Como funciona la "burbuja financiera" con la crisis
Los "rescates" de Obama: La gran estafa privada con el Estado USA
TeleSur,31-Marzo-09
Los jefes de los mayores bancos de EEUU visitaron el viernes 27 al presidente, Barack Obama, para "agradecerle" su plan de compra de los activos tóxicos. En la foto, el consejero delegado de Bank of America, Kenneth Lewis hablando con la prensa tras el encuentro con Obama en Washington. Tras él están el de US Bancorp, Richard Davis (dcha.), y el de Wells Fargo, John Stumpf (2º por la dcha.). (Foto Reuters)
Mediante los planes de "rescate financiero" emprendidos por el Estado USA hoy gerenciado por Obama, los súper bancos y fondos de inversión nucleados en el sistema privado de la Reserva Federal reciclan una nueva "burbuja financiera", no ya con dinero especulativo proveniente del sector privado, sino con fondos públicos puestos compulsivamente al servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista, y al margen de una ascendente crisis de la economía real que marcha por vía paralela. El costo de este monumental negocio capitalista con la "crisis capitalista" (que ya está siendo exportado desde EEUU y Europa a los países de la periferia de Asia, África y América Latina) es financiado con el dinero de los impuestos pagados por el conjunto de la sociedad. Se trata, en suma, de una "socialización de las pérdidas" para subsidiar un "nuevo ciclo de ganancias privadas" con el Estado como herramienta de ejecución, mediante el cual los megaconsorcios más fuertes (los ganadores de la crisis) se degluten a los más débiles generando un nuevo proceso de reestructuración y concentración del sistema capitalista.
Informe especial
Los llamados "planes de rescate financiero" (hoy complementados con los planes de compra de "activos tóxicos") en la realidad sólo se trata de un reciclamiento de la "burbuja financiera" (en medio de la crisis recesiva) con el Estado como herramienta de garantía y ejecución.
El Estado norteamericano, por medio de la Reserva Federal y el Tesoro, "garantiza" la operación , y los bancos privados del Sistema de la Reserva Federal hacen el negocio. Y se cumple el axioma central: El sistema capitalista hace negocios tanto con las "burbujas" como con las "crisis".
Además, el costo del nuevo negocio financiero con la crisis (ésa es la trampa fraudulenta) será pagado con dinero de los impuestos públicos (el dinero de toda la ciudadanía) en una maniobra que transforma la deuda privada en deuda nacional. Lo que, de hecho, "estatiza la crisis privada" y convierte al Estado en una herramienta activa de la especulación financiera.
La cuestión podría resumirse así:
Utilizando al Estado USA como herramienta (en calidad de prestador y de garante con fondos públicos provenientes de los impuestos aportados por toda la sociedad estadounidense) los grandes bancos y fondos de inversión que integran el sistema privado de la Reserva Federal han reciclado una "burbuja financiera" (negocios financieros con la crisis) montada alrededor de los billonarios fondos estatales utilizados para la compra de activos o de auxilio financiero a las instituciones y bancos quebrados por la crisis financiera recesiva que tiene como epicentro a EEUU y Europa.
El primer tramo del macro-negocio privado con la crisis financiera se inició en octubre pasado con la aprobación por parte de la Cámara de Representantes de EEUU del plan de crisis de Bush para salvar a las entidades quebradas con dinero público. Una operación inicial de US$ 700.000 millones que el Tesoro USA (por medio de emisiones de deuda pública) entregó a los bancos privados del Sistema de la Reserva Federal. (Ver: Quiénes controlan el negocio del plan de rescate financiero: El papel de Goldman Sach).
En esta línea de orientación, la administración de Barack Obama (controlada por el lobby sionista del Partido Demócrata, e integrada en todas sus líneas estratégicas por ex funcionarios de Bill Clinton) lanzó el viernes una versión calcada y triplicada del plan "anticrisis" de Bush-Paulson para rescatar "activos tóxicos" de bancos y entidades quebradas por la crisis financiera-recesiva que estrangula la economía norteamericana.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, anunció finalmente la pieza central de su plan de rescate financiero: la creación de las "sociedades público-privadas" que estarán encargadas de comprar préstamos y valores "tóxicos" en poder de los bancos en apuros.
Sus dos anuncios de la semana pasada --sobre la regulación financiera y la compra de los activos tóxicos que ahogan a los bancos-- fueron diseñados, en parte, para allanar el camino hacia la cumbre del Grupo de los 20 que se realizará el 2 de abril en Londres. EEUU discrepa de la postura de países como Francia y Alemania, que buscan que los fondos de cobertura sean regulados de forma aún más estricta.
Comprar barato y vender caro
El llamado programa público-privado anunciado el viernes por el secretario del Tesoro de Obama, Timothy Geithner (ex presidente de la Reserva Federal de Nueva York) para comprar los activos (bonos y acciones) invendibles de los bancos y sus préstamos incobrables ha sido diseñado para que un grupo de bancos y fondos de inversión integrantes del sistema privado de la Reserva Federal, oferten y adquieran los llamados "activos tóxicos" devaluados por una suma superior a la que el banco obtendría en una venta corriente.
"La idea básica es conformar una sociedad público-privada, a la que llamaremos Public Investment Corp [Sociedad de Inversión Pública], que reúna dinero público y privado para comprar los activos tóxicos, sobre todo, hipotecarios", informó el domingo Austan Goolsbee, consejero económico de la Casa Blanca.
Según trascendió, la medida tendrá como objetivo limpiar "activos tóxicos" del sistema mediante el recurso de "comprarlos" con miles de millones de dólares de fondos públicos, a lo que se sumaría un aporte incierto, de orden privado.
La sociedad Estado-superbancos oferta comprar "activos tóxicos" a bancos quebrados o a bancos que han comprado a precio de ganga activos de entidades quebradas, como es el caso, por ejemplo, de Bank Of América o del Morgan Chase.
Para incentivar la operación financiera, el Estado USA aporta o garantiza aportes por el 90 por ciento del valor de la adquisición a tasas de interés cercanas a cero.
Según The Wall Street Journal, si un banco tiene un préstamo hipotecario de US$100 que logra venderle a la entidad pública-privada por US$84, los inversionistas privados contribuyen apenas con US$6. El Tesoro pone US$6 y el Fondo de Garantía de Depósitos (FDIC) de EEUU garantiza un préstamo por US$72, y no necesita que el Congreso lo apruebe.
Los bancos que han hecho adquisiciones, como J.P. Morgan Chase, Wells Fargo y Bank of América (que integran la flamante sociedad Estado-privados), han rebajado el valor de algunos de los préstamos en los portafolios de los bancos que compraron, para convertirse en vendedores.
En esencia, el macro negocio financiero con la crisis, en su primer paso con Bush, consistió en "comprar barato": Ofertar y adquirir a precios irrisorios los activos (bonos y acciones devaluadas) de las entidades y bancos quebrados (ejemplo, las compras de entidades quebradas por parte Bank Of América y Morgan Chase).
El segundo paso (con el plan de compra de "activos tóxicos" de Obama) consiste en "vender caro": Revalorizar" esos activos y acciones (en manos de bancos quebrados o de compradores de bancos quebrados) mediante su recompra por parte del Estado USA a valores actuales de mercado.
Los súper bancos "ganadores" (que devaluaron activos de bancos quebrados para comprarlos) ahora, con el plan de Obama, pueden recapitalizarlos o venderles a precio de mercado al Estado USA por medio de las asociaciones públicos-privadas.
Los bancos que han hecho adquisiciones de entidades quebradas, como J.P. Morgan Chase, Wells Fargo y Bank of America, han rebajado el valor de algunos de los préstamos en los portafolios de los bancos que compraron, así que podrían ser vendedores.
En síntesis, el negocio con el plan de rescates y de compras de activos "tóxicos" de Obama se resume en tres pasos fundamentales:
A) valiéndose del Estado USA las mega corporaciones que crearon la pirámide de la crisis utilizan dinero público para recrear una nueva burbuja financiera privada.
B) En consecuencia, la función del dinero privado en la generación de una nueva burbuja financiera, pasa a ser ocupada por el dinero público.
C) La nueva rentabilidad capitalista consiste en revalorizar (con dinero público y garantía estatal) los activos quebrados a valor actual de mercado.
De esta manera, se consuma la regla axiomática funcional de la especulación financiera sionista: "Comprar barato" (durante la crisis) y "vender caro" (durante el proceso de solución de la crisis).
Mientras la economía norteamericana padece una feroz crisis recesiva con quiebra generalizada de empresas del sector industrial y comercial, con despidos laborales masivos, los poderosos conglomerados bancarios que integran el sistema de la Reserva Federal reciclan una burbuja ganancial con el Estado USA como instrumento.
En la realidad, el plan de Obama no es nada más que un reciclado de los planes de Bush: Salva a los bancos y a los que hacen el negocio financiero con los rescates, utiliza el dinero publico para salvar al sistema capitalista de los privados, pero no salva a la economía real ni al presupuesto familiar de los estadounidenses que financian la operación con sus impuestos.
¡Robo al pueblo estadounidense!
Obama y el secretario del Tesoro, Timothy Geithner (a la izquierda) en una conferencia, antes de la investidura del actual presidente de EEUU.
El proyecto despertó críticas de varios sectores, que ponen en duda el funcionamiento del plan. La edición dominical de The New York Times, diario que, hasta ahora, estuvo cerca de Obama, disparó: "El plan que van a anunciar es justamente el que no hay que hacer".
Las percepción generalizada -señala por su parte The Wall Street Journal- es que Wall Street se enriquecerá a costa de los subsidios de los contribuyentes. "¡Robo al pueblo estadounidense!", dijo el premio Nobel Joseph Stiglitz.
Por su parte, el economista también ganador del premio Nobel Paul Krugman dijo en comentarios publicados la semana pasada que el reciente programa de rescate financiero del Tesoro estadounidense está prácticamente destinado a fracasar.
Según Krugman: "Este plan producirá grandes ganancias para bancos que no necesitan ayuda. Y servirá de muy poco para reafirmar a los que ya tienen seriamente amenazado su capital".
"Esto no se trata realmente de dejar que los mercados funcionen. Esta es sólo una forma indirecta, encubierta, de subsidiar la compra de malos activos", añadió Krugman, quien se refirió al proyecto como una idea reciclada de los planes de Bush.
"El hecho es que los ejecutivos financieros literalmente apostaron sus bancos bajo la creencia de que no había una burbuja inmobiliaria y la creencia de que la deuda familiar sin precedentes no era un problema. Ellos perdieron esa apuesta. Y ninguna cantidad de magia financiera, que eso es a lo que apuesta el plan de Geithner, va a cambiar ese hecho", escribió Krugman en The New York Times.
"Si este plan falla, como es casi seguro que lo haga, es poco probable que (Geithner) pueda ser capaz de persuadir al Congreso para que otorgue más fondos para hacer lo que tuvo que hacer desde un comienzo", advirtió Krugman.
La suma a utilizar hasta ahora por el gobierno de Obama (unos US$ 2,5 billones) ya casi triplica el plan de "rescate financiero" lanzado por Henry Paulson (el último secretario del Tesoro con Bush) en octubre pasado, que no sirvió para detener la profundización de la crisis financiera-recesiva que ya se extiende por todas las variables del proceso económico estadounidense.
Los emergentes
Pero, para tener una idea del potencial que encierra este macro negocio financiero con la crisis hay que señalar que solamente los bonos emitidos para asegurar los títulos en circulación suman US$ 25 billones.
Y, para tener una idea de esta cifra, hay que puntualizar que todo el PBI mundial es de US$ 65 billones.
El secreto -dice The Wall Street Journal- para financiar el plan de Geithner no es el dinero privado, sino los fondos del gobierno que no requieren de la aprobación del Congreso.
La Reserva Federal está haciendo algo similar por el lado de los valores: puede imprimir cantidades ilimitadas de dinero sin permiso del Congreso, señala el financiero neoyorquino.
En general, la prensa y los analistas estadounidenses coinciden en que el costo billonario del super-rescate (que pagará la población a través de los impuestos) potencia el proceso de crisis estructural con desocupación por el que atraviesa la economía estadounidense.
La mayoría de los analistas proyectan un agravamiento de la presión fiscal (suba de impuestos) y un recorte de planes y beneficios sociales como el emergente más inmediato del mega-salvataje estatal a la banca imperial iniciada por Bush y continuada por Obama.
Lo que incidirá en una mayor suba de precios y recorte del consumo (ya desatados), que se sumarán a los estragos de la crisis crediticia, para potenciar el proceso inflacionario-recesivo en que se encuentra la economía de la primera potencia imperial del planeta.
Opina The Wall Street Journal que "si los mercados de crédito continúan paralizados, el impacto sobre las empresas y los consumidores podría ser amplio, reduciendo el acceso a los préstamos, lo que disminuiría el gasto y la inversión. Los economistas señalaron que la contracción del crédito podría producir más despidos y provocar una reducción importante de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal".
Según The Wall Street Journal, en este escenario se espera que, así como sucedió con la banca y las instituciones quebradas por la crisis subprime, en los próximos meses más empresas ingresen en un proceso de bancarrota y anuncien nuevos despidos (sumados a los ya existentes), y los consumidores se ajusten aún más el cinturón, a medida que la ausencia de crédito afecta su capacidad de endeudamiento.
Pero este pensamiento generalizado entre los analistas de la economía real, no parece hacer mella en los grandes consorcios bancarios beneficiarios del plan que el viernes 27 se reunieron con Obama para "agradecerle" (¿Por los servicios prestados"?).
Al encuentro con el presidente USA acudieron ejecutivos y delegados, según la Casa Blanca, de los más importantes bancos y fondos de inversión que integran la red del sistema privado de la Reserva Federal, encabezados en primera línea, entre otros, por Bank Of América, J.P. Morgan Chase, Fargo, Morgan Stanley, Goldman Sachs, Citigroup, representados en la Asociación de Banqueros Americanos y la Comunidad Independiente de Banqueros.
La crema de la crema del lobby financiero que, desde la catedral del Imperio, hace negocios (y concentra riqueza) tanto con las "burbujas" como con las "crisis".
martes, 31 de marzo de 2009
¿HACIA UNA NUEVA BURBUJA FINANCIERA?
ARGENTINA : CARTA ABIERTA 5
31 de Marzo de 2009
Carta Abierta/5
Restauración conservadora o profundización del cambio
El espacio de intelectuales, artistas y creadores Carta Abierta elaboró un nuevo documento, centrado en el avance de “una derecha agromediática” en el contexto del escenario electoral nacional y de la intensa crisis global. La presentación se hará mañana, a las 13, en la Librería Foro Gandhi. Aquí, el texto completo.
Recorre la Argentina la fanfarria de una restauración conservadora, expresión de una derecha vieja y nueva. Con arrebatos cambiantes, a veces con estridencia, muchas veces en la penumbra, nerviosamente se preparan. Van de reunión en reunión, en una coreografía que se hace y rehace bajo la bitácora de semanales gacetilleros del gran desquite. Ventrílocuos, pronostican el próximo viraje. El fin de la pesadilla. No llegan a ser aún la Santa Alianza. Pero a falta de un Metternich, pululan políticos de diversas historias y procedencias, estilos comunicacionales aparentemente objetivos y representantes de economías facciosas que apuestan a recrear un Estado sin capacidad de pensar el conjunto de la Nación, cuando es necesario transformarlo en el sentido contrario, sacudiéndose sus modos neoliberales y su debilidad institucional. Los restauradores exudan el deseo de recuperar los fastos de la Argentina del primer centenario, aquella en la que la mitología agroganadera representaba los fundamentos de la Nación. Sus narrativas del presente se inspiran en las injusticias y desigualdades del pasado.
Ellos realizan sus rápidos cálculos de reposición del viejo orden. Alegan pureza institucional, pero se han abstenido de hacer gala de ella cada vez que les tocó actuar en tareas de responsabilidad. Esgrimen que se han superado los límites tolerables en materia de seguridad, pero en vez de pensar los abismos sociales que sólo se remedian con políticas democráticas y con el desafío aún pendiente de una nueva distribución del ingreso, expanden un miedo difuso preparando futuras agencias y formas regresivas de control poblacional. Vigilar y castigar parecen ser sus recursos privilegiados, el núcleo primero y último de la brutal simplificación de la anomia que subyace a una sociedad desquiciada por la implantación, desde los años de la dictadura videlista, de un proyecto de país fundado en la exclusión, la marginalidad y la miseria creciente de aquellos mismos que acabarán convertidos en carne de prisión o de gatillo fácil.
Si es el caso, no vacilan en aceptar pigmentos de “izquierda” para presentar un proyecto que pertenece a las fantasías recónditas de una nueva derecha mundial. Desenfadados, anuncian que todo lo que harán no será contradictorio con la asunción de “la política de derechos humanos”. El neoconservadorismo argentino ha aprendido a no ser literal como sus ancestros. Puede ser también, si lo apuran, un “progresismo de derecha”, imbuido de los miles de fragmentos sueltos que vagan por los lenguajes políticos. Todo vale. Pueden tomar las premisas de una lengua que hace poco pertenecía a los movimientos sociales de transformación. O pueden sonreír por lo bajo, pues alguien sustituyéndolos reclamará magnas puniciones y pronunciará el supremo veredicto: “pena de muerte”. Será la forma sublimada de indicar el rumbo de la reingeniería de una “sociedad turbada”, una Argentina que reclamaría la pastoral de la seguridad, que en vez de considerarse un grave problema que debe convocar imaginativas soluciones económicas, democráticas, laborales y pedagógicas, es visto como una peste medieval que exige periódicos exorcismos de punitivas sacerdotisas y ávidos prelados.
Junto a la complicidad con quienes exigen un cadalso público como forma de una nueva razón disciplinadora, los mundos políticos de la restauración conservadora extienden bruscamente ante sí el descuartizado mapa de las ideologías argentinas. Unos buscando “patas peronistas”, otros “patas liberales” y otros “patas radicales” para lo que creen que son sus baches a ser rellenados con cuadrillas políticas nocturnas de urgencia. Confunden política con pavimentación. Se entrecruzan en el complaciente intercambio de figuritas sobre el vacío que se atribuyen a sí mismos. Comienzan por reconocerse carentes, vivir en el socavón de su propia escasez. No sorprende que la decadencia de las grandes ideas de cambio social haya traído aparejada la decadencia del lenguaje político. Las viejas corrientes políticas, que supieron ser corrientes de ideas, son ahora partes de un pensamiento rápido, aleatorio, que se arrastra por el piso como un mueble que desgastó sus soportes. La nueva derecha, forjada en los lenguajes massmediáticos, carece de escrúpulos a la hora de arrojar por la borda ideas y principios o de adherirse a los restos tumefactos de tradiciones antagónicas; lo único que le importa es conquistar, por la vía de la simplificación y el vaciamiento ideológico, a una ciudadanía apresada en las matrices heredadas de los ’90 menemistas. Pretenden organizar las filas del individualismo atemorizado pero si triunfan no gobernarán como estrategas de la concordia social sino como artífices de una implacable revancha represiva.
Los representantes de la restauración han memorizado así archisabidos preceptos, míseras cartillas para refundar el Orden Conservador, pero se sienten vivados por los abstractos públicos presentados como momentánea platea popular sustituta. Saben que actúan en medio de poblaciones estremecidas por los diversos planos de una crisis civilizatoria de la que dicen no tiene conclusión visible, pero la suelen ver como parte de un oscuro deseo de que esa crisis llegue pronto a la Argentina como “gran electora catastrófica”. La crisis mundial sería la prestidigitadora de una devastación. Desarticularía previsiones, refutaría políticas públicas y esparciría desempleo, inestabilidad o pánico. Y les daría votos. La conciencia invisible del conservador se mueve en todos los rubros de la lengua movilizadora, pues sabe que hay un público difuso extendido en todo el país que lo escucha y que proviene de muchos legados políticos destrozados. Se parte del anhelo de que la crisis venga ya. Que irrumpa por fin esa crisis mundial y derrote a los esfuerzos que se hacen por conjurarla, a veces buenos, otras improvisados sobre el vértigo que la crisis impone, no siempre efectivos.
En el inconsciente colectivo de la restauración se halla emplazado el pensamiento de que la “llegada visible de la crisis” equivaldría a una admonición mesiánica que se encargaría de derrotar a los frágiles gobiernos a martillazos del Dow Jones y drásticos patrullajes del Nasdaq. Ninguna conciencia parecen tener de que esas catástrofes en el centro del mundo se han llevado consigo los paradigmas sobre los que construyeron sus capitales políticointelectuales. Más que paradigmas, son sofismas que no cesan de repetir a despecho de las evidencias. Eluden dar cuenta de la gravedad mundial de la crisis para menoscabar las medidas que atenúan sus ondas expansivas más duras. No se atreven a reconocer que la demora y cierta “suavidad” relativa de la crisis en Argentina se vincula con las políticas gubernamentales de moderada desconexión de las lógicas financieras del capitalismo contemporáneo. Los restauradores repiten sus axiomas ya fallidos y no trepidan en solicitar el fin de la desconexión: volver al seno del FMI es ya una consigna de batalla.
Los líderes del “partido del orden”, mientras aguardan el auxilio de la crisis, no pueden atravesar ciertos dilemas de parroquia: ¿qué representación política dará finalmente el nuevo bloque agrario que trae la sorprendente fusión en las consignas de los agronegocios de los sectores que antaño se diferenciaban por distintos tipos de actividad agropecuaria? Una nueva soldadura material y simbólica ha ocurrido frente a las nuevas características tecnológicas y empresariales de la explotación de la tierra sobre el trasfondo de ganancias inesperadas. Se trata de un bloque “enlazado” que, bajo un débil manto de republicanismo, se propone la cruzada restauradora y para hacerlo declara vetustos los desvencijados partidos remanentes, exige una derechización social y pone en crisis también a las tradicionales representaciones del sector.
Los restauradores anuncian que están frente a una impostura histórica pero llaman impostura a novedades introducidas por un juego democrático que sin duda es desprolijo pero vital; anuncian que están frente a manifestaciones de locura y tilinguería, pero no se privan de reclutar en sus filas a toda clase de comediantes que postulan el regreso a una normalidad administrada desde antiguos retablos ajustistas. Anuncian también que están frente a un gobierno errático, peligrosamente estatista –si son liberales–, e insensible a lo social –si asumen aires ocasionales de izquierda–. La impostura de la que acusan al Gobierno atraviesa de lado a lado su lenguaje, en especial cuando recurren a antiguas y venerables simbologías populares en nombre de intereses antagónicos de esas tradiciones.
Este tema es necesario recorrerlo claramente. El Gobierno se halla en medio de una tormenta social y política –local e internacional– acerca de la cual, tanto como no se puede aceptar que la haya provocado en lo que tiene de incierta, tampoco es posible dejar de ver en sus medidas más atrevidas el origen de las hirientes esquirlas que recibe como respuesta y debe afrontar. Estas medidas ya se conocen, y van desde los primeros gestos en relación a fuertes reparaciones simbólicas que desataron nudos asfixiantes de la historia hasta el pasaje de las existencias de las AFJP al patrimonio público bajo administración estatal o el profundo y necesario proyecto de ley de medios audiovisuales, sin dejar en un segundo plano la recuperación de una perspectiva latinoamericana que abandonó el paradigma de las “relaciones carnales” para encontrarse con irredentas pertenencias histórico-culturales. Con sus diferencias y particularidades, los procesos boliviano, venezolano, brasileño, ecuatoriano, cubano, uruguayo, chileno, paraguayo, nicaragüense, salvadoreño, no nos dejan pensar que esta hora latinoamericana va a ceder su horizonte de realizaciones ante la agresión mancomunada de las nigromantes y los hechiceros del retroceso. Y sabemos que la difícil encrucijada económica y social no puede sortearse sin la composición de tramas políticas, económicas y culturales de alcance regional.
