VIVA CRISTINA FERNANDEZ de KIRCHNER NOBEL de la PAZ 2013 ¡¡¡

En este sitio encontras noticias, opiniones y material de consulta sin censura.



Te permitirá estar bien informado y podras sacar tus propias conclusiones , sobre lo que pasa en Argentina y los paises de America.



Nuestra linea editorial es la defensa estratégica de los Derechos Humanos, la Democracia popular y la Justicia Social.



Buscamos que durante este siglo XXI, concretemos la Revolución Cultural que soñaron nuestros compañer@s y familiares desaparecidos y asesinados , por todas la dictaduras y tiranias a los largo de America.



Nos mueve, la Memoria, la Verdad, la Justicia y la Reparacion Integral para con las victimas de la Doctrina de la Seguridad Nacional y los pueblos de America.



Córdoba, Argentina



19 y 20 de diciembre de 2001.-



Powered By Blogger

sábado, 27 de junio de 2009

Cillian Donnelly : ¿Quien ayuda a los pobres del Sur?

25-Junio-09







Activistas de la sociedad civil temen que la conferencia de la ONU que discute cómo salir de la crisis económica internacional siente mecanismos para sostener las estructuras financieras, no para atender la situación de los pobres en el Sur en desarrollo.

Por Cillian Donnelly - IPS

La conferencia de tres días "Crisis financiera y económica mundial y sus efectos sobre el desarrollo", celebrada en el marco de la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en Nueva York, comenzó con atraso el miércoles, 24 debido a desavenencias entre participantes.

Los países más ricos socavan las soluciones más globales para salir de la crisis, según Soren Ambrose, coordinador de desarrollo financiero de la organización internacional contra la pobreza ActionAid.

Lo que en un principio se previó como una cumbre, por la presencia de jefes de Estado y de gobierno, se tornó una "conferencia de alto nivel" dada la reticencia de los países del Norte industrial a ser representados por jefes de Estado y de gobierno.

La decisión de celebrar una cumbre sobre la recesión mundial había sido tomada por la unanimidad de los 192 países integrantes del foro mundial, representados en una conferencia sobre financiamiento para el desarrollo realizada en noviembre en Doha.

"Se nos escapa una oportunidad", alertó Ambrose. "El G-77 presentó muchas propuestas innovadoras, pero parece que la mayoría fueron descartadas. Me temo que el viernes descubriremos que habrán sido eliminadas del texto final mediante una redacción muy cuidadosa."

El Grupo de los 77 reúne a 130 países en desarrollo.

El motivo, según Ambrose, es que los países ricos quieren proteger sus centros financieros como Londres y Frankfurt.

"Los países que se oponen a un acuerdo global tienen grandes intereses, como el Reino Unido (Gran Bretaña) con el distrito financiero (conocido como la) City de Londres", indicó.

"Cuanto mayor sea la cooperación internacional entre las naciones, más difícil les será ofrecer incentivos especiales a los inversores. Cuanto mayor sea la responsabilidad en materia de, por ejemplo, paraísos fiscales, menos oportunidades tendrán los países de sortear las normas", añadió.

Esos problemas se volvieron más apremiantes tras el informe anual del Banco Mundial "Flujos mundiales de financiamiento para el desarrollo 2009: El derrotero de la recuperación mundial", divulgado el lunes. El organismo reclama reformas al sistema de regulación así como ayuda a los países en desarrollo.

Pero las demandas pueden no ser de recibo en la ONU, apuntó Ambrose. Algunas propuestas para aumentar los ingresos y la responsabilidad, como impuestos por emisiones de dióxido de carbono y sobre ciertas transacciones financieras, quedaran por el camino.

Cualquiera sea el tipo de paquete de estímulo económico que surja de esta reunión, puntualizó Ambrose, es importante que las naciones en desarrollo inventen sus propias alternativas a la actual crisis financiera y las incorporen a sus propios planes de desarrollo nacional.

"Los gobiernos nacionales deben decidir por su propia cuenta qué hacer, pero es importante remarcar que la forma más rápida de superar la crisis es con un paquete de estímulo internacional, no mediante un enfoque país por país", sostuvo.

Eso sólo producirá más divisiones en el mundo en desarrollo, apuntó.

Hay indicios de que hubo cierto tipo de acuerdo, pero los activistas no creen que sea favorable a las naciones en desarrollo.

El Consejo Económico Global del G-77 presentó varias propuestas que incluyen un tribunal internacional de quiebras.

"Estoy casi seguro de que no aceptarán nada de eso", indicó Ambrose. Ese tipo de medida puede poner en peligro la fuerza actual del dólar como moneda de reserva internacional.

"Reformas de ese tipo que pongan fin a la dependencia del dólar como divisa internacional no serán aceptadas. Eso podría dejar al descubierto la vulnerabilidad del sistema. Y normas impositivas de regulación como, por ejemplo, las que pongan fin a los paraísos fiscales tampoco serán consideradas", añadió.

Organizaciones como ActionAid promueven un mejor uso de mecanismos como el de Derechos Especiales de Giro (DEG), un instrumento monetario creado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1969 que incluye cuatro divisas y sirve para completar las reservas nacionales.

El DEG permite tener recursos a bajo costo, movilizar fondos hacia las naciones en desarrollo y proteger a las más vulnerables de la crisis financiera, según Ambrose.

Luego de la aprobación del aporte estadounidense por parte del Congreso legislativo de ese país, el FMI anunciará el 13 de julio la creación de un fondo de unos 250.000 millones de dólares en el marco del DEG.

El problema es que ese fondo se repartirá según las cuotas de votación de cada país dentro de la estructura de ese organismo multilateral de crédito.

"Eso quiere decir que dos tercios del dinero irán a parar a manos de los países ricos que no lo necesitan", explicó Ambrose. "Hay que cambiar esa situación." .

jueves, 25 de junio de 2009

Jean-Paul Sartre : LA VIOLENCIA COLONIAL

PREFACIO

No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían del Verbo, los otros lo tomaban prestado. Entre aquéllos y éstos, reyezuelos vendidos, señores feudales, una falsa burguesía forjada de una sola pieza servían de intermediarios. En las colonias, la verdad aparecía desnuda; las "metrópolis" la preferían vestida; era necesario que los indígenas las amaran. Como a madres, en cierto sentido. La élite europea se dedicó a fabricar una élite indígena; se seleccionaron adolescentes, se les marcó en la frente, con hierro candente, los principios de la cultura occidental, se les introdujeron en la boca mordazas sonoras, grandes palabras pastosas que se adherían a los dientes; tras una breve estancia en la metrópoli se les regresaba a su país, falsificados. Esas mentiras vivientes no tenían ya nada que decir a sus hermanos; eran un eco; desde París, Londres, Ámsterdam nosotros lanzábamos palabras: "¡Partenón! ¡Fraternidad!" y en alguna parte, en África, en Asia, otros labios se abrían: "¡...tenón! ¡...nidad!" Era la Edad de Oro.

Aquello se acabó: las bocas se abrieron solas; las voces, amarillas y negras, seguían hablando de nuestro humanismo, pero fue para reprocharnos nuestra inhumanidad Nosotros escuchábamos sin disgusto esas corteses expresiones de amargura. Primero con orgullosa admiración: ¿cómo?, ¿hablan solos? ¡Ved lo que hemos hecho de ellos! No dudábamos de que aceptasen nuestro ideal, puesto que nos acusaban de no serles fieles; Europa creyó en su misión: había helenizado a los asiáticos, había creado esa especie nueva. Los negros grecolatinos. Y añadíamos, entre nosotros, con sentido práctico: hay que dejarlos gritar, eso los calma: perro que ladra no muerde.

Vino otra generación que desplazó el problema. Sus escritores, sus poetas, con una increíble paciencia, trataron de explicarnos que nuestros valores no se ajustaban a la verdad de su vida, que no podían ni rechazarlos del todo ni asimilarlos. Eso quería decir, más o menos: ustedes nos han convertido en monstruos, su humanismo pretende que somos universales y sus prácticas racistas nos particularizan. Nosotros los escuchamos, muy tranquilos: a los administradores coloniales no se les paga para que lean a Hegel, por eso lo leen poco, pero no necesitan de ese filósofo para saber que las conciencias infelices se enredan en sus gemidos, sería la de la integración. No se trataba de pues, su infelicidad, no surgirá sino el viento. Si hubiera, nos decían los expertos, la sombra de una reivindicación en sus gemidos, sería la de la integración. No se trataba de otorgársela, por supuesto: se habría arruinado el sistema que descansa, como ustedes saben, en la sobreexplotación. Pero bastaría hacerles creer el embuste: seguirían adelante. En cuanto a la rebeldía, estamos muy tranquilos. ¿Qué indígena consciente se dedicaría a matar a los bellos hijos de Europa con el único fin de convertirse en europeo como ellos? En resumen, alentábamos esa melancolía y no nos parecía mal, por una vez, otorgar el premio Goncourt a un negro: eso era antes de 1939.

1961. Escuchen: "No perdamos el tiempo en estériles letanías ni en mimetismos nauseabundos. Abandonemos a esa Europa que no deja de hablar del hombre al mismo tiempo que lo asesina por dondequiera que lo encuentra, en todas las esquinas de sus propias calles, en todos los rincones del mundo. Hace siglos....que en nombre de una pretendida aventura espiritual' ahoga a casi toda la humanidad." El tono es nuevo. ¿Quién se atreve a usarlo? Un africano, hombre del Tercer Mundo, ex colonizado. Añade: "Europa ha adquirido tal velocidad, local y desordenada... que va... hacia un abismo del que vale más alejarse." En otras palabras: está perdida. Una verdad que a nadie le gusta declarar, pero de la que estamos convencidos todos - ¿no es cierto, queridos europeos?

Hay que hacer, sin embargo, una salvedad. Cuando un francés, por ejemplo, dice a otros franceses: "Estamos perdidos" -lo que, por lo que yo sé, ocurre casi todos los días desde 1930- se trata de un discurso emotivo, inflamado de coraje y de amor, y el orador se incluye a sí mismo con todos sus compatriotas. Y además, casi siempre añade: "A menos que...". Todos ven de qué se trata: no puede cometerse un solo error más; si no se siguen sus recomendaciones al pie de la letra, entonces y sólo entonces el país se desintegrará. En resumen: es una amenaza seguida de un consejo y esas ideas chocan tanto menos cuanto que brotan de la intersubjetividad nacional. Cuando Fanon, por el contrario, dice que Europa se precipita a la perdición, lejos de lanzar un grito de alarma hace un diagnóstico. Este médico no pretende ni condenarla sin recurso -otros milagros se han visto- ni darle los medios para sanar; comprueba que está agonizando, desde fuera, basándose en los síntomas que ha podido recoger. En cuanto a curarla, no: él tiene otras preocupaciones; le da igual que se hunda o que sobreviva. Por eso su libro es escandaloso. Y si ustedes murmuran, medio en broma, medio molestos: "¡Qué cosas nos dice!", se les escapa la verdadera naturaleza del escándalo: porque Fanon no les "dice" absolutamente nada; su obra -tan ardiente para otros- permanece helada para ustedes; con frecuencia se habla de ustedes en ella, jamás a ustedes. Se acabaron los Goncourt negros y los Nobel amarillos: no volverá la época de los colonizados laureados. Un ex indígena "de lengua francesa" adapta esa lengua a nuevas exigencias, la utiliza para dirigirse únicamente a los colonizados: "¡Indígenas de todos los países subdesarrollados, uníos!" Qué decadencia la nuestra: para sus padres, éramos los únicos interlocutores; los hijos no nos consideran ni siquiera interlocutores válidos: somos los objetos del razonamiento. Por supuesto, Fanon menciona de pasada nuestros crímenes famosos, Setif, Hanoi, Madagascar, pero no se molesta en condenarlos: los utiliza. Si descubre las tácticas del colonialismo, el juego complejo de las relaciones que unen y oponen a los colonos y los "de la metrópoli" lo hace para sus hermanos; su finalidad es enseñarles a derrotarnos.

