Miércoles, 5 de mayo de 2010
Néstor Kirchner asumió como secretario general de la Unasur con el consenso de todos los países del bloque
Un pingüino con destino sudamericano
El juramento se lo tomó el ecuatoriano Rafael Correa durante la cumbre en Los Cardales. El uruguayo José Mujica decidió “acompañar el consenso de los presidentes”. Cristina Kirchner se abstuvo. “Es un reconocimiento de la región muy importante”, destacó el Gobierno.
Por Fernando Cibeira
El ex presidente Néstor Kirchner no se animó a improvisar y leyó su fórmula de aceptación del cargo de secretario general de la Unasur.
“No tenemos un segundo que perder en la integración de nuestros pueblos, compañeros”, proclamó el presidente pro témpore de la Unasur, el ecuatoriano Rafael Correa, al pedirle a los cancilleres de Bolivia, Chile y Ecuador que fueran a buscar a Néstor Kirchner a otro salón del hotel Sofitel para tomarle juramento como el primer secretario general del bloque, cumpliendo el mandato que acababan de adoptar los jefes de Estado. Kirchner ingresó al salón donde se realizó la cumbre en medio del aplauso de los presidentes y cancilleres. “Juro defender con lealtad el cargo de secretario general”, leyó su aceptación. “Que las futuras generaciones lo recuerden”, festejó Correa, quien en varias oportunidades definió al día de ayer como “histórico”. No obstante, en el momento del abrazo, le dejó una advertencia: “Si tu llegas a fallar, querido Néstor, nosotros te demandaremos por las exigencias del presente”.
Era el primer punto de la agenda del día y el que concentraba la atención de la cumbre. La Unasur funciona desde hace dos años sin secretario general y en la apertura de ayer Correa hizo hincapié en la necesidad de contar con un “equipo de tiempo completo” manejando el bloque, encabezado por “una figura de mucho peso, de mucho liderazgo”. Explicó que en los meses que lleva como pro témpore había sufrido en carne propia las dificultades por tener que lidiar con los problemas domésticos de Ecuador junto con los contratiempos de la Unasur. “No podemos posponer más la elección del secretario general”, remató.
En la reunión del lunes, los cancilleres ya habían consensuado la postulación de Kirchner que elevaron a los jefes de Estado, tal como indica el Tratado Constitutivo del bloque. Si el ex presidente todavía no había sido electo fue porque Tabaré Vázquez lo vetó por el corte de ruta en Gualeguaychú, así que la expectativa estaba puesta en la postura que sostendría su sucesor, José Mujica. “No nos gusta hacernos los distraídos”, avisó el uruguayo en la sesión. Ante la disyuntiva de los últimos días acerca de si lo votaría o se abstendría en la elección de Kirchner, diseñó la fórmula de “acompañar el consenso de los presidentes”. El canciller Luis Almagro luego insistió que eso quería decir que “no votaba ni vetaba”.
Mujica disparó mensajes internos y también hacia Argentina. Para Uruguay subrayó su situación de “pequeño país” y que los gobiernos muchas veces no hacen “lo que quieren sino lo que pueden”. “Tenemos contradicciones muy fuertes”, insistió. Para Argentina explicó que su decisión le “cuesta políticamente” y que era una apuesta “a la buena fe del pueblo argentino”. Lo de “buena fe” lo repitió y fue interpretado –incluso en la comitiva argentina– como un reclamo para que se avance en el levantamiento del corte de ruta en Gualeguaychú. Con todo, en el cierre de su mensaje descartó que una cosa fuera a cambio de otra, como la prensa uruguaya publicó luego del encuentro que mantuvo con Cristina Kirchner en Olivos. “Sin pedir condiciones y sin que nadie nos haya pedido condiciones”, dijo Mujica que llegó a su decisión de ayer.