El ciclo abierto en el 2003, no sin titubeos, produjo una diferencia con las formas de gobernabilidad anteriores, diferencia surgida de la lectura de los acontecimientos de 2001, cuando el protagonismo popular sancionó el fin de aquellas formas. Diferencia que se percibe en sus intentos democratizadores (que van desde la modificación virtuosa de la Corte Suprema hasta la afirmación de una política de derechos humanos que retoma los reclamos de los grupos organizados por su defensa), en el tipo de encuentro que propició con los movimientos sociales (entrecruzamiento de diálogos y no de medidas represivas), en el planteo de núcleos centrales para una sociedad justa (desde la enunciación de una pendiente redistribución del ingreso hasta la extensión de los derechos jubilatorios y la reposición de la movilidad de los haberes), desde la innovación en políticas de defensa hasta la decisión de no rendir ante el altar de la crisis los sacrificios tradicionales del trabajo y del salario.
Se conocen también sus deficiencias. Existe un gran contraste entre acciones innovadoras en campos sensibles de la vida social y apoyaturas que arrastran estilos rígidos, no decididamente democráticos, de organización política. Nos referimos a una escasa renovación en los sostenes oficiales del Gobierno, cuando no a un chato horizonte de conveniencias sectoriales –encarnadas por lo general en porciones extensas del Partido Justicialista– y específicamente en el profundo error que se comete con alianzas como las de Catamarca, donde se marchó junto a la figura que gobernaba la provincia cuando sacudía al país el caso María Soledad y con las huestes de un confeso ladrón. También lo que implica la cercanía con Aldo Rico en San Miguel, para mencionar sólo los casos que más hieren. No sólo por lo que componen, también por la ausencia que revelan de otra construcción política capaz de efectuar una interpelación popular, convocar a los hombres y mujeres, a los trabajadores, a los desocupados, a los que estudian y los que crean, a apoyar y expandir una diferencia que efectivamente existe en ciertos actos y se opaca en la rutina de las antiguallas partidarias. No es casual que en las entretelas de estas alianzas de ocasión con personajes sin moral y sin conciencia, que han navegado los últimos veinte años de vida política, haya tomado cuerpo la “idea” de una “salida ordenada” del kirchnerismo, manejando figuras como el cáustico sojero Fórmula 1. Esa salida –engalanada con prefijo post– dejaría al pueblo como rehén. Se trata, en realidad, de la restauración conservadora con la misma soja al cuello pero con Hugo del Carril en la vitrola. El Gobierno se recuesta sobre una estructura partidaria que parece garantizarle un piso electoral imprescindible, sin transitar por sendas en las que se podría vislumbrar un horizonte distinto. Comprender la carencia no significa aceptar la solución como la única posible. Es, más bien, anticipar los costos a pagar.
Son temas que es necesario revisar. La dignidad de un proyecto social de cambios requiere que sus apoyos surjan convencidamente de llamados a las vertientes sociales, productivas y culturales que esperan participar en un movimiento que pueda gobernar en medio de desafíos fundamentales y vencerlos innovadoramente. Ese llamado aún no ha ocurrido aunque, como debe brotar de los pliegues críticos de la sociedad, es necesario encontrar en la sociedad civil el lenguaje y los argumentos para concretarlo. Un lenguaje sensible a una sociedad que se ha transformado y cuyas disidencias internas, sus polémicas públicas, no pueden ser explicadas sólo con la cartilla de las anteriores lecturas nacional-populares. El desafío es apropiarse de aquellas lecturas pero entramadas en una nueva y compleja realidad; de reencontrarse con los afluentes de una memoria de la justicia y la igualdad en el contexto de inéditos saltos al vacío del capitalismo actual. Es bajo esta perspectiva que reconocemos la trascendencia de lo abierto en mayo del 2003 y que no olvidamos las enormes dificultades que existían y que todavía persisten para construir un proyecto democrático y popular. Algunas izquierdas, como lo han hecho repetidamente, no atinan a dar cuenta de la singularidad de los acontecimientos. Es hora de entrelazar miradas, perspectivas, tradiciones y biografías diversas que comparten el ideal emancipatorio, intuyendo que la hora argentina reclama una fuerte toma de partido que sea capaz de enfrentar la restauración conservadora.
No queda mucho tiempo para ello. Pero reconocer las dificultades no implica bajar los brazos. Las consecuencias de un triunfo de la coalición conservadora pueden ser graves, pero este documento quiere ser de esperanza y de reagrupamiento en la lucha. Veamos: en la Ciudad de Buenos Aires está en curso una experiencia. La gobierna una derecha que con remozada gestualidad despliega destructivos ataques a las instituciones públicas de la ciudad, rastrilla las calles con anteojeras represivas y no desdeña ocasión de borrar aquello que otros pensamientos políticos habían inscripto en la vida estatal. Gobierna esa derecha por su capacidad de seducir a un electorado dispuesto al festejo de fórmulas abstractas que (ilusoriamente) resolverían problemas complejos. Pero el progresismo porteño aún merece una revisión crítica y el gobierno nacional el cuestionamiento de su escasa reflexión sobre la peculiar sensibilidad cultural y política de la ciudad. Cuando algo permanece intratado, cuando no se lo considera en su especificidad, es arrojado a un trato consignista, abstracto, reactivo. Campo fértil para las derechas, con sus maniqueísmos excluyentes. Por eso, se arriesga demasiado cuando se trata con categorías desdeñosas a una ciudadanía que puede ser complaciente y superficial, pero en ocasiones, además, díscola y crítica. También el riesgo es altísimo cuando se renuncia a considerar ciertos temas, como el de seguridad, por lo que arrastran de amenaza. Las grandes ciudades argentinas, escenarios y protagonistas de luchas emblemáticas de la historia nacional (desde las huelgas de la Semana Trágica o la Reforma Universitaria hasta el Cordobazo; desde el 17 de Octubre o la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre hasta las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001), esas mismas ciudades han sido permeables al discurso neoliberal. Pero las ciudades anteriores persisten.
Tradiciones culturales y memorias comunitarias subyacen a la espera de una invocación política que las reavive y contenga. Nadie es dueño de la conciencia de los millones que viven, sueñan y despotrican en estas urbes. La crisis puede ser oportunidad de reabrir esa historia y para considerar los núcleos potentes de las luchas urbanas actuales: la confrontación contra la precarización del trabajo y el desempleo, el enfrentamiento contra las añejas pero actualizadas formas de opresión a las mujeres, para nombrar sólo algunas. No damos por perdida esa apuesta por arrebatar las ciudades de sus cautiverios mediáticos y sus temblores restauradores.
Cuestiones vitales como el modelo energético, el régimen de entidades financieras, el transporte ferroviario y fluvial, la explotación minera, requieren formas de desarrollo viables que no acepten fáciles composiciones con empresas transnacionales que no tienen hipótesis de preservación ambiental ni se componen con un modelo económico nacional autónomo. Es necesario actuar con criterios eficaces en torno a crear opciones económicas democráticas, donde un pragmatismo inmediatista no sustituya un proyecto más profundo de economía distributiva, proteccionismo democrático, urbanismo integrador e inclusivo y ordenamientos normativos que impidan la rapiña de recursos. Esto requeriría de instituciones estatales con capacidad de desplegar políticas públicas, con efectiva llegada a todo el territorio nacional. Pero sabemos que, si entre los méritos del ciclo abierto en el 2003 está el de resituar la importancia del Estado, también es claro que el realmente existente no está a la altura de esa relevancia.
Se han desplegado, sin embargo, considerables apoyos a los compromisos científicos sustantivos, expandiendo la investigación, los presupuestos a ella destinados e incentivando la innovación intelectual en la vida social productiva. En este mismo itinerario, queda pendiente la renovación de las fuentes de la reflexión crítica sobre estas materias, sin esquematismos ni fervores momentáneos que demoren el encuentro de los grandes núcleos de acción intelectual creativa en torno a la ciencia, el arte, el urbanismo, los medios de comunicación, el lenguaje, el diseño y las tecnologías. La creación del Ministerio de Cultura de la Nación, capaz de articularse con el de Ciencia y Tecnología, permitiría pensar la inteligencia y la creatividad sociales en conjunto, no como secciones estancas de acciones nómadas.
Por todo esto, llamamos a ejercer el derecho de crítica autónoma dentro de un gran campo de apoyo a los aspectos realizativos que ha encarnado el gobierno nacional. El momento lo reclama. No somos partisanos de una axiomática y binaria contradicción fundamental, aun cuando reconozcamos que las situaciones críticas conllevan, a nuestro pesar, un borramiento de matices. Debe haber distintas variantes y situaciones para los pensamientos críticos. Pero tampoco el Gobierno es ese manojo irreversible de contradicciones obtusas que a diario nos propone la vasta maquinaria mediática que lo envía al patíbulo en miles de minutos diarios de televisión, acudiendo a las doctrinas ubicuas del escándalo y el odio, en uno de los momentos más graves de irracionalismo asustadizo y de no tan encubiertos racismos que haya vivido la sociedad argentina contemporánea. Esa ofensiva de una derecha agromediática que no deja nada por tocar ni ensuciar, que corta rutas y agita conspiraciones, nos persuade de la decisiva importancia que adquiere no solamente la defensa de la legitimidad democrática sino, más hondo y grave, del decisivo entrelazamiento de un proyecto popular con el destino del Gobierno. Desatar el nudo que une ambas perspectivas constituye un error cuyo costo puede ser desmesuradamente elevado; imaginar que la caída de lo inaugurado en el 2003 puede ensanchar el horizonte popular y nacional es no sólo una gigantesca quimera sino una perturbadora irresponsabilidad histórica de los que todavía no comprenden el carácter y la dimensión del peligro restaurador.
La restauración tiene sus antenas y tentáculos preparados para aprovechar los deficientes reconocimientos mutuos que hemos tenido entre aquellos que en el pasado compartimos horas decisivas para constituir una fuerza popular transformadora desde distintas vertientes de la historia argentina. Llamamos entonces a que consideren favorablemente estas ideas, precisamente los compañeros de las izquierdas, de las corrientes nacional-populares, de los libertarismos, de los autonomismos y de los socialismos. Es imprescindible que sigan realizando observaciones críticas a las que siempre les otorgamos credibilidad, pero también les proponemos que las integren a un seno común aunque heterogéneo de opiniones situado ante la urgencia de oponerse a la restauración conservadora. Pero no menos imprescindible es que se constituya una gran fuerza autónoma que recorra las diversas experiencias de transformación social y las devuelva a la esfera pública de un modo movilizador, renovado y creíble. Allí radica una de las apuestas sin la que resulta casi inimaginable la profundización popular de un proyecto democrático que vino a renovar las lenguas políticas en un tiempo dominado por las clausuras y las desesperanzas.
Llamamos a actuar contra la restauración conservadora de un modo creativo, inhibiendo su diseminación con argumentos sutiles y masivos, que pongan en evidencia su auténtica impostura, su anacronismo y la amenaza que suponen a cualquier forma de redención social, defendiendo los aspectos progresivos de la actual situación y haciendo explícitas las reservas, a modo de un necesario reencaminamiento de las acciones políticas populares. Llamamos a no dejarnos sorprender por el clima de desprecio que crean los operadores de una crisis anunciada, que es el ensueño de las viejas fuerzas del Orden con pañuelito de seda al cuello, gozando ahora de la masividad mediática con que instalaron el partido del miedo. Llamamos a retirarnos de la quietud y a no quedar atados al comprensible malestar por los enredos que poseen muchos de los recorridos políticos de la hora. Porque la aparente claridad de los restauradores traerá al país los capítulos ya conocidos de la pasividad cívica, el descompromiso con el trabajo colectivo, la mediocridad política y el predominio de los círculos áulicos que operan en el servicialismo a los más oscuros poderes imperiales, cuyo resultado previsible es la multiplicación de la desigualdad, su marca más auténtica.
En estos meses, se desplegará una contienda electoral que tendrá mucho de plebiscito respecto de las políticas gubernamentales, que en algunos casos presentan deficiencias pero que configuran acciones reparatorias para una sociedad dañada. Las rutinas electorales –con sus desfiles de espantajos y sus diatribas mutuas– serían insufladas de otro entusiasmo si se las dota de un carácter programático. De un programa en el que la defensa de los derechos humanos, la consideración de la seguridad sin reduccionismos represivos, políticas de retención de las rentas extraordinarias, estrategias de apoyo a la producción, proyectos educativos que promuevan sujetos autónomos e inclusión social, políticas de salud enraizadas en las vastas necesidades populares, la profundización de la integración regional, la preservación ambiental (incluidos los glaciares) y el debido cumplimiento de las aún pocas leyes existentes que reconocen los derechos de los pueblos indígenas, no puedan ser expurgados ni menoscabados. Por otro lado, también se estará debatiendo una de las más radicales medidas de distribución cultural: una ley que impulsa la democratización del sistema de medios de comunicación. El proyecto, surgido de intercambios y consultas, estará recorriendo los vericuetos del debate en la sociedad civil antes de su trato parlamentario. No serán, no son, tiempos fáciles, portan una nitidez casi dolorosa y exigen renovadas pasiones. Muestran que no hay para el pueblo argentino “salida ordenada” contra la restauración conservadora. ¡Profundicemos los cambios! Ese es nuestro llamado.
© 2000-2009 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Carta Abierta/5
Restauración conservadora o profundización del cambio
El espacio de intelectuales, artistas y creadores Carta Abierta elaboró un nuevo documento, centrado en el avance de “una derecha agromediática” en el contexto del escenario electoral nacional y de la intensa crisis global. La presentación se hará mañana, a las 13, en la Librería Foro Gandhi. Aquí, el texto completo.
Recorre la Argentina la fanfarria de una restauración conservadora, expresión de una derecha vieja y nueva. Con arrebatos cambiantes, a veces con estridencia, muchas veces en la penumbra, nerviosamente se preparan. Van de reunión en reunión, en una coreografía que se hace y rehace bajo la bitácora de semanales gacetilleros del gran desquite. Ventrílocuos, pronostican el próximo viraje. El fin de la pesadilla. No llegan a ser aún la Santa Alianza. Pero a falta de un Metternich, pululan políticos de diversas historias y procedencias, estilos comunicacionales aparentemente objetivos y representantes de economías facciosas que apuestan a recrear un Estado sin capacidad de pensar el conjunto de la Nación, cuando es necesario transformarlo en el sentido contrario, sacudiéndose sus modos neoliberales y su debilidad institucional. Los restauradores exudan el deseo de recuperar los fastos de la Argentina del primer centenario, aquella en la que la mitología agroganadera representaba los fundamentos de la Nación. Sus narrativas del presente se inspiran en las injusticias y desigualdades del pasado.
Ellos realizan sus rápidos cálculos de reposición del viejo orden. Alegan pureza institucional, pero se han abstenido de hacer gala de ella cada vez que les tocó actuar en tareas de responsabilidad. Esgrimen que se han superado los límites tolerables en materia de seguridad, pero en vez de pensar los abismos sociales que sólo se remedian con políticas democráticas y con el desafío aún pendiente de una nueva distribución del ingreso, expanden un miedo difuso preparando futuras agencias y formas regresivas de control poblacional. Vigilar y castigar parecen ser sus recursos privilegiados, el núcleo primero y último de la brutal simplificación de la anomia que subyace a una sociedad desquiciada por la implantación, desde los años de la dictadura videlista, de un proyecto de país fundado en la exclusión, la marginalidad y la miseria creciente de aquellos mismos que acabarán convertidos en carne de prisión o de gatillo fácil.
Si es el caso, no vacilan en aceptar pigmentos de “izquierda” para presentar un proyecto que pertenece a las fantasías recónditas de una nueva derecha mundial. Desenfadados, anuncian que todo lo que harán no será contradictorio con la asunción de “la política de derechos humanos”. El neoconservadorismo argentino ha aprendido a no ser literal como sus ancestros. Puede ser también, si lo apuran, un “progresismo de derecha”, imbuido de los miles de fragmentos sueltos que vagan por los lenguajes políticos. Todo vale. Pueden tomar las premisas de una lengua que hace poco pertenecía a los movimientos sociales de transformación. O pueden sonreír por lo bajo, pues alguien sustituyéndolos reclamará magnas puniciones y pronunciará el supremo veredicto: “pena de muerte”. Será la forma sublimada de indicar el rumbo de la reingeniería de una “sociedad turbada”, una Argentina que reclamaría la pastoral de la seguridad, que en vez de considerarse un grave problema que debe convocar imaginativas soluciones económicas, democráticas, laborales y pedagógicas, es visto como una peste medieval que exige periódicos exorcismos de punitivas sacerdotisas y ávidos prelados.
Junto a la complicidad con quienes exigen un cadalso público como forma de una nueva razón disciplinadora, los mundos políticos de la restauración conservadora extienden bruscamente ante sí el descuartizado mapa de las ideologías argentinas. Unos buscando “patas peronistas”, otros “patas liberales” y otros “patas radicales” para lo que creen que son sus baches a ser rellenados con cuadrillas políticas nocturnas de urgencia. Confunden política con pavimentación. Se entrecruzan en el complaciente intercambio de figuritas sobre el vacío que se atribuyen a sí mismos. Comienzan por reconocerse carentes, vivir en el socavón de su propia escasez. No sorprende que la decadencia de las grandes ideas de cambio social haya traído aparejada la decadencia del lenguaje político. Las viejas corrientes políticas, que supieron ser corrientes de ideas, son ahora partes de un pensamiento rápido, aleatorio, que se arrastra por el piso como un mueble que desgastó sus soportes. La nueva derecha, forjada en los lenguajes massmediáticos, carece de escrúpulos a la hora de arrojar por la borda ideas y principios o de adherirse a los restos tumefactos de tradiciones antagónicas; lo único que le importa es conquistar, por la vía de la simplificación y el vaciamiento ideológico, a una ciudadanía apresada en las matrices heredadas de los ’90 menemistas. Pretenden organizar las filas del individualismo atemorizado pero si triunfan no gobernarán como estrategas de la concordia social sino como artífices de una implacable revancha represiva.
Los representantes de la restauración han memorizado así archisabidos preceptos, míseras cartillas para refundar el Orden Conservador, pero se sienten vivados por los abstractos públicos presentados como momentánea platea popular sustituta. Saben que actúan en medio de poblaciones estremecidas por los diversos planos de una crisis civilizatoria de la que dicen no tiene conclusión visible, pero la suelen ver como parte de un oscuro deseo de que esa crisis llegue pronto a la Argentina como “gran electora catastrófica”. La crisis mundial sería la prestidigitadora de una devastación. Desarticularía previsiones, refutaría políticas públicas y esparciría desempleo, inestabilidad o pánico. Y les daría votos. La conciencia invisible del conservador se mueve en todos los rubros de la lengua movilizadora, pues sabe que hay un público difuso extendido en todo el país que lo escucha y que proviene de muchos legados políticos destrozados. Se parte del anhelo de que la crisis venga ya. Que irrumpa por fin esa crisis mundial y derrote a los esfuerzos que se hacen por conjurarla, a veces buenos, otras improvisados sobre el vértigo que la crisis impone, no siempre efectivos.
En el inconsciente colectivo de la restauración se halla emplazado el pensamiento de que la “llegada visible de la crisis” equivaldría a una admonición mesiánica que se encargaría de derrotar a los frágiles gobiernos a martillazos del Dow Jones y drásticos patrullajes del Nasdaq. Ninguna conciencia parecen tener de que esas catástrofes en el centro del mundo se han llevado consigo los paradigmas sobre los que construyeron sus capitales políticointelectuales. Más que paradigmas, son sofismas que no cesan de repetir a despecho de las evidencias. Eluden dar cuenta de la gravedad mundial de la crisis para menoscabar las medidas que atenúan sus ondas expansivas más duras. No se atreven a reconocer que la demora y cierta “suavidad” relativa de la crisis en Argentina se vincula con las políticas gubernamentales de moderada desconexión de las lógicas financieras del capitalismo contemporáneo. Los restauradores repiten sus axiomas ya fallidos y no trepidan en solicitar el fin de la desconexión: volver al seno del FMI es ya una consigna de batalla.
Los líderes del “partido del orden”, mientras aguardan el auxilio de la crisis, no pueden atravesar ciertos dilemas de parroquia: ¿qué representación política dará finalmente el nuevo bloque agrario que trae la sorprendente fusión en las consignas de los agronegocios de los sectores que antaño se diferenciaban por distintos tipos de actividad agropecuaria? Una nueva soldadura material y simbólica ha ocurrido frente a las nuevas características tecnológicas y empresariales de la explotación de la tierra sobre el trasfondo de ganancias inesperadas. Se trata de un bloque “enlazado” que, bajo un débil manto de republicanismo, se propone la cruzada restauradora y para hacerlo declara vetustos los desvencijados partidos remanentes, exige una derechización social y pone en crisis también a las tradicionales representaciones del sector.
Los restauradores anuncian que están frente a una impostura histórica pero llaman impostura a novedades introducidas por un juego democrático que sin duda es desprolijo pero vital; anuncian que están frente a manifestaciones de locura y tilinguería, pero no se privan de reclutar en sus filas a toda clase de comediantes que postulan el regreso a una normalidad administrada desde antiguos retablos ajustistas. Anuncian también que están frente a un gobierno errático, peligrosamente estatista –si son liberales–, e insensible a lo social –si asumen aires ocasionales de izquierda–. La impostura de la que acusan al Gobierno atraviesa de lado a lado su lenguaje, en especial cuando recurren a antiguas y venerables simbologías populares en nombre de intereses antagónicos de esas tradiciones.
Este tema es necesario recorrerlo claramente. El Gobierno se halla en medio de una tormenta social y política –local e internacional– acerca de la cual, tanto como no se puede aceptar que la haya provocado en lo que tiene de incierta, tampoco es posible dejar de ver en sus medidas más atrevidas el origen de las hirientes esquirlas que recibe como respuesta y debe afrontar. Estas medidas ya se conocen, y van desde los primeros gestos en relación a fuertes reparaciones simbólicas que desataron nudos asfixiantes de la historia hasta el pasaje de las existencias de las AFJP al patrimonio público bajo administración estatal o el profundo y necesario proyecto de ley de medios audiovisuales, sin dejar en un segundo plano la recuperación de una perspectiva latinoamericana que abandonó el paradigma de las “relaciones carnales” para encontrarse con irredentas pertenencias histórico-culturales. Con sus diferencias y particularidades, los procesos boliviano, venezolano, brasileño, ecuatoriano, cubano, uruguayo, chileno, paraguayo, nicaragüense, salvadoreño, no nos dejan pensar que esta hora latinoamericana va a ceder su horizonte de realizaciones ante la agresión mancomunada de las nigromantes y los hechiceros del retroceso. Y sabemos que la difícil encrucijada económica y social no puede sortearse sin la composición de tramas políticas, económicas y culturales de alcance regional.
El ciclo abierto en el 2003, no sin titubeos, produjo una diferencia con las formas de gobernabilidad anteriores, diferencia surgida de la lectura de los acontecimientos de 2001, cuando el protagonismo popular sancionó el fin de aquellas formas. Diferencia que se percibe en sus intentos democratizadores (que van desde la modificación virtuosa de la Corte Suprema hasta la afirmación de una política de derechos humanos que retoma los reclamos de los grupos organizados por su defensa), en el tipo de encuentro que propició con los movimientos sociales (entrecruzamiento de diálogos y no de medidas represivas), en el planteo de núcleos centrales para una sociedad justa (desde la enunciación de una pendiente redistribución del ingreso hasta la extensión de los derechos jubilatorios y la reposición de la movilidad de los haberes), desde la innovación en políticas de defensa hasta la decisión de no rendir ante el altar de la crisis los sacrificios tradicionales del trabajo y del salario.