En una palabra, el Tercer Mundo se descubre y se expresa a través de esa voz. Ya se sabe que no es homogéneo y que todavía se encuentran dentro de ese mundo pueblos sometidos, otros que han adquirido una falsa independencia, algunos que luchan por conquistar su soberanía y otros más, por último, que aunque han ganado la libertad plena viven bajo la amenaza de una agresión imperialista. Esas diferencias han nacido de la historia colonial, es decir, de la opresión. Aquí la Metrópoli se ha contentado con pagar a algunos señores feudales; allá, con el lema de “dividir para vencer", ha fabricado de una sola pieza una burguesía de colonizados; en otra parte ha dado un doble golpe: la colonia es a la vez de explotación y de población. Así Europa ha fomentado las divisiones, las oposiciones, ha forjado clases y racismos, ha intentado por todos los medios provocar y aumentar la estratificación de las sociedades colonizadas. Fanon no oculta nada: para luchar contra nosotros, la antigua colonia debe luchar contra sí misma. O más bien ambas luchas no son sino una sola. En el fuego del combate, todas las barreras interiores deben desaparecer, la impotencia burguesa de los negociantes y los compradores, el proletariado urbano, siempre privilegiado, el lumpen-proletariat de los barrios miserables, todos deben alinearse en la misma posición de las masas rurales, verdadera fuente del ejército colonial y revolucionario; en esas regiones cuyo desarrollo ha sido detenido deliberadamente por el colonialismo, el campesinado, cuando se rebela, aparece de inmediato como la clase radical: conoce la opresión al desnudo, la ha sufrido mucho más que los trabajadores de las ciudades y, para que no muera de hambre, se necesita nada menos que un desplome de todas las estructuras. Si triunfa, la Revolución nacional será socialista; si se corta su aliento, si la burguesía colonizada toma el poder, el nuevo Estado, a pesar de una soberanía formal, queda en manos de los imperialistas. El ejemplo de Katanga lo ilustra muy bien. Así, pues, la unidad del Tercer Mundo no está hecha: es una empresa en vías de realizarse, que ha de pasar en cada país, tanto después como antes de la independencia, por la unión de todos los colonizados bajo el mando de la clase campesina. Esto es lo que Fanon explica a sus hermanos de África, de Asia, de América Latina: realizaremos todos juntos y en todas partes el socialismo revolucionario o seremos derrotados uno a uno por nuestros antiguos tiranos. No oculta nada; ni las debilidades, ni las discordias, ni las mixtificaciones. Aquí, el movimiento tiene un mal comienzo; allí, tras brillantes éxitos, pierde velocidad; en otra parte se detiene; si se quiere reanudarlo, será necesario que los campesinos lancen al mar a su burguesía. Se advierte seriamente al lector contra las enajenaciones más peligrosas: el dirigente, el culto a la personalidad, la cultura occidental e, igualmente, el retorno al lejano pasado de la cultura africana: la verdadera cultura es la Revolución, lo que quiere decir que se forja al rojo. Fanon habla en voz alta; nosotros los europeos podemos escucharlo: la prueba es que aquí tienen ustedes este libro en sus manos; ¿no teme que las potencias coloniales se aprovechen de su sinceridad?
No. No teme nada. Nuestros procedimientos están anticuados: pueden retardar ocasionalmente la emancipación, pero no la detendrán. Y no hay que imaginar que podemos modificar nuestros métodos: el neocolonialismo, ese sueño lánguido de las metrópolis, no es más que aire; las "Terceras Fuerzas" no existen o bien son las burguesías de hojalata que el colonialismo ya ha colocado en el poder. Nuestro maquiavelismo tiene poca influencia sobre ese mundo, ya muy despierto, que ha descubierto una tras otra nuestras mentiras. El colono no tiene más que un recurso: la fuerza cuando todavía le queda; el indígena no tiene más que una alternativa: la servidumbre o la soberanía. ¿Qué puede importarle a Fanon que ustedes lean o no su obra? Es a sus hermanos a quienes denuncia nuestras viejas malicias, seguro de que no tenemos alternativa. A ellos les dice: Europa ha dado un zarpazo a nuestros continentes; hay que acuchillarle las garras hasta que las retire. El momento nos favorece: no sucede nada en Bizerta, en Elizabethville, en el campo argelino sin que la tierra entera sea informada; los bloques asumen posiciones contrarias, se respetan mutuamente, aprovechemos esa parálisis, entremos en la historia y que nuestra irrupción la haga universal por primera vez; luchemos: a falta de otras armas, bastará la paciencia del cuchillo.

Europeos, abran este libro, .penetren en él. Después de dar algunos pasos en la oscuridad, verán a algunos extranjeros reunidos en torno al fuego, acérquense, escuchen: discuten la suerte que reservan a las agencias de ustedes, a los mercenarios que las defienden. Quizá estos extranjeros se den cuenta de su presencia, pero seguirán hablando entre sí, sin tan siquiera bajar la voz. Esa indiferencia hiere en lo más hondo: sus padres, criaturas de sombra, criaturas de ustedes, eran almas muertas, ustedes les dispensaban la luz, no hablaban sino a ustedes y nadie se ocupaba de responder a esos zombis. Los hijos, en cambio, los ignoran: los ilumina y los calienta un fuego que no es el de ustedes, que a distancia respetable se sentirán furtivos, nocturnos, estremecidos: a cada quien su turno; en esas tinieblas de donde va a surgir otra aurora, los zombis son ustedes.

En ese caso, dirán, arrojemos este libro por la ventana. ¿Para qué leerlo si no está escrito para nosotros? Por dos motivos, el primero de los cuales es que Fanon explica a sus hermanos cómo somos y les descubre el mecanismo de nuestras enajenaciones: aprovéchenlo para revelarse a ustedes mismos en su verdad de objetos. Nuestras víctimas nos conocen por sus heridas y por sus cadenas: eso hace irrefutable su testimonio. Basta que nos muestren lo que hemos hecho de ellas para que conozcamos lo que hemos hecho de nosotros mismos. ¿Resulta útil? Sí, porque Europa está en gran peligro de muerte. Pero, dirán ustedes, nosotros vivimos en la Metrópoli y reprobamos los excesos. Es verdad, ustedes no son colonos, pero no valen más que ellos. Ellos son sus pioneros, ustedes los enviaron a las regiones de ultramar, ellos los han enriquecido; ustedes se lo habían advertido: si hacían correr demasiada sangre, los desautorizarían de labios afuera; de la misma manera, un Estado -cualquiera que sea- mantiene en el extranjero una turba de agitadores, de provocadores y de espías a los que desautoriza cuando se les sorprende. Ustedes, tan liberales, tan humanos, que llevan al preciosismo el amor por la cultura, parecen olvidar que tienen colonias y que allí se asesina en su nombre. Fanon revela a sus camaradas -a algunos de ellos, sobre todo, que todavía están demasiado occidentalizados- la solidaridad de los "metropolitanos" con sus agentes coloniales. Tengan el valor de leerlo: porque les hará avergonzarse y la vergüenza, como ha dicho Marx, es un sentimiento revolucionario. Como ustedes ven, tampoco yo puedo desprenderme de la ilusión subjetiva. Yo también les digo: "Todo está perdido, a menos que..." Como europeo, me apodero del libro de un enemigo y lo convierto en un medio para curar a Europa. Aprovéchenlo.

Y he aquí la segunda razón: si descartan la verborrea fascista de Sorel, comprenderán que Fanon es el primero después de Engels que ha vuelto a sacar a la superficie a la partera de la historia. Y no vayan a creer que una sangre demasiado ardiente o una infancia desgraciada le han creado algún gusto singular por la violencia: simplemente se convierte en intérprete de la situación: nada más. Pero esto basta para que constituya, etapa por etapa, la dialéctica que la hipocresía liberal les oculta a ustedes y que nos ha producido a nosotros lo mismo que a él.

En el siglo pasado, la burguesía consideraba a los obreros como envidiosos, desquiciados por groseros apetitos, pero se preocupaba por incluir a esos seres brutales en nuestra especie: de no ser hombres y libres ¿cómo podrían vender libremente su fuerza de trabajo? En Francia, en Inglaterra, el humanismo presume de universal.
Con el trabajo forzado sucede todo lo contrario. No hay contrato. Además, hay que intimidar: la opresión resulta evidente. Nuestros soldados, en ultramar, rechazan el universalismo metropolitano, aplican al género humano el numerus clausus: como nadie puede despojar a su semejante sin cometer un crimen, sin someterlo o matarlo, plantean como principio que el colonizado no es el semejante del hombre. Nuestra fuerza de choque ha recibido la misión de convertir en realidad esa abstracta certidumbre: se ordena reducir a los habitantes del territorio anexado al nivel de monos superiores, para justificar que el colono los trate como bestias. La violencia colonial no se propone sólo como finalidad mantener en actitud respetuosa a los hombres sometidos, trata de deshumanizarlos. Nada será ahorrado para liquidar sus tradiciones, para sustituir sus lenguas por las nuestras, para destruir su cultura sin darles la nuestra; se les embrutecerá de cansancio. Desnutridos, enfermos, si resisten todavía al miedo se llevará la tarea hasta el fin: se dirigen contra el campesino los fusiles; vienen civiles que se instalan en su tierra y con el látigo lo obligan a cultivarla para ellos. Si se resiste, los soldados disparan, es un hombre muerto; si cede, se degrada, deja de ser un hombre; la vergüenza y el miedo van a quebrar su carácter, a desintegrar su persona. Todo se hace a tambor batiente, por expertos: los "servicios psicológicos" no datan de hoy. Ni el lavado de cerebro. Y sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, no se alcanza el fin en ninguna parte: ni en el Congo, donde se cortaban las manos a los negros ni en Angola donde, recientemente, se horadaban los labios de los descontentos, para cerrarlos con cadenas. Y no sostengo que sea imposible convertir a un hombre en bestia. Solo afirmo que no se logra sin debilitarlo considerablemente; no bastan los golpes, hay que presionar con la desnutrición. Es lo malo con la servidumbre: cuando se domestica a un miembro de nuestra especie, se disminuye su rendimiento y, por poco que se le dé, un hombre de corral acaba por costar más de lo que rinde. Por esa razón los colonos se ven obligados a dejar a medias la domesticación: el resultado, ni hombre ni bestia, es el indígena. Golpeado, subalimentado, enfermo, temeroso, pero sólo hasta cierto punto, tiene siempre, ya sea amarillo, negro o blanco, los mismos rasgos de carácter: es perezoso, taimado y ladrón, vive de cualquier cosa y sólo conoce la fuerza.

¡Pobre colono!: su contradicción queda al desnudo. Debería, como hace, según se dice, el ogro, matar al que captura. Pero eso no es posible. ¿No hace falta acaso que los explote? Al no poder llevar la matanza hasta el genocidio y la servidumbre hasta el embrutecimiento animal, pierde el control, la operación se invierte, una implacable lógica lo llevará hasta la descolonización.