Sí, juro
Con el voto –o no veto– uruguayo, lo del ex presidente ya era un hecho. Cristina Kirchner avisó que ella se iba a abstener. “No quiero emitir ninguna opinión al respecto”, dijo en tono jocoso, pero cumplió su palabra. El brasileño Lula –a quien en algún momento también se lo presentó como aspirante a la secretaría general– consideró a Kirchner con “ciento por ciento de aptitud” para el cargo y evaluó su llegada como una “tonificación” de la Unasur. El boliviano Evo Morales se enroló entre los que consi-deraron la fecha como “histórica, inolvidable”. “Es el primer presidente de Sudamérica, después de 200 años”, afirmó. Respecto de Kirchner, recordó que había sido “muy solidario” con su gobierno. El paraguayo Fernando Lugo consideró el nombramiento como un paso más en “la necesidad de institucionalizar la Unasur”.
El venezolano Hugo Chávez revivió uno de sus recuerdos favoritos, la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, en 2005, cuando la región rechazó la pretensión norteamericana de imponer el ALCA. Dijo que tiene ocho horas de grabaciones de aquel encuentro con “la excelente conducción que hizo Néstor Kirchner”. Recordó cuando el ex presidente se dirigió a George Bush, que estaba sentado en un rincón del salón de aquella cumbre marplatense. “No nos vengan aquí a patotear”, rememoró el venezolano la frase de Kirchner, que supuso extraída de un lenguaje barrial “de Buenos Aires o de allá, del sur”. Luego del recuerdo, Chávez expresó su apoyo “de manera fervorosa” a la postulación.
Había dudas sobre el planteo que podrían realizar los países cuyos gobiernos se podrían considerar ideológicamente más distantes del argentino, como Chile, Colombia y Perú. Sin embargo, todos apoyaron. El chileno Sebastián Piñera “felicitó” el acuerdo alcanzado, pero pidió “metas exigentes y plazos definidos” en la tarea de la secretaría general. Los presidentes de Colombia, Alvaro Uribe, y de Perú, Alan García, fueron los grandes ausentes de la cita y estuvieron representados por sus cancilleres. El ministro colombiano Jaime Bermúdez pidió una conducción “no ideologizada” de parte de Kirchner, un reclamo habitual de su gobierno, que suele quedar en minoría en las discusiones del bloque. Incluso los cancilleres de las pequeñas Surinam y Guyana –sus presidentes también faltaron– expresaron su voto decidido a favor del ex presidente argentino.
Concluida la ronda y, como dijo Correa, con el consenso de todos y la sola abstención argentina, mandó a buscar a Kirchner, que nadie sabía bien por dónde andaba. El complejo Sofitel es gigante: el ex presidente se encontraba en una sala, siguiendo las alternativas del debate junto al gobernador Daniel Scioli. Cuando ingresó fue saludando a quienes se encontraban a su paso, en especial a Lula y a su asesor Marco Aurelio García, un entusiasta de la integración regional. Correa improvisó el texto de la toma de juramento. “Creemos que así estamos cerrando filas con la historia, respondiendo a las exigencias de nuestros pueblos”, le dijo. Kirchner no se animó a improvisar y leyó su fórmula de aceptación.
“Es un reconocimiento de la región muy importante”, sostuvo luego el canciller Jorge Taiana, en la evaluación del Gobierno sobre la elección del primer secretario general de la Unasur. Cerca de la Presidenta consideraban que el reconocimiento era doble: al papel que juega el país dentro del continente y a la apuesta argentina por la integración regional. “Tuvimos el apoyo de todos nuestros vecinos”, festejaban.
En la delegación argentina también tomaron nota de que varios presidentes –tal vez Correa fue el más insistente– machacaron sobre la necesidad de contar con alguien “tiempo completo” ocupándose de la Unasur. Kirchner es diputado nacional, presidente del PJ y posible aspirante a la presidencia en 2011. El mandato que juró ayer es por dos años, hasta mayo de 2012, lo que se superpone con las primarias y las elecciones nacionales del año que viene. “Lo repitieron, es cierto. Alguna decisión tendremos que tomar”, reconocía un funcionario.
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