Se conocen también sus deficiencias. Existe un gran contraste entre acciones innovadoras en campos sensibles de la vida social y apoyaturas que arrastran estilos rígidos, no decididamente democráticos, de organización política. Nos referimos a una escasa renovación en los sostenes oficiales del Gobierno, cuando no a un chato horizonte de conveniencias sectoriales –encarnadas por lo general en porciones extensas del Partido Justicialista– y específicamente en el profundo error que se comete con alianzas como las de Catamarca, donde se marchó junto a la figura que gobernaba la provincia cuando sacudía al país el caso María Soledad y con las huestes de un confeso ladrón. También lo que implica la cercanía con Aldo Rico en San Miguel, para mencionar sólo los casos que más hieren. No sólo por lo que componen, también por la ausencia que revelan de otra construcción política capaz de efectuar una interpelación popular, convocar a los hombres y mujeres, a los trabajadores, a los desocupados, a los que estudian y los que crean, a apoyar y expandir una diferencia que efectivamente existe en ciertos actos y se opaca en la rutina de las antiguallas partidarias. No es casual que en las entretelas de estas alianzas de ocasión con personajes sin moral y sin conciencia, que han navegado los últimos veinte años de vida política, haya tomado cuerpo la “idea” de una “salida ordenada” del kirchnerismo, manejando figuras como el cáustico sojero Fórmula 1. Esa salida –engalanada con prefijo post– dejaría al pueblo como rehén. Se trata, en realidad, de la restauración conservadora con la misma soja al cuello pero con Hugo del Carril en la vitrola. El Gobierno se recuesta sobre una estructura partidaria que parece garantizarle un piso electoral imprescindible, sin transitar por sendas en las que se podría vislumbrar un horizonte distinto. Comprender la carencia no significa aceptar la solución como la única posible. Es, más bien, anticipar los costos a pagar.
Son temas que es necesario revisar. La dignidad de un proyecto social de cambios requiere que sus apoyos surjan convencidamente de llamados a las vertientes sociales, productivas y culturales que esperan participar en un movimiento que pueda gobernar en medio de desafíos fundamentales y vencerlos innovadoramente. Ese llamado aún no ha ocurrido aunque, como debe brotar de los pliegues críticos de la sociedad, es necesario encontrar en la sociedad civil el lenguaje y los argumentos para concretarlo. Un lenguaje sensible a una sociedad que se ha transformado y cuyas disidencias internas, sus polémicas públicas, no pueden ser explicadas sólo con la cartilla de las anteriores lecturas nacional-populares. El desafío es apropiarse de aquellas lecturas pero entramadas en una nueva y compleja realidad; de reencontrarse con los afluentes de una memoria de la justicia y la igualdad en el contexto de inéditos saltos al vacío del capitalismo actual. Es bajo esta perspectiva que reconocemos la trascendencia de lo abierto en mayo del 2003 y que no olvidamos las enormes dificultades que existían y que todavía persisten para construir un proyecto democrático y popular. Algunas izquierdas, como lo han hecho repetidamente, no atinan a dar cuenta de la singularidad de los acontecimientos. Es hora de entrelazar miradas, perspectivas, tradiciones y biografías diversas que comparten el ideal emancipatorio, intuyendo que la hora argentina reclama una fuerte toma de partido que sea capaz de enfrentar la restauración conservadora.
No queda mucho tiempo para ello. Pero reconocer las dificultades no implica bajar los brazos. Las consecuencias de un triunfo de la coalición conservadora pueden ser graves, pero este documento quiere ser de esperanza y de reagrupamiento en la lucha. Veamos: en la Ciudad de Buenos Aires está en curso una experiencia. La gobierna una derecha que con remozada gestualidad despliega destructivos ataques a las instituciones públicas de la ciudad, rastrilla las calles con anteojeras represivas y no desdeña ocasión de borrar aquello que otros pensamientos políticos habían inscripto en la vida estatal. Gobierna esa derecha por su capacidad de seducir a un electorado dispuesto al festejo de fórmulas abstractas que (ilusoriamente) resolverían problemas complejos. Pero el progresismo porteño aún merece una revisión crítica y el gobierno nacional el cuestionamiento de su escasa reflexión sobre la peculiar sensibilidad cultural y política de la ciudad. Cuando algo permanece intratado, cuando no se lo considera en su especificidad, es arrojado a un trato consignista, abstracto, reactivo. Campo fértil para las derechas, con sus maniqueísmos excluyentes. Por eso, se arriesga demasiado cuando se trata con categorías desdeñosas a una ciudadanía que puede ser complaciente y superficial, pero en ocasiones, además, díscola y crítica. También el riesgo es altísimo cuando se renuncia a considerar ciertos temas, como el de seguridad, por lo que arrastran de amenaza. Las grandes ciudades argentinas, escenarios y protagonistas de luchas emblemáticas de la historia nacional (desde las huelgas de la Semana Trágica o la Reforma Universitaria hasta el Cordobazo; desde el 17 de Octubre o la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre hasta las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001), esas mismas ciudades han sido permeables al discurso neoliberal. Pero las ciudades anteriores persisten.
Tradiciones culturales y memorias comunitarias subyacen a la espera de una invocación política que las reavive y contenga. Nadie es dueño de la conciencia de los millones que viven, sueñan y despotrican en estas urbes. La crisis puede ser oportunidad de reabrir esa historia y para considerar los núcleos potentes de las luchas urbanas actuales: la confrontación contra la precarización del trabajo y el desempleo, el enfrentamiento contra las añejas pero actualizadas formas de opresión a las mujeres, para nombrar sólo algunas. No damos por perdida esa apuesta por arrebatar las ciudades de sus cautiverios mediáticos y sus temblores restauradores.
Cuestiones vitales como el modelo energético, el régimen de entidades financieras, el transporte ferroviario y fluvial, la explotación minera, requieren formas de desarrollo viables que no acepten fáciles composiciones con empresas transnacionales que no tienen hipótesis de preservación ambiental ni se componen con un modelo económico nacional autónomo. Es necesario actuar con criterios eficaces en torno a crear opciones económicas democráticas, donde un pragmatismo inmediatista no sustituya un proyecto más profundo de economía distributiva, proteccionismo democrático, urbanismo integrador e inclusivo y ordenamientos normativos que impidan la rapiña de recursos. Esto requeriría de instituciones estatales con capacidad de desplegar políticas públicas, con efectiva llegada a todo el territorio nacional. Pero sabemos que, si entre los méritos del ciclo abierto en el 2003 está el de resituar la importancia del Estado, también es claro que el realmente existente no está a la altura de esa relevancia.
Se han desplegado, sin embargo, considerables apoyos a los compromisos científicos sustantivos, expandiendo la investigación, los presupuestos a ella destinados e incentivando la innovación intelectual en la vida social productiva. En este mismo itinerario, queda pendiente la renovación de las fuentes de la reflexión crítica sobre estas materias, sin esquematismos ni fervores momentáneos que demoren el encuentro de los grandes núcleos de acción intelectual creativa en torno a la ciencia, el arte, el urbanismo, los medios de comunicación, el lenguaje, el diseño y las tecnologías. La creación del Ministerio de Cultura de la Nación, capaz de articularse con el de Ciencia y Tecnología, permitiría pensar la inteligencia y la creatividad sociales en conjunto, no como secciones estancas de acciones nómadas.
Por todo esto, llamamos a ejercer el derecho de crítica autónoma dentro de un gran campo de apoyo a los aspectos realizativos que ha encarnado el gobierno nacional. El momento lo reclama. No somos partisanos de una axiomática y binaria contradicción fundamental, aun cuando reconozcamos que las situaciones críticas conllevan, a nuestro pesar, un borramiento de matices. Debe haber distintas variantes y situaciones para los pensamientos críticos. Pero tampoco el Gobierno es ese manojo irreversible de contradicciones obtusas que a diario nos propone la vasta maquinaria mediática que lo envía al patíbulo en miles de minutos diarios de televisión, acudiendo a las doctrinas ubicuas del escándalo y el odio, en uno de los momentos más graves de irracionalismo asustadizo y de no tan encubiertos racismos que haya vivido la sociedad argentina contemporánea. Esa ofensiva de una derecha agromediática que no deja nada por tocar ni ensuciar, que corta rutas y agita conspiraciones, nos persuade de la decisiva importancia que adquiere no solamente la defensa de la legitimidad democrática sino, más hondo y grave, del decisivo entrelazamiento de un proyecto popular con el destino del Gobierno. Desatar el nudo que une ambas perspectivas constituye un error cuyo costo puede ser desmesuradamente elevado; imaginar que la caída de lo inaugurado en el 2003 puede ensanchar el horizonte popular y nacional es no sólo una gigantesca quimera sino una perturbadora irresponsabilidad histórica de los que todavía no comprenden el carácter y la dimensión del peligro restaurador.
La restauración tiene sus antenas y tentáculos preparados para aprovechar los deficientes reconocimientos mutuos que hemos tenido entre aquellos que en el pasado compartimos horas decisivas para constituir una fuerza popular transformadora desde distintas vertientes de la historia argentina. Llamamos entonces a que consideren favorablemente estas ideas, precisamente los compañeros de las izquierdas, de las corrientes nacional-populares, de los libertarismos, de los autonomismos y de los socialismos. Es imprescindible que sigan realizando observaciones críticas a las que siempre les otorgamos credibilidad, pero también les proponemos que las integren a un seno común aunque heterogéneo de opiniones situado ante la urgencia de oponerse a la restauración conservadora. Pero no menos imprescindible es que se constituya una gran fuerza autónoma que recorra las diversas experiencias de transformación social y las devuelva a la esfera pública de un modo movilizador, renovado y creíble. Allí radica una de las apuestas sin la que resulta casi inimaginable la profundización popular de un proyecto democrático que vino a renovar las lenguas políticas en un tiempo dominado por las clausuras y las desesperanzas.
Llamamos a actuar contra la restauración conservadora de un modo creativo, inhibiendo su diseminación con argumentos sutiles y masivos, que pongan en evidencia su auténtica impostura, su anacronismo y la amenaza que suponen a cualquier forma de redención social, defendiendo los aspectos progresivos de la actual situación y haciendo explícitas las reservas, a modo de un necesario reencaminamiento de las acciones políticas populares. Llamamos a no dejarnos sorprender por el clima de desprecio que crean los operadores de una crisis anunciada, que es el ensueño de las viejas fuerzas del Orden con pañuelito de seda al cuello, gozando ahora de la masividad mediática con que instalaron el partido del miedo. Llamamos a retirarnos de la quietud y a no quedar atados al comprensible malestar por los enredos que poseen muchos de los recorridos políticos de la hora. Porque la aparente claridad de los restauradores traerá al país los capítulos ya conocidos de la pasividad cívica, el descompromiso con el trabajo colectivo, la mediocridad política y el predominio de los círculos áulicos que operan en el servicialismo a los más oscuros poderes imperiales, cuyo resultado previsible es la multiplicación de la desigualdad, su marca más auténtica.
En estos meses, se desplegará una contienda electoral que tendrá mucho de plebiscito respecto de las políticas gubernamentales, que en algunos casos presentan deficiencias pero que configuran acciones reparatorias para una sociedad dañada. Las rutinas electorales –con sus desfiles de espantajos y sus diatribas mutuas– serían insufladas de otro entusiasmo si se las dota de un carácter programático. De un programa en el que la defensa de los derechos humanos, la consideración de la seguridad sin reduccionismos represivos, políticas de retención de las rentas extraordinarias, estrategias de apoyo a la producción, proyectos educativos que promuevan sujetos autónomos e inclusión social, políticas de salud enraizadas en las vastas necesidades populares, la profundización de la integración regional, la preservación ambiental (incluidos los glaciares) y el debido cumplimiento de las aún pocas leyes existentes que reconocen los derechos de los pueblos indígenas, no puedan ser expurgados ni menoscabados. Por otro lado, también se estará debatiendo una de las más radicales medidas de distribución cultural: una ley que impulsa la democratización del sistema de medios de comunicación. El proyecto, surgido de intercambios y consultas, estará recorriendo los vericuetos del debate en la sociedad civil antes de su trato parlamentario. No serán, no son, tiempos fáciles, portan una nitidez casi dolorosa y exigen renovadas pasiones. Muestran que no hay para el pueblo argentino “salida ordenada” contra la restauración conservadora. ¡Profundicemos los cambios! Ese es nuestro llamado.
© 2000-2009 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
lunes, 30 de marzo de 2009
Marie-Monique Robin: Monsanto empresa criticada
30 de Marzo de 2009
Entrevista a Marie-Monique Robin, autora de El mundo según Monsanto
“Quien controla las semillas, controla la comida y la vida”
Una compañía líder, un modelo agrario y sus consecuencias sociales y sanitarias. Los secretos de la empresa, su poder ante los gobiernos y la ciencia. La investigadora francesa aborda todas las claves para contextualizar el monocultivo de soja y los agrotóxicos a nivel global.
Por Darío Aranda
–¿Cómo define a Monsanto?
–Monsanto es una empresa delincuente. Lo digo porque hay pruebas concretas de ello. Fue muchas veces condenada por sus actividades industriales, por ejemplo el caso de los PCB, producto que ahora está prohibido, pero sigue contaminando el planeta. Durante 50 años el PCB estuvo en los transformadores de energía. Y Monsanto, que fue condenada por eso, sabía que eran productos muy tóxicos, pero escondió información y nunca dijo nada. Y es la misma historia con otros dos herbicidas producidos por Monsanto, que formaron el cóctel llamado “agente naranja” utilizado en la guerra de Vietnam, y también sabía que era muy tóxico e hizo lo mismo. Es más, manipuló estudios para esconder la relación entre las dioxinas y el cáncer. Es una práctica recurrente en Monsanto. Muchos dicen que esto es el pasado, pero no es así, es una forma de obtener ganancias que aún hoy está vigente. La empresa nunca aceptó su pasado ni aceptó responsabilidades. Siempre trató de negar todo. Es una línea de conducta. Y hoy sucede lo mismo con los transgénicos y el Roundup.
–¿Cuáles son las prácticas comunes de Monsanto en el orden global?
–Tiene prácticas comunes en todos los países donde actúa. Monsanto esconde datos sobre sus productos, pero no sólo eso, también miente y falsea estudios sobre sus productos. Otra particularidad que se repite en Monsanto es que cada vez que científicos independientes tratan de hacer su trabajo a fondo con los transgénicos, tienen presiones o pierden sus trabajos. Eso también sucede en los organismos de Estados Unidos como son la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) o EPA (Agencia de Protección Ambiental). Monsanto también es sinónimo de corrupción. Dos ejemplos claros y probados son el intento de soborno en Canadá, que originó una sesión especial del Senado canadiense, cuando se trataba la aprobación de la hormona de crecimiento lechera. Y el otro caso es en Indonesia, donde Monsanto fue condenada porque corrompió a cien altos funcionarios para poner en el mercado su algodón transgénico. No dudamos que hay más casos de corrupción donde Monsanto es quien corrompe.
–Usted también afirma que la modalidad de “puertas giratorias” es una práctica habitual.
–Sin duda. En la historia de Monsanto siempre está presente lo que en Estados Unidos se llama “la puerta giratoria”. Un ejemplo claro: el texto de reglamentación que regula los transgénicos en Estados Unidos fue publicado en 1992 por la FDA, la agencia norteamericana encargada de la seguridad de alimentos y medicamentos. La cual se supone es muy seria, al menos siempre yo pensaba eso, hasta antes de este trabajo. Cuando decían que un producto había sido aprobado por la FDA pensaba que era seguro. Ahora sé que no es así. En el ’92, el texto de la FDA fue redactado por Michael Taylor, abogado de Monsanto que ingresó a la FDA para hacer ese texto y luego fue vicepresidente de Monsanto. Un ejemplo muy claro de “puerta giratoria”. Hay mucho ejemplos, en todo el mundo.
–Monsanto fabricó el agente naranja, PCB y glifosato. Y tiene condenas por publicidad engañosa. ¿Por qué tiene tan buena prensa?
–Por falta de trabajo serio de los periodistas y la complicidad de los políticos. En todo el mundo es igual.
–¿Por qué Monsanto no habla?
–¿Has probado llamarlos?
–Sí, pero no aceptaron preguntas.
–También es lo mismo en todo el mundo. Ante cualquier periodista crítico, Monsanto tiene una sola política: “No comments” (sin comentarios).
–¿Qué significa Monsanto en el mercado mundial de alimentos?
–La meta de Monsanto es controlar la cadena alimentaria. Los transgénicos son un medio para esa meta. Y las patentes una forma de lograrlo. La primera etapa de la “revolución verde” ya quedó atrás, fue la de plantas de alto rendimiento con utilización de pesticidas y la contaminación ambiental. Ahora estamos en la segunda etapa de esa “revolución”, donde la clave es hacer valer las patentes sobre los alimentos. Esto no tiene nada que ver con la idea de alimentar al mundo, como se publicitó en su momento. El único fin es aumentar las ganancias de las grandes corporaciones. Monsanto gana en todo. Te vende el paquete tecnológico completo, semillas patentadas y el herbicida obligatorio para esa semilla. Monsanto te hace firmar un contrato por el cual te prohíbe conservar semillas y te obliga a comprar Roundup, no se puede utilizar un glifosato genérico. En este modelo Monsanto gana en todo, y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. De paso, recordemos, que la soja transgénica que se cultiva aquí no es para alimentar a los argentinos, es para alimentar a los puercos europeos. Y qué pasará en Argentina cuando las carnes de Europa deban etiquetarse con que fueron alimentadas con soja transgénica. Se dejará de comprar carnes de ese tipo y Argentina también recibirá el golpe, porque le bajará la demanda de soja.
–Estuvo en Argentina, Brasil y Paraguay. ¿Qué particularidades encontró en la región?
–Hay que recordar que Monsanto entró aquí gracias al gobierno de Carlos Menem, que permitió que la soja transgénica entrara sin ningún estudio. Fue el primer país de América latina. Luego desde Argentina se organizó un contrabando de semillas transgénicas, de grandes productores, hacia Paraguay y Brasil, que se vieron obligados a legalizarlo porque eran cultivos que luego se exportaban. Y luego llegó Monsanto a reclamar sus regalías. Fue increíble cómo se expandió la soja transgénica en la región, y en tan pocos años. Es un caso único en el mundo.
–En la década del ’90 Argentina era denominada como alumno modelo del FMI. Hoy, con 17 millones de hectáreas con soja transgénica y la utilización de 168 millones de litros sólo de glifosato, ¿se puede decir que Argentina es un alumno modelo de los agronegocios?
–Sí, claro. Argentina adoptó el modelo Monsanto en tiempo record, es un caso paradigmático. Pero también hubo algunos problemitas con el alumno modelo. Como las semillas transgénicas son patentadas, Monsanto tiene el derecho de propiedad intelectual. Eso significa, como lo vi en Canadá y Estados Unidos, que les hacen firmar a los productores un contrato en los que se comprometen a no conservar parte de sus cosechas para resembrar el año próximo, lo que suelen hacer los agricultores de todo el mundo. Monsanto lo denuncia como una violación de su patente. Entonces Monsanto envía la “policía de genes”, que es algo increíble, detectives privados que entran a los campos, toman muestras, verifican si es transgénico y si el agricultor ha comprado sus semillas. Si no las han comprado, realizan juicios y Monsanto gana. Es parte de una estrategia global: Monsanto controla la mayoría de las empresas semilleras y patenta las semillas, exigiendo que cada campesino compre sus semillas. Lo que pasó aquí es que la ley argentina no prohíbe guardar las semillas de una cosecha y utilizarlas en la próxima siembra. En un primer momento Monsanto dijo que no iba a pedir regalías, y dio semillas baratas y Roundup barato. Pero en 2005 comenzó a pedir regalías, rompió el acuerdo inicial y por eso mantiene un enfrentamiento judicial con su alumno preferido.
–El Roundup tiene un papel protagónico en este modelo. Muchas comunidades campesinas e indígenas denuncian sus efectos, pero hay pocas prohibiciones.
–Es un impacto increíblemente silenciado. Nadie puede negar lo que traen aparejadas las fumigaciones con este herbicida, totalmente nocivo. Tengo la seguridad de que va a ser prohibido en algún momento, como fue el PCB, estoy segura de que llegará ese momento. De hecho en Dinamarca ya fue prohibido por su alta toxicidad. Es urgente analizar el peligro de los agroquímicos y los OGM (Organismos Genéticamente Modificados).
–Sin embargo, las grandes empresas del sector prometen desde hace décadas que con transgénicos y agrotóxicos se logrará aumentar la producción, y así se acabará con el hambre del mundo.
–Argentina es el mejor ejemplo de esa mentira. ¿Qué tal le ha ido con la sojización del país? Se ha perdido en la producción de otros alimentos básicos y aún hay hambre. Este modelo es el modelo del monocultivo, que acaba con otros cultivos vitales. Es una transformación muy profunda de la agricultura, que lleva directo a la pérdida de la soberanía alimentaria, y lamentablemente ya no depende de un gobierno para poder revertirlo.
–¿Por qué al proceso agrario actual usted lo llama “la dictadura de la soja”?
–Es una dictadura en el sentido de un poder totalitario, que abarca todo. Hay que tener claro que quien controla las semillas controla la comida y controla la vida. En ese sentido, Monsanto tiene un poder totalitario. Es tan claro que hasta Syngenta, otra gran empresa del sector y competidora de Monsanto, llamó a Brasil, Paraguay y Argentina “las repúblicas unidas de la soja”. Estamos en presencia de un programa político con fines muy claros. Una pregunta simple lo demuestra: ¿Quién decide qué se va a cultivar en Argentina? No lo decide ni el Gobierno ni los productores, lo decide Monsanto. La multinacional decide qué se sembrará, sin importar los gobiernos, lo decide una empresa. Y, para peor, la segunda ola de transgénicos va a ser muy fuerte, con un modelo de agrocombustibles que acarrea más monocultivo. Y, a esta altura, ya está claro que el monocultivo es pérdida de biodiversidad y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. Ya no hay dudas de que el monocultivo, ya sea de soja o para biodiésel, es el camino hacia el hambre.
–¿Cuál es el papel de la ciencia en el modelo de agronegocios, donde Monsanto es sólo su cara más famosa?
–Antes pensaba que cuando un estudio era publicado en una prestigiosa revista científica, se trataba de un trabajo serio. Pero no. Las condiciones en que se publican algunos estudios son tristes, con empresas como Monsanto presionando a los directores de las revistas. En el tema transgénico queda muy claro que es casi imposible realizar estudios del tema. En muchas parte del mundo, Estados Unidos o Argentina, los laboratorios de investigación son pagados por grandes empresas. Y cuando el tema es semillas, transgénicos o agroquímicos, Monsanto siempre está presente y siempre condiciona las investigaciones.
–¿Los científicos tienen temor o son cómplices?
–Ambas cosas. El temor y la complicidad están presentes en los laboratorios del mundo. En el libro dejo claro que hay científicos, en todos los países, cuya única función es legitimar el trabajo de la empresa.
–¿Cuál es el papel de los gobiernos para que empresas como Monsanto avancen?
–Los gobiernos son los mejores propagandistas de los OGM (Organismos Genéticamente Modificados). Realizan un trabajo de lobby increíble. Monsanto les lleva sus estudios, su información, sus revistas y fotos, todo muy lindo. Les dicen a los políticos que no habrá contaminación y salvarán al mundo. Y los políticos hacen lo suyo. Y también hay presiones. Diputados franceses han denunciado públicamente las presiones de Monsanto, hasta reconocieron que la compañía contactó a cada uno de los 500 diputados para que legislen según los intereses de la empresa.
–¿Y el papel de los medios de comunicación?
–Me da mucha pena porque soy periodista y creo en lo que hacemos, creo que es una profesión con un papel muy importante en la democracia, pero hay una gran manipulación de los medios. En todo lo referido a los transgénicos, la prensa no trabaja seriamente. Los medios miran la propaganda de Monsanto y la publican sin cuestionamientos, como si fueran empleados de la empresa. También es público que Monsanto invita a comer a los periodistas, les realiza regalos, los lleva de viaje a Saint Louis (donde está su sede central); los periodistas van muy contentos, pasean por los laboratorios, no preguntan nada y ya. Así funcionan los medios con Monsanto. También registré casos en los que Monsanto busca, en cada medio de comunicación, un defensor. Establece contacto con él y logra opiniones favorables. No sé si hay corrupción, pero sé que Monsanto logra su objetivo. En Argentina es claro cómo actúa, al ver algunos artículos de suplementos rurales se ve que en lugar de artículos periodísticos son publicidades de Monsanto. No pareciera que un periodista lo escribió, fue directamente la compañía.
