Chile
28-04-2012
Estamos con Argentina
Editorial de “Punto Final”
PF
La recuperación de su riqueza petrolera y gasífera iniciada
por la hermana República Argentina, constituye un hecho relevante para América
Latina. Por supuesto, es todo un suceso para el pueblo argentino que ejerce su
soberano derecho de rescatar a YPF para el patrimonio nacional. Al firmar el
proyecto que expropia a la transnacional española Repsol el 51% de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales -la empresa que desarrolló la industria petrolera,
privatizada hace 14 años por el neoliberalismo que campeaba en el gobierno de
ese país-, la presidenta Cristina Fernández tomó una decisión histórica, que
respalda la nación y que merece el más decidido apoyo de los países
latinoamericanos. El proyecto ya ha sido aprobado en el Senado y dentro de
poco, el petróleo y el gas volverán a ser totalmente argentinos.
El derecho de la República Argentina a tomar esta decisión
necesaria al interés nacional es incuestionable, y las amenazas del gobierno
español -sumido en profunda crisis económica y social- no tienen más asidero
que la arrogancia que le permite el apoyo de la maltrecha Unión Europea.
Hace más de cincuenta años, la Asamblea General de Naciones
Unidas aprobó la resolución 1803 (XVII) de 14 de enero de 1962, que reconoce el
derecho de los Estados a disponer en plenitud de sus recursos naturales y
estratégicos. Señaló que por razones de utilidad pública, seguridad o interés
nacional procede la nacionalización, expropiación o requisición de dichos
recursos. Especifica, además, que “la vulneración de los derechos soberanos de
los Estados y naciones sobre las riquezas o recursos naturales es contraria al
espíritu y a los preceptos de la Carta de Naciones Unidas y entorpece la
cooperación internacional y la preservación de la paz”.
El interés nacional por razón de utilidad pública en la
renacionalización del petróleo y el gas argentinos es un hecho objetivo. En 14
años, Repsol, la transnacional hispana, fue incapaz de elevar la producción de
acuerdo a lo prometido. Argentina se ha visto así en la obligación de importar
combustibles por más de 9 mil millones de dólares. Tampoco en ese periodo
Repsol aumentó la exploración y explotación de las reservas de petróleo y gas
que existen en abundancia en el país, provocando una seria crisis energética.
Las acusaciones por daño ambiental contra Repsol asimismo son graves en las
provincias petroleras argentinas. Por otra parte, el reciente descubrimiento de
ricos yacimientos de petróleo y gas no convencional en la zona de
Neuquén-Mendoza, demanda inversiones y una capacidad de manejo que exceden el
limitado desempeño de Repsol en esas materias.Como han recordado diversos
analistas, el desempeño de Repsol-YPF ha sido insuficiente para cubrir las
necesidades de Argentina. Entre 2004 y 2011 la producción petrolera descendió
casi en 20% y la de gas en 13%. Las reservas probadas de petróleo y gas también
disminuyeron.
Como cabía esperar, la empresa española ha protestado por la
decisión argentina y a través de amenazas y gestos agresivos del gobierno que
encabeza Mariano Rajoy, pretende obtener la mayor indemnización posible. La
solidaridad de tono matonesco desplegada por el gobierno de España en apoyo a
Repsol, ha convertido un problema entre un gobierno y una empresa privada en un
conflicto entre Estados. Una vez más, se repite el fenómeno de esas alianzas
gobierno-multinacional que bien conocemos en América Latina y que Chile sufrió
en la década del 70.
Entre el 35 y el 50% de las ganancias de las transnacionales
españolas provienen de América Latina. Parece existir, incluso, un problema de
mala conciencia. América Latina ha sido una zona predilecta de los capitales
españoles, actuando muchas veces en complicidad con gobiernos y empresas
asociadas en cada país. Así han logrado que se dicten leyes con franquicias que
facilitan sus elevadas ganancias y remesas al exterior. La nación chilena, por
ejemplo, tiene pésimas experiencias con las empresas españolas Telefónica y
Endesa, con Aguas Andinas y con los bancos hispanos BBVA y Santander, entre
otras compañías que controlan parte considerable de la economía chilena.
