguridad Nacional, Guerra No Convencional y
Operaciones de Información capacitarán al personal del Ministerio de Defensa
como parte de un programa para países en que el entrenamiento militar provoca
mucha susceptibilidad. Los instructores postulan el uso de las Fuerzas Armadas
en el control de disturbios, las operaciones antidrogas y antiterroristas. Un
nuevo avance sobre la separación entre Seguridad Interior y Defensa Nacional.
Por Horacio Verbitsky
La Conferencia de
Punta del Este. Seguridad y Defensa “con un criterio amplio e integral”.Desde
mañana y hasta el viernes, tres especialistas estadounidenses en Seguridad
Nacional, Guerra no Convencional y Operaciones de Información dictarán un curso
para el personal del Ministerio de Defensa sobre “Lineamientos Estratégicos”.
El curso forma parte del Programa Expandido de Educación y Entrenamiento
Militar (Expanded International Military Education and Training, E-IMET) de la
Defense Security Cooperation Agency, dirigido a países en los cuales “el programa
de entrenamiento militar provoque mucha susceptibilidad”
(http://www.dsca.mil/programs/eimet/eimet_default.htm). La Argentina es uno de
ellos porque las leyes de Defensa Nacional, de Seguridad Interior y de
Inteligencia Nacional, promulgadas durante las respectivas presidencias de Raúl
Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa con amplio acuerdo multipartidario,
separan en forma taxativa ambas áreas y vedan la presencia militar en
cuestiones de seguridad interior. Las avanzadas estadounidenses intentan traspasar
esa frontera, como ya ocurre en México, Centroamérica y Colombia. Los tres
instructores integran el Centro de Relaciones Civiles-Militares de la Escuela
Naval de Posgrado, con sede en Monterrey, California. Ese organismo fue creado
en 1994 para reorientar a las Fuerzas Armadas de las nuevas democracias hacia
las misiones que Estados Unidos les asigna en la posguerra fría. Otra
escaramuza tendrá lugar entre el 7 y el 10 de octubre durante la Conferencia de
Ministros de Defensa de las Américas que se realizará en el hotel Conrad de
Punta del Este, Uruguay. Uno de los ejes temáticos será “el análisis de los
conceptos de Seguridad y Defensa con un criterio amplio e integral”. El
documento preliminar también declara el propósito de “delimitar los ámbitos”.
Lo que está en juego es suprimir o reforzar las diferencias entre ambos
conceptos. La Argentina será el país relator sobre este tema, Guatemala y
México los correlatores y Ecuador el moderador, lo cual expresa las posiciones
opuestas que hasta ahora han dividido a la región. También se discutirá el
“futuro de la misión y funciones de los instrumentos y componentes del Sistema
Interamericano de Defensa”. Esta es una alusión a la Junta Interamericana de
Defensa, el órgano asesor desde el que Estados Unidos trata de influir en los
militares latinoamericanos. En la reunión preparatoria que se realizó en abril,
la delegación brasileña propuso que esa JID pasara a actuar como secretaría
ejecutiva de las conferencias de ministros de Defensa, redactara sus actas y
fuera depositaria del registro y clasificación, distribución y almacenamiento
seguro de sus documentos.
Defensa y/o Seguridad
Dos de los profesores
del curso, el Brigadier Mayor (R) Richard Goetze, un veterano de los bombardeos
sobre Vietnam, y el profesor de Asuntos de Seguridad Nacional en la Escuela
Naval de Posgrado, Thomas C. Bruneau, postulan en forma insistente la
intervención de las Fuerzas Armadas ante las denominadas nuevas amenazas, como
el comercio ilegal de narcóticos, la violencia juvenil y el delito. La tercera
instructora es la coronela de la Fuerza Aérea Anne McGee. Según el curriculum
vitae que distribuyó el Ministerio de Defensa, McGee preparó y coordinó todas
las Ordenes de Despliegue puestas a la firma del jefe del Pentágono “en apoyo
de operaciones en Afganistán e Irak, así como en acciones de defensa interior”.