Pero no de inmediato. Primero, reina el europeo: ya ha perdido, pero no se da cuenta; no sabe todavía que los indígenas son falsos indígenas; afirma que les hace daño para destruir el mal que existe en ellos; al cabo de tres generaciones, sus perniciosos instintos ya no resurgirán. ¿Qué instintos? ¿Los que impulsan al esclavo a matar al amo? ¿Cómo no reconoce su propia crueldad dirigida ahora contra él mismo? ¿Cómo no reconoce en el salvajismo de esos campesinos oprimidos el salvajismo del colono que han absorbido por todos sus poros y del que no se han curado? La razón es sencilla: ese personaje déspota, enloquecido por su omnipotencia y por el miedo de perderla, ya no se acuerda de que ha sido un hombre: se considera un látigo o un fusil; ha llegado a creer que la domesticación de las "razas inferiores" se obtiene mediante el condicionamiento de sus reflejos. No toma en cuenta la memoria humana, los recuerdos imborrables; y, sobre todo, hay algo que quizá no ha sabido jamás: no nos convertimos en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros. ¿Tres generaciones? Desde la segunda, apenas abrían los ojos, los hijos han visto cómo golpeaban a sus padres. En términos de psiquiatría, están "traumatizados". Para toda la vida. Pero esas agresiones renovadas sin cesar, lejos de llevarlos a someterse, los sitúan en una contradicción insoportable que el europeo pagará, tarde o temprano. Después de eso, aunque se les domestique a su vez, aunque se les enseñe la vergüenza, el dolor y el hambre, no se provocará en sus cuerpos sino una rabia volcánica cuya fuerza es igual a la de la presión que se ejerce sobre ellos. ¿Decían ustedes que no conocen sino la fuerza? Es cierto; primero será sólo la del colono y pronto después la suya propia: es decir, la misma, que incide sobre nosotros como nuestro reflejo que, desde el fondo de un espejo, viene a nuestro encuentro. No se equivoquen; por esa loca roña, por esa bilis y esa hiel, por su constante deseo de matarnos, por la contracción permanente de músculos fuertes que temen reposar, son hombres: por el colono, que quiere hacerlos esclavos, y contra él. Todavía ciego, abstracto, el odio es su único tesoro: el Amo lo provoca porque trata de embrutecerlos, no puede llegar a quebrantarlo porque sus intereses lo detienen a medio camino; así, los falsos indígenas son todavía humanos, por el poder y la impotencia del -opresor que se transforman, en ellos, en un Techazo obstinado de la condición animal. Por lo demás ya se sabe; por supuesto, son perezosos: es sabotaje. Taimados, ladrones. ¡Claro! Sus pequeños hurtos marcan el comienzo de una resistencia todavía desorganizada. Eso no basta: hay quienes se afirman lanzándose con las manos desnudas contra los fusiles; son sus héroes; y otros se hacen hombres asesinando europeos. Se les mata: bandidos y mártires, su suplicio exalta a las masas aterrorizadas.

Aterrorizadas, sí: en ese momento, la agresión colonial se interioriza como Terror en los colonizados. No me refiero sólo al miedo que experimentan frente a nuestros inagotables medios de represión, sino también al que les inspira su propio furor. Se encuentran acorralados entre nuestras armas que les apuntan y esos tremendos impulsos, esos deseos de matar que surgen del fondo de su .corazón y que no siempre reconocen: porque no es en principio su violencia, es la nuestra, invertida, que crece y los desgarra; y el primer movimiento de esos oprimidos es ocultar profundamente esa inaceptable cólera, reprobada por su moral y por la nuestra y que no es, sin embargo, sino el último reducto de su humanidad. Lean a Fanon: comprenderán que, en el momento de impotencia, la locura homicida es el inconsciente colectivo de los colonizados.

Esa furia contenida, al no estallar, gira en redondo y daña a los propios oprimidos. Para liberarse de ella, acaban por matarse entre sí: las tribus luchan unas contra otras al no poder enfrentarse al enemigo verdadero -y, naturalmente, la política colonial fomenta sus rivalidades; el hermano, al levantar el cuchillo contra su hermano, cree destruir de una vez por todas la imagen detestada de su envilecimiento común. Pero esas víctimas expiatorias no apaciguan su sed de sangre; no evitarán lanzarse contra las ametralladoras, sino haciéndose nuestros cómplices: ellos mismos van a acelerar el progreso de esa deshumanización que rechazan. Bajo la mirada zumbona del colono, se protegerán contra sí mismos con barreras sobrenaturales, reanimando antiguos mitos terribles o atándose mediante ritos meticulosos: el obseso evade así su exigencia profunda, infligiéndose manías que lo ocupan en todo momento. Bailan: eso los ocupa; relaja sus músculos dolorosamente contraídos y además la danza simula secretamente, con frecuencia a pesar de ellos, el No que no pueden decir, los asesinatos que no se atreven a cometer. En ciertas regiones utilizan este último recurso: el trance. Lo que antes era el hecho religioso en su simplicidad, cierta comunicación del fiel con lo sagrado, lo convierten en un arma contra la desesperanza y la humillación: los zars, las loas, los santos de la santería descienden sobre ellos, gobiernan su violencia y la gastan en el trance hasta el agotamiento. Al mismo tiempo, esos altos personajes los protegen: esto quiere decir que los colonizados se defienden de la enajenación colonial acrecentando la enajenación religiosa. El único resultado a fin de cuentas, es que se acumulan ambas enajenaciones y que cada una refuerza a la otra. Así, en ciertas psicosis, cansados de ser insultados todos los días, los alucinados creen un buen día que han escuchado la voz de un ángel que los elogia; los denuestos no desaparecen, sin embargo: en lo sucesivo, alternan con el elogio. Es una defensa y el final de su aventura: la persona está disociada, el enfermo se encamina a la demencia. Hay que añadir, en el caso de algunos desgraciados rigurosamente seleccionados, ese otro trance de que he hablado más arriba: la cultura occidental. En su lugar, dirán ustedes, yo preferiría mis zars a la Acrópolis. Bueno, eso quiere decir que han comprendido. Pero no del todo, sin embargo, porque ustedes no se encuentran en su lugar. Todavía no. De otra manera sabrían que ellos no pueden escoger: acumulan. Dos mundos, es decir, dos trances: se baila toda la noche, al alba se apretujan en las iglesias para oír misa; día a día, la grieta se ensancha. Nuestro enemigo traiciona a sus hermanos y se hace nuestro cómplice; sus hermanos hacen lo mismo. La condición del indígena es una neurosis introducida y mantenida por el colono entre los colonizados, con su consentimiento.

Reclamar y negar, a la vez, la condición humana: la contradicción es explosiva. Y hace explosión, ustedes lo saben lo mismo que yo. Vivimos en la época de la deflagración: basta que el aumento de los nacimientos acreciente la escasez, que los recién llegados tengan que temer a la vida un poco más que a la muerte, y el torrente de violencia rompe todas las barreras. En Argelia, en Angola, se mata al azar a los europeos. Es el momento del boomerang, el tercer tiempo de la violencia: se vuelve contra nosotros, nos alcanza y, como de costumbre, no comprendemos que es la nuestra. Los "liberales" se quedan confusos: reconocen que no éramos lo bastante corteses con los indígenas, que habría sido más justo y más prudente otorgarles ciertos derechos en la medida de lo posible; no pedían otra cosa sino que se les admitiera por hornadas y sin padrinos en ese club tan cerrado, nuestra especie: y he aquí que ese desencadenamiento bárbaro y loco no los respeta en mayor medida que a los malos colonos. La izquierda metropolitana se siente molesta: conoce la verdadera suerte de los indígenas, la opresión sin piedad de que son objeto y no condena su rebeldía, sabiendo que hemos hecho todo por provocarla. Pero de todos modos, piensa, hay límites: esos "guerrilleros"? deberían esforzarse por mostrarse caballeros; sería el mejor medio de probar que son hombres. A veces los reprende: "Van ustedes demasiado lejos, no seguiremos apoyándolos;" A ellos no les importa; para lo que sirve el apoyo que les presta, ya puede hacer con él lo que más le plazca. Desde que empezó su guerra, comprendieron esa rigurosa verdad: todos valemos lo que somos, todos nos hemos aprovechado de ellos, no tienen que probar nada, no harán distinciones con nadie. Un solo deber, un objetivo único: expulsar al colonialismo por todos los medios. Y los más alertas entre nosotros estarían dispuestos, en rigor, a admitirlo, pero no pueden dejar de ver en esa prueba de fuerza el medio inhumano que los subhombres han asumido para lograr que se les otorgue carta de humanidad: que se les otorgue lo más pronto posible y que traten luego, por medios pacíficos, de merecerla. Nuestras almas bellas son racistas.

Nos servirá la lectura de Fanon; esa violencia irreprimible, lo demuestra plenamente, no es una absurda tempestad ni la resurrección de instintos salvajes ni siquiera un efecto del resentimiento: es el hombre mismo reintegrándose. Esa verdad, me parece, la hemos conocido y la hemos olvidado: ninguna dulzura borrará las señales de la violencia; sólo la violencia puede destruirlas. Y el colonizado se cura de la neurosis colonial expulsando al colono con las armas. Cuando su ira estalla, recupera su transparencia perdida, se conoce en la medida misma en que se hace; de lejos, consideramos su guerra como el triunfo de la barbarie; pero procede por sí misma a la emancipación progresiva del combatiente, liquida en él y fuera de él, progresivamente, las tinieblas coloniales. Desde que empieza, es una guerra sin piedad. O se sigue aterrorizado o se vuelve uno terrible; es decir: o se abandona uno a las disociaciones de una vida falseada o se conquista la unidad innata. Cuando los campesinos reciben los fusiles, los viejos mitos palidecen, las prohibiciones desaparecen una por una; el arma de un combatiente es su humanidad. Porque, en los primeros momentos de la rebelión, hay que matar: matar a un europeo es matar dos pujaros de un tiro, suprimir a la vez a un opresor y a un oprimido: quedan un hombre muerto y un hombre libre; el superviviente, por primera vez, siente un suelo nacional bajo la planta de los pies. En ese instante, la Nación no se aleja de él: se encuentra dondequiera que él va, allí donde él está -nunca más lejos, se confunde con su libertad. Pero, tras la primera sorpresa, el ejército colonial reacciona: hay que unirse o dejarse matar. Las discordias tribales se atenúan, tienden a desaparecer; primero porque ponen en peligro la Revolución y, más hondamente, porque no tenían más finalidad que derivar la violencia hacia falsos enemigos. Cuando persisten -como en el Congo- es porque son alimentadas por los agentes del colonialismo. La Nación se pone en marcha: para cada hermano está en dondequiera que combaten otros hermanos. Su amor fraternal es lo contrario del odio que les tienen a ustedes: son hermanos porque cada uno de ellos ha matado o puede, de un momento a otro, haber matado. Fanon muestra a sus lectores los límites de la "espontaneidad", la necesidad y los peligros de la "organización". Pero, cualquiera que sea la inmensidad de la tarea, en cada paso de la empresa se profundiza la conciencia social. Los últimos complejos desaparecen: que nos hablen del "complejo de dependencia" en el soldado del A.L.N. Liberado de sus anteojeras, el campesino toma conciencia de sus necesidades: ellos lo mataban, pero él trataba de ignorarlos; ahora los descubre como exigencias infinitas. En esta violencia popular, para sostenerse cinco años, ocho años como han hecho los argelinos, las necesidades militares, sociales y políticas no pueden distinguirse. La guerra -aunque sólo fuera planteando el asunto del mando y las responsabilidades- instituye nuevas estructuras que serán las primeras instituciones de la paz. He aquí, pues, al hombre instaurado hasta en las nuevas tradiciones, hijas futuras de un horrible presente, helo aquí legitimado por un derecho que va a nacer, que nace cada día en el fuego mismo: con el último colono muerto, reembarcado o asimilado, la especie minoritaria desaparece y cede su lugar a la fraternidad socialista. Y esto no basta: ese combatiente quema las etapas; por supuesto no arriesga su piel para encontrarse al nivel del viejo "metropolitano". Tiene mucha paciencia: quizá sueña a veces con un nuevo Dien-Bien-Phu; pero en realidad no cuenta con eso: es un mendigo que lucha, en su miseria, contra ricos fuertemente armados. En espera de las victorias decisivas y con frecuencia sin esperar nada, hostiga a sus adversarios hasta exacerbarlos. Esto no se hace sin espantosas pérdidas; el ejército colonial se vuelve feroz: cuadrillas, ratissages,? concentraciones, expediciones punitivas; se asesina a mujeres y niños. Él lo sabe: ese hombre nuevo comienza su vida de hombre por el final; se sabe muerto en potencia. Lo matarán: no sólo acepta el riesgo sino que tiene la certidumbre; ese muerto en potencia ha perdido a su mujer, a sus hijos; ha visto tantas agonías que prefiere vencer a sobrevivir; otros gozarán de la victoria, él no: está demasiado cansado. Pero esa fatiga del corazón es la fuente de un increíble valor. Encontramos nuestra humanidad más acá de la muerte y de la desesperación, él la encuentra más allá de los suplicios y de la muerte. Nosotros hemos sembrado el viento, él es la tempestad. Hijo de la violencia, en ella encuentra a cada instante su humanidad: éramos hombres a sus expensas, él se hace hombre a expensas nuestras. Otro hombre: de mejor calidad.