–¿Qué evaluación hace del enfrentamiento entre el Gobierno y las entidades patronales del agro?
–En 2005 entrevisté a Eduardo Buzzi, estaba furioso por el asunto de las regalías reclamadas por Monsanto. Hablaba de las trampas de Monsanto. Y además hablaba de los problemas que traía la soja, hasta me puso en contacto con pequeños productores que me hablaron de las mentiras de Monsanto, de la resistencia que mostraban las malezas, que había que utilizar más herbicidas y que los campos quedaban como tierra muerta. Buzzi sabía todo eso y me decía que cuestionaba ese modelo, afirmaba que la soja traía la destrucción de la agricultura familiar y me decía que Federación Agraria representaba ese sector, que enfrentaba a los pools de siembra y a las grandes empresas. Y Buzzi denunciaba mucho este modelo, muy buen discurso. Pero ahora no sé qué pasó. Nunca lo volví a ver y me gustaría preguntarle qué le pasó que ahora se une con las entidades más grandes, me extraña mucho el cambio que muestra. Y encima Buzzi está con Aapresid (Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa –integrada por todas las grandes empresas del sector, incluidas las semilleras y agroquímicas–), que es la que más gana con todo este modelo, y que apareció poco en este conflicto. Aapresid manipula todo y está con los grandes sojeros, que no son agricultores y que hasta promueven un modelo sin agricultores. Entonces no entiendo cómo Federación Agraria dice representar productores chicos y está con Aapresid. Lo de Federación Agraria es muy extraño, no se entiende.
–¿Y el papel del Gobierno?
–Las retenciones pueden ser que frenen algo del proceso de sojización. Pero no es una solución frente a un modelo tan agresivo. La solución tiene que ser algo mucho más radical y no a corto plazo. Claro que la tentación de los gobiernos es grande, la soja trae buenos ingresos, pero hay que pensar a largo plazo. No hay soluciones simples y cortoplacistas para un modelo que echa a campesinos de sus tierras y, fumigaciones mediante, contamina el agua, la tierra y la gente.
© 2000-2009 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Entrevista a Marie-Monique Robin, autora de El mundo según Monsanto
“Quien controla las semillas, controla la comida y la vida”
Una compañía líder, un modelo agrario y sus consecuencias sociales y sanitarias. Los secretos de la empresa, su poder ante los gobiernos y la ciencia. La investigadora francesa aborda todas las claves para contextualizar el monocultivo de soja y los agrotóxicos a nivel global.
Por Darío Aranda
–¿Cómo define a Monsanto?
–Monsanto es una empresa delincuente. Lo digo porque hay pruebas concretas de ello. Fue muchas veces condenada por sus actividades industriales, por ejemplo el caso de los PCB, producto que ahora está prohibido, pero sigue contaminando el planeta. Durante 50 años el PCB estuvo en los transformadores de energía. Y Monsanto, que fue condenada por eso, sabía que eran productos muy tóxicos, pero escondió información y nunca dijo nada. Y es la misma historia con otros dos herbicidas producidos por Monsanto, que formaron el cóctel llamado “agente naranja” utilizado en la guerra de Vietnam, y también sabía que era muy tóxico e hizo lo mismo. Es más, manipuló estudios para esconder la relación entre las dioxinas y el cáncer. Es una práctica recurrente en Monsanto. Muchos dicen que esto es el pasado, pero no es así, es una forma de obtener ganancias que aún hoy está vigente. La empresa nunca aceptó su pasado ni aceptó responsabilidades. Siempre trató de negar todo. Es una línea de conducta. Y hoy sucede lo mismo con los transgénicos y el Roundup.
–¿Cuáles son las prácticas comunes de Monsanto en el orden global?
–Tiene prácticas comunes en todos los países donde actúa. Monsanto esconde datos sobre sus productos, pero no sólo eso, también miente y falsea estudios sobre sus productos. Otra particularidad que se repite en Monsanto es que cada vez que científicos independientes tratan de hacer su trabajo a fondo con los transgénicos, tienen presiones o pierden sus trabajos. Eso también sucede en los organismos de Estados Unidos como son la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) o EPA (Agencia de Protección Ambiental). Monsanto también es sinónimo de corrupción. Dos ejemplos claros y probados son el intento de soborno en Canadá, que originó una sesión especial del Senado canadiense, cuando se trataba la aprobación de la hormona de crecimiento lechera. Y el otro caso es en Indonesia, donde Monsanto fue condenada porque corrompió a cien altos funcionarios para poner en el mercado su algodón transgénico. No dudamos que hay más casos de corrupción donde Monsanto es quien corrompe.
–Usted también afirma que la modalidad de “puertas giratorias” es una práctica habitual.
–Sin duda. En la historia de Monsanto siempre está presente lo que en Estados Unidos se llama “la puerta giratoria”. Un ejemplo claro: el texto de reglamentación que regula los transgénicos en Estados Unidos fue publicado en 1992 por la FDA, la agencia norteamericana encargada de la seguridad de alimentos y medicamentos. La cual se supone es muy seria, al menos siempre yo pensaba eso, hasta antes de este trabajo. Cuando decían que un producto había sido aprobado por la FDA pensaba que era seguro. Ahora sé que no es así. En el ’92, el texto de la FDA fue redactado por Michael Taylor, abogado de Monsanto que ingresó a la FDA para hacer ese texto y luego fue vicepresidente de Monsanto. Un ejemplo muy claro de “puerta giratoria”. Hay mucho ejemplos, en todo el mundo.
–Monsanto fabricó el agente naranja, PCB y glifosato. Y tiene condenas por publicidad engañosa. ¿Por qué tiene tan buena prensa?
–Por falta de trabajo serio de los periodistas y la complicidad de los políticos. En todo el mundo es igual.
–¿Por qué Monsanto no habla?
–¿Has probado llamarlos?
–Sí, pero no aceptaron preguntas.
–También es lo mismo en todo el mundo. Ante cualquier periodista crítico, Monsanto tiene una sola política: “No comments” (sin comentarios).
–¿Qué significa Monsanto en el mercado mundial de alimentos?
–La meta de Monsanto es controlar la cadena alimentaria. Los transgénicos son un medio para esa meta. Y las patentes una forma de lograrlo. La primera etapa de la “revolución verde” ya quedó atrás, fue la de plantas de alto rendimiento con utilización de pesticidas y la contaminación ambiental. Ahora estamos en la segunda etapa de esa “revolución”, donde la clave es hacer valer las patentes sobre los alimentos. Esto no tiene nada que ver con la idea de alimentar al mundo, como se publicitó en su momento. El único fin es aumentar las ganancias de las grandes corporaciones. Monsanto gana en todo. Te vende el paquete tecnológico completo, semillas patentadas y el herbicida obligatorio para esa semilla. Monsanto te hace firmar un contrato por el cual te prohíbe conservar semillas y te obliga a comprar Roundup, no se puede utilizar un glifosato genérico. En este modelo Monsanto gana en todo, y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. De paso, recordemos, que la soja transgénica que se cultiva aquí no es para alimentar a los argentinos, es para alimentar a los puercos europeos. Y qué pasará en Argentina cuando las carnes de Europa deban etiquetarse con que fueron alimentadas con soja transgénica. Se dejará de comprar carnes de ese tipo y Argentina también recibirá el golpe, porque le bajará la demanda de soja.
–Estuvo en Argentina, Brasil y Paraguay. ¿Qué particularidades encontró en la región?
–Hay que recordar que Monsanto entró aquí gracias al gobierno de Carlos Menem, que permitió que la soja transgénica entrara sin ningún estudio. Fue el primer país de América latina. Luego desde Argentina se organizó un contrabando de semillas transgénicas, de grandes productores, hacia Paraguay y Brasil, que se vieron obligados a legalizarlo porque eran cultivos que luego se exportaban. Y luego llegó Monsanto a reclamar sus regalías. Fue increíble cómo se expandió la soja transgénica en la región, y en tan pocos años. Es un caso único en el mundo.
–En la década del ’90 Argentina era denominada como alumno modelo del FMI. Hoy, con 17 millones de hectáreas con soja transgénica y la utilización de 168 millones de litros sólo de glifosato, ¿se puede decir que Argentina es un alumno modelo de los agronegocios?
–Sí, claro. Argentina adoptó el modelo Monsanto en tiempo record, es un caso paradigmático. Pero también hubo algunos problemitas con el alumno modelo. Como las semillas transgénicas son patentadas, Monsanto tiene el derecho de propiedad intelectual. Eso significa, como lo vi en Canadá y Estados Unidos, que les hacen firmar a los productores un contrato en los que se comprometen a no conservar parte de sus cosechas para resembrar el año próximo, lo que suelen hacer los agricultores de todo el mundo. Monsanto lo denuncia como una violación de su patente. Entonces Monsanto envía la “policía de genes”, que es algo increíble, detectives privados que entran a los campos, toman muestras, verifican si es transgénico y si el agricultor ha comprado sus semillas. Si no las han comprado, realizan juicios y Monsanto gana. Es parte de una estrategia global: Monsanto controla la mayoría de las empresas semilleras y patenta las semillas, exigiendo que cada campesino compre sus semillas. Lo que pasó aquí es que la ley argentina no prohíbe guardar las semillas de una cosecha y utilizarlas en la próxima siembra. En un primer momento Monsanto dijo que no iba a pedir regalías, y dio semillas baratas y Roundup barato. Pero en 2005 comenzó a pedir regalías, rompió el acuerdo inicial y por eso mantiene un enfrentamiento judicial con su alumno preferido.
–El Roundup tiene un papel protagónico en este modelo. Muchas comunidades campesinas e indígenas denuncian sus efectos, pero hay pocas prohibiciones.
–Es un impacto increíblemente silenciado. Nadie puede negar lo que traen aparejadas las fumigaciones con este herbicida, totalmente nocivo. Tengo la seguridad de que va a ser prohibido en algún momento, como fue el PCB, estoy segura de que llegará ese momento. De hecho en Dinamarca ya fue prohibido por su alta toxicidad. Es urgente analizar el peligro de los agroquímicos y los OGM (Organismos Genéticamente Modificados).
–Sin embargo, las grandes empresas del sector prometen desde hace décadas que con transgénicos y agrotóxicos se logrará aumentar la producción, y así se acabará con el hambre del mundo.
–Argentina es el mejor ejemplo de esa mentira. ¿Qué tal le ha ido con la sojización del país? Se ha perdido en la producción de otros alimentos básicos y aún hay hambre. Este modelo es el modelo del monocultivo, que acaba con otros cultivos vitales. Es una transformación muy profunda de la agricultura, que lleva directo a la pérdida de la soberanía alimentaria, y lamentablemente ya no depende de un gobierno para poder revertirlo.
–¿Por qué al proceso agrario actual usted lo llama “la dictadura de la soja”?
–Es una dictadura en el sentido de un poder totalitario, que abarca todo. Hay que tener claro que quien controla las semillas controla la comida y controla la vida. En ese sentido, Monsanto tiene un poder totalitario. Es tan claro que hasta Syngenta, otra gran empresa del sector y competidora de Monsanto, llamó a Brasil, Paraguay y Argentina “las repúblicas unidas de la soja”. Estamos en presencia de un programa político con fines muy claros. Una pregunta simple lo demuestra: ¿Quién decide qué se va a cultivar en Argentina? No lo decide ni el Gobierno ni los productores, lo decide Monsanto. La multinacional decide qué se sembrará, sin importar los gobiernos, lo decide una empresa. Y, para peor, la segunda ola de transgénicos va a ser muy fuerte, con un modelo de agrocombustibles que acarrea más monocultivo. Y, a esta altura, ya está claro que el monocultivo es pérdida de biodiversidad y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. Ya no hay dudas de que el monocultivo, ya sea de soja o para biodiésel, es el camino hacia el hambre.
–¿Cuál es el papel de la ciencia en el modelo de agronegocios, donde Monsanto es sólo su cara más famosa?
–Antes pensaba que cuando un estudio era publicado en una prestigiosa revista científica, se trataba de un trabajo serio. Pero no. Las condiciones en que se publican algunos estudios son tristes, con empresas como Monsanto presionando a los directores de las revistas. En el tema transgénico queda muy claro que es casi imposible realizar estudios del tema. En muchas parte del mundo, Estados Unidos o Argentina, los laboratorios de investigación son pagados por grandes empresas. Y cuando el tema es semillas, transgénicos o agroquímicos, Monsanto siempre está presente y siempre condiciona las investigaciones.
–¿Los científicos tienen temor o son cómplices?
–Ambas cosas. El temor y la complicidad están presentes en los laboratorios del mundo. En el libro dejo claro que hay científicos, en todos los países, cuya única función es legitimar el trabajo de la empresa.
–¿Cuál es el papel de los gobiernos para que empresas como Monsanto avancen?
–Los gobiernos son los mejores propagandistas de los OGM (Organismos Genéticamente Modificados). Realizan un trabajo de lobby increíble. Monsanto les lleva sus estudios, su información, sus revistas y fotos, todo muy lindo. Les dicen a los políticos que no habrá contaminación y salvarán al mundo. Y los políticos hacen lo suyo. Y también hay presiones. Diputados franceses han denunciado públicamente las presiones de Monsanto, hasta reconocieron que la compañía contactó a cada uno de los 500 diputados para que legislen según los intereses de la empresa.
–¿Y el papel de los medios de comunicación?
–Me da mucha pena porque soy periodista y creo en lo que hacemos, creo que es una profesión con un papel muy importante en la democracia, pero hay una gran manipulación de los medios. En todo lo referido a los transgénicos, la prensa no trabaja seriamente. Los medios miran la propaganda de Monsanto y la publican sin cuestionamientos, como si fueran empleados de la empresa. También es público que Monsanto invita a comer a los periodistas, les realiza regalos, los lleva de viaje a Saint Louis (donde está su sede central); los periodistas van muy contentos, pasean por los laboratorios, no preguntan nada y ya. Así funcionan los medios con Monsanto. También registré casos en los que Monsanto busca, en cada medio de comunicación, un defensor. Establece contacto con él y logra opiniones favorables. No sé si hay corrupción, pero sé que Monsanto logra su objetivo. En Argentina es claro cómo actúa, al ver algunos artículos de suplementos rurales se ve que en lugar de artículos periodísticos son publicidades de Monsanto. No pareciera que un periodista lo escribió, fue directamente la compañía.
–¿Qué evaluación hace del enfrentamiento entre el Gobierno y las entidades patronales del agro?
–En 2005 entrevisté a Eduardo Buzzi, estaba furioso por el asunto de las regalías reclamadas por Monsanto. Hablaba de las trampas de Monsanto. Y además hablaba de los problemas que traía la soja, hasta me puso en contacto con pequeños productores que me hablaron de las mentiras de Monsanto, de la resistencia que mostraban las malezas, que había que utilizar más herbicidas y que los campos quedaban como tierra muerta. Buzzi sabía todo eso y me decía que cuestionaba ese modelo, afirmaba que la soja traía la destrucción de la agricultura familiar y me decía que Federación Agraria representaba ese sector, que enfrentaba a los pools de siembra y a las grandes empresas. Y Buzzi denunciaba mucho este modelo, muy buen discurso. Pero ahora no sé qué pasó. Nunca lo volví a ver y me gustaría preguntarle qué le pasó que ahora se une con las entidades más grandes, me extraña mucho el cambio que muestra. Y encima Buzzi está con Aapresid (Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa –integrada por todas las grandes empresas del sector, incluidas las semilleras y agroquímicas–), que es la que más gana con todo este modelo, y que apareció poco en este conflicto. Aapresid manipula todo y está con los grandes sojeros, que no son agricultores y que hasta promueven un modelo sin agricultores. Entonces no entiendo cómo Federación Agraria dice representar productores chicos y está con Aapresid. Lo de Federación Agraria es muy extraño, no se entiende.
–¿Y el papel del Gobierno?
–Las retenciones pueden ser que frenen algo del proceso de sojización. Pero no es una solución frente a un modelo tan agresivo. La solución tiene que ser algo mucho más radical y no a corto plazo. Claro que la tentación de los gobiernos es grande, la soja trae buenos ingresos, pero hay que pensar a largo plazo. No hay soluciones simples y cortoplacistas para un modelo que echa a campesinos de sus tierras y, fumigaciones mediante, contamina el agua, la tierra y la gente.
© 2000-2009 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
domingo, 29 de marzo de 2009
ERIC HOBSBAWM: CRISIS y DEMOCRACIAS
29 de Marzo de 2009
REPORTAJE AL HISTORIADOR ERIC HOBSBAWM SOBRE LA CRISIS GLOBAL Y LAS AMENAZAS PARA LA DEMOCRACIA
“Además de injusto, el mercado absoluto es inviable”
En junio cumplirá 92 años. Lúcido y activo, el historiador que escribió Rebeldes primitivos, La era de la revolución y la Historia del siglo XX, entre otros libros, aceptó hablar de su propia vida, de la crisis del ’30, del fascismo y el antifascismo y de la crisis actual, que según él es a la economía de fundamentalismo de mercado lo que la caída del Muro de Berlín fue a la lógica soviética del socialismo. Una charla antes del G-20 y la llegada de Cristina a Londres.
Por Martín Granovsky *
Desde Londres
Eric Hobsbawm aparece en la puerta de la embajada de Alemania en Londres. Son poco más de las tres de la tarde en la hermosa Belgrave Square y las banderas de las embajadas se adivinan por detrás de las copas de los árboles. Lleva anteojos, la gorra puesta, un abrigo no muy pesado. Saluda. Tiene manos grandes y huesudas, pero no parecen las manos de un viejo. Ninguna deformación de artritis las atacó. Muy pronto una pequeña prueba demuestra que las piernas de Hobsbawm también están en buena forma. Baja con agilidad los tres escalones que llevan del palier a la vereda. Parece ver bien. Tiene un bastón en la mano derecha. No se apoya en él, pero quizá lo use como un seguro, por si trastabilla, o como un sensor de alerta temprana que detecta escalones, charcos y, de inmediato, el cordón de la vereda. Hobsbawm es alto y flaco. Uno ochenta y pico. No pide ayuda. El chofer del Foreign Office le abre la puerta izquierda del Jaguar negro. Entra en el auto con facilidad. El coche es grande, por suerte, y cabe, pero el viaje igual es corto.
–Vino un historiador alemán, por eso estoy en la embajada, y debo volver –avisa–. Llegó de visita a Londres y quiso conversar con algunos de nosotros. Sé que vamos a Canning House. Está bien. Poco trayecto, ¿no?
El auto da media vuelta a Belgrave Square y se detiene frente a otro palacete blanco de tres escalones, porche rodeado de columnas y puerta de madera pesada. Por algún motivo mágico el conductor de pelo blanco con mechón sobre la cara, traje azul y sonrisa como la del ayudante del inspector Morse de Oxford, ya le abre a Hobsbawm. Entre esas construcciones tan parecidas, la elegancia del Jaguar lo asemeja a un carruaje recién lustrado. El cochero sonríe cuando Hobsbawm desciende. El profesor le devuelve la simpatía mientras trepa con facilidad hasta un hall oscuro. Ya entró en Canning House y a la derecha ve una enorme imagen de José de San Martín. A la izquierda del pasillo, una gran sala. El té ya está servido. Es decir, el té, las masas y una torta. Otro cuadro del mismo tamaño que el de San Martín. Es Simón Bolívar. Y también es Bolívar el caballero del busto sobre el aparador.
¿Cuánto té habrán tomado Bolívar y San Martín antes de salir de Londres a Sudamérica, a principios del siglo XIX, para cumplir su plan de independencia?
Hobsbawm apura la primera taza y quiere ser él quien arroje la primera pregunta.
–¿Cómo está la Argentina? –interroga pero no tanto, porque no espera y comenta–. El año pasado Cristina estuvo por venir a Londres para una reunión de presidentes progresistas y pidió verme. Yo dije que sí, pero ella no vino. No fue su culpa. Estaba en medio de la confrontación con la Sociedad Rural.
Hobsbawm habla un inglés sin la afectación ni el tartamudeo de algunos académicos del Reino Unido. Pero acaba de pronunciar “Sociedad Rural” en castellano.
–¿Qué pasó con ese conflicto? –pregunta.
Tras la explicación correspondiente, el profesor inclina la cabeza, más curioso que antes, mientras con la mano derecha su tenedor intenta cortar la tarta de manzana. Es una tarea difícil. Entonces se desconcentra de la tarta y fija la mirada esperando, ahora sí, alguna pregunta.
–El mundo está complejo –afirma sin embargo manteniendo la iniciativa–. No quiero caer en slogans, pero es indudable que el Consenso de Washington murió. La desregulación salvaje ya no sólo es mala: es imposible. Hay que reorganizar el sistema financiero internacional. Mi esperanza es que los líderes del mundo se den cuenta de que no se puede renegociar la situación para volver atrás sino que hay que rediseñar todo hacia el futuro.
–La Argentina experimentó varias crisis, la última fuerte en 2001. En 2005 el presidente Néstor Kirchner, de acuerdo con el gobierno brasileño, que también lo hizo, pagó al FMI y desenganchó a la Argentina del organismo para que el país no siguiera sometido a sus condicionalidades.
–Es que a esta altura se necesita otro FMI absolutamente distinto, con otros principios, que no dependa sólo de los países más desarrollados y en el que una o dos personas toman las decisiones. Es muy importante lo que están proponiendo Brasil y la Argentina para cambiar el sistema actual. ¿Cómo están las relaciones entre ustedes?
–Muy bien.
–Eso es muy importante. Manténganlas. Las buenas relaciones entre gobiernos como los de ustedes son muy importantes en medio de una crisis que también implica riesgos políticos. Para los standards norteamericanos, los Estados Unidos están girando a la izquierda y no a la extrema derecha. Eso también es bueno. La Gran Depresión llevó políticamente al mundo a la extrema derecha en casi todo el planeta, con excepción de los países escandinavos y los Estados Unidos de Roosevelt. Incluso en el Reino Unido llegó a haber miembros del Parlamento que eran de extrema derecha.
–¿Y qué alternativa aparece?
–No lo sé. ¿Sabe cuál es el drama? El giro a la derecha tuvo dónde recostarse: en los conservadores. El giro a la izquierda también tuvo en qué descansar: en los laboristas.
–Los laboristas gobiernan el Reino Unido.
–Sí, pero me gustaría hacerle un planteo más general. Ya no existe la izquierda tal como era.
–¿La extraña?
–Lo señalo.
–¿A qué se refiere cuando dice “la izquierda tal como era”?
–A las distintas variantes de la izquierda clásica. A los comunistas, naturalmente. Y a los socialdemócratas. ¿Pero sabe qué pasa? Todas las variantes de la izquierda precisan del Estado. Y durante décadas de giro a la derecha conservadora, el control del Estado se hizo imposible.
–¿Por qué?
–Muy sencillo. ¿Cómo controla usted el Estado en condiciones de globalización? Conviene recordar que a principios de los ’80 no sólo triunfaron Ronald Reagan y Margaret Thatcher. En Francia, François Mitterrand no logró una victoria.
–Había ganado la presidencia en 1974 y repitió en 1981.
–Es así. Pero cuando intentó una unidad de izquierdas para nacionalizar un sector mayor de la economía, no tuvo el poder suficiente para hacerlo. Fracasó por completo. La izquierda y los partidos socialdemócratas se retiraron de la escena, derrotados, convencidos de que nada podía hacerse. Y entonces, no sólo en Francia sino en todo el mundo, quedó claro que el único modelo que podía imponerse con poder real era el capitalismo absolutamente libre.
–Libre sí. ¿Por qué dice “absolutamente”?