Entre sus áreas de interés se mencionan la Guerra No Convencional (que es como
el terrorismo de Estado se refería a la represión que llevó a cabo en la
Argentina) y las Operaciones de Informaciones. La realización del curso sucede
en tres semanas a la visita del viceministro del Pentágono para América Latina,
el hijo de exiliados cubanos Frank Mora, quien se reunió con el ministro de
Defensa Arturo Puricelli. En varios encuentros previos, Mora trató de convencer
al canciller Héctor Timerman sobre la necesidad del empleo de las Fuerzas
Armadas para enfrentar al “narcoterrorismo”, aduciendo que la policía es
corrupta. Timerman le respondió que era un error mezclar dos fenómenos distintos
y le recordó que dentro de Estados Unidos sigue vigente la ley que prohíbe el
uso de fuerzas militares en cuestiones de seguridad interior. En mayo los
ministros de Defensa, Interior, Justicia y Relaciones Exteriores de Unasur, se
habían encontrado en Cartagena de Indias, Colombia, donde reiteraron la
necesidad de “distinguir el tratamiento de los asuntos de Defensa de los de
Seguridad, independientemente de los ordenamientos jurídicos de cada Estado,
así como contar con un ámbito específico para abordar las problemáticas
delictivas comunes en la región suramericana diferenciado de los mecanismos
hemisféricos existentes”. Es la única vez que el documento menciona el vocablo
hemisférico, y no por casualidad: el canciller brasileño Celso Amorim se encargó
de excluir en el resto del texto el empleo de la palabra clave que utiliza
Estados Unidos para referirse a los países americanos como una unidad bajo su
tutela. En esa reunión, la ministra argentina de Seguridad, Nilda Garré, expuso
sobre las diferencias entre Defensa y Seguridad. Mientras la Defensa se vincula
con la política exterior, la soberanía y el territorio, la Seguridad remite a
“la paz social, la estabilidad institucional del Estado, el control del orden
público y las debidas garantías a los derechos” de los ciudadanos, dijo.
El Seminario
El seminario se
realizará durante toda la semana, de 14 a 18 en la Sala Roca, en el 8º piso del
Edificio Libertador, nombrada así en homenaje al ex ministro de Defensa y ex
presidente Julio Argentino Roca. Mañana, la apertura estará a cargo del Grupo
Militar de los Estados Unidos. A continuación Bruneau expondrá acerca de “Un
nuevo enfoque propuesto sobre las relaciones civiles-militares” y el Brigadier
Mayor Goetze sobre “Liderazgo estratégico” y, luego de una pausa para el café,
explicará el “Marco para una política de Seguridad Nacional”. El martes, McGee
dará las dos primeras conferencias de la tarde. Una sobre Intereses Nacionales
y dirección estratégica y la segunda a propósito de un método de evaluación y
análisis en red. Cerrará la tarde Bruneau, con su visión acerca del “Rol de la
Inteligencia en el proceso de toma de decisiones estratégicas”. El miércoles
abrirá Goetze con un tema de enorme interés en la Argentina de hoy:
“Comunicaciones estratégicas: la prensa y la percepción de la efectividad del gobierno”.
Lo seguirá McGee con una conferencia dedicada a los desafíos
interinstitucionales del liderazgo estratégico y Bruneau, quien hablará acerca
del “Uso de las fuerzas militares en apoyo a las autoridades civiles”, con un
análisis específico del caso de México. El programa del jueves girará en torno
a la educación de civiles en Defensa y Seguridad Nacional, a cargo de Bruneau,
la correlación entre estrategia y presupuesto, por Goetze, y la transición
hacia el planeamiento por capacidades, por McGee. El entrenamiento concluirá el
viernes con una conferencia de Goetze sobre el desafío de la implementación del
liderazgo estratégico, un ejercicio en el que los participantes deberán
desarrollar e implementar lineamientos estratégicos y una discusión abierta. En
la ceremonia de cierre se entregarán certificados a los asistentes y habrá un
brindis.
Educar a los amigos
Según la información
oficial estadounidense, el programa E-IMET fue creado para “educar a los amigos
y aliados de Estados Unidos en el adecuado manejo de sus recursos de defensa”.