Aquí se detiene Fanon. Ha mostrado el camino: vocero de los combatientes, ha reclamado la unión, la unidad del Continente africano contra todas las discordias y todos los particularismos. Su fin está logrado. Si quisiera describir integralmente el hecho histórico de la descolonización, tendría que hablar de nosotros, y ése no es, sin duda, su propósito. Pero, cuando cerramos el libro, continúa en nosotros, a pesar de su autor, porque experimentamos la fuerza de los pueblos en revolución y respondemos con la fuerza. Hay, pues, un nuevo momento de violencia y nos es necesario volvernos hacia nosotros esta vez porque esa violencia nos está cambiando en la medida en que el falso indígena cambia a través de ella. Que cada cual reflexione como quiera, con tal de que reflexione: en la Europa de hoy, aturdida por los golpes que recibe, en Francia, en Bélgica, en Inglaterra, la menor distracción del pensamiento es una complicidad criminal con el colonialismo. Este libro no necesitaba un prefacio. Sobre todo, porque no se dirige a nosotros. Lo escribí, sin embargo, para llevar la dialéctica hasta sus últimas consecuencias: también a nosotros, los europeos, nos están descolonizando; es decir, están extirpando en una sangrienta operación al colono que vive en cada uno de nosotros. Debemos volver la mirada hacia nosotros mismos, si tenemos el valor de hacerlo, para ver qué hay en nosotros. Primero hay que afrontar un espectáculo inesperado: el striptease de nuestro humanismo. Helo aquí desnudo y nada hermoso: no era sino una ideología mentirosa, la exquisita justificación del pillaje; sus ternuras y su preciosismo justificaban nuestras agresiones. ¡Qué bello predicar la no violencia!: ¡Ni víctimas ni verdugos! ¡Vamos! Si no son ustedes víctimas, cuando el gobierno que han aceptado en un plebiscito, cuando el ejército en que han servido sus hermanos menores, sin vacilación ni remordimiento, han emprendido un "genocidio", indudablemente son verdugos. Y si prefieren ser víctimas, arriesgarse a uno o dos días de cárcel, simplemente optan por retirar su carta del juego. No pueden retirarla: tiene que permanecer allí hasta el final. Compréndanlo de una vez: si la violencia acaba de empezar, si la explotación y la opresión no han existido jamás sobre la Tierra, quizá la pregonada "no violencia" podría poner fin a la querella. Pero si el régimen todo y hasta sus ideas sobre la no violencia están condicionados por una opresión milenaria, su pasividad no sirve sino para alinearlos del lado de los opresores.

Ustedes saben bien que somos explotadores. Saben que nos apoderamos del oro y los metales y el petróleo de los "continentes nuevos" para traerlos a las viejas metrópolis. No sin excelentes resultados: palacios, catedrales, capitales industriales; y cuando amenazaba la crisis, ahí estaban los mercados coloniales para amortiguarla o desviarla. Europa, cargada de riquezas, otorgó de jure la humanidad a todos sus habitantes: un hombre, entre nosotros, quiere decir un cómplice puesto que todos nos hemos beneficiado con la explotación colonial. Ese continente gordo y lívido acaba por caer en lo que Fanon llama justamente el "narcisismo". Cocteau se irritaba con París, "esa ciudad que habla todo el tiempo de sí misma". ¿Y qué otra cosa hace Europa? ¿Y ese monstruo supereuropeo, la América del Norte? Palabras: libertad, igualdad, fraternidad, amor, honor, patria. ¿Qué se yo? Esto no nos impedía pronunciar al mismo tiempo frases racistas, cochino negro, cochino judío, cochino ratón. Los buenos espíritus, liberales y tiernos -los neocolonialistas, en una palabra- pretendían sentirse asqueados por esa inconsecuencia; error o mala fe: nada más consecuente, entre nosotros, que un humanismo racista, puesto que el europeo no ha podido hacerse hombre sino fabricando esclavos y monstruos. Mientras existió la condición de indígena, la impostura no se descubrió; se encontraba en el género humano una abstracta formulación de universalidad que servía para encubrir prácticas más realistas: había, del otro lado del mar, una raza de subhombres que, gracias a nosotros, en mil años quizá, alcanzarían nuestra condición. En resumen, se confundía el género con la élite. Actualmente el indígena revela su verdad; de un golpe, nuestro club tan cerrado revela su debilidad: no era ni más ni menos que una minoría. Lo que es peor: puesto que los otros se hacen hombres en contra nuestra, se demuestra que somos los enemigos del género humano; la élite descubre su verdadera naturaleza: la de una pandilla. Nuestros caros valores pierden sus alas; si los contemplamos de cerca, no encontraremos uno solo que no esté manchado de sangre. Si necesitan ustedes un ejemplo, recuerden las grandes frases: ¡cuan generosa es Francia! ¿Generosos nosotros? ¿Y Setif? ¿Y esos ocho años de guerra feroz que han costado la vida a más de un millón de argelinos? Y la tortura. Pero comprendan que no se nos reprocha haber traicionado una misión: simplemente porque no teníamos ninguna. Es la generosidad misma la que se pone en duda; esa hermosa palabra cantarina no tiene más que un sentido: condición otorgada. Para los hombres de enfrente, nuevos y liberados, nadie tiene el poder ni el privilegio de dar nada a nadie. Cada uno tiene todos los derechos. Sobre todos; y nuestra especie, cuando un día llegue a ser, no se definirá como la suma de los habitantes del globo sino como la unidad infinita de sus reciprocidades. Aquí me detengo; ustedes pueden seguir la labor sin dificultad. Basta mirar de frente, por primera y última vez, nuestras aristocráticas virtudes: se mueren; ¿cómo podrían sobrevivir a la aristocracia de subhombres que las han engendrado? Hace años, un comentador burgués -y colonialista- para defender a Occidente no pudo decir nada mejor que esto: "No somos ángeles. Pero, al menos, tenemos remordimientos." ¡Qué declaración! En otra época, nuestro Continente tenía otros salvavidas: el Partenón, Chartres, los Derechos del Hombre, la svástica. Ahora sabemos lo que valen: y ya no pretenden salvarnos del naufragio sino a través del muy cristiano sentimiento de nuestra culpabilidad. Es el fin, como verán ustedes: Europa hace agua por todas partes. ¿Qué ha sucedido? Simplemente, que éramos los sujetos de la historia y que ahora somos sus objetos. La relación de fuerzas se ha invertido, la descolonización está en camino; lo único que pueden intentar nuestros mercenarios es retrasar su realización.

Hace falta aún que las viejas "metrópolis" intervengan, que comprometan todas sus fuerzas en una batalla perdida de antemano. Esa vieja brutalidad colonial que hizo la dudosa gloria de los Bugeaud volvemos a encontrarla, al final de la aventura, decuplicada e insuficiente. Se envía al ejército a Argelia y allí se mantiene desde hace siete años sin resultado. La violencia ha cambiado de sentido; victoriosos, la ejercíamos sin que pareciera alterarnos: descomponía a los demás y en nosotros, los hombres, nuestro humanismo permanecía intacto; unidos por la ganancia, los "metropolitanos" bautizaban como fraternidad, como amor, la comunidad de sus crímenes; actualmente, bloqueada por todas partes, vuelve sobre nosotros a través de nuestros soldados, se interioriza y nos posee. La involución comienza: el colonizado se reintegra y nosotros, ultras y liberales, y colonos y "metropolitanos" nos descomponemos. Ya la rabia y el miedo están al desnudo: se muestran al descubierto en las "cacerías de ratas" de Argel. ¿Dónde están ahora los salvajes? ¿Dónde está la barbarie? Nada falta, ni siquiera el tam-tam: las bocinas corean "Argelia francesa" mientras los europeos queman vivos a los musulmanes. No hace mucho, recuerda Fanon, los psiquiatras se afligían en un congreso por la criminalidad de los indígenas: esa gente se mata entre sí, decían, eso no es normal; su corteza cerebral debe estar subdesarrollada. En África central, otros han establecido que "el africano utiliza muy poco sus lóbulos frontales". Ésos sabios deberían proseguir ahora su encuesta en Europa y particularmente entre los franceses. Porque también nosotros, desde hace algunos años, debemos estar afectados de pereza mental: los Patriotas empiezan a asesinar a sus compatriotas; en caso de ausencia, hacen volar en trozos al conserje y su casa. No es más que el principio: la guerra civil está prevista para el otoño o la próxima primavera. Nuestros lóbulos parecen, sin embargo, en perfecto estado: ¿no será, más bien, que al no poder aplastar al indígena, la violencia se vuelve sobre sí misma, se acumula en el fondo de nosotros y busca una salida? La unión del pueblo argelino produce la desunión del pueblo francés; en todo el territorio de la antigua metrópoli, las tribus danzan y se preparan para el combate. El terror ha salido de África para instalarse aquí: porque están los furiosos, que quieren hacernos pagar con nuestra sangre la vergüenza de haber sido derrotados por el indígena y están los demás, todos los demás, igualmente culpables -después de Bizerta, después de los linchamientos de septiembre ¿quién salió a la calle para decir: basta?-, pero más sosegados: los liberales, los más duros de los duros de la izquierda muelle. También a ellos les sube la fiebre. Y el malhumor. ¡Pero qué espanto! Disimulan su rabia con mitos, con ritos complicados; para retrasar el arreglo final de cuentas y la hora de la verdad, han puesto a la cabeza del país a un Gran Brujo cuyo oficio es mantenernos a cualquier precio en la oscuridad. Nada se logra; proclamada por unos, rechazada por otros, la violencia gira en redondo: un día hace explosión en Metz, al día siguiente en Burdeos; ha pasado por aquí, pasará por allá, es el juego de prendas. Ahora nos toca el turno de recorrer, paso a paso, el camino que lleva a la condición de indígena. Pero para convertirnos en indígenas del todo, sería necesario que nuestro suelo fuera ocupado por los antiguos colonizados y que nos muriéramos de hambre. Esto no sucederá: no, es el colonialismo decadente el que nos posee, el que nos cabalgará pronto, chocho y soberbio; ése es nuestro zar, nuestro loa. Y al leer el último capítulo de Fanon uno se convence de que vale más ser un indígena en el peor momento de la desdicha que un ex colono. No es bueno que un funcionario de la policía se vea obligado a torturar diez horas diarias: a ese paso, sus nervios llegarán a quebrarse a no ser que se prohíba a los verdugos, por su propio bien, el trabajo en horas suplementarias. Cuando se quiere proteger con el rigor de las leyes la moral de la Nación y del Ejército, no es bueno que éste desmoralice sistemáticamente a aquélla. Ni que un país de tradición republicana confíe a cientos de miles de sus jóvenes a oficiales putchistas. No es bueno, compatriotas, ustedes que conocen todos los crímenes cometidos en nuestro nombre, no es realmente bueno que no digan a nadie una sola palabra, ni siquiera a su propia alma, por miedo a tener que juzgarse a sí mismos. Al principio ustedes ignoraban, quiero creerlo, luego dudaron y ahora saben, pero siguen callados. Ocho años de silencio degradan. Y en vano: ahora, el sol cegador de la tortura está en el cenit, alumbra a todo el país; bajo esa luz, ninguna risa suena bien, no hay una cara que no se cubra de afeites para disimular la cólera o el miedo, no hay un acto que no traicione nuestra repugnancia y complicidad. Basta actualmente que dos franceses se encuentren para que haya entre ellos un cadáver. Y cuando digo uno... Francia era antes el nombre de un país, hay que tener cuidado de que no sea, en 1961, el nombre de una neurosis.