–Porque con libertad absoluta para el mercado, ¿quién atiende a los pobres? Esa política, o la política de la no política, es la que se desarrolló con Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Y funcionó –dentro de su lógica, claro, que no comparto– hasta la crisis que comenzó en el 2008. Frente a la situación anterior la izquierda no tenía alternativa. ¿Y frente a ésta? Fijémonos, si quiere, en la izquierda más clásica de Europa. Es muy débil en Europa. O está fragmentada. O desapareció. Refundación Comunista en Italia es débil y las otras ramas del ex Partido Comunista Italiano están muy mal. Izquierda Unida en España también está cayendo de la ladera de la colina. Algo quedó en Alemania. Algo en Francia, con el Partido Comunista. Ni esas fuerzas, y menos aún la izquierda más extrema, como los trotskistas, y ni siquiera una socialdemocracia como la que describí antes, alcanzan todavía como respuesta a esta crisis y a sus peligros. La misma debilidad de la izquierda aumenta los riesgos.
–¿Qué peligro ve?
–En períodos de gran descontento como el que empezamos a vivir, el gran peligro es la xenofobia, que alimentará y a su vez será alimentada por la extrema derecha. ¿A quién buscará esa extrema derecha? Buscará atraer a los “estúpidos” ciudadanos que cuidan su trabajo y temen perderlo. Y digo estúpidos irónicamente, quiero aclararle. Porque ahí reside otro fracaso evidente del fundamentalismo de mercado. Dejó libertad para todo. ¿Y la verdadera libertad de trabajo? ¿La de cambiarlo y mejorar en todos los aspectos? Esa libertad no la respetó porque, para el fundamentalismo de mercado, habría resultado políticamente intolerable. También habrían sido políticamente intolerable la libertad absoluta y la desregulación absoluta en materia laboral, al menos en Europa. Yo temo una era de depresión.
–¿Usted no tiene dudas, ya, de que entraremos en depresión?
–Si lo desea podemos hablar técnicamente, como los economistas, y cuantificar trimestres. Pero no hace falta. ¿Qué otra palabra puede usar uno para denominar un tiempo en el que muy velozmente millones de personas pierden su empleo? De cualquier manera, hasta el momento no veo un escenario de una extrema derecha ganando por mayoría en elecciones, como ocurrió en 1933 cuando Alemania eligió a Adolf Hitler. Es paradójico, pero con un mundo muy globalizado un factor impedirá la inmigración, que a su vez suele ser la excusa para la xenofobia y el giro hacia la extrema derecha. Y ese factor es que la gente emigrará menos –hablo en términos masivos– al ver que en los países desarrollados la crisis es tan vasta. Volviendo a la xenofobia, el problema es que aunque la extrema derecha no gane podría ser muy importante en la fijación de la agenda pública de temas y terminaría por imprimirle una cara muy fea a la política.
–Dejemos a un lado la economía por el momento. Pensando en política, ¿qué cosa disminuiría el riesgo de xenofobia?
–Me parece bien, vamos a la práctica. El peligro disminuiría con gobiernos que gocen de la suficiente confianza política por parte del pueblo por su capacidad de restaurar el bienestar económico. La gente debe ver a los políticos como gente capaz de garantizar la democracia, los derechos individuales y al mismo tiempo coordinar planes eficaces para salir de la crisis. Ahora que hablamos de este tema, ¿sabe que veo a los países de América latina sorprendentemente inmunes a la xenofobia?
–¿Por qué?
–Yo le pregunto si es así. ¿Es así?
–Es posible. No diría que son inmunes si uno piensa, por ejemplo, en el tratamiento racista de un sector de Bolivia hacia Evo Morales, pero al menos en los últimos 25 años de democracia, por tomar la antigüedad de la democracia argentina, la xenofobia y el racismo nunca fueron masivos ni nutrieron partidos de extrema derecha, que son muy pequeños. No pasó ni siquiera con la crisis del 2001, que culminó el proceso de destrucción de millones de empleos, a pesar de que la inmigración boliviana ya era muy importante en número. Ahora, no hablamos de los cantos de las hinchadas de fútbol, ¿no?
–No, yo lo pienso en términos masivos.
–Entonces las cosas parecen ser como usted las piensa, profesor. Y, como en otros lugares del mundo, el pensamiento de la extrema derecha aparece por ejemplo con la crispación sobre la seguridad y la inseguridad en las calles.
–Sí, América latina es interesante. Yo lo intuyo. Fíjese el país más grande, Brasil. Lula mantuvo algunas líneas de estabilidad económica de Fernando Henrique Cardoso, pero extendió enormemente los servicios sociales y la distribución. Algunos dicen que no es suficiente...
–¿Y usted qué dice?
–Que no es suficiente. Pero que lo que Lula hizo, lo hizo. Y es muy significativo. Lula es el verdadero introductor de la democracia en Brasil. Y nadie lo había hecho nunca en la historia de ese país. Por eso hoy tiene el 70 por ciento de popularidad, a pesar de los problemas previos a las últimas elecciones. Porque en Brasil hay muchos pobres y nadie jamás hizo tantas cosas concretas por ellos, desarrollando a la vez la industria y la exportación de productos elaborados. Aunque la desigualdad sigue siendo horrorosa. Pero hacen falta muchos años para cambiar más las cosas. Muchos.
–Y usted piensa que serán años de depresión mundial.
–Sí. Lamento decirlo, pero apostaría a que habrá depresión y que durará algunos años. Estamos entrando en depresión. ¿Sabe cómo se da cuenta uno? Hablando con gente de negocios. Bueno, ellos están más deprimidos que los economistas y que los políticos. Y a la vez, esta depresión es un gran cambio para la economía, capitalista global.
–¿Por qué está tan seguro?
–Porque no hay vuelta atrás hacia el mercado absoluto que rigió en los últimos 40 años, desde la década de 1970. Ya no es una cuestión de ciclos. El sistema debe ser reestructurado.
–¿Le puedo preguntar otra vez por qué está tan seguro?
–Porque ese modelo no sólo es injusto: ahora es inviable. Las nociones básicas según las cuales las políticas públicas debían ser abandonadas, ahora están siendo dejadas de lado. Fíjese lo que hacen, y a veces lo que dicen, dirigentes importantes de países de-sarrollados. Están intentando reestructurar las economías para salir de la crisis. No estoy elogiando. Estoy describiendo un fenómeno. Y ese fenómeno tiene un elemento central: ya nadie siquiera se anima a pensar que el Estado puede no ser necesario para el desarrollo económico. Ya nadie dice que bastará con dejar que fluya el mercado, con su libertad total. ¿No ve que el sistema financiero internacional ya ni funciona? En un sentido, esta crisis es peor que la de 1929-1933, porque es absolutamente global. Los bancos ni funcionan.
–¿Dónde vivía usted en ese momento, a comienzos de los años ’30?
–Nada menos que en Viena y Berlín. Era un chico. Qué horroroso ese momento. Hablemos de cosas mejores, como Franklin Delano Roosevelt.
–Usted lo rescató en una entrevista con la BBC al principio de la crisis.
–Sí, y rescato los motivos políticos de Roosevelt. En política aplicó el principio de “Nunca más”. Con tantos pobres, con tantos hambrientos en los Estados Unidos, nunca más el mercado como factor exclusivo de asignación de recursos. Por eso decidió realizar su política de pleno empleo. Y de ese modo no solamente atenuó los efectos sociales de la crisis sino sus eventuales efectos políticos de fascistización sobre la base del miedo masivo. El sistema de pleno empleo no modificó de raíz la sociedad, pero funcionó durante décadas. Funcionó razonablemente bien en los Estados Unidos, funcionó en Francia, produjo la inclusión social de mucha gente, se basó en el bienestar combinado con una economía mixta que tuvo resultados muy razonables en el mundo de la segunda posguerra. Algunos Estados fueron más sistemáticos, como Francia, que implantó el capitalismo dirigido, pero en general las economías eran mixtas y el Estado estaba presente de un modo u otro. ¿Podremos hacerlo de nuevo? No lo sé. Lo que sé es que la solución no estará solo en la tecnología y el desarrollo económico. Roosevelt tuvo en cuenta el costado humano de la situación de crisis.
–Es decir que para usted las sociedades no se suicidan.
(Piensa) –No deliberadamente. Sí pueden ir cometiendo errores que las llevan a terribles catástrofes. O al desastre. ¿Con qué razonabilidad, durante estos años, se podía creer que el crecimiento con tal nivel de burbuja sería ilimitado? Tarde o temprano se terminaría y algo debía ser hecho.
–De manera que no habrá catástrofe.
–No me interesan las predicciones. Mire, si viene, viene. Pero si hay algo que se pueda hacer, hagámoslo. Uno no puede perdonarse no haber hecho nada. Por lo menos un intento. El desastre sobrevendrá si nos quedamos quietos. La sociedad no puede basarse en una concepción automática de los procesos políticos. Mi generación no se quedó quieta en los años ’30 y ’40. En Inglaterra yo crecí, participé activamente de la política, fui académico estudiando en Cambridge. Y todos estábamos muy politizados. Nos tocó muy de cerca la Guerra Civil española. Por eso fuimos firmemente antifascistas.
–Le tocó a la izquierda de todo el mundo. También en América latina.
–Claro, fue un tema muy fuerte para todos. Y nosotros, en Cambridge, veíamos que los gobiernos no hacían nada por defender a la República. Por eso reaccionamos contra las viejas generaciones y los gobiernos que las representaban. Años después entendí la lógica de por qué el gobierno del Reino Unido, donde nosotros estábamos, no hizo nada contra Francisco Franco. Ya tenía la lucidez de saberse un imperio en decadencia y tenía conciencia de su debilidad. España funcionó como una distracción. Y los gobiernos no debieron haberla tomado así. Se equivocaron. El alzamiento contra la República fue uno de los hechos más importantes del siglo XX. Recién después, en la Segunda Guerra...
–Poco después, ¿no? Porque el fin de la Guerra Civil española y la invasión alemana de Checoslovaquia ocurren en el mismo año.
–Es verdad. Le decía que recién después el liberalismo y el comunismo hicieron causa común. Se dieron cuenta de que, si no, eran débiles frente al nazismo. Y en el caso de América latina el modelo de Franco influyó más que el de Benito Mussolini, con sus ideas conspirativas de la sinarquía, por ejemplo. No lo tome como una disculpa a Mussolini, por favor. El fascismo europeo en general es una ideología inaceptable, opuesta a valores universales.
–Usted habla de América latina...
–Pero no me pregunte de la Argentina. No sé lo suficiente de su país. Todos me preguntan por el peronismo. Para mí está claro que no puede ser mirado como un movimiento de extrema derecha. Fue un movimiento popular que organizó a los trabajadores y eso quizás explique su permanencia en el tiempo. Ni los socialistas ni los comunistas pudieron establecer una base fuerte en el movimiento sindical. Sé de las crisis que sufrió la Argentina y sé algo de su historia, del peso de la clase media, de su sociedad avanzada culturalmente dentro de América latina, fenómeno que creo que todavía se mantiene. Sé de la edad de oro de los años ’20 y sé de los ejemplos obscenos de desigualdad comunes a toda América latina.
–Usted siempre se definió como un hombre de izquierda. ¿También sigue teniendo confianza en ella?
–Sigo en la izquierda, sin duda con más interés en Marx que en Lenin. Porque seamos sinceros, el socialismo soviético falló. Fue una forma extrema de aplicar la lógica del socialismo, así como el fundamentalismo de mercado fue una forma extrema de aplicación de la lógica del liberalismo económico. Y también falló. La crisis global que comenzó el año pasado es, para la economía de mercado, equivalente a lo que fue la caída del Muro de Berlín en 1989. Por eso me sigue interesando Marx. Como el capitalismo sigue existiendo, el análisis marxista aún es una buena herramienta para analizarlo. Al mismo tiempo, está claro que no solo no es posible sino que no es deseable una economía socialista sin mercado ni una economía en general sin Estado.
–¿Por qué dice lo último?
–Si uno mira la historia y mira el presente, no tiene ninguna duda de que los problemas principales, sobre todo en medio de una crisis profunda, deben y pueden ser solucionados por la acción pública. El mercado no está en condiciones de hacerlo.
* Analista internacional. Presidente de la agencia nacional de noticias Télam.
© 2000-2009 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
REPORTAJE AL HISTORIADOR ERIC HOBSBAWM SOBRE LA CRISIS GLOBAL Y LAS AMENAZAS PARA LA DEMOCRACIA
“Además de injusto, el mercado absoluto es inviable”
En junio cumplirá 92 años. Lúcido y activo, el historiador que escribió Rebeldes primitivos, La era de la revolución y la Historia del siglo XX, entre otros libros, aceptó hablar de su propia vida, de la crisis del ’30, del fascismo y el antifascismo y de la crisis actual, que según él es a la economía de fundamentalismo de mercado lo que la caída del Muro de Berlín fue a la lógica soviética del socialismo. Una charla antes del G-20 y la llegada de Cristina a Londres.
Por Martín Granovsky *
Desde Londres
Eric Hobsbawm aparece en la puerta de la embajada de Alemania en Londres. Son poco más de las tres de la tarde en la hermosa Belgrave Square y las banderas de las embajadas se adivinan por detrás de las copas de los árboles. Lleva anteojos, la gorra puesta, un abrigo no muy pesado. Saluda. Tiene manos grandes y huesudas, pero no parecen las manos de un viejo. Ninguna deformación de artritis las atacó. Muy pronto una pequeña prueba demuestra que las piernas de Hobsbawm también están en buena forma. Baja con agilidad los tres escalones que llevan del palier a la vereda. Parece ver bien. Tiene un bastón en la mano derecha. No se apoya en él, pero quizá lo use como un seguro, por si trastabilla, o como un sensor de alerta temprana que detecta escalones, charcos y, de inmediato, el cordón de la vereda. Hobsbawm es alto y flaco. Uno ochenta y pico. No pide ayuda. El chofer del Foreign Office le abre la puerta izquierda del Jaguar negro. Entra en el auto con facilidad. El coche es grande, por suerte, y cabe, pero el viaje igual es corto.
–Vino un historiador alemán, por eso estoy en la embajada, y debo volver –avisa–. Llegó de visita a Londres y quiso conversar con algunos de nosotros. Sé que vamos a Canning House. Está bien. Poco trayecto, ¿no?
El auto da media vuelta a Belgrave Square y se detiene frente a otro palacete blanco de tres escalones, porche rodeado de columnas y puerta de madera pesada. Por algún motivo mágico el conductor de pelo blanco con mechón sobre la cara, traje azul y sonrisa como la del ayudante del inspector Morse de Oxford, ya le abre a Hobsbawm. Entre esas construcciones tan parecidas, la elegancia del Jaguar lo asemeja a un carruaje recién lustrado. El cochero sonríe cuando Hobsbawm desciende. El profesor le devuelve la simpatía mientras trepa con facilidad hasta un hall oscuro. Ya entró en Canning House y a la derecha ve una enorme imagen de José de San Martín. A la izquierda del pasillo, una gran sala. El té ya está servido. Es decir, el té, las masas y una torta. Otro cuadro del mismo tamaño que el de San Martín. Es Simón Bolívar. Y también es Bolívar el caballero del busto sobre el aparador.
¿Cuánto té habrán tomado Bolívar y San Martín antes de salir de Londres a Sudamérica, a principios del siglo XIX, para cumplir su plan de independencia?
Hobsbawm apura la primera taza y quiere ser él quien arroje la primera pregunta.
–¿Cómo está la Argentina? –interroga pero no tanto, porque no espera y comenta–. El año pasado Cristina estuvo por venir a Londres para una reunión de presidentes progresistas y pidió verme. Yo dije que sí, pero ella no vino. No fue su culpa. Estaba en medio de la confrontación con la Sociedad Rural.
Hobsbawm habla un inglés sin la afectación ni el tartamudeo de algunos académicos del Reino Unido. Pero acaba de pronunciar “Sociedad Rural” en castellano.
–¿Qué pasó con ese conflicto? –pregunta.
Tras la explicación correspondiente, el profesor inclina la cabeza, más curioso que antes, mientras con la mano derecha su tenedor intenta cortar la tarta de manzana. Es una tarea difícil. Entonces se desconcentra de la tarta y fija la mirada esperando, ahora sí, alguna pregunta.
–El mundo está complejo –afirma sin embargo manteniendo la iniciativa–. No quiero caer en slogans, pero es indudable que el Consenso de Washington murió. La desregulación salvaje ya no sólo es mala: es imposible. Hay que reorganizar el sistema financiero internacional. Mi esperanza es que los líderes del mundo se den cuenta de que no se puede renegociar la situación para volver atrás sino que hay que rediseñar todo hacia el futuro.
–La Argentina experimentó varias crisis, la última fuerte en 2001. En 2005 el presidente Néstor Kirchner, de acuerdo con el gobierno brasileño, que también lo hizo, pagó al FMI y desenganchó a la Argentina del organismo para que el país no siguiera sometido a sus condicionalidades.
–Es que a esta altura se necesita otro FMI absolutamente distinto, con otros principios, que no dependa sólo de los países más desarrollados y en el que una o dos personas toman las decisiones. Es muy importante lo que están proponiendo Brasil y la Argentina para cambiar el sistema actual. ¿Cómo están las relaciones entre ustedes?
–Muy bien.
–Eso es muy importante. Manténganlas. Las buenas relaciones entre gobiernos como los de ustedes son muy importantes en medio de una crisis que también implica riesgos políticos. Para los standards norteamericanos, los Estados Unidos están girando a la izquierda y no a la extrema derecha. Eso también es bueno. La Gran Depresión llevó políticamente al mundo a la extrema derecha en casi todo el planeta, con excepción de los países escandinavos y los Estados Unidos de Roosevelt. Incluso en el Reino Unido llegó a haber miembros del Parlamento que eran de extrema derecha.
–¿Y qué alternativa aparece?
–No lo sé. ¿Sabe cuál es el drama? El giro a la derecha tuvo dónde recostarse: en los conservadores. El giro a la izquierda también tuvo en qué descansar: en los laboristas.
–Los laboristas gobiernan el Reino Unido.
–Sí, pero me gustaría hacerle un planteo más general. Ya no existe la izquierda tal como era.
–¿La extraña?
–Lo señalo.
–¿A qué se refiere cuando dice “la izquierda tal como era”?
–A las distintas variantes de la izquierda clásica. A los comunistas, naturalmente. Y a los socialdemócratas. ¿Pero sabe qué pasa? Todas las variantes de la izquierda precisan del Estado. Y durante décadas de giro a la derecha conservadora, el control del Estado se hizo imposible.
–¿Por qué?
–Muy sencillo. ¿Cómo controla usted el Estado en condiciones de globalización? Conviene recordar que a principios de los ’80 no sólo triunfaron Ronald Reagan y Margaret Thatcher. En Francia, François Mitterrand no logró una victoria.
–Había ganado la presidencia en 1974 y repitió en 1981.
–Es así. Pero cuando intentó una unidad de izquierdas para nacionalizar un sector mayor de la economía, no tuvo el poder suficiente para hacerlo. Fracasó por completo. La izquierda y los partidos socialdemócratas se retiraron de la escena, derrotados, convencidos de que nada podía hacerse. Y entonces, no sólo en Francia sino en todo el mundo, quedó claro que el único modelo que podía imponerse con poder real era el capitalismo absolutamente libre.
–Libre sí. ¿Por qué dice “absolutamente”?
–Porque con libertad absoluta para el mercado, ¿quién atiende a los pobres? Esa política, o la política de la no política, es la que se desarrolló con Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Y funcionó –dentro de su lógica, claro, que no comparto– hasta la crisis que comenzó en el 2008. Frente a la situación anterior la izquierda no tenía alternativa. ¿Y frente a ésta? Fijémonos, si quiere, en la izquierda más clásica de Europa. Es muy débil en Europa. O está fragmentada. O desapareció. Refundación Comunista en Italia es débil y las otras ramas del ex Partido Comunista Italiano están muy mal. Izquierda Unida en España también está cayendo de la ladera de la colina. Algo quedó en Alemania. Algo en Francia, con el Partido Comunista. Ni esas fuerzas, y menos aún la izquierda más extrema, como los trotskistas, y ni siquiera una socialdemocracia como la que describí antes, alcanzan todavía como respuesta a esta crisis y a sus peligros. La misma debilidad de la izquierda aumenta los riesgos.
–¿Qué peligro ve?
–En períodos de gran descontento como el que empezamos a vivir, el gran peligro es la xenofobia, que alimentará y a su vez será alimentada por la extrema derecha. ¿A quién buscará esa extrema derecha? Buscará atraer a los “estúpidos” ciudadanos que cuidan su trabajo y temen perderlo. Y digo estúpidos irónicamente, quiero aclararle. Porque ahí reside otro fracaso evidente del fundamentalismo de mercado. Dejó libertad para todo. ¿Y la verdadera libertad de trabajo? ¿La de cambiarlo y mejorar en todos los aspectos? Esa libertad no la respetó porque, para el fundamentalismo de mercado, habría resultado políticamente intolerable. También habrían sido políticamente intolerable la libertad absoluta y la desregulación absoluta en materia laboral, al menos en Europa. Yo temo una era de depresión.
–¿Usted no tiene dudas, ya, de que entraremos en depresión?
–Si lo desea podemos hablar técnicamente, como los economistas, y cuantificar trimestres. Pero no hace falta. ¿Qué otra palabra puede usar uno para denominar un tiempo en el que muy velozmente millones de personas pierden su empleo? De cualquier manera, hasta el momento no veo un escenario de una extrema derecha ganando por mayoría en elecciones, como ocurrió en 1933 cuando Alemania eligió a Adolf Hitler. Es paradójico, pero con un mundo muy globalizado un factor impedirá la inmigración, que a su vez suele ser la excusa para la xenofobia y el giro hacia la extrema derecha. Y ese factor es que la gente emigrará menos –hablo en términos masivos– al ver que en los países desarrollados la crisis es tan vasta. Volviendo a la xenofobia, el problema es que aunque la extrema derecha no gane podría ser muy importante en la fijación de la agenda pública de temas y terminaría por imprimirle una cara muy fea a la política.
–Dejemos a un lado la economía por el momento. Pensando en política, ¿qué cosa disminuiría el riesgo de xenofobia?
–Me parece bien, vamos a la práctica. El peligro disminuiría con gobiernos que gocen de la suficiente confianza política por parte del pueblo por su capacidad de restaurar el bienestar económico. La gente debe ver a los políticos como gente capaz de garantizar la democracia, los derechos individuales y al mismo tiempo coordinar planes eficaces para salir de la crisis. Ahora que hablamos de este tema, ¿sabe que veo a los países de América latina sorprendentemente inmunes a la xenofobia?
–¿Por qué?
–Yo le pregunto si es así. ¿Es así?
–Es posible. No diría que son inmunes si uno piensa, por ejemplo, en el tratamiento racista de un sector de Bolivia hacia Evo Morales, pero al menos en los últimos 25 años de democracia, por tomar la antigüedad de la democracia argentina, la xenofobia y el racismo nunca fueron masivos ni nutrieron partidos de extrema derecha, que son muy pequeños. No pasó ni siquiera con la crisis del 2001, que culminó el proceso de destrucción de millones de empleos, a pesar de que la inmigración boliviana ya era muy importante en número. Ahora, no hablamos de los cantos de las hinchadas de fútbol, ¿no?
–No, yo lo pienso en términos masivos.
–Entonces las cosas parecen ser como usted las piensa, profesor. Y, como en otros lugares del mundo, el pensamiento de la extrema derecha aparece por ejemplo con la crispación sobre la seguridad y la inseguridad en las calles.
–Sí, América latina es interesante. Yo lo intuyo. Fíjese el país más grande, Brasil. Lula mantuvo algunas líneas de estabilidad económica de Fernando Henrique Cardoso, pero extendió enormemente los servicios sociales y la distribución. Algunos dicen que no es suficiente...
–¿Y usted qué dice?
–Que no es suficiente. Pero que lo que Lula hizo, lo hizo. Y es muy significativo. Lula es el verdadero introductor de la democracia en Brasil. Y nadie lo había hecho nunca en la historia de ese país. Por eso hoy tiene el 70 por ciento de popularidad, a pesar de los problemas previos a las últimas elecciones. Porque en Brasil hay muchos pobres y nadie jamás hizo tantas cosas concretas por ellos, desarrollando a la vez la industria y la exportación de productos elaborados. Aunque la desigualdad sigue siendo horrorosa. Pero hacen falta muchos años para cambiar más las cosas. Muchos.