El E-IMET también declama los principios del control civil de las Fuerzas
Armadas y el respeto por los derechos humanos. Sus objetivos se expandieron y
adquirieron nuevas direcciones para ajustarse “a los intereses de la política
exterior de Estados Unidos en el ambiente de la posguerra fría” y “modificar
los mecanismos civiles-militares utilizados por las democracias para enfrentar
las circunstancias únicas de cada país”. También se propone familiarizar a
militares y civiles “con el sistema judicial estadounidense, el bipartidismo,
el rol de la prensa libre y de otros medios de comunicación, los propósitos y
alcances de los sindicatos, el sistema económico estadounidense, sus
instituciones educativas y la forma en que todos esos elementos de la
democracia americana (sic) reflejan el compromiso de los Estados Unidos con los
principios reconocidos internacionalmente de los derechos humanos”. Por último,
procura “derribar las barreras que a menudo existen entre las Fuerzas Armadas,
los funcionarios civiles y los legisladores”. Los planteos de los profesores
estadounidenses están contenidos en sus publicaciones académicas. Bruneau y
Goetze son coautores de un trabajo titulado “Ministerios de Defensa y Control
Democrático”, en el que enumeran un amplio arco de misiones militares en apoyo
de las autoridades civiles, desde el auxilio en desastres naturales “al control
de disturbios, las operaciones antidrogas y ahora especialmente
antiterroristas”. Son conscientes de que esos “ejemplos de actuación policial
despiertan extrema susceptibilidad y a veces son vistos como un regreso `a los
viejos malos tiempos`” y se proponen “asegurar que los militares ejecuten las
tareas sin usurpar el poder”. Ese artículo forma parte de un libro titulado
“¿Quién custodia a los custodios?”. En la introducción, firmada por Bruneau
como editor de la recopilación, se afirma que en la tercera ola de
democratización uno de los mayores desafíos es lograr el equilibrio entre los
sectores civil y militar. Si la balanza se inclina en favor de las Fuerzas
Armadas, que retienen las prerrogativas del régimen anterior en finanzas,
control de los ascensos o manejo de la Inteligencia (como es ostensible nada de
eso ocurre en la Argentina de hoy), la democracia aún no está consolidada. Pero
si “la conducción civil ha subordinado a las Fuerzas Armadas y las ha
politizado a través del ascenso de compinches politicos o las ha mutilado con
severos cortes presupuestarios, el país se quedará sin un recurso crítico en
áreas como la ayuda humanitaria o en caso de catástrofes, operaciones contra el
terrorismo y las drogas”. Bruneau informa en ese prólogo que además de dictar
seminarios el programa ha prestado asistencia a los gobiernos de distintos
países: a definir los roles y misiones de las Fuerzas Armadas en Guatemala y a
reformar el area de inteligencia en la Argentina, por ejemplo.
Corrupción y Seguridad
Otro trabajo de Bruneau y Goetze, publicado en 2006 en la Military Review
es ilustrado con varias fotografías muy interesantes, cuyos epígrafes no dejan
dudas sobre el rol que proponen para las Fuerzas Armadas. Una dice: “Soldados
del ejército mexicano toman control de una oficina de la Fiscalía especializada
para la atención de delitos contra la salud, 16 de enero de 2003 en Tapachula.
México, como parte de una operación en contra de la corrupción”. Otra informa:
“Se detienen pandilleros de la Mara 18 en una operación conjunta realizada por
la Policía Nacional Civil y el Ejército de Guatemala en Mixco, al sur de la
capital, 21 de septiembre de 2005”. Es decir, aquello que en forma explícita
rechazó la Unasur en Cartagena. Para los instructores del ministerio de Defensa
argentino “la definición de seguridad está siendo transformada para incluir
mucho más que la seguridad ‘nacional’: es un concepto más generalizado que
incluye la seguridad ‘pública’ y la de los ‘ciudadanos’”. Entre las denominadas
nuevas amenazas, menciona “el crimen organizado”, que afecta “la seguridad
pública así como la de los ciudadanos y, en algunos casos, la seguridad
nacional” y afirma que las Fuerzas Armadas “deben enfrentar esta amenaza
regional”. Entre los ejemplos que siguen figura “el lavado de dinero en la
Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay), el control por parte de
narcotraficantes de los barrios de Río de Janeiro, el crimen organizado y el
narcoterrorismo en Colombia, los cargamentos de drogas a través de la región y
el nuevo fenómeno de la Mara Salvatrucha o pandillas, en América Central y
México”. En conclusión, Latinoamérica podrá ser una zona de paz “con respecto a
conflictos exteriores, pero no es así internamente, como lo comprueban las
maras, los narcotraficantes, el crimen organizado y las insurgencias (en
Colombia). Actualmente, los civiles que formulan las políticas en México y
América Central han desplegado a sus Fuerzas Armadas como las unidades de
vanguardia en la lucha contra las pandillas o en apoyo de los esfuerzos contra
el crimen”. Un tercer trabajo conjunto de Goetze y Bruneau sobre “Las Pandillas
y las Maras en América Central” fue publicado en 2008 en la revista Air &
Space Power Journal. Los huéspedes del Ministerio de Defensa revelan que
asesoraron sobre el tema en 2005 al entonces presidente de Guatemala, Oscar
Berger. Reconocen que, dado el historial de dictaduras, la intervención militar
ha provocado “serias inquietudes”, pero las descartan alegando que “el asunto
es menos acerca del uso instrumental –de la policía, los militares y la
inteligencia– y más acerca del control establecido y ejercido sobre esos instrumentos”.
Además adelantan la intención de extender esa doctrina más allá de México y
Centroamérica. “Cuando discutimos el tema de las pandillas en programas en
América del Sur hace dos o tres años atrás hubo poco interés. Hoy, hay gran
atención y preocupación”, dicen. Al menos ellos trabajan para estimularlas.
Colaboradores del ministro Puricelli sugieren que los visitantes también
podrían asesorar para la redacción de una nueva Directiva Estratégica Militar
que incorpore estos conceptos.