¿Sanaremos? Sí. La violencia, como la lanza de Aquiles, puede cicatrizar las heridas que ha infligido. En este momento estamos encadenados, humillados, enfermos de miedo: en lo más bajo. Felizmente esto no basta todavía a la aristocracia colonialista: no puede concluir su misión retardataria en Argelia sin colonizar primero a los franceses. Cada día retrocedemos frente a la contienda, pero pueden estar seguros de que no la evitaremos: ellos, los asesinos, la necesitan; van a seguir revoloteando a nuestro alrededor, a seguir golpeando el yunque. Así se acabará la época de los brujos y los fetiches: tendrán ustedes que pelear o se pudrirán en los campos de concentración. Es el momento final de la dialéctica: ustedes condenan esa guerra, pero no se atreven todavía a declararse solidarios de los combatientes argelinos; no tengan miedo, los colonos y los mercenarios los obligarán a dar este paso. Quizá entonces, acorralados contra la pared, liberarán ustedes por fin esa violencia nueva suscitada por los viejos crímenes rezumados. Pero eso, como suele decirse, es otra historia. La historia del hombre. Estoy seguro de que ya se acerca el momento en que nos uniremos a quienes la están haciendo.

Jean-Paul Sartre
Septembre de 1961.

Noam Chomsky : los mitos del libre comercio.

25-06-2009



El lingüista y activista Noam Chomsky respondió a los lectores de BBC Mundo (y III)
Chomsky y los "mitos" del libre comercio


BBC Mundo




"Una de las formas de socavar a la agricultura mexicana es inundando el mercado con exportaciones de Estados Unidos, que sobreviven con subsidios que datan del período Reagan. Eso no es libre comercio".
Noam Chomsky respondió a los lectores de BBC Mundo en una entrevista en la que tocó desde el "interés estatal" de Washington en castigar a Cuba hasta la imagen de "demonio" que se pinta de Hugo Chávez en EE.UU, pasando por los "mitos" del libre comercio", tema principal de esta tercera y última parte de esa conversación.

Lingüista, activista, filósofo, Chomsky ha sido durante cuatro décadas uno de los más feroces críticos de la política exterior de su país.

Con 80 años, el académico estadounidense también advierte contra los peligros de repetir términos sin preguntarnos realmente qué significan. Por ejemplo, ¿es el Tratado de Libre Comercio para América del Norte realmente un tratado de libre comercio?

A lo largo de estas tres entregas Noam Chomsky respondió a esa y otras preguntas desde la ciudad de Boston, donde enseña desde hace más de medio siglo en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussetts. La entrevista fue conducida por Dalia Ventura.

NAFTA Y EL MITO DEL LIBRE COMERCIO
Algunos lectores preguntan qué piensa usted de los acuerdos de libre comercio.

Cuando la gente me pregunta sobre libre comercio, me acuerdo de un comentario que hizo Gandhi cuando le preguntaron qué pensaba de la civilización occidental. Y su respuesta fue : "sería una idea interesante", y lo mismo sucede con el libre comercio.

Lo que se suele llamar libre comercio en realidad tiene muy poco que ver con libre comercio. De hecho, a veces una gran parte nisiquiera tiene que ver con comercio.

Consideremos, por ejemplo, el tratado de libre comercio entre EE.UU. y México, (Tratado de Libre Comercio para América del Norte, TLCAN o NAFTA por sus siglas en inglés). Tiene toda clase de elementos altamente proteccionistas para beneficio corporativo. Incluye medidas que no tienen que ver con comercio, como las condiciones especiales de derechos de inversión.

El comercio, en el sentido de intercambio a través de fronteras, sí aumentó después del NAFTA, pero ese comercio es en gran medida una construcción ideológica.

En los tiempos de la Unión Soviética si una fábrica manufacturaba componentes de autos en Leningrado, los mandaba a Varsovia para ser montados y luego a Moscú para ser vendidos, nosotros no llamábamos a eso comercio, aunque se atravesaban fronteras. Todo se daba dentro de una economía dirigida.

Y una parte sustancial del comercio entre EE.UU. y México es dentro de economías dirigidas. Así que si General Motors fabrica componentes en Indiana, los envía al norte de México para ser montados y luego venden los autos en Los Angeles, a eso le llaman comercio en ambas direcciones, pero todo tiene lugar dentro de una economía dirigida.

No tenemos cifras exactas, las corporaciones guardan secretos, pero probablemente más de la mitad de lo que se llama comercio, no es libre comercio.

Aparte de eso, una de las formas de socavar y probablemente destruir a la agricultura mexicana es inundando el mercado con exportaciones agrícolas de Estados Unidos, que sobreviven con importantes subsidios del gobierno que datan del período Reagan. Eso no es libre comercio.

Es más, una buena parte de la economía estadounidense está basada en el sector estatal, incluyendo sus sectores líderes como la computación e Internet, que fueron desarrollados en el ámbito estatal durante décadas. La fabricación y exportación de aviones es, por ejemplo, una industria surgida en gran medida a partir de la Fuerza Aérea.

DE HAITÍ A MÉXICO
Así que lo que se llama libre comercio, es un cierto intercambio con elementos de mercado, pero no es libre comercio.

Y esto se nota. El año pasado, por ejemplo, la gran crisis de alimentos en gran parte del mundo en desarrollo, en el primer lugar donde se dio en forma severa fue en Haití, donde hubo disturbios porque la gente no tenía qué comer.

Hasta hace no demasiado tiempo Haití era autosuficiente en su producción de alimentos, pero esta producción se destruyó por medidas de libre comercio que le fueron impuestas, por ejemplo, cuando Clinton decidió acabar con el terror en Haití, que él mismo había apoyado, decidió que no podía permitir el regreso de Aristide e impuso medidas muy estrictas, neo liberales. No se le permitió a Haití establecer tarifas arancelarias para proteger su economía.

Los agricultores haitianos son productores de arroz bastante eficientes, pero no pueden competir con las industrias de alimentos de EE.UU. que obtienen gran parte de sus ganancias de subsidios estatales.

En el caso de México esto sucede con la producción de maíz.

No deberíamos dejarnos engañar por el termino "libre comercio". Es como dijo Gandhi, tal vez el libre comercio sea una buena idea, pero no es el régimen que se está imponiendo.

PROTECCIONISMO DE E.E.UU.
De hecho, el verdadero libre comercio nunca ha sido puesto en práctica por los países ricos salvo por períodos muy cortos cuando les convenía.

EE.UU. por ejemplo, durante su período de rápido desarrollo en el siglo XIX y hasta después de la Segunda Guerra Mundial era probablemente el país más proteccionista del mundo con tarifas muy altas para bloquear el ingreso de bienes de calidad superior del Reino Unido o Japón u otros países.

En la década del 50 EE.UU. tenía la mitad de la riqueza del mundo, ganaba en cualquier competencia, así que se movió en dirección del libre comercio pero temporalmente.

A Reagan se lo ha considerado el profeta del libre comercio cuando en realidad fue el presidente más proteccionista en la historia de posguerra en EE.UU. Duplicó las barreras proteccionistas para intentar salvar a la industria estadounidense de bienes de mejor calidad provenientes de Japón.

Mucho de lo que se dice sobre estos temas es mito y realmente es necesario desmantelar estos mitos antes de siquiera comenzar a hablar seriamente sobre estos temas.

Especialmente en el caso de Reagan hay una organización que se llama El legado de Reagan que ha inventado una figura magnífica, un poco como Kim Il Sung (el líder norcoreano), que no tenía nada que ver con la realidad.

Reagan también fue responsable de muchas muertes, prácticamente destruyó cuatro países en América Central y apoyó las atrocidades cometidas por Sudáfrica en Mozambique y Angola, que causaron la muerte probablemente de un millón de personas. Es un récord bastante espantoso.

http://www.bbc.co.uk/mundo/participe/2009/06/090618_participe_chomsky_librecomercio_3.shtml

miércoles, 24 de junio de 2009

Walden Bello: ¿cual es la salida?

24-06-2009



Entrevista a Walden Bello, activista, escritor y sociólogo filipino y fundador de Focus on the Global South
“El capitalismo no desaparecerá a menos que nos organicemos para tener otro sistema“


Izaskun Sánchez Aroca
Diagonal


Después de los tiempos de ofensiva neoliberal, en los que los movimientos adoptaban una “postura defensiva”, Walden Bello señala las oportunidades de pasar a la ofensiva en el momento en que el sistema se “encuentra colapsado”




DIAGONAL: ¿Estamos ante el final del capitalismo financiero?

WALDEN BELLO: Es difícil hablar del final del capitalismo porque el capitalismo es muy flexible. Y puedes tener capitalismo con una imagen socialdemócrata a nivel global y en mi opinión Obama representa este tipo de capitalismo reformista, un nuevo compromiso de clase con algunas reformas que el Norte y las corporaciones tratan comercialmente con el Sur. Pero la idea subyacente es que los países impongan cierta estabilidad para permitir la reproducción del capitalismo, que apoya los grandes beneficios de las corporaciones transnacionales. Así que deberíamos ser conscientes de que la solución no debe ser la regulación, tiene que ser algo mucho más transformador. Realmente deberíamos hablar del poder de decisión de los ciudadanos y ciudadanas.

Ésta es una oportunidad que tenemos para ser capaces de impulsar una transformación más profunda y progresiva en la organización económica y para ir más allá de la simple regulación de mercados propuesta desde el capitalismo reformista. El capitalismo no desaparecerá a menos que nos organicemos para tener un sistema postcapitalista.

D.: ¿Qué papel deberían jugar ahora los movimientos sociales?


W.B.: Los movimientos sociales deberían dejar que fluyera toda su imaginación y unir fuerzas para organizar el mundo a nivel local, nacional, internacional de una manera nueva, distinta. En este momento el grito de guerra debería ser una democracia real, una participación democrática.

Las redes internacionales y los movimientos antiglobalización deberían aprovechar para impulsar esta visión democrática del mundo, que va más allá de la regulación socialdemócrata establecida por los programas de estabilización social impulsados por el G-20 y Obama. Es muy tentador para los movimientos sociales estar de acuerdo con gente como Obama cuando afirma que lo más importante ahora es atender las emergencias, cuando dice “no penséis en esos sueños estratégicos, tenemos que trabajar unidos para parar la crisis global”.

Yo creo que dejarse seducir por esas ideas es erróneo porque no vamos a salir de esta crisis con soluciones a corto plazo que estabilicen de nuevo el capitalismo. La única forma de la que realmente saldremos de esta crisis capitalista es presionando y luchando para conseguir una visión, un proceso y una estructura transformadoras, con las que podamos organizar nuestra economía nacional e internacional. Y aquí realmente la imaginación juega un papel muy importante.