–Y usted piensa que serán años de depresión mundial.
–Sí. Lamento decirlo, pero apostaría a que habrá depresión y que durará algunos años. Estamos entrando en depresión. ¿Sabe cómo se da cuenta uno? Hablando con gente de negocios. Bueno, ellos están más deprimidos que los economistas y que los políticos. Y a la vez, esta depresión es un gran cambio para la economía, capitalista global.
–¿Por qué está tan seguro?
–Porque no hay vuelta atrás hacia el mercado absoluto que rigió en los últimos 40 años, desde la década de 1970. Ya no es una cuestión de ciclos. El sistema debe ser reestructurado.
–¿Le puedo preguntar otra vez por qué está tan seguro?
–Porque ese modelo no sólo es injusto: ahora es inviable. Las nociones básicas según las cuales las políticas públicas debían ser abandonadas, ahora están siendo dejadas de lado. Fíjese lo que hacen, y a veces lo que dicen, dirigentes importantes de países de-sarrollados. Están intentando reestructurar las economías para salir de la crisis. No estoy elogiando. Estoy describiendo un fenómeno. Y ese fenómeno tiene un elemento central: ya nadie siquiera se anima a pensar que el Estado puede no ser necesario para el desarrollo económico. Ya nadie dice que bastará con dejar que fluya el mercado, con su libertad total. ¿No ve que el sistema financiero internacional ya ni funciona? En un sentido, esta crisis es peor que la de 1929-1933, porque es absolutamente global. Los bancos ni funcionan.
–¿Dónde vivía usted en ese momento, a comienzos de los años ’30?
–Nada menos que en Viena y Berlín. Era un chico. Qué horroroso ese momento. Hablemos de cosas mejores, como Franklin Delano Roosevelt.
–Usted lo rescató en una entrevista con la BBC al principio de la crisis.
–Sí, y rescato los motivos políticos de Roosevelt. En política aplicó el principio de “Nunca más”. Con tantos pobres, con tantos hambrientos en los Estados Unidos, nunca más el mercado como factor exclusivo de asignación de recursos. Por eso decidió realizar su política de pleno empleo. Y de ese modo no solamente atenuó los efectos sociales de la crisis sino sus eventuales efectos políticos de fascistización sobre la base del miedo masivo. El sistema de pleno empleo no modificó de raíz la sociedad, pero funcionó durante décadas. Funcionó razonablemente bien en los Estados Unidos, funcionó en Francia, produjo la inclusión social de mucha gente, se basó en el bienestar combinado con una economía mixta que tuvo resultados muy razonables en el mundo de la segunda posguerra. Algunos Estados fueron más sistemáticos, como Francia, que implantó el capitalismo dirigido, pero en general las economías eran mixtas y el Estado estaba presente de un modo u otro. ¿Podremos hacerlo de nuevo? No lo sé. Lo que sé es que la solución no estará solo en la tecnología y el desarrollo económico. Roosevelt tuvo en cuenta el costado humano de la situación de crisis.
–Es decir que para usted las sociedades no se suicidan.
(Piensa) –No deliberadamente. Sí pueden ir cometiendo errores que las llevan a terribles catástrofes. O al desastre. ¿Con qué razonabilidad, durante estos años, se podía creer que el crecimiento con tal nivel de burbuja sería ilimitado? Tarde o temprano se terminaría y algo debía ser hecho.
–De manera que no habrá catástrofe.
–No me interesan las predicciones. Mire, si viene, viene. Pero si hay algo que se pueda hacer, hagámoslo. Uno no puede perdonarse no haber hecho nada. Por lo menos un intento. El desastre sobrevendrá si nos quedamos quietos. La sociedad no puede basarse en una concepción automática de los procesos políticos. Mi generación no se quedó quieta en los años ’30 y ’40. En Inglaterra yo crecí, participé activamente de la política, fui académico estudiando en Cambridge. Y todos estábamos muy politizados. Nos tocó muy de cerca la Guerra Civil española. Por eso fuimos firmemente antifascistas.
–Le tocó a la izquierda de todo el mundo. También en América latina.
–Claro, fue un tema muy fuerte para todos. Y nosotros, en Cambridge, veíamos que los gobiernos no hacían nada por defender a la República. Por eso reaccionamos contra las viejas generaciones y los gobiernos que las representaban. Años después entendí la lógica de por qué el gobierno del Reino Unido, donde nosotros estábamos, no hizo nada contra Francisco Franco. Ya tenía la lucidez de saberse un imperio en decadencia y tenía conciencia de su debilidad. España funcionó como una distracción. Y los gobiernos no debieron haberla tomado así. Se equivocaron. El alzamiento contra la República fue uno de los hechos más importantes del siglo XX. Recién después, en la Segunda Guerra...
–Poco después, ¿no? Porque el fin de la Guerra Civil española y la invasión alemana de Checoslovaquia ocurren en el mismo año.
–Es verdad. Le decía que recién después el liberalismo y el comunismo hicieron causa común. Se dieron cuenta de que, si no, eran débiles frente al nazismo. Y en el caso de América latina el modelo de Franco influyó más que el de Benito Mussolini, con sus ideas conspirativas de la sinarquía, por ejemplo. No lo tome como una disculpa a Mussolini, por favor. El fascismo europeo en general es una ideología inaceptable, opuesta a valores universales.
–Usted habla de América latina...
–Pero no me pregunte de la Argentina. No sé lo suficiente de su país. Todos me preguntan por el peronismo. Para mí está claro que no puede ser mirado como un movimiento de extrema derecha. Fue un movimiento popular que organizó a los trabajadores y eso quizás explique su permanencia en el tiempo. Ni los socialistas ni los comunistas pudieron establecer una base fuerte en el movimiento sindical. Sé de las crisis que sufrió la Argentina y sé algo de su historia, del peso de la clase media, de su sociedad avanzada culturalmente dentro de América latina, fenómeno que creo que todavía se mantiene. Sé de la edad de oro de los años ’20 y sé de los ejemplos obscenos de desigualdad comunes a toda América latina.
–Usted siempre se definió como un hombre de izquierda. ¿También sigue teniendo confianza en ella?
–Sigo en la izquierda, sin duda con más interés en Marx que en Lenin. Porque seamos sinceros, el socialismo soviético falló. Fue una forma extrema de aplicar la lógica del socialismo, así como el fundamentalismo de mercado fue una forma extrema de aplicación de la lógica del liberalismo económico. Y también falló. La crisis global que comenzó el año pasado es, para la economía de mercado, equivalente a lo que fue la caída del Muro de Berlín en 1989. Por eso me sigue interesando Marx. Como el capitalismo sigue existiendo, el análisis marxista aún es una buena herramienta para analizarlo. Al mismo tiempo, está claro que no solo no es posible sino que no es deseable una economía socialista sin mercado ni una economía en general sin Estado.
–¿Por qué dice lo último?
–Si uno mira la historia y mira el presente, no tiene ninguna duda de que los problemas principales, sobre todo en medio de una crisis profunda, deben y pueden ser solucionados por la acción pública. El mercado no está en condiciones de hacerlo.
* Analista internacional. Presidente de la agencia nacional de noticias Télam.
© 2000-2009 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
sábado, 28 de marzo de 2009
Informe especial sobre el papel de los medios
La nueva lógica del control en la crisis
Guerra de Cuarta generación III: El rol de los medios como nuevo ejército represivo del sistema
TeleSur, 24-Marzo-09
Por sus altísimo potencial formador y orientador de conducta social a escala masiva (conseguido a través de la manipulación informativa) los medios de comunicación se han convertido en la columna vertebral de las estrategias de dominio del sistema capitalista a escala global. El papel que van desarrollar en la crisis social que se avecina.
Informe Especial.
A) Los dueños de las "noticias"
La función esencial de la empresa mediática (los medios de comunicación) se define esencialmente por la manipulación informativa orientada hacia el control de la "opinión pública", pero sus objetivos no son sociales ni desinteresados como describe la mitología de la "objetividad periodística".
Las famosas banderas "éticas" del periodismo: imparcialidad, objetividad, libertad de expresión, no son nada más que mitos encubridores del multimillonario negocio mediático que moviliza a diario el mercado de la información a escala global.
El proceso de fabricación y distribución de la información, no está motivado por la necesidad de "informar" sino por la necesidad capitalista de vender noticias (el producto).
Para ello los medios (al igual que cualquier empresa capitalista) generan necesidades masivas de consumo en la sociedad (el mercado), y trazan estrategias informativas destinadas a favorecer su crecimiento empresarial y posicionarse para competir con éxito en el mercado (la búsqueda de ganancia).
En primer lugar, la información es una mercancía destinada a producir rentabilidad económica como cualquier otro producto comercial en oferta en el mercado capitalista.
En términos funcionales (y más allá de la leyenda que se fabrican a su alrededor) las empresas periodísticas no están guiadas por fines sociales sino por la búsqueda del lucro económico.
En segundo lugar, y por el carácter estratégico de la función comunicacional que desarrollan (desde el punto de vista de la preservación de la "gobernabilidad" del sistema) los medios son herramientas claves para el control (y/o manipulación) de los procesos económicos, políticos y sociales.
Los medios de comunicación (al contrario de lo que pregonan sus mitificadores) no practican la "objetividad informativa" ni la independencia editorial por dos razones prácticas principales:
A) Son empresas que no funcionan con objetivos sociales sino con objetivos comerciales sujetos a ley de la búsqueda de rentabilidad capitalista.
B) Su dependencia estructural al sistema de poder económico que controla todos los resortes de la producción, las finanzas y el comercio internacional, por encima de los países y a escala planetaria.
El accionar de los grandes conglomerados mediáticos (tanto a nivel local como internacional) no está orientado -como se quiere hacer creer- a servir al iinterés de la sociedad sino a servir al interés de los grupos económicos y políticos dominantes que constituyen su mayor fuente de financiación y rentabilidad comercial.
El poder (tanto en los países centrales como periféricos del sistema capitalista "globalizado") sólo invierte dinero en los medios a cambio de una contraprestación de servicios.
En el negocio de la información, como en cualquier emprendimiento comercial, los medios sólo trabajan para quien paga (o puede pagar) por sus servicios "informativos".
Así como las grandes corporaciones económicas fijan las reglas del mercado y forman los precios, las grandes corporaciones mediáticas fijan las reglas y determinan a diario (a través de la cartelización monopólica) lo que "es noticia" y lo que "no es noticia" en el mercado de la información a nivel local e internacional.
La "valorización" de las noticias difundidas a escala masiva no está determinada por la búsqueda del conocimiento o de la compresión de los procesos económicos, políticos y sociales, sino por la búsqueda de ganancias o por la defensa de intereses puntuales del sistema (corporativo) del cual extraen el fuerte de su rentabilidad comercial.
Además de las ventas al público y de las suscripciones, el grueso de la rentabilidad comercial del gigantesco y multimillonario negocio de los monopolios periodísticos, se nutre principalmente de dos fuentes de financiación:
A) Los grandes grupos económicos concentradores de la economía y del comercio exterior.
B) El Gobierno y los grupos políticos del Estado capitalista (tanto centrales como periféricos).
La gran tajada de rentabilidad de los conglomerados mediáticos es aportada por los grandes consorcios bancarios, industriales o de servicios, que conforman la porción mayoritaria de la "torta" publicitaria pautada comercialmente en los monopolios de la información.
La relación comercial que las empresas mediáticas mantienen con gobiernos y organizaciones políticas (tanto en los países centrales como periféricos del sistema) se establece en dos niveles funcionales:
1) La publicidad institucional (oficial) que los gobiernos pautan en los medios de la corporación mediática a los fines de publicitar su gestión y generar consenso electoral entre los diferentes grupos sociales.
2) Las pautas publicitarias o las diferentes vías de negociaciones en negro que los operadores comerciales de los consorcios mediáticos (hegemonizadores y formadores de las "noticias diarias") establecen con los políticos y partidos con el objetivo de instrumentar operaciones de prensa en contra de sus competidores, o en contra del propio gobierno, durante las campañas electorales.
Esta relación de "supervivencia mutua" con el establishment de poder (agregada a su función manipuladora y orientadora de conducta social masiva) convierte a los grandes conglomerados mediáticos en una herramienta estratégica clave para el control y orientación de los procesos económicos, políticos y sociales que los tienen como protagonistas claves.
B) El nuevo ejército represivo
Su altísimo potencial orientador y generador (a través de la manipulación informativa) de conducta social a escala masiva convirtió a la corporación mediática en un instrumento irreemplazable para el dominio del sistema capitalista tanto en los países centrales como periféricos.
La condición esencial para el funcionamiento del Estado capitalista (tanto en América Latina como en el resto del mundo) se resume en tres factores: Estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz social".
La "estabilidad económica" garantiza el funcionamiento ordenado de la explotación (y los negocios) capitalistas, y la "paz" es el sostén de la "gobernabilidad" del sistema a escala global. Cuando (a causa de algún conflicto de orden social, político o económico) se altera alguno de estos tres parámetros, el sistema activa inmediatamente mecanismos de supervivencia para recuperar el control político y social.
Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.
Cuando por alguna razón se altera alguno de estos tres factores, el sistema entra en crisis, y debe generar inmediatamente alternativas para preservar su supervivencia.
Por ejemplo en Latinoamérica, durante la Guerra Fría por aéreas de influencia con la URSS, cuando la "subversión comunista" (la guerrilla revolucionaria) amenazaba con la ruptura de la "estabilidad económica", la "paz social" y la "gobernabilidad", las corporaciones trasnacionales y el Departamento de Estado activaban un golpe militar con represión para restablecer el "orden".
Luego de la sustitución del dominio "duro" (militar) por el dominio blando (democrático) tras la caída de la URSS, el fin de la Guerra Fría y la desaparición de la lucha armada revolucionaria, los métodos del control político y social para preservar la "gobernabilidad" del sistema ya no son militares sino psicológicos.
El desarrollo tecnológico e informático de la era de las comunicaciones, la globalización del mensaje y las capacidades para influir en la opinión pública, convirtieron a las operaciones de acción psicológica mediática en un arma estratégica de importancia clave para el control político y social.
La etapa de la "colonización de las sociedades" con el consumo de productos, comenzada en la década del 60, posibilitó la era de la "colonización mental" con el consumo de información perfeccionada con el advenimiento masivo de Internet y de las comunicaciones globalizadas en la década del 90.
Manipular, controlar, y convertir al individuo-masa en potencia social direccionado con fines de control y dominio político-social es el objetivo estratégico clave de la Guerra Psicológica desarrollada en los medios masivos de comunicación.
La represión ya no se ejercita en forma de acción militar (suprimir y/o neutralizar al enemigo en forma física) sino por vía de la acción psicológica (captación de la voluntad y manipulación de conducta colectiva).
A diferencia de los ejércitos militares, el ejército mediático no hiere ni mata para reprimir, sino que aísla y demoniza socialmente a los grupos que utilizan metodologías de lucha social que perjudican la "estabilidad" (o sea, la rentabilidad) del sistema capitalista.
Los objetivos del control social ya no se sitúan en un plano visible y con presencia de brutalidad militar, sino en un plano invisible y sin presencia de aparatos armados: La represión militar (orientada a preservar la "gobernabilidad" del sistema) fue sustituida por la represión psicológica mediática (que orienta conducta social masiva en la defensa de la "gobernabilidad" del sistema).
El dominio por medio de la represión militar -utilizado por las antiguas dictaduras digitadas por Washington- fue sustituido por las campañas masivas de acción psicológica mediática orientadas a que la sociedad legitime ese dominio en las urnas.
"Miro la televisión y luego existo": El axioma elemental del humano convertido en un microchip programado por las trasnacionales capitalistas de la información.
Cuando el sistema capitalista trasnacional, por medio del mensaje televisivo consumista, niveló un "modelo único de pensamiento" a escala global, sentó las bases psicosociales para el control político-ideológico por medio de la información periodística manipulada por operaciones psicológicas .
El individuo-masa, o Alienado Programado (AP) fabricado por la TV, se desarrolla en la primera fase de las operaciones psicológicas-mediáticas-publicitarias imperiales orientadas a imponer la sociedad de consumo capitalista en las áreas dependientes del Tercer Mundo, a fines de la década del 50, y experimenta su máximo nivel de desarrollo con el advenimiento de la era de las comunicaciones informáticas globalizadas a fines de los 90.
El Alienado Programado (AP) es el prototipo de "hombre universal" modelado por las políticas niveladoras consumistas impuestas por las trasnacionales capitalistas a escala planetaria.
El AP de la era informática rompe definitivamente con la matriz cultural del viejo "Estado nacional" y se proyecta como un microchip nivelado del nuevo "Estado trasnacional" de las corporaciones capitalistas que han divido el mundo en "gerencias de enclave".
El AP no está programado para pensar (desarrollo reflexivo) sino para consumir productos capitalistas por medio de consignas (eslóganes) y de imágenes sin ninguna relación entre sí.
Sus emociones y pensamientos (programados por el mensaje televisivo) duran y se terminan con las imágenes en la pantalla: El AP es el hijo de la "patria televisiva" nivelada mundialmente como primer "agente socializador" en reemplazo de la familia, la escuela y las tradiciones culturales de su lugar de nacimiento.
Mediante la manipulación y direccionamiento de conducta por medios psicológicos el individuo-masa se convierte en "soldado cooperante" de los planes de dominio y control social establecidos por el capitalismo trasnacional y la potencia imperialista regente.
Es a la vez, víctima y victimario, de las operaciones psicológicas, ya que se convierte en una célula trasmisora tanto de planes de consumismo capitalista como de planes de control y represión social manipulados sin el uso de las armas.
E) La nueva lógica represiva
Quien observe atentamente el mapa político y social tanto de los países centrales como de los periféricos, podrá comprobar que el uso de la represión policial y militar de los (hoy reducidos y escasos) conflictos sociales y sindicales es mínima y solo se la utiliza en casos extremos.
Y eso tiene una explicación: Los gobiernos del mundo (técnica y funcionalmente, gerencias de enclave de los bancos y corporaciones trasnacionales) no se mueven dentro de un esquema militar (el viejo sistema de dominación) sino dentro de un esquema político-democrático (el nuevo sistema de dominación).
Por lo tanto, si caen en la tentación de reprimir policialmente, la corporación mediática les arroja la sociedad en contra calificándolos de "represivos y violentos".
Los gobiernos que cometen el error de reprimir militarmente son inmediatamente rechazados por la sociedad masivamente nivelada en la condena a " toda forma de violencia", más allá de sus contenidos.
De la misma manera que en la década del setenta, los medios de comunicación utilizaban la figura del "subversivo" (como expresión de demonización social justificatoria de la represión militar), hoy utilizan la figura del "violento social" para aislar, deslegitimar y condenar socialmente las luchas sindicales y sociales que atentan contra la "estabilidad económica", la "gobernabilidad" y la "paz social" del sistema.
De esta manera, y a la luz del crecimiento desmesurado a nivel global de los activos empresariales y de las fortunas personales (con su contracara de pobreza y exclusión social masiva) se verifica aquel axioma que expresa que "la paz es el negocio del dominador".
Y prueba la efectividad de las técnicas mediáticas para controlar las protestas sociales y sindicales con la lógica represiva de la "antiviolencia" predominando sobre las razones de los reclamos.
No importa que el que corte ruta sea un hambriento o un desocupado (en el mundo hay 1000 millones de hambrientos y más de 2000 personas que viven por debajo de las necesidades básicas), la opinión pública está masivamente "adoctrinada" (por los medios de comunicación y sus conductores) para rechazar (sin ningún análisis de las causas) las huelgas y los cortes de ruta que generan "violencia social".
La nueva estrategia represiva tiene su matriz funcional en la nivelación masiva de una conciencia y opinión "antiviolencia" que se superpone a cualquier lógica de legitimidad o de justicia social expresada por los grupos que cortan calles, rutas o hacen huelgas para reclamar por sus derechos o por una mayor distribución de la riqueza.
Así como durante las dictaduras militares se demonizaba al "subversivo" para descalificar su proyecto de cambio del sistema capitalista por otro más justo, a los que ahora hacen huelga y cortan rutas se los demoniza como "violentos" para deslegitimar las luchas sociales por un mejor reparto de la riqueza.
En términos concretos (y disfrazados de servidores públicos de la comunicación social), los consorcios mediáticos que realizan el control político y social (en sustitución de los militares) son auxiliares complementarios de la "Justicia" (del sistema) en la tarea represiva, y el sujeto a reprimir ya no es el "subversivo comunista" sino el "violento social".
Se trata de una represión sin fusiles, donde la acción militar es sustituida por la manipulación mediática en alta escala orientada al direccionamiento pasivo de la conducta social hacia los objetivos de preservación del sistema capitalista.
En este escenario, las fuerzas policiales y militares tienen como función principal: disuadir antes que reprimir, para preservar a su vez, los acontecimientos que pudieran desbordar y alterar la "paz social" del sistema.
Es así que el gobierno que decide utilizar la fuerza policial o militar, también pierde inmediatamente legitimidad política y apoyo social, tarea de la que se encargan los propios medios de comunicación, cuya misión es preservar el "sistema democrático" (de dominación capitalista) en los parámetros establecidos de la "estabilidad económica, la "gobernabilidad política" y la "paz social".
F) El control en la crisis
Hoy, la ecuación que resume la supervivencia del sistema capitalista (estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz social") se encuentra claramente amenazada por una "crisis global" resumida en tres escenarios: Crisis financiera recesiva mundial, quiebre de empresas, y despidos laborales cada vez más masivos.
El resultante de ese proceso, por lógica interacción, amenaza con romper la "estabilidad económica", la "gobernabilidad política" y la "paz social" mediante procesos de protestas y conflictos encadenados que comienzan a extenderse desde los países centrales a las áreas emergentes y subdesarrolladas del mundo capitalista "globalizado".
El quiebre de la "paz social", que podría llegar a desarrollarse a escala planetaria (con el consecuente quiebre de la "estabilidad económica" y la "gobernabilidad política") coloca al sistema capitalista ante la alternativa de reprimir los conflictos y las protestas sociales que comienzan a extenderse desde Europa a todo el planeta.
Pero el sistema se enfrenta a una disyuntiva: El actual esquema de dominación y explotación capitalista mundial, ya no se rige por la doctrina militar setentista de la "seguridad nacional" sino por la doctrina del "sistema democrático", y por lo tanto los actores de la represión como los "alteradores del orden" cambiaron de identidad.
Hoy el conjunto de la sociedad (a causa de la crisis recesiva global y sus emergentes sociales), ya no está amenazada por el peligro de la "violencia subversiva" sino por el peligro de la "violencia social" expresado en las huelgas y protestas masivas que ya se verifican en las metrópolis de Europa, principalmente en los países más pobres del Este.
Consecuentemente, los que hoy amenazan con quebrar el orden y la "paz social" (con huelgas y reclamos sociales) ya no son los "subversivos" (contra quienes se dirigían los golpes y la represión militar), ni tampoco los "terroristas" de la era Bush (que sirvieron para legitimar las nuevas invasiones militares) sino los "violentos" que cortan rutas, calles, y peden llegar a alterar el proceso de la "gobernabilidad" a escala global.
La amenaza de desocupación masiva es el núcleo esencial, el detonante central de los conflictos sociales y sindicales que comienzan a extenderse por vía de los bancos y empresas transnacionales que hoy ya están despidiendo masa laboral tanto en EEUU, Europa como en los países emergentes y subdesarrollados de Asia, África y América Latina.
Este proceso a su vez, y a medida que avancen los conflictos sociales y sindicales producidos por la crisis, va a impulsar una profunda reestructuración en la estrategia y en los métodos del control político y social "sin represión" que los medios de comunicación venían implementando de la mano de la democracia imperial.