Expropiar una transnacional en tiempos de la globalización
produce -hoy como ayer- espasmos y amenazas de los organismos financieros
internacionales y de los gobiernos de aquellos países que controlan la economía
mundial. En ese sentido, con la renacionalización de YPF, Argentina ha
confirmado su calidad de “país rebelde” que se ha jugado en defensa de su
independencia económica. En efecto, Argentina fue capaz de suspender el pago de
la deuda externa y desobedecer las instrucciones del Fondo Monetario
Internacional, es decir de Estados Unidos, y salió adelante a pesar de amenazas
y presiones. Su economía creció en vez de derrumbarse, como profetizaban los
“expertos” neoliberales. Argentina ha tenido un crecimiento récor, aumentaron
el empleo y las políticas sociales. Redujo fuertemente la pobreza y disminuyó
la polarización social. Terminó con el negocio de las instituciones
previsionales privadas (equivalentes a nuestras AFPs). Hace pagar impuestos a
los latifundistas exportadores de soya y para colmo, ha fortalecido sus vínculos
con Venezuela y participa activamente en iniciativas integradoras como Unasur y
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que ha causado
una sonada derrota a EE.UU. y Canadá en la cumbre de Cartagena de Indias
(Colombia). Argentina constituye, por lo tanto, un mal ejemplo y tiene que ser
castigada. Este es el razonamiento de los amos del mundo.
En Chile las reacciones a la recuperación de YPF han sido
variadas. El gobierno, luego de algunas declaraciones contradictorias, decidió mantenerse
a la expectativa junto con recordar que la Empresa Nacional del Petróleo (Enap)
tiene un contrato con Repsol-YPF. Los empresarios, por su parte, han expresado
su molestia porque tienen grandes inversiones en Argentina, que creen en
peligro. Las diversas expresiones orgánicas de la Izquierda, entretanto, han
apoyado la nacionalización de YPF. Asimismo distintas organizaciones sociales.
Sin embargo, esa solidaridad aún es débil. Argentina necesita mucho más apoyo
de sus hermanas, las repúblicas latinoamericanas. Las amenazas del gobierno
español deben hallar una respuesta a la altura de las circunstancias. Por
ejemplo, preparar desde ya el boicot a los productos y servicios de las
empresas españolas. Nuestro país y Argentina tienen una relación de hermandad
que hunde sus raíces en la guerra de Independencia contra España. Esa relación
histórica sólo ha sido quebrantada en contadas oportunidades por gobiernos
reaccionarios, como fue la ignominiosa colaboración de las FF.AA. chilenas
-comandadas por el dictador Pinochet- con Gran Bretaña durante la guerra de Las
Malvinas.
“Mientras Argentina viene de vuelta, Chile sigue empeñado en
dejar en manos privadas los hidrocarburos”, fue la frase medular del Sindicato
de Trabajadores de Enap-Magallanes en una declaración sobre el tema. La Empresa
Nacional del Petróleo, en efecto, vive la amenaza permanente de una
privatización. No se ha materializado por la resistencia de los trabajadores y
la importancia de la empresa en regiones como Magallanes. Ahora mismo, el
“gobierno corporativo” que las autoridades estudian para Enap pudiera
significar una privatización parcial. Es lo que espera El Mercurio, que en un
editorial postula que sería la oportunidad para privatizar “al menos una
fracción minoritaria” de Enap, para “someterla al examen del mercado”. La
situación de esta empresa nacional es aún más peligrosa si se considera que el
nuevo ministro de Energía, Jorge Bunster, proviene de la plana mayor de Copec,
la compañía distribuidora de combustibles.
La causa argentina en pos de la recuperación de las Islas
Malvinas, del petróleo y el gas, debe convertirse en bandera de lucha de los
pueblos latinoamericanos. La recuperación de sus riquezas básicas es un paso
fundamental para el progreso, la integración y el triunfo de gobiernos que
atiendan efectivamente los intereses de sus pueblos. Chile también, en algún
momento, tendrá que enfrentarse a las transnacionales que se han adueñado del
cobre, del agua, de la energía, de las comunicaciones y del sistema
financiero.Tendremos que hacerlo para construir un Chile justo y democrático.
Editorial de “ Punto Final”, edición Nº 756, 27 de abril,
2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIA POR SU COMENTARIO...
Atentamente:
El coordinador.
Cordoba
Argentina