En los años ‘80, debido a la terrible brutalidad de la ofensiva neoliberal, la gente actuaba de manera defensiva pensando “vamos a proteger lo que tenemos”, y aún hoy en día muchos mantienen esta posición defensiva. Pero lo que ha cambiado es que ahora este sistema se ha colapsado y la gente realmente está buscando alternativas, así que deberíamos proporcionárselas porque la gente está harta de esta organización capitalista del mundo, están cansados de tanta alienación, de tantas estructuras que crean pobreza, de las brechas económicas que separan a la gente. La gente realmente está buscando nuevas formas de organización más cooperativa, lejos de esa economía individualista y egoísta que el neoliberalismo propone. Si nosotros no respondemos a esas demandas de la gente que busca cooperación, que busca una democracia real, otros lo harán, otros que dirán que son antineoliberales, que realmente quieren el cambio, pero que en el fondo su intención es proponer programas mucho más peligrosos, que dejen fuera a muchas personas, que las separen en vez de unirlas. Así que nuestra responsabilidad es liberar la imaginación y ser capaces de ofrecer formas nuevas de cooperación y organización económica.

D.: EL G-20 ha decidido triplicar los fondos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Ante el fallo de las instituciones neoliberales hay quien habla de un nuevo Bretton Woods.


W. B.: No necesitamos un nuevo Bretton Woods, de hecho no necesitamos un Bretton Woods. La mejor solución para todos sería abolir el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC) porque son instituciones centrales que promueven el sistema del Norte y el interés de las corporaciones transnacionales y básicamente su agenda apoya de manera sistemática a las corporaciones.

Desde el Sur debemos enfrentarnos a estas instituciones que quieren parecer más socialdemócratas, pero realmente sólo buscan estabilizar el capitalismo global en vez de transformar el mundo en función del interés de la población. Los países del Sur necesitan crear sus propias instituciones y dejar de depender de otras que están promovidas y secuestradas por los intereses de las transnacionales.

D.: ¿Cuál es la posición de China en esta crisis?

W.B.: En términos de la economía global, a lo largo de los últimos años, China y Estados Unidos han sido compañeros de baile. Los productos manufacturados de China se venden a los consumidores norteamericanos y China presta dinero a los Estados Unidos para mantener el ritmo de consumo de los ciudadanos norteamericanos. Así que éste ha sido el baile de la economía global a lo largo de los últimos años. Sin embargo, debido al colapso del crédito del consumidor estadounidense, las industrias de exportación chinas están sufriendo.

Así que creo que va a haber una lucha muy fuerte en China entre dos corrientes de liderazgo distintas, aquellos que piensan que el país tiene que volver a centrar su crecimiento en la demanda interna y aquellos que apuestan por esperar a que pase la crisis y los consumidores de EE UU vuelvan a comprar cosas. Así que China se encuentra en esta encrucijada: o intenta recuperar y motivar una demanda interna o sigue jugando el rol de exportador de productos de bajo precio y basando su economía en las exportaciones. Pienso que esto va a ser una batalla política muy importante en China porque la transformación no llega sólo afirmando que vas a estimular la demanda interna, tienes que crear nuevas estructuras, que los campesinos tengan una renta, tienes que cambiar todo el patrón de agricultura subordinada a la industria.

China puede elegir entre dirigirse por un camino de desarrollo sostenible basado en una distribución interna de la renta o continuar por el mismo camino asociándose a los grandes poderes económicos, convertida en la mayor fábrica del mundo y el prestamista de enormes cantidades de dinero al Norte.

Noam Chomsky: Sudamerica.

24-06-2009



El lingüista y activista Noam Chomsky respondió a los lectores de BBC Mundo (II)
"Los cambios en Sudamérica son inspiradores"


BBC Mundo




"Por primera vez en 500 años los países sudamericanos han comenzado a integrarse en forma significativa".
Noam Chomsky respondió a los lectores de BBC Mundo en una entrevista en la que destacó que lo mejor que le pudo pasar a América Latina fue que la administración de George W. Bush no le prestara demasiada atención.

Lingüista, activista, filósofo, Chomsky ha sido durante cuatro décadas uno de los más feroces críticos de la política exterior de su país.

Chomsky respondió desde la ciudad de Boston, donde enseña desde hace más de medio siglo en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussetts. La entrevista fue conducida por Dalia Ventura.

Publicaremos esta entrevista en tres partes. Esta segunda reúne sus respuestas a las inquietudes de los lectores sobre los gobiernos de izquierda en Sudamérica y su relación con EE.UU.

LOS CAMBIOS EN BOLIVIA
Usted se ha referido en el pasado en forma muy positiva a algunos cambios en América del Sur. ¿Podría darnos algunos ejemplos?

En Sudamérica se han dado cambios muy interesantes. Por primera vez en 500 años los países sudamericanos han comenzado a integrarse en forma significativa, tras haber estado separados a lo largo de su historia.

También están comenzando a encarar algunos de sus grandes problemas internos y en este sentido pienso que algunos de los cambios que se están dando son inspiradores.

Tomemos, por ejemplo, el caso de Bolivia, el país más pobre de Sudamérica, donde hay un movimiento popular que ha sido bastante espectacular, si lo comparamos con otros.

Se trata de la población más oprimida del Hemisferio, la población indígena, que ha estado luchando por años sobre asuntos muy importantes.

Hace una década lograron correr de Bolivia a la Corporación Bechtel cuando se trató de privatizar el agua, lo que significó que mucha gente no podía tener acceso a la misma. Fue una victoria sangrienta y grande. Siguieron adelante y finalmente en el 2005 entraron al campo político y eligieron a alguien de sus mismas filas, un campesino pobre, en una elección en la que se habló de temas muy serios sobre los que la gente estaba informada.

No era como en Estados Unidos, donde las campañas se conducen con base en imágenes y brillo, pero se dejan en segundo plano los problemas que hay que resolver.

En Bolivia los temas principales estaban en primer plano y venían del movimiento popular. Eran temas importantes como el control de los recursos, los derechos culturales en una sociedad multiétnica y multilingüe. Eso es democracia verdadera, que puede conducir a algo.

Claro que a las élites de la zona este del país esto no les gusta y por eso están tratando de minar el proceso, y naturalmente, EE.UU. los está apoyando.

El presidente Lula en Brasil es ahora de alguna manera el favorito de Washington, pero esto es así porque casi toda la región se ha movido tanto a la izquierda que Lula es su única esperanza. Y el de Lula es el tipo de gobierno que EE.UU. habría derrocado hace 40 años.

LA INFLUENCIA DE HUGO CHÁVEZ
Muchos lectores apuntan que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, habla mucho sobre usted. ¿Qué piensa usted de él?

Muchos de los programas que ha iniciado me parecen bastante prometedores, como las misiones (programas sociales), los esfuerzos para reducir la pobreza.

Ha impulsado los esfuerzos de integración en Sudamérica, como el Banco del Sur, o Petrocaribe. Todas estas cosas son muy positivas.

Creo que también hay grandes problemas en el país, como el alto nivel de crimen, enorme corrupción, elementos de caudillismo -la tradicional plaga latinoamericana.

Pero pienso que hay buenas señales de que puede ser una influencia positiva.

En realidad, lo que es importante no es mi opinión. Eso no importa, lo que realmente es importante es la opinión de los venezolanos y sobre eso sabemos bastante, aunque la información no se publique en EE.UU.

Cada año, la consultora chilena Latinobarómetro hace encuestas de opinión en América Latina sobre diferentes asuntos. Y desde que Chávez fue electo, Venezuela siempre ha estado en los primeros lugares junto a países como Uruguay en los temas de apoyo popular a la democracia, optimismo sobre el futuro, etc., y esto es mucho más importante que mi opinión.

OBAMA Y AMÉRICA LATINA
Otro tema que preocupa a los lectores es la relación del presidente Obama con América Latina. Elgui Palomino, de Colombia, pregunta cuál es el futuro de América Latina con Obama en el poder.

Hay un comentario frecuente en los círculos de análisis político de que George Bush no le prestó atención a América Latina y que debemos superar esto para beneficio de Latinoamérica.

Yo siento que una de las mejores cosas que le han pasado a América Latina es justamente que Bush no le prestó demasiada atención.

De hecho, esto fue bien formulado por Evo Morales. En septiembre, en el este de su país, hubo un intento bastante violento de socavar la autoridad del gobierno, muchos campesinos murieron, y Unasur, la recién creada unión de repúblicas sudamericanas que es parte de este proceso de integración, celebró una conferencia en Santiago de Chile.

Los participantes emitieron una declaración fuerte en apoyo del gobierno y criticaron la violencia y los levantamientos. Morales respondió agradeciéndoles el apoyo, pero también dijo algo interesante y correcto.

Dijo que por primera vez en 500 años América Latina está tomando el control de sus propios asuntos, sin estar bajo el control de una potencia extranjera. Y al hablar de potencia extranjera pensamos principalmente en Estados Unidos. Esto es muy importante y una señal de su importancia es que no se informó sobre el encuentro en Estados Unidos, se lo consideró una amenaza.

WASHINGTON Y CUBA
Hasta ahora, en relación con Obama, no se puede detectar ninguna posición sobre América Latina. Ha dejado sin efecto algunas de las medidas más extremas de Bush. Por ejemplo, Bush había impuesto restricciones en las relaciones con Cuba que eran muy impopulares incluso entre la comunidad de origen cubano en EE. UU. y Obama relajó esas restricciones.

Pero en cuanto al asunto crucial del embargo, es interesante que en 1962, EE.UU. era lo suficientemente poderoso para torcerle el brazo a los gobiernos de América Latina y forzar a la Organización de Estados Americanos, OEA, a aislar a Cuba. Ahora se da la situación contraria, EE.UU. está aislado dentro de la OEA.

En la última reunión hace unas semanas, EE.UU. apenas logró que se incluyeran algunas condiciones en el llamado relacionado con poner fin al embargo a Cuba.

En EE.UU. por décadas, desde que se han realizado encuestas, la mayoría de la población estadounidense está a favor de la normalización de relaciones con Cuba.

Muchos sectores económicos en EE.UU., en agricultura, industria farmacéutica, energía, también están a favor de esa normalización.

Típicamente, la población está marginalizada y no sorprende que el gobierno no esté de acuerdo con la opinión popular. En general, el gobierno tiende a seguir políticas que sean favorecidas por grandes sectores del sector corporativo, pero en el caso de Cuba esto no se da.

Es uno de los pocos casos en que el poder del Estado, que está en general determinado por las grandes empresas, toma una posición que las contradice.

Hay una especie de interés estatal en castigar a Cuba, que va más allá de los intereses usuales de ganancias y poder. Y es muy claro en qué consiste ese interés estatal. EE.UU. es un país muy libre y tenemos acceso a archivos internos y sabemos que a inicios de los 60 las administraciones de Kennedy y Lyndon Johnson estaban absolutamente furiosas porque Cuba no estaba sucumbiendo al poder de EE.UU. Esto fue descrito como una especie de insulto.

Los servicios de inteligencia identificaron el principal problema de Cuba como "el exitoso desafío a las políticas de EE.UU. durante 150 años", desde la doctrina Monroe, según la cual la intención de EE.UU. era dominar el hemisferio. Y no se podía tolerar un desafío exitoso así que el pueblo cubano "debía ser castigado".

Cuando uno ve el embargo, las medidas económicas y las guerras terroristas de aquel tiempo, estaban dirigidas explícitamente a castigar lo suficientemente al pueblo para que derrocara a su líder si lograba desafiar a EE.UU.

Es algo así como un complejo de la mafia, el Padrino no acepta desobediencia.