Los ejércitos y los aparatos de seguridad, que fueron relegados a un segundo plano por la estrategia de dominio con el "poder blando", van a adquirir un nuevo rol represivo para contener a las protestas violentas causadas por los despidos, las bajas de salarios y la imposibilidad de acceder al consumo elemental para la supervivencia por parte de las mayorías que van a ser desplazadas del mercado laboral y del consumo.
¿Pero cual va a ser el papel de los medios represores durante la crisis social que se avecina?
En primer lugar, los medios internacionales y locales ya se orientan a presentar la crisis encuadrada en la figura del "peligro de caos económico y social" que amenaza a la sociedad mundial en su conjunto.
Así como en las anteriores etapas de dominio asustaron con el "subversivo comunista" y el "terrorista" como potenciales causales de ruptura de la estabilidad económica, de la gobernabilidad y la paz social, en el presente se orientan a presentar a los conflictos sindicales y sociales (emergentes de la crisis) como causales de un proceso de "subversión social" que puede llevar al "caos y a la ingobernabilidad" del planeta.
En segundo lugar, la experiencia manipuladora-represiva de la corporación mediática va a utilizar la figura del "subversivo social" (como detonador del rechazo colectivo) para neutralizar, aislar y/o desactivar los conflictos y movilizaciones sociales que empiezan a proyectarse como emergente de la crisis financiera recesiva a escala global.
De la misma manera, los ensayos que ya se están haciendo con el temor a la "subversión social" sirve para configurar una nueva psicología masiva funcional a la represión policial que los consorcios mediáticos van a instalar cuando estallen los conflictos sociales y sindicales previstos para cuando el escenario de la crisis recesiva mundial impacte como "crisis" social a nivel mundial.
Con la teoría y prédica de los "extremos violentos" encuadrados en la figura de "subversión social" (y dentro de un esquema de democracia blindada), la corporación mediática prepara el advenimiento y la legitimación de un proceso de represión policial de los levantamientos sociales y sindicales derivados de los despidos y rebajas salariales.
De nuevo van a utilizar la lógica del "subversivo" (esta vez encarnada en las víctimas sociales de los despidos y de la crisis alimentaria) para dividir las protestas y generar nuevas alternativas de dominio en "paz y democracia" combinando la represión militar con gobiernos constitucionales.
------------------------------------
Guerra de Cuarta generación III: El rol de los medios como nuevo ejército represivo del sistema
TeleSur, 24-Marzo-09
Por sus altísimo potencial formador y orientador de conducta social a escala masiva (conseguido a través de la manipulación informativa) los medios de comunicación se han convertido en la columna vertebral de las estrategias de dominio del sistema capitalista a escala global. El papel que van desarrollar en la crisis social que se avecina.
Informe Especial.
A) Los dueños de las "noticias"
La función esencial de la empresa mediática (los medios de comunicación) se define esencialmente por la manipulación informativa orientada hacia el control de la "opinión pública", pero sus objetivos no son sociales ni desinteresados como describe la mitología de la "objetividad periodística".
Las famosas banderas "éticas" del periodismo: imparcialidad, objetividad, libertad de expresión, no son nada más que mitos encubridores del multimillonario negocio mediático que moviliza a diario el mercado de la información a escala global.
El proceso de fabricación y distribución de la información, no está motivado por la necesidad de "informar" sino por la necesidad capitalista de vender noticias (el producto).
Para ello los medios (al igual que cualquier empresa capitalista) generan necesidades masivas de consumo en la sociedad (el mercado), y trazan estrategias informativas destinadas a favorecer su crecimiento empresarial y posicionarse para competir con éxito en el mercado (la búsqueda de ganancia).
En primer lugar, la información es una mercancía destinada a producir rentabilidad económica como cualquier otro producto comercial en oferta en el mercado capitalista.
En términos funcionales (y más allá de la leyenda que se fabrican a su alrededor) las empresas periodísticas no están guiadas por fines sociales sino por la búsqueda del lucro económico.
En segundo lugar, y por el carácter estratégico de la función comunicacional que desarrollan (desde el punto de vista de la preservación de la "gobernabilidad" del sistema) los medios son herramientas claves para el control (y/o manipulación) de los procesos económicos, políticos y sociales.
Los medios de comunicación (al contrario de lo que pregonan sus mitificadores) no practican la "objetividad informativa" ni la independencia editorial por dos razones prácticas principales:
A) Son empresas que no funcionan con objetivos sociales sino con objetivos comerciales sujetos a ley de la búsqueda de rentabilidad capitalista.
B) Su dependencia estructural al sistema de poder económico que controla todos los resortes de la producción, las finanzas y el comercio internacional, por encima de los países y a escala planetaria.
El accionar de los grandes conglomerados mediáticos (tanto a nivel local como internacional) no está orientado -como se quiere hacer creer- a servir al iinterés de la sociedad sino a servir al interés de los grupos económicos y políticos dominantes que constituyen su mayor fuente de financiación y rentabilidad comercial.
El poder (tanto en los países centrales como periféricos del sistema capitalista "globalizado") sólo invierte dinero en los medios a cambio de una contraprestación de servicios.
En el negocio de la información, como en cualquier emprendimiento comercial, los medios sólo trabajan para quien paga (o puede pagar) por sus servicios "informativos".
Así como las grandes corporaciones económicas fijan las reglas del mercado y forman los precios, las grandes corporaciones mediáticas fijan las reglas y determinan a diario (a través de la cartelización monopólica) lo que "es noticia" y lo que "no es noticia" en el mercado de la información a nivel local e internacional.
La "valorización" de las noticias difundidas a escala masiva no está determinada por la búsqueda del conocimiento o de la compresión de los procesos económicos, políticos y sociales, sino por la búsqueda de ganancias o por la defensa de intereses puntuales del sistema (corporativo) del cual extraen el fuerte de su rentabilidad comercial.
Además de las ventas al público y de las suscripciones, el grueso de la rentabilidad comercial del gigantesco y multimillonario negocio de los monopolios periodísticos, se nutre principalmente de dos fuentes de financiación:
A) Los grandes grupos económicos concentradores de la economía y del comercio exterior.
B) El Gobierno y los grupos políticos del Estado capitalista (tanto centrales como periféricos).
La gran tajada de rentabilidad de los conglomerados mediáticos es aportada por los grandes consorcios bancarios, industriales o de servicios, que conforman la porción mayoritaria de la "torta" publicitaria pautada comercialmente en los monopolios de la información.
La relación comercial que las empresas mediáticas mantienen con gobiernos y organizaciones políticas (tanto en los países centrales como periféricos del sistema) se establece en dos niveles funcionales:
1) La publicidad institucional (oficial) que los gobiernos pautan en los medios de la corporación mediática a los fines de publicitar su gestión y generar consenso electoral entre los diferentes grupos sociales.
2) Las pautas publicitarias o las diferentes vías de negociaciones en negro que los operadores comerciales de los consorcios mediáticos (hegemonizadores y formadores de las "noticias diarias") establecen con los políticos y partidos con el objetivo de instrumentar operaciones de prensa en contra de sus competidores, o en contra del propio gobierno, durante las campañas electorales.
Esta relación de "supervivencia mutua" con el establishment de poder (agregada a su función manipuladora y orientadora de conducta social masiva) convierte a los grandes conglomerados mediáticos en una herramienta estratégica clave para el control y orientación de los procesos económicos, políticos y sociales que los tienen como protagonistas claves.
B) El nuevo ejército represivo
Su altísimo potencial orientador y generador (a través de la manipulación informativa) de conducta social a escala masiva convirtió a la corporación mediática en un instrumento irreemplazable para el dominio del sistema capitalista tanto en los países centrales como periféricos.
La condición esencial para el funcionamiento del Estado capitalista (tanto en América Latina como en el resto del mundo) se resume en tres factores: Estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz social".
La "estabilidad económica" garantiza el funcionamiento ordenado de la explotación (y los negocios) capitalistas, y la "paz" es el sostén de la "gobernabilidad" del sistema a escala global. Cuando (a causa de algún conflicto de orden social, político o económico) se altera alguno de estos tres parámetros, el sistema activa inmediatamente mecanismos de supervivencia para recuperar el control político y social.
Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.
Cuando por alguna razón se altera alguno de estos tres factores, el sistema entra en crisis, y debe generar inmediatamente alternativas para preservar su supervivencia.
Por ejemplo en Latinoamérica, durante la Guerra Fría por aéreas de influencia con la URSS, cuando la "subversión comunista" (la guerrilla revolucionaria) amenazaba con la ruptura de la "estabilidad económica", la "paz social" y la "gobernabilidad", las corporaciones trasnacionales y el Departamento de Estado activaban un golpe militar con represión para restablecer el "orden".
Luego de la sustitución del dominio "duro" (militar) por el dominio blando (democrático) tras la caída de la URSS, el fin de la Guerra Fría y la desaparición de la lucha armada revolucionaria, los métodos del control político y social para preservar la "gobernabilidad" del sistema ya no son militares sino psicológicos.
El desarrollo tecnológico e informático de la era de las comunicaciones, la globalización del mensaje y las capacidades para influir en la opinión pública, convirtieron a las operaciones de acción psicológica mediática en un arma estratégica de importancia clave para el control político y social.
La etapa de la "colonización de las sociedades" con el consumo de productos, comenzada en la década del 60, posibilitó la era de la "colonización mental" con el consumo de información perfeccionada con el advenimiento masivo de Internet y de las comunicaciones globalizadas en la década del 90.
Manipular, controlar, y convertir al individuo-masa en potencia social direccionado con fines de control y dominio político-social es el objetivo estratégico clave de la Guerra Psicológica desarrollada en los medios masivos de comunicación.
La represión ya no se ejercita en forma de acción militar (suprimir y/o neutralizar al enemigo en forma física) sino por vía de la acción psicológica (captación de la voluntad y manipulación de conducta colectiva).
A diferencia de los ejércitos militares, el ejército mediático no hiere ni mata para reprimir, sino que aísla y demoniza socialmente a los grupos que utilizan metodologías de lucha social que perjudican la "estabilidad" (o sea, la rentabilidad) del sistema capitalista.
Los objetivos del control social ya no se sitúan en un plano visible y con presencia de brutalidad militar, sino en un plano invisible y sin presencia de aparatos armados: La represión militar (orientada a preservar la "gobernabilidad" del sistema) fue sustituida por la represión psicológica mediática (que orienta conducta social masiva en la defensa de la "gobernabilidad" del sistema).
El dominio por medio de la represión militar -utilizado por las antiguas dictaduras digitadas por Washington- fue sustituido por las campañas masivas de acción psicológica mediática orientadas a que la sociedad legitime ese dominio en las urnas.
"Miro la televisión y luego existo": El axioma elemental del humano convertido en un microchip programado por las trasnacionales capitalistas de la información.
Cuando el sistema capitalista trasnacional, por medio del mensaje televisivo consumista, niveló un "modelo único de pensamiento" a escala global, sentó las bases psicosociales para el control político-ideológico por medio de la información periodística manipulada por operaciones psicológicas .
El individuo-masa, o Alienado Programado (AP) fabricado por la TV, se desarrolla en la primera fase de las operaciones psicológicas-mediáticas-publicitarias imperiales orientadas a imponer la sociedad de consumo capitalista en las áreas dependientes del Tercer Mundo, a fines de la década del 50, y experimenta su máximo nivel de desarrollo con el advenimiento de la era de las comunicaciones informáticas globalizadas a fines de los 90.
El Alienado Programado (AP) es el prototipo de "hombre universal" modelado por las políticas niveladoras consumistas impuestas por las trasnacionales capitalistas a escala planetaria.
El AP de la era informática rompe definitivamente con la matriz cultural del viejo "Estado nacional" y se proyecta como un microchip nivelado del nuevo "Estado trasnacional" de las corporaciones capitalistas que han divido el mundo en "gerencias de enclave".
El AP no está programado para pensar (desarrollo reflexivo) sino para consumir productos capitalistas por medio de consignas (eslóganes) y de imágenes sin ninguna relación entre sí.
Sus emociones y pensamientos (programados por el mensaje televisivo) duran y se terminan con las imágenes en la pantalla: El AP es el hijo de la "patria televisiva" nivelada mundialmente como primer "agente socializador" en reemplazo de la familia, la escuela y las tradiciones culturales de su lugar de nacimiento.
Mediante la manipulación y direccionamiento de conducta por medios psicológicos el individuo-masa se convierte en "soldado cooperante" de los planes de dominio y control social establecidos por el capitalismo trasnacional y la potencia imperialista regente.
Es a la vez, víctima y victimario, de las operaciones psicológicas, ya que se convierte en una célula trasmisora tanto de planes de consumismo capitalista como de planes de control y represión social manipulados sin el uso de las armas.
E) La nueva lógica represiva
Quien observe atentamente el mapa político y social tanto de los países centrales como de los periféricos, podrá comprobar que el uso de la represión policial y militar de los (hoy reducidos y escasos) conflictos sociales y sindicales es mínima y solo se la utiliza en casos extremos.
Y eso tiene una explicación: Los gobiernos del mundo (técnica y funcionalmente, gerencias de enclave de los bancos y corporaciones trasnacionales) no se mueven dentro de un esquema militar (el viejo sistema de dominación) sino dentro de un esquema político-democrático (el nuevo sistema de dominación).
Por lo tanto, si caen en la tentación de reprimir policialmente, la corporación mediática les arroja la sociedad en contra calificándolos de "represivos y violentos".
Los gobiernos que cometen el error de reprimir militarmente son inmediatamente rechazados por la sociedad masivamente nivelada en la condena a " toda forma de violencia", más allá de sus contenidos.
De la misma manera que en la década del setenta, los medios de comunicación utilizaban la figura del "subversivo" (como expresión de demonización social justificatoria de la represión militar), hoy utilizan la figura del "violento social" para aislar, deslegitimar y condenar socialmente las luchas sindicales y sociales que atentan contra la "estabilidad económica", la "gobernabilidad" y la "paz social" del sistema.
De esta manera, y a la luz del crecimiento desmesurado a nivel global de los activos empresariales y de las fortunas personales (con su contracara de pobreza y exclusión social masiva) se verifica aquel axioma que expresa que "la paz es el negocio del dominador".
Y prueba la efectividad de las técnicas mediáticas para controlar las protestas sociales y sindicales con la lógica represiva de la "antiviolencia" predominando sobre las razones de los reclamos.
No importa que el que corte ruta sea un hambriento o un desocupado (en el mundo hay 1000 millones de hambrientos y más de 2000 personas que viven por debajo de las necesidades básicas), la opinión pública está masivamente "adoctrinada" (por los medios de comunicación y sus conductores) para rechazar (sin ningún análisis de las causas) las huelgas y los cortes de ruta que generan "violencia social".
La nueva estrategia represiva tiene su matriz funcional en la nivelación masiva de una conciencia y opinión "antiviolencia" que se superpone a cualquier lógica de legitimidad o de justicia social expresada por los grupos que cortan calles, rutas o hacen huelgas para reclamar por sus derechos o por una mayor distribución de la riqueza.
Así como durante las dictaduras militares se demonizaba al "subversivo" para descalificar su proyecto de cambio del sistema capitalista por otro más justo, a los que ahora hacen huelga y cortan rutas se los demoniza como "violentos" para deslegitimar las luchas sociales por un mejor reparto de la riqueza.
En términos concretos (y disfrazados de servidores públicos de la comunicación social), los consorcios mediáticos que realizan el control político y social (en sustitución de los militares) son auxiliares complementarios de la "Justicia" (del sistema) en la tarea represiva, y el sujeto a reprimir ya no es el "subversivo comunista" sino el "violento social".
Se trata de una represión sin fusiles, donde la acción militar es sustituida por la manipulación mediática en alta escala orientada al direccionamiento pasivo de la conducta social hacia los objetivos de preservación del sistema capitalista.
En este escenario, las fuerzas policiales y militares tienen como función principal: disuadir antes que reprimir, para preservar a su vez, los acontecimientos que pudieran desbordar y alterar la "paz social" del sistema.
Es así que el gobierno que decide utilizar la fuerza policial o militar, también pierde inmediatamente legitimidad política y apoyo social, tarea de la que se encargan los propios medios de comunicación, cuya misión es preservar el "sistema democrático" (de dominación capitalista) en los parámetros establecidos de la "estabilidad económica, la "gobernabilidad política" y la "paz social".
F) El control en la crisis
Hoy, la ecuación que resume la supervivencia del sistema capitalista (estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz social") se encuentra claramente amenazada por una "crisis global" resumida en tres escenarios: Crisis financiera recesiva mundial, quiebre de empresas, y despidos laborales cada vez más masivos.
El resultante de ese proceso, por lógica interacción, amenaza con romper la "estabilidad económica", la "gobernabilidad política" y la "paz social" mediante procesos de protestas y conflictos encadenados que comienzan a extenderse desde los países centrales a las áreas emergentes y subdesarrolladas del mundo capitalista "globalizado".
El quiebre de la "paz social", que podría llegar a desarrollarse a escala planetaria (con el consecuente quiebre de la "estabilidad económica" y la "gobernabilidad política") coloca al sistema capitalista ante la alternativa de reprimir los conflictos y las protestas sociales que comienzan a extenderse desde Europa a todo el planeta.
Pero el sistema se enfrenta a una disyuntiva: El actual esquema de dominación y explotación capitalista mundial, ya no se rige por la doctrina militar setentista de la "seguridad nacional" sino por la doctrina del "sistema democrático", y por lo tanto los actores de la represión como los "alteradores del orden" cambiaron de identidad.
Hoy el conjunto de la sociedad (a causa de la crisis recesiva global y sus emergentes sociales), ya no está amenazada por el peligro de la "violencia subversiva" sino por el peligro de la "violencia social" expresado en las huelgas y protestas masivas que ya se verifican en las metrópolis de Europa, principalmente en los países más pobres del Este.
Consecuentemente, los que hoy amenazan con quebrar el orden y la "paz social" (con huelgas y reclamos sociales) ya no son los "subversivos" (contra quienes se dirigían los golpes y la represión militar), ni tampoco los "terroristas" de la era Bush (que sirvieron para legitimar las nuevas invasiones militares) sino los "violentos" que cortan rutas, calles, y peden llegar a alterar el proceso de la "gobernabilidad" a escala global.
La amenaza de desocupación masiva es el núcleo esencial, el detonante central de los conflictos sociales y sindicales que comienzan a extenderse por vía de los bancos y empresas transnacionales que hoy ya están despidiendo masa laboral tanto en EEUU, Europa como en los países emergentes y subdesarrollados de Asia, África y América Latina.
Este proceso a su vez, y a medida que avancen los conflictos sociales y sindicales producidos por la crisis, va a impulsar una profunda reestructuración en la estrategia y en los métodos del control político y social "sin represión" que los medios de comunicación venían implementando de la mano de la democracia imperial.
Los ejércitos y los aparatos de seguridad, que fueron relegados a un segundo plano por la estrategia de dominio con el "poder blando", van a adquirir un nuevo rol represivo para contener a las protestas violentas causadas por los despidos, las bajas de salarios y la imposibilidad de acceder al consumo elemental para la supervivencia por parte de las mayorías que van a ser desplazadas del mercado laboral y del consumo.
¿Pero cual va a ser el papel de los medios represores durante la crisis social que se avecina?
En primer lugar, los medios internacionales y locales ya se orientan a presentar la crisis encuadrada en la figura del "peligro de caos económico y social" que amenaza a la sociedad mundial en su conjunto.
Así como en las anteriores etapas de dominio asustaron con el "subversivo comunista" y el "terrorista" como potenciales causales de ruptura de la estabilidad económica, de la gobernabilidad y la paz social, en el presente se orientan a presentar a los conflictos sindicales y sociales (emergentes de la crisis) como causales de un proceso de "subversión social" que puede llevar al "caos y a la ingobernabilidad" del planeta.
En segundo lugar, la experiencia manipuladora-represiva de la corporación mediática va a utilizar la figura del "subversivo social" (como detonador del rechazo colectivo) para neutralizar, aislar y/o desactivar los conflictos y movilizaciones sociales que empiezan a proyectarse como emergente de la crisis financiera recesiva a escala global.
De la misma manera, los ensayos que ya se están haciendo con el temor a la "subversión social" sirve para configurar una nueva psicología masiva funcional a la represión policial que los consorcios mediáticos van a instalar cuando estallen los conflictos sociales y sindicales previstos para cuando el escenario de la crisis recesiva mundial impacte como "crisis" social a nivel mundial.
Con la teoría y prédica de los "extremos violentos" encuadrados en la figura de "subversión social" (y dentro de un esquema de democracia blindada), la corporación mediática prepara el advenimiento y la legitimación de un proceso de represión policial de los levantamientos sociales y sindicales derivados de los despidos y rebajas salariales.
De nuevo van a utilizar la lógica del "subversivo" (esta vez encarnada en las víctimas sociales de los despidos y de la crisis alimentaria) para dividir las protestas y generar nuevas alternativas de dominio en "paz y democracia" combinando la represión militar con gobiernos constitucionales.
------------------------------------
jueves, 26 de marzo de 2009
CORDOBA : A 33 AÑOS del GOLPE GENOCIDA
Documento de la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos
Carmen Mercado y Marité Rosales de APENOC-MCC; Laura Gallo, integrante de la Cooperativa La Minga y de la Campaña Paren de Fumigar, y Martín Mozé Acosta de HIJOS, fueron los encargados de realizar la lectura del documento político.
2009-03-26 ::
Documento
Compañeras y compañeros: Nuevamente estamos en la calle, como hace ya mucho tiempo exigiendo MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA. A 33 años del golpe cívico - militar seguimos luchando. Y vamos por más.
Compañeras y compañeros: hoy conmemoramos un nuevo aniversario de aquel sangriento y oscuro golpe, impuesto a través del Plan Cóndor, desde los Estados Unidos hacia Latinoamérica.
El Terrorismo de Estado, quiso imponer un plan económico, político, social y cultural para apropiarse y concentrar la riqueza a fuerza de persecuciones, secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones. Mientras, un pueblo silenciado, explotado y oprimido era despojado de los derechos humanos, sociales y políticos.
El objetivo era claro: destruir la resistencia al imperialismo, la organización y la movilización popular. Sin embargo, hoy podemos decir, a 40 años del Cordobazo, que la rebeldía y la lucha no fueron en vano. Siguen más vivas que nunca. Y vamos por más.
Hoy, podemos decir que nuestra lucha dio y sigue dando sus frutos. Por eso reafirmamos que un pueblo unido y organizado obtiene lo que se propone.
Hoy, el ex general del tercer cuerpo de ejército, y sus secuaces, están en Bouwer cumpliendo condena por sus crímenes, tal como lo exigimos siempre: en cárcel común perpetua y efectiva… Están allá, porque nosotros lo exigimos y jamás, jamás claudicamos.
El año pasado, vivimos un hecho histórico: la JUSTICIA los mandó a la cárcel!! Los sentenció a cadena perpetua, con cumplimiento efectivo en cárcel común. Por fin!!, algunos de los responsables de un plan sistemático de exterminio recibía el castigo merecido.
Ese juicio fue un hecho trascendental para la sociedad cordobesa, más allá de que la Justicia Federal recién comience a lavarse la culpa de su complicidad con el Terrorismo de Estado, al igual que los medios de comunicación que en aquella época, nada decían de lo que ocurría o directamente mentían.
Muchos de esos sectores, obligados por la presión popular, y gracias a la lucha de las distintas organizaciones de derechos humanos, debieron reconocer como verdades todas nuestras denuncias. Hicieron falta muchas rondas, muchos escraches y muchas marchas para conseguirlo.
La sentencia reconoce el accionar clandestino de las fuerzas armadas, la existencia de los centros clandestinos de detención, tortura y extermino y los enterramientos clandestinos de nuestros compañeros y compañeras. En definitiva reconoce el genocidio perpetrado por los sectores de poder contra nuestro pueblo.
Esperamos mucho ese momento!!! 25 años de democracia, 25 años de lucha y jamás bajamos los brazos. Ahora vamos por más.
Exigimos juicio y castigo a todos los genocidas, y sus cómplices: terratenientes y empresarios, cúpula eclesiástica, burócratas sindicales, medios masivos de comunicación, jueces y fiscales, todos ellos responsables del país que nos dejaron.