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septiembre de 2012
Las viejas nuevas
amenazas
Por Horacio Verbitsky
La idea de envolver en
un puño de acero la mano invisible del mercado ha sido política constante de
Estados Unidos, que identifica democracia con apertura económica, y cuya
política exterior hacia lo que denomina Hemisferio Occidental no se conduce
desde la Secretaría de Estado sino desde el Pentágono. La idea es que sobre las
ruinas del maternal Estado Providencia se edifique un paternalista Estado
Penitencia, tendiente a inducir mediante la amenaza penal la aceptación de
empleos precarios y bajas remuneraciones, y empleando a las Fuerzas Armadas con
el argumento de combatir el contrabando, el narcotráfico y el terrorismo. Esto
se hizo evidente durante la presidencia de Fernando de la Rúa y el interinato a
cargo del Poder Ejecutivo del ex senador Eduardo Duhalde. Horacio Jaunarena,
quien fue ministro de Defensa de ambos y antes de Raúl Alfonsín, incluyó en la
agenda de la Comisión de Seguridad de Diputados que integró en 2000, los cortes
de rutas y lo que llamó “indisciplina social”, la interrupción de servicios
públicos, catástrofes naturales y atentados terroristas. Ricardo López Murphy,
quien precedió a Jaunarena en el mismo ministerio, al inaugurar el Curso
Superior de las Fuerzas Armadas de 2000, enumeró las “nuevas amenazas” que se
cernirían sobre la sociedad. Entre ellas “la pobreza extrema, la superpoblación
y migraciones masivas”, el terrorismo internacional, el narcotráfico, “el
fundamentalismo religioso y las luchas étnicas y raciales”. Esto ha
“revalorizado el poder militar dentro de las estructuras de las naciones, al tener
que asumir nuevos roles y compromisos en el orden nacional”. Añadió que los
militares debían “comprender los cambios de la naturaleza del conflicto” y “la
forma integral en que el instrumento militar contribuirá a apoyar la decisión
política”. En 2002 Jaunarena y el jefe del Ejército Ricardo Brinzoni plantearon
ante un auditorio de militares y empresarios, reunidos por Eduardo Menem y
Roberto Dromi, la militarización de la seguridad interior y la intervención
castrense en el conflicto social, con la creación de un superministerio de
Defensa y Seguridad que también se encargaría del control de la criminalidad
callejera, la documentación personal, las aduanas y las migraciones. Brinzoni
expuso estadísticas sobre el incremento de delitos en zonas urbanas e identificó
un área crítica, entre el sur de La Plata y el norte de Rosario, en la que
viven diez millones de pobres. En 2010 Jaunarena y Dromi insistieron con una
propuesta similar, patrocinados por el cardenal Jorge Bergoglio. Duhalde volvió
a postular el empleo de las Fuerzas Armadas en los asuntos de seguridad
interior la Nochebuena de 2009. Propuso “declarar la emergencia nacional en
materia de seguridad”, censar a los que llamó “jóvenes en riesgo”. Su objetivo
era reeducar a “todos estos jóvenes que han cometido delitos, donde estaban
antes los conscriptos”. En 2010 fueron los senadores Ernesto Sanz y Laura
Montero (UCR-Mendoza), Adolfo Rodríguez Saá (Peornismo Opositor, San Luis) y
José Pampuro (FpV, Buenos Aires), quienes intentaron crear un Servicio Cívico
Voluntario para “otorgar espacios de contención a jóvenes en situación de
riesgo” y fomentar “la cohesión social”. La entonces ministra de Defensa Garré
consultó con el Ejército, que respondió que no tenía espacios, personal ni
capacitación para esa extravagante tarea. En 2004 pude debatir en el programa
de televisión Oppenheimer presenta, con quienes eran jefe del Comando Sur y
viceministro del Pentágono para América latina, el general James T. Hill y
Roger Pardo Maurer. Ambos agitaron los fantasmas del populismo radical, el
terrorismo, el narcotráfico, la criminalidad organizada, el lavado de dinero y
las pandillas urbanas, que “amenazan la seguridad de los Estados Unidos”. Les
pregunté qué estaba haciendo el Ejército de Estados Unidos dentro de Estados
Unidos frente a esos problemas. Pardo Maurer enfureció. Dijo que era una
pregunta tendenciosa, porque Estados Unidos tenía “un sistema legal muy
establecido”, donde las Fuerzas Armadas, la policía y la Justicia tienen roles
bien definidos, a diferencia de América latina. Esta respuesta sería más
difícil de sostener hoy, cuando el Capitolio votó una sección de la ley que
autoriza los gastos de Defensa permitiendo que los acusados de terrorismo, aun
norteamericanos y dentro de Estados Unidos, sean encarcelados por tiempo
indefinido en prisiones militares, sin juicio alguno.
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