LA FIGURA DE CHÁVEZ EN EE.UU.
Algunos lectores como José Ávila se preguntan si debe cambiar la relación con Venezuela. Después de todo, tienen buenas relaciones en lo que más importa a EE.UU. que es el tema comercial.

Hay buenas relaciones comerciales, pero la imagen que se pinta de Chávez en EE.UU. es la de una especie de demonio imposible o monstruo. La imagen que se presenta de Chávez en la prensa es distorsionada y tendenciosa.

Les doy un ejemplo de la ciudad en la que vivo, Boston. El diario The Boston Globe, tal vez el más liberal de EE.UU., publicó la usual batería de ataques contra Chávez pero sí permitieron la publicación de una carta, corta, de un estadounidense que vive en Venezuela, en respuesta a uno de sus editoriales.

La carta decía "yo vivo aquí y las cosas no son como ustedes las describen", así que publicaron la carta, pero al lado colocaron una foto de Chávez en uniforme militar con la mano en el pecho como Mussolini.

¿Por qué hicieron esto? El objetivo es asegurarse de que el público no desvíe su atención y empiece a prestar atención a los hechos. Asegurarse de que el público crea que Chávez es un demonio que está tratando de destruirnos y al que nosotros tenemos que destruir.

Esto no es inusual, es la forma en que se suele presentar a los enemigos, pero en este caso es un ejemplo un poco extremo. Creo que ello se debe a que, al igual que en el caso de Castro, no logran encontrar la forma para librarse de él.

Después de todo, EE.UU. sí apoyó el golpe que brevemente derrocó al gobierno de Chávez hace siete años, pero esto no funcionó y entonces apoyaron una huelga para socavar a la economía y la industria petrolera. Esto tampoco funcionó, así que están buscando algo diferente.

¿Cree entonces que la relación con Venezuela cambiará o permanecerá igual?

Ciertamente me gustaría ver un cambio, pero no veo muchas señales de esto.

Podría decirse que en cierta forma es mutuamente conveniente para ambas partes mantener la relación como está.

En un sentido, pero no es sano ni bueno para ninguno de los dos países.

http://www.bbc.co.uk/mundo/participe/2009/06/090618_participe_chomsky_amlatina_2.shtml

martes, 23 de junio de 2009

Noam Chomsky :¿ SE PRODUCIRA UN CAMBIO de ESTRUCTURAS?

23-06-2009



El lingüista y activista Noam Chomsky respondió a los lectores de BBC Mundo (I)
Chomsky pone en duda cambios al sistema financiero


BBC Mundo




"Hay críticos que señalan que Obama ha puesto a la Casa Blanca en el bolsillo de Wall Street, los que toman las decisiones en gran medida vienen de este círculo".

Noam Chomsky respondió a los lectores de BBC Mundo en una entrevista en la que criticó el empeño de la administración Obama por rescatar a las grandes instituciones financieras, mientras se desmantela parcialmente al sector productivo.

Lingüista, activista, filósofo, Chomsky ha sido durante cuatro décadas uno de los más feroces críticos de la política exterior de su país.

Con 80 años, el académico estadounidense advierte contra los peligros de repetir términos sin preguntarnos realmente qué significan. ¿Qué dijo en realidad Adam Smith sobre "la mano invisible"?

Chomsky respondió desde la ciudad de Boston, donde enseña desde hace más de medio siglo en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussetts. La entrevista fue conducida por Dalia Ventura.

Publicaremos esta entrevista en tres partes. Esta la primera, que reúne sus respuestas a las inquietudes de los lectores sobre las posibles salidas de la crisis financiera. Puede hacer clic en los títulos abajo si desea ir directamente a los temas de su interés.

LA CRISIS FINANCIERA
Algunos lectores, como Alejandro Rodríguez, quieren saber si emergerá un nuevo mundo de esta crisis.

Bueno, será algo diferente. La crisis financiera surgió de lo que fue un raro ejemplo de experimento en libre mercado en los 70.

En las economías de EE.UU. y de otros países creció enormemente el papel de las instituciones financieras y declinó el rol del sector productivo. Y en el sector financiero prácticamente se eliminó toda regulación, aunque esto puede llevarnos a engaño.
Las grandes instituciones financieras, los bancos como Citigroup, tienen un seguro estatal, llamado "demasiado grande para permitir que colapse". O sea que si están en problemas el sector público los rescata como sucedió ahora.

Pero de forma inusual para los países ricos en ese momento siguieron las leyes del mercado y había un mito detrás de esto, el mito de la eficiencia de los mercados y de que todo estará bien si el Estado no interviene. Esto no tenía base ni teórica ni empírica y ahora esta teoría ha colapsado totalmente en forma vergonzosa.

Así que un cambio que tendrá lugar es que la ideología, la doctrina, debe ser revisada, era demasiado desastrosa.

Pero la estructura de las instituciones financieras no cambiará mucho probablemente y de hecho Obama está comprometido con esta visión. Hay críticos que señalan que ha puesto a la Casa Blanca en el bolsillo de Wall Street, los que toman las decisiones en gran medida vienen de este círculo.

CITIGROUP Y LA DEUDA LATINOAMERICANA
Las economías avanzadas tienen sectores estatales dinámicos que operan en diferentes formas en diferentes países y lo vemos ahora en el sector financiero.

Cuando las empresas están en problemas el público las rescata. Ahora esto se está dando en una gran escala, pero ya había sucedido antes, incluso con las mismas instituciones.

Por ejemplo, es el caso de Citigroup que está recibiendo enormes cantidades de fondos públicos para rescatarlo.
No es la primera vez. Lo mismo sucedió en el período de Reagan. Y en la década del 70, cuando el Banco Mundial estaba presionando muy fuerte a los países latinoamericanos para tomar enormes préstamos y endeudarse, asegurándoles que todo estaría bien. También estaban presionando a Citibank, que es ahora Citigroup, a que prestara grandes cantidades de dinero a gobiernos latinoamericanos diciendo que no habría problema.

Cuando Paul Volcker llegó a la Reserva Federal aumentó significativamente las tasas de interés y puesto que la deuda latinoamericana estaba atada a estos intereses, de repente los países latinoamericanos no podían pagar sus deudas.

En 1982, México incumplió sus pagos, lo que hubiera significado que Citigroup perdiera enormes cantidades de dinero. Su deuda era mayor que su capital y fue rescatado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que es esencialmente un brazo de la Tesorería estadounidense.

El FMI intervino, imponiendo programas de ajuste y restructuración en México y otros países, lo que significaba que primero debían pagar sus deudas, subir las tasas de interés para ralentizar la economía, cortar beneficios sociales. Pero había que pagar la deuda y así fue que Citigroup no colapsó gracias a una forma indirecta de intervención estatal. Y esto sucede una y otra vez.

TRENES ESPAÑOLES PARA EE.UU.
El enfoque cuando se trata del sector productivo, por ejemplo de la industria automotriz, es diferente. Ahí sí quieren demantelar parcialmente. Lo que están haciendo a la industria automotriz es un gran golpe a los trabajadores, a los sindicatos. Lo que está sucediendo ahora es casi surrealista.

Hay una tremenda crisis en lo que tiene que ver con el medio ambiente, lo que significa que EE.UU. simplemente va a tener que pasar de ser una economía basada en un muy alto consumo de combustibles fósiles (autos, camiones, aviones) a una economía con sistemas eficientes de transporte, o de lo contrario nuestros nietos no tendrán un mundo en el que vivir. Esto debe hacerse y de alguna forma es reconocido. El paquete de estímulo a la economía incluye fondos para una red ferroviaria de alta velocidad.

En el Wall Street Journal hace unos días había un artículo diciendo que el jefe del equipo de Obama a cargo de esta red de alta velocidad estaba visitando España porque las compañías españolas que saben cómo producir estos trenes de alta velocidad están muy contentas de poder recibir algo de este dinero del paquete de estímulo.

Así que le damos dinero del paquete de estímulo a España para producir transporte de alta velocidad y al mismo tiempo desmantelamos las industrias aquí, que podrían hacer lo mismo si eso fuera parte de una política.

Se podría reconvertir a General Motors para que produjera trenes de alta velocidad. Es de alguna forma lo que se hizo en la Segunda Guerra Mundial cuando hubo una especie de economía semidirigida. El Estado intervino y simplemente reconstruyó radicalmente la industria y eso fue un gran éxito, fue el período de mayor crecimiento en la historia económica y algo así podría hacerse ahora.

Pero por el interés en las ganancias particularmente de las instituciones financieras es mejor gastar fondos públicos en España para que produzcan trenes de alta velocidad para nosotros. Un observador desde el espacio se reiría a carcajadas de lo que está viendo.

ADAM SMITH Y LA MANO INVISIBLE
Romel en Nueva York se pregunta por qué nadie puede crear un sistema diferente al capitalismo, socialismo o comunismo. ¿Por qué no hay más genios como Adam Smith o Karl Marx?

Adam Smith es alguien a quien se supone debemos idolatrar, pero no muchos lo han leido. Por ejemplo, todo el mundo conoce la frase "la mano invisible", ¿pero saben de donde viene?

La frase aparece una sola vez en su famoso libro "La riqueza de las naciones" y aparece en una crítica a lo que ahora llamamos neoliberalismo. Él está hablando de Inglaterra, es lo que le preocupa, y dice que si los mercaderes y fabricantes fueran al extranjero a invertir o importar puede ser que sea bueno para ellos, pero Inglaterra se vería perjudicada.

Y luego continúa diciendo que no cree que eso vaya a suceder porque los mercaderes y fabricantes ingleses preferirán invertir en su país y por lo tanto, como si fuera por obra de una mano invisible, Inglaterra estará a salvo de los estragos del neoliberalismo.

Su famoso sucesor, David Ricardo, dice prácticamente lo mismo.

LOS ARQUITECTOS DEL PODER
Y en cuanto al poder estatal, de administraciones como por ejemplo la de Obama, Adam Smith tenía algo que decir. Hablaba de Inglaterra y por supuesto que el siglo XVIII no es lo mismo que la actualidad, pero algunos principios son vigentes.

Smith dijo que en Inglaterra, lo que llamó los principales arquitectos de las políticas estatales son los mercaderes y los fabricantes y ellos se aseguran de que sus propios intereses sean satisfechos sin importar cuán serias puedan ser las consecuencias para otros, incluyendo los propios habitantes de Inglaterra.

Bueno, ése es uno de los principios guia en materia de poder estatal también en los llamados países capitalistas y se mantiene hasta hoy.
Si uno mira a las políticas económicas de Obama, hoy no se tratará de mercaderes y fabricantes, sino de bancos, instituciones financieras y megacorporaciones, pero el principio es el mismo.

No debemos olvidar que Smith no creó ningún sistema. La Inglaterra de sus tiempos no siguió sus reglas, Inglaterra era un Estado muy poderoso e intervencionista y así es como logró industrializarse, no siguiendo los principios de Adam Smith.

Lo mismo sucedió con EE.UU. Adam Smith asesoró a las recién liberadas colonias en Norteamérica y les aconsejó que se concentraran en su ventaja comparativa, la producción de alimentos, pieles, pesca etc y que importaran bienes manufacturados desde Inglaterra, lo que era mucho más eficiente.

Pero no hicieron eso, eran libres, no tenían por qué seguir las reglas, y EE.UU. introdujo tarifas extremadamente altas para bloquear los bienes de Inglaterra, que eran de calidad superior, y como dije anteriormente, esa política continuó hasta la década de 1950.

O sea que como dijo Smith, los arquitectos de las políticas estatales siguen sus propios principios y aún lo hacen. A lo largo de los siglos, el pueblo ha logrado que se le reconozcan muchos derechos, pero esto es el resultado de una lucha popular, no de un regalo desde arriba, y lo mismo se ve en la actualidad. Bolivia es un ejemplo dramático de esto.