Queremos. Exigimos saber de los nuestros. ¿Dónde están los 30000 compañeros desaparecidos? ¿Que sucedió, quien tiene a los 400 niños a los que les quitaron y arrancaron sus identidades?
No pudieron las leyes de la impunidad, no podrán los indultos silenciarnos.
Ahora pretende hacerlo la CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL. Hablamos de la Sala Tercera constituida por Eduardo Righi, Guillermo Tragant y Angela Ledesma.
Esos magistrados, que no son dignos, avalan a los genocidas, que protegieron siempre. Son los mismos que el pasado 11 de marzo, realizaron una interpretación favorable y condescendiente de la ley para con los genocidas. Ya dictaron un fallo que deja con prisión domiciliaria a Hermes Oscar Rodríguez, condenado a 22 años de prisión por REPRESOR Y TORTURADOR.
CASACIÓN SACA A LOS GENOCIDAS DE LAS CÁRCELES Y LOS DEJA EN SU DOMICILIO!!
¿Se olvidaron estos magistrados, de la desaparición en democracia, de un testigo clave como Jorge Julio López?
Nosotros no!!!
Exigimos que los delitos de lesa humanidad sean considerados excepcionales en cuanto a los beneficios constitucionales, tal como lo establece el derecho internacional. El lugar para los genocidas es la cárcel. Estando en su casa siguen siendo una amenaza para la sociedad.
Y Casación, los protege!!! La Cámara de Casación, es la Cámara de la impunidad.
La lucha continúa, porque vamos por más!!! Estamos listos para seguir con los nuevos juicios que se vienen, esperamos con ansías a Jorge Rafael Videla, para el juicio de los 29 compañeros fusilados en la Penitenciaria de San Martín.
Nos organizamos por una nueva sociedad más justa y más digna.
Este año, queremos romper con algunas consignas que emplea la derecha para dividirnos. ¿Cuántas veces escuchamos, los Derechos Humanos de ayer, los históricos, los del pasado y los Derechos Humanos del hoy, los del presente?
Queremos terminar con ese falso antagonismo. Porque estamos convencidos que muchas de las causas de los males de este país tienen su origen en el Golpe cívico-militar del 76.
Los treinta mil que nos faltan, porque los ANIQUILARON, luchaban por un país para todas y todos, luchaban por lo que hoy seguimos luchando.
Muchos fueron los cómplices del Terrorismo de Estado y hoy son poderosos actores sociales, por caso, la sociedad rural que supo decir en una solicitada a días del golpe:
"La sociedad rural argentina reitera frente a los productores y la ciudadanía en general su apoyo a toda acción que signifique completar el proceso iniciado el 24 de marzo de 1976, para poder lograr así los fines propuestos, que en definitiva son los grandes objetivos nacionales".
La misma institución sigue apropiándose y concentrando la riqueza, donde unos pocos son dueños de lo que es de todos: nuestra tierra y todos los bienes naturales que en ella se producen.
Hoy, repudiamos a los sectores agropecuarios que siguen sosteniendo el sistema agro exportador que concentra la tierra, sus bienes y sus productos en la manos de algunos.
En el sur de nuestra provincia, un sector agroempresario opulento es beneficiado con impuestos regresivos, mientras en el norte los campesinos son desplazados y criminalizados.
La problemática de la sojización, la toxicidad y contaminación ambiental por agrotóxicos afecta a numerosos pueblos. Continúa la ampliación de la frontera agropecuaria para seguir sembrando soja, y con ella los desalojos violentos a campesinos, las fumigaciones y los desmontes.
Nos preguntamos: ¿Hasta cuándo?
La crisis alimentaria se agudiza por la pretensión del capitalismo de mantener un irracional patrón de consumo que ha llevado a reconvertir tierras aptas para la producción de alimentos para ser destinadas a la elaboración de agrocombustibles.
La política del gobierno nacional profundiza la entrega a manos de las multinacionales de los bienes de todos. Ésto, es atentar contra los derechos de futuras generaciones que verán afectados el acceso al agua, a la tierra y a un ambiente sustentable.
Pero vamos por más.
Defendamos nuestros bienes naturales: Tierra, agua, suelos, glaciares, bosques. Porque son nuestro patrimonio y el de nuestros hijos.
·No a la entrega y el saqueo de nuestros bienes naturales.
·Basta de explotación minera a cielo abierto que envenena el aire y el agua y afecta la producción y la vida de cientos de pueblos.
Y no nos olvidemos que a poco de producirse el golpe militar del 76, la Conferencia Episcopal Argentina llamó a cooperar positivamente con el nuevo gobierno. Nada dijo cuando le mataron a sus Obispos y sacerdotes; 30 años les llevó reconocer que la muerte de monseñor Enrique Angelelli no fue un accidente. Pero jamás fueron a la justicia a pedir explicaciones, ni se presentaron como querellantes. Tal vez porque el cardenal Primatesta, no tendría como justificar su gran amistad con el reo Menéndez.
Hoy los sectores reaccionarios de la iglesia son los responsables principales de que la lucha por la equidad de género no avance al ritmo que debiera. La violencia familiar, el femicidio y las muertes por abortos clandestinos lejos de atenuarse, aumentan de manera alarmante.
Vamos por más:
Exigimos la plena vigencia de los derechos de la mujer. A igual trabajo, igual salario.
Exigimos la Legalización del aborto ya.
Exigimos la Libertad inmediata a Romina Tejerina y el desmantelamiento de la red de tratas de personas y la aparición de las más de 500 secuestradas por este negocio.
Por el respeto de la diversidad sexual, no a la discrimanción.
De la mano de Martínez de Hoz, representante de los sectores financieros y empresarios los militares implementaron un modelo económico que estatizó la deuda externa, privatizó las empresas públicas, desmanteló la industria nacional e impulsó la especulación financiera.
Aquel modelo instaurado en toda latinoamerica es la base de la crisis internacional actual trascendiendo con creces lo financiero y lo bancario y afectando a la economía real en todas sus dimensiones.
En nuestro país existen más de 6 millones de niños y niñas que son pobres. De ellos, más de 3 millones directamente pasan hambre y la mitad no posee cobertura sanitaria.
El Hambre es un crimen. ¿Cuántos chicos más deben morir para que los gobiernos tomen la decisión política de alimentar y educar a nuestros niños? La sociedad argentina de Pediatría afirma que en Argentina cada 48 minutos muere un bebe. En el 60 por ciento de los casos, es por causas evitables.
La realidad nos compromete a transformar las palabras en acciones. La distribución equitativa de la riqueza no es sólo una cuestión salarial. Significa apropiarse de la renta que producimos todos.
Exigir a los gobiernos nacional, provincial y municipal que prioricen garantizar la equidad social, el trabajo, el acceso a la vivienda digna, a la salud, a la educación y a la justicia, derechos claves en el diseño de un país para todas y todos. Ese es el camino que nuestros compañeros desaparecidos eligieron transitar. Recuperemos aquellas banderas de lucha y vayamos por mas:
Por eso estamos a favor de la recuperación del petróleo, el gas, el agua y el suelo. Por la re-estatizació n de las empresas estratégicas aún privatizadas.
Por una educación pública, popular, gratuita, científica y emancipadora! !
Que LA CRISIS NO LA PAGUEN LOS TRABAJADORES!
Basta de DESPIDOS Y SUSPENSIONES!
Trabajo digno para todos.
Salario mínimo igual a la canasta familiar.
Por el respeto a los derechos sindicales.
Por eso estamos favor de la aprobación de una Ley de Radiodifusión antimonopólica que favorezca la pluralidad de voces, a las organizaciones sociales y los medios públicos.
Ayer los grandes medios de comunicación silenciaron los gritos de los torturados, ocultaron la verdad de lo que ocurría y con la complicidad de los dictadores monopolizaron el uso la palabra. El mismo discurso hegemónico que hoy proclama mano dura y pena de muerte, persiguiendo y estigmatizando a los jóvenes, criminalizando la pobreza y judicializando la protesta.
Nosotros vamos por más:
· No a la militarizació n de los espacios públicos y de los conflictos.
· Desmantelamiento del aparato jurídico-represivo
· Basta de reprimir a los jóvenes de Córdoba, Tolerancia cero igual a justicia cero.
· Inmediata anulación del código de faltas y de la Ley Bloomberg.
· Basta de gatillo fácil y de condiciones de hacinamiento en las cárceles comunes.
· Basta de represión y patotas contra los que luchan.
· Castigo a los asesinos de Lázaro Duarte y Carlos Fuentealba
· Amnistía y desprocesamiento de los luchadores populares.
· Libertad a los Presos políticos
· Exigimos la declaración de inconstitucionalida d y anulación inmediata de la “Ley Antiterrorista”.
· No al Plan Colombia. Retiro inmediato de las bases militares estadounidenses en Latinoamérica.
· Juicio y castigo a los autores del GENOCIDIO ISRAELI CONTRA GAZA.
El miedo nos paraliza. La solidaridad nos moviliza. América Latina está pariendo nuevos procesos inclusivos, populares y solidarios que se suman a los 50 años de la revolución cubana. Bolivia, Ecuador, Paraguay, Venezuela, Nicaragua y ahora el pueblo Salvadoreño que terminó con 150 años de gobiernos expoliadores y entreguistas.
Abrazamos a nuestros hermanos que avanzan hacia la construcción de sociedades más justas exigiendo el respeto a la cultura de los pueblos originarios y a la libre determinación de nuestros pueblos. Latinoamérica va por más.
Un gran desafío tenemos por delante, a 40 años del Cordobazo esta en nosotros seguir el camino de unidad y rebeldía que nos propusieron Agustín Tosco, Rene Salamanca, Atilio López, Ernesto Che Guevara, y todos los estudiantes, trabajadores que dieron su vida por un país libre, justo y soberano. Ese es nuestro compromiso.
·Juicio y castigo a todos los culpables del Terrorismo de Estado: civiles, militares, a los integrantes de la Triple A, a religiosos y a todos los funcionarios públicos y empresarios implicados.
·Anulación de los indultos.
·A 33 años no olvidamos y exigimos que los juicios se aceleren y que todos los genocidas reciban su merecida condena… no queremos que se mueran en sus casas.
·Restitución de la identidad de todos los niños apropiados, hoy jóvenes.
·Aparición con vida del compañero Jorge Julio López y castigo a los culpables
30000 compañeras y compañeros desaparecidos…
Presentes!!!
Ahora y siempre!!!
MESA DE TRABAJO POR LOS DERECHOS HUMANOS
www.prensared.com.ar
Carmen Mercado y Marité Rosales de APENOC-MCC; Laura Gallo, integrante de la Cooperativa La Minga y de la Campaña Paren de Fumigar, y Martín Mozé Acosta de HIJOS, fueron los encargados de realizar la lectura del documento político.
2009-03-26 ::
Documento
Compañeras y compañeros: Nuevamente estamos en la calle, como hace ya mucho tiempo exigiendo MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA. A 33 años del golpe cívico - militar seguimos luchando. Y vamos por más.
Compañeras y compañeros: hoy conmemoramos un nuevo aniversario de aquel sangriento y oscuro golpe, impuesto a través del Plan Cóndor, desde los Estados Unidos hacia Latinoamérica.
El Terrorismo de Estado, quiso imponer un plan económico, político, social y cultural para apropiarse y concentrar la riqueza a fuerza de persecuciones, secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones. Mientras, un pueblo silenciado, explotado y oprimido era despojado de los derechos humanos, sociales y políticos.
El objetivo era claro: destruir la resistencia al imperialismo, la organización y la movilización popular. Sin embargo, hoy podemos decir, a 40 años del Cordobazo, que la rebeldía y la lucha no fueron en vano. Siguen más vivas que nunca. Y vamos por más.
Hoy, podemos decir que nuestra lucha dio y sigue dando sus frutos. Por eso reafirmamos que un pueblo unido y organizado obtiene lo que se propone.
Hoy, el ex general del tercer cuerpo de ejército, y sus secuaces, están en Bouwer cumpliendo condena por sus crímenes, tal como lo exigimos siempre: en cárcel común perpetua y efectiva… Están allá, porque nosotros lo exigimos y jamás, jamás claudicamos.
El año pasado, vivimos un hecho histórico: la JUSTICIA los mandó a la cárcel!! Los sentenció a cadena perpetua, con cumplimiento efectivo en cárcel común. Por fin!!, algunos de los responsables de un plan sistemático de exterminio recibía el castigo merecido.
Ese juicio fue un hecho trascendental para la sociedad cordobesa, más allá de que la Justicia Federal recién comience a lavarse la culpa de su complicidad con el Terrorismo de Estado, al igual que los medios de comunicación que en aquella época, nada decían de lo que ocurría o directamente mentían.
Muchos de esos sectores, obligados por la presión popular, y gracias a la lucha de las distintas organizaciones de derechos humanos, debieron reconocer como verdades todas nuestras denuncias. Hicieron falta muchas rondas, muchos escraches y muchas marchas para conseguirlo.
La sentencia reconoce el accionar clandestino de las fuerzas armadas, la existencia de los centros clandestinos de detención, tortura y extermino y los enterramientos clandestinos de nuestros compañeros y compañeras. En definitiva reconoce el genocidio perpetrado por los sectores de poder contra nuestro pueblo.
Esperamos mucho ese momento!!! 25 años de democracia, 25 años de lucha y jamás bajamos los brazos. Ahora vamos por más.
Exigimos juicio y castigo a todos los genocidas, y sus cómplices: terratenientes y empresarios, cúpula eclesiástica, burócratas sindicales, medios masivos de comunicación, jueces y fiscales, todos ellos responsables del país que nos dejaron.
Queremos. Exigimos saber de los nuestros. ¿Dónde están los 30000 compañeros desaparecidos? ¿Que sucedió, quien tiene a los 400 niños a los que les quitaron y arrancaron sus identidades?
No pudieron las leyes de la impunidad, no podrán los indultos silenciarnos.
Ahora pretende hacerlo la CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL. Hablamos de la Sala Tercera constituida por Eduardo Righi, Guillermo Tragant y Angela Ledesma.
Esos magistrados, que no son dignos, avalan a los genocidas, que protegieron siempre. Son los mismos que el pasado 11 de marzo, realizaron una interpretación favorable y condescendiente de la ley para con los genocidas. Ya dictaron un fallo que deja con prisión domiciliaria a Hermes Oscar Rodríguez, condenado a 22 años de prisión por REPRESOR Y TORTURADOR.
CASACIÓN SACA A LOS GENOCIDAS DE LAS CÁRCELES Y LOS DEJA EN SU DOMICILIO!!
¿Se olvidaron estos magistrados, de la desaparición en democracia, de un testigo clave como Jorge Julio López?
Nosotros no!!!
Exigimos que los delitos de lesa humanidad sean considerados excepcionales en cuanto a los beneficios constitucionales, tal como lo establece el derecho internacional. El lugar para los genocidas es la cárcel. Estando en su casa siguen siendo una amenaza para la sociedad.
Y Casación, los protege!!! La Cámara de Casación, es la Cámara de la impunidad.
La lucha continúa, porque vamos por más!!! Estamos listos para seguir con los nuevos juicios que se vienen, esperamos con ansías a Jorge Rafael Videla, para el juicio de los 29 compañeros fusilados en la Penitenciaria de San Martín.
Nos organizamos por una nueva sociedad más justa y más digna.
Este año, queremos romper con algunas consignas que emplea la derecha para dividirnos. ¿Cuántas veces escuchamos, los Derechos Humanos de ayer, los históricos, los del pasado y los Derechos Humanos del hoy, los del presente?
Queremos terminar con ese falso antagonismo. Porque estamos convencidos que muchas de las causas de los males de este país tienen su origen en el Golpe cívico-militar del 76.
Los treinta mil que nos faltan, porque los ANIQUILARON, luchaban por un país para todas y todos, luchaban por lo que hoy seguimos luchando.
Muchos fueron los cómplices del Terrorismo de Estado y hoy son poderosos actores sociales, por caso, la sociedad rural que supo decir en una solicitada a días del golpe:
"La sociedad rural argentina reitera frente a los productores y la ciudadanía en general su apoyo a toda acción que signifique completar el proceso iniciado el 24 de marzo de 1976, para poder lograr así los fines propuestos, que en definitiva son los grandes objetivos nacionales".
La misma institución sigue apropiándose y concentrando la riqueza, donde unos pocos son dueños de lo que es de todos: nuestra tierra y todos los bienes naturales que en ella se producen.
Hoy, repudiamos a los sectores agropecuarios que siguen sosteniendo el sistema agro exportador que concentra la tierra, sus bienes y sus productos en la manos de algunos.
En el sur de nuestra provincia, un sector agroempresario opulento es beneficiado con impuestos regresivos, mientras en el norte los campesinos son desplazados y criminalizados.
La problemática de la sojización, la toxicidad y contaminación ambiental por agrotóxicos afecta a numerosos pueblos. Continúa la ampliación de la frontera agropecuaria para seguir sembrando soja, y con ella los desalojos violentos a campesinos, las fumigaciones y los desmontes.
Nos preguntamos: ¿Hasta cuándo?
La crisis alimentaria se agudiza por la pretensión del capitalismo de mantener un irracional patrón de consumo que ha llevado a reconvertir tierras aptas para la producción de alimentos para ser destinadas a la elaboración de agrocombustibles.
La política del gobierno nacional profundiza la entrega a manos de las multinacionales de los bienes de todos. Ésto, es atentar contra los derechos de futuras generaciones que verán afectados el acceso al agua, a la tierra y a un ambiente sustentable.
Pero vamos por más.
Defendamos nuestros bienes naturales: Tierra, agua, suelos, glaciares, bosques. Porque son nuestro patrimonio y el de nuestros hijos.
·No a la entrega y el saqueo de nuestros bienes naturales.
·Basta de explotación minera a cielo abierto que envenena el aire y el agua y afecta la producción y la vida de cientos de pueblos.
Y no nos olvidemos que a poco de producirse el golpe militar del 76, la Conferencia Episcopal Argentina llamó a cooperar positivamente con el nuevo gobierno. Nada dijo cuando le mataron a sus Obispos y sacerdotes; 30 años les llevó reconocer que la muerte de monseñor Enrique Angelelli no fue un accidente. Pero jamás fueron a la justicia a pedir explicaciones, ni se presentaron como querellantes. Tal vez porque el cardenal Primatesta, no tendría como justificar su gran amistad con el reo Menéndez.
Hoy los sectores reaccionarios de la iglesia son los responsables principales de que la lucha por la equidad de género no avance al ritmo que debiera. La violencia familiar, el femicidio y las muertes por abortos clandestinos lejos de atenuarse, aumentan de manera alarmante.
Vamos por más:
Exigimos la plena vigencia de los derechos de la mujer. A igual trabajo, igual salario.
Exigimos la Legalización del aborto ya.
Exigimos la Libertad inmediata a Romina Tejerina y el desmantelamiento de la red de tratas de personas y la aparición de las más de 500 secuestradas por este negocio.
Por el respeto de la diversidad sexual, no a la discrimanción.
De la mano de Martínez de Hoz, representante de los sectores financieros y empresarios los militares implementaron un modelo económico que estatizó la deuda externa, privatizó las empresas públicas, desmanteló la industria nacional e impulsó la especulación financiera.
Aquel modelo instaurado en toda latinoamerica es la base de la crisis internacional actual trascendiendo con creces lo financiero y lo bancario y afectando a la economía real en todas sus dimensiones.
En nuestro país existen más de 6 millones de niños y niñas que son pobres. De ellos, más de 3 millones directamente pasan hambre y la mitad no posee cobertura sanitaria.
El Hambre es un crimen. ¿Cuántos chicos más deben morir para que los gobiernos tomen la decisión política de alimentar y educar a nuestros niños? La sociedad argentina de Pediatría afirma que en Argentina cada 48 minutos muere un bebe. En el 60 por ciento de los casos, es por causas evitables.
La realidad nos compromete a transformar las palabras en acciones. La distribución equitativa de la riqueza no es sólo una cuestión salarial. Significa apropiarse de la renta que producimos todos.
Exigir a los gobiernos nacional, provincial y municipal que prioricen garantizar la equidad social, el trabajo, el acceso a la vivienda digna, a la salud, a la educación y a la justicia, derechos claves en el diseño de un país para todas y todos. Ese es el camino que nuestros compañeros desaparecidos eligieron transitar. Recuperemos aquellas banderas de lucha y vayamos por mas:
Por eso estamos a favor de la recuperación del petróleo, el gas, el agua y el suelo. Por la re-estatizació n de las empresas estratégicas aún privatizadas.
Por una educación pública, popular, gratuita, científica y emancipadora! !
Que LA CRISIS NO LA PAGUEN LOS TRABAJADORES!
Basta de DESPIDOS Y SUSPENSIONES!
Trabajo digno para todos.
Salario mínimo igual a la canasta familiar.
Por el respeto a los derechos sindicales.
Por eso estamos favor de la aprobación de una Ley de Radiodifusión antimonopólica que favorezca la pluralidad de voces, a las organizaciones sociales y los medios públicos.
Ayer los grandes medios de comunicación silenciaron los gritos de los torturados, ocultaron la verdad de lo que ocurría y con la complicidad de los dictadores monopolizaron el uso la palabra. El mismo discurso hegemónico que hoy proclama mano dura y pena de muerte, persiguiendo y estigmatizando a los jóvenes, criminalizando la pobreza y judicializando la protesta.
Nosotros vamos por más:
· No a la militarizació n de los espacios públicos y de los conflictos.
· Desmantelamiento del aparato jurídico-represivo
· Basta de reprimir a los jóvenes de Córdoba, Tolerancia cero igual a justicia cero.
· Inmediata anulación del código de faltas y de la Ley Bloomberg.
· Basta de gatillo fácil y de condiciones de hacinamiento en las cárceles comunes.
· Basta de represión y patotas contra los que luchan.
· Castigo a los asesinos de Lázaro Duarte y Carlos Fuentealba
· Amnistía y desprocesamiento de los luchadores populares.
· Libertad a los Presos políticos
· Exigimos la declaración de inconstitucionalida d y anulación inmediata de la “Ley Antiterrorista”.
· No al Plan Colombia. Retiro inmediato de las bases militares estadounidenses en Latinoamérica.
· Juicio y castigo a los autores del GENOCIDIO ISRAELI CONTRA GAZA.
El miedo nos paraliza. La solidaridad nos moviliza. América Latina está pariendo nuevos procesos inclusivos, populares y solidarios que se suman a los 50 años de la revolución cubana. Bolivia, Ecuador, Paraguay, Venezuela, Nicaragua y ahora el pueblo Salvadoreño que terminó con 150 años de gobiernos expoliadores y entreguistas.
Abrazamos a nuestros hermanos que avanzan hacia la construcción de sociedades más justas exigiendo el respeto a la cultura de los pueblos originarios y a la libre determinación de nuestros pueblos. Latinoamérica va por más.
Un gran desafío tenemos por delante, a 40 años del Cordobazo esta en nosotros seguir el camino de unidad y rebeldía que nos propusieron Agustín Tosco, Rene Salamanca, Atilio López, Ernesto Che Guevara, y todos los estudiantes, trabajadores que dieron su vida por un país libre, justo y soberano. Ese es nuestro compromiso.
·Juicio y castigo a todos los culpables del Terrorismo de Estado: civiles, militares, a los integrantes de la Triple A, a religiosos y a todos los funcionarios públicos y empresarios implicados.
·Anulación de los indultos.
·A 33 años no olvidamos y exigimos que los juicios se aceleren y que todos los genocidas reciban su merecida condena… no queremos que se mueran en sus casas.
·Restitución de la identidad de todos los niños apropiados, hoy jóvenes.
·Aparición con vida del compañero Jorge Julio López y castigo a los culpables
30000 compañeras y compañeros desaparecidos…
Presentes!!!
Ahora y siempre!!!
MESA DE TRABAJO POR LOS DERECHOS HUMANOS
www.prensared.com.ar
Suscribirse a:
Entradas (Atom)