LA CRISIS en IRAN: DOS MODELOS OPUESTOS.

La antesala del ataque militar

Preparación de terreno: La CIA y el trasfondo de "guerra civil" en Irán

TeleSur. 20-Junio-09



Una invasión militar de Irán por vía terrestre para derrocar al régimen de los ayatolas (el verdadero objetivo de Washington), le costaría a EEUU e Israel bajas humanas y pérdidas militares imposibles de mensurar. Esta realidad es la que guía (y guió) el diseño de planes estratégicos orientados a desestabilizar Irán por medio de una guerra civil, y a generar consenso a eventuales operaciones militares aéreas contra instalaciones nucleares y militares de Teherán. Esa es la lógica que conduce a la actual operación "caballo de Troya" con los reformistas.


Informe especial



Si el eje Washington-Tel Aviv decidiera invadir militarmente por tierra a Irán posiblemente el infierno de Irak o de Afganistán, o la ratonera del Líbano en 2006, lucirían como paseos turísticos comparados con lo que les depararía a sus tropas el gigante islámico de Medio Oriente.

Irán cuenta con un territorio cuatro veces mayor, y tiene un equivalente a casi tres veces la población de Irak.
Al mismo tiempo, el terreno de Irán es mucho más montañoso que el de Irak, y conforma el teatro ideal para la guerra de guerrillas, en la cual están entrenados alrededor de 500.000 mujaidines voluntarios preparados para ser movilizados en cualquier momento.

Para comparar, basta citar el ejemplo de Líbano en 2006, donde 30.000 soldados israelíes, con tanques, baterías de artillería, helicópteros artillados, cobertura aérea con misiles, bombas "inteligentes" y fuego naval, no pudieron doblegar a los 5.000 combatientes de Hezbolá entrenados por Irán y Siria.

En términos convencionales, las Fuerzas Armadas iraníes son las más numerosas y poderosas del Medio Oriente: cuentan con 1.000.000 de efectivos distribuidos entre el Ejército de Tierra, la Fuerza Aérea, la Marina y el Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI).

La doctrina y la estrategia de Defensa militar iraní, prevé la movilización, en caso de necesidad, de un "Ejército islámico" de 20 millones de personas sobre un total de más de 70 millones de habitantes.

Tanto hombres como mujeres, de 12 a 60 años, reciben preparación militar en las filas de las milicias populares, y en caso de guerra podrían ser incorporados a las fuerzas armadas regulares.

El Cuerpo de los Guardianes de la Revolución, considerado como el "ejército ideológico" del régimen, representa “un ejército dentro del ejército” ya que cuenta, además de sus fuerzas terrestres, con Fuerza Aérea y Marina propias, además de la policía y del resto de las fuerzas de seguridad bajo su control.

Además, los Guardianes de la Revolución cuentan con el "Kode", un cuerpo de elite de 15.000 hombres cuya misión es organizar operaciones especiales en la retaguardia enemiga.

La Guardia Revolucionaria tiene bajo su mando a las milicias voluntarias (mujaidines), que cuentan con unidades de combate y un sistema de movilización permanente en todas las localidades.

Además de su excelente preparación militar, los soldados y mujaidines iraníes están mentalizados en una sólida formación "religiosa-doctrinaria" imbuida en los valores y preceptos del Islam, que los torna inmunes a operaciones de guerra psicológica convencionales (como ya se demostró con Hezbolá en Líbano).

Este escenario preliminar, referenciado por el poder militar y la capacidad de defensa de Irán, fue lo que determinó que el Pentágono, en la época de la dupla Cheney-Rumsfeld (después de evaluar costos y beneficios) descartara una invasión terrestre al país de los ayatolas.

Caballos de Troya



La realidad de un Irán inexpugnable por tierra, a su vez, determinó la necesidad de diseñar una estrategia de operación encubierta de infiltración en Irán con la finalidad de crear una división interna entre el poder teocrático y conservador de los ayatolas (que detenta el poder real y concentra todas las decisiones) y los sectores "reformistas" que se nuclear principalmente en la universidad, el Parlamento y medios de comunicación.

Después de la invasión de Irak, en el 2003, y luego de consolidar el control sobre los militares y las corporaciones de inteligencia tras el 11-S, el lobby sionista de la Casa Blanca y el Pentágono, cuyos jefes eran el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfel, se dedicó a la preparación de acciones encubiertas para apuntalar eventuales planes de acción militar contra Irán.

Según señalaba por entonces el influyente columnista de New Yorker, Seymour M. Hersh, los estrategas del lobby neocon planeaban complementar los "ataques militares preventivos" contra Irán y Siria, con operaciones encubiertas de la CIA orientadas a fortificar a los grupos opositores internos enfrentados al régimen autocrático de Irán, al que la inteligencia norteamericana continúa señalando como protector principal de los grupos "terroristas" que desarrollan su accionar en Irak y Medio Oriente.

Mediante amenazas constantes y veladas de represalia militar, y acusando a los clérigos de cobijar al "terrorismo de Al Qaeda" en territorio iraní, la Casa Blanca y el Pentágono de Bush intentaron precipitar reacciones sociales masivas de los reformistas del presidente Jatamí contra el régimen teocrático del ayatolah Jamenei.

Intentaban poner una cuña de enfrentamiento armado entre "reformistas" y "fundamentalistas", con la finalidad de debilitar al régimen iraní y conseguir consenso social y político para un ataque militar a las instalaciones militares y nucleares estratégicas de Irán.

Su objetivo principal estaba dirigido a conseguir que fueran los propios sectores "reformistas" iraníes los que se enfrentaran a los ayatolas "protectores de terroristas", para promover un "golpe democrático" interno, o una "revolución reformista", que sirviera de columna vertebral para derrocar al régimen teocrático instalado con la revolución islámica de Komeini en 1979.

La operación respondía a un diseño general estratégico orientado a armar "caballos de Troya" en el mundo árabe y musulmán, usando como pretexto el combate "democrático" contra el "terrorismo" y las "dictaduras".

No se trataba de otra cosa (y como fue plasmado en el discurso de la segunda asunción de Bush) que de la complementación de la "guerra contra el terrorismo" con el combate contra las "tiranías" mediante "procesos democráticos" instaurados en todo el tablero del mundo árabe y musulmán.

La primera experiencia en 2003



La primera fase del plan para dividir Irán, tuvo una operación inicial de alto impacto en junio de 2003 , cuando durante seis noches consecutivas, miles de estudiantes y militantes del reformismo se lanzaron a las calles a protestar y a pedir "la horca" para el jefe espiritual de Irán, el ayatolah Jamenei, y fueron duramente reprimidos por las milicias y las fuerzas de elite del régimen teocrático que mantiene un férreo control sobre la policía y las fuerzas armadas.

El gobierno y los servicios de inteligencia iraníes señalaban por entonces que la CIA infiltró estos movimientos con la intención de crear un "clima preparatorio" de agitación social, y desde ahí avanzar con cuadros entrenados a un enfrentamiento armado abierto en las calles en un estado de virtual guerra civil.

Desarrollando la misma lógica y metodología que utilizaron contra Saddam Hussein antes de la invasión a Irak, se intentaba crear un clima de revuelta contra el poder teocrático de los clérigos con la finalidad de debilitarlo, y consolidar una alianza con los reformistas que les otorgase consenso social y político para un ataque militar ya planificado por el Pentágono, señalaban por entonces analistas del mundo árabe.

Los halcones neocon del Pentágono creían que una fuerte presión social sobre el régimen iraní podría desatar una revuelta interna contra el gobierno islámico de Teherán, de la misma manera que predecían que Saddam iba a ser eliminado por una sublevación interna antes de la guerra.

Mientras se desarrollaba el plan desestabilizador en Teherán, en junio de 2003, George W. Bush decía sugestivamente por cadena nacional que las manifestaciones en Irán "son una señal "positiva" y "el comienzo de la expresión popular por un Irán más libre".

Durante la primera experiencia subversiva de laboratorio para desestabilizar Irán, y mientras crecía la violencia en las calles de Teherán, el ayatola Alí Jamenei advirtió a los manifestantes que si no desistían tendrían que enfrentar las consecuencias represivas más duras, recibiendo como respuesta un incremento de los disturbios.

Finalmente, el régimen iraní lanzó sobre los bastiones golpistas una feroz operación represiva combinada de milicias, policías y fuerzas especiales que culminó con un baño de sangre y la muerte de centenares de estudiantes y militantes que -según los "reformistas"- las estadísticas oficiales ocultaron celosamente.

La experiencia bis



Tras los comicios del viernes 12 de junio que consagraron la reelección de Ahmadineyad por el 63% de los votos (y a 6 años de la primera experiencia desestabilizadora con Bush), nuevamente la chispa de la subversión interna fue lanzada a través del candidato reformista derrotado, Musavi, bajo consignas de acusaciones de fraude.

Ya no se pide la "horca" para el ayatola Jamenei como en 2003, sino que se pide la anulación de las elecciones y la renuncia del "dictador" Ahmadineyad.

"¿La historia se repite? Washington ha renunciado a atacar militarmente a Irán y ha disuadido a Israel de tomar esa iniciativa. Para conseguir "cambiar el régimen", la administración Obama prefiere jugar la carta –menos peligrosa aunque más incierta- de la acción secreta", señala desde Red Voltaire, Thierry Meyssan.

Para el analista francés, "Dichas manifestaciones reflejan una profunda división en la sociedad iraní entre un proletariado nacionalista y una burguesía que lamenta su marginación de la globalización económica. Actuando bajo cuerda, Washington intenta influir en los acontecimientos para derrocar al presidente reelegido".

Tras el derrocamiento del Sha en 1979 ,y la posterior expulsión de EEUU por la Revolución Islámica del ayatola Komeini, la CIA realizó diversas operaciones de infiltración frustradas para derrocar al régimen nacionalista islámico que controla el poder militar y económico en Irán.

Los sucesivos intentos de la inteligencia norteamericana por desestabilizar al gobierno de Komeini fueron neutralizados sistemáticamente y sus agentes fueron detectados y ejecutados por las fuerzas del régimen nacionalista islámico.

Habiendo fracasado sus operaciones encubiertas en Irán, EEUU decidió invadir militarmente a ese país utilizando a Saddam Hussein y a su ejército por entonces armado y entrenado por la CIA y el Pentágono.

Tras una larga guerra Irak-Irán que abarcó casi toda la década del 80, y produjo un millón de muertos entre civiles y militares, Saddam y el régimen iraní firmaron un final de las operaciones militares, con el cual fracasó el intento de EEUU por reapoderarse del petróleo iraquí.

Posteriormente, y tras la Primera Guerra del Golfo en la década del 90, la CIA retomó sus contactos con el régimen iraní de los ayatolah con el objetivo de organizar la desestabilización del líder iraquí desde territorio iraní.

Desaparecido Saddam Hussein tras la ocupación norteamericana de Irak, se produjo una nueva ruptura de vínculos entre EEUU y el gobierno teocrático del ayatola Jamenei, que ya preveía que el próximo objetivo militar del Pentágono sería Irán.

El laboratorio de Obama

A diferencia de Bush y los halcones, la estrategia de la administración de Obama parece centrarse en una línea más sutil de "guerra por otras vías", explotando el flanco de debilidad interna (la división entre "fundamentalistas" y "reformistas") y disimulando el objetivo con una aparente "neutralidad" en el conflicto.

Ya no se trata de una revuelta abierta contra el poder de los ayatolas, como en junio de 2003, sino de una pulida operación de guerra psicológica en el frente social que utiliza a la oposición "reformista" iraní como un caballo de troya para desgastar el poder de los ayatolas y deslegitimar el triunfo de Ahmadineyad en las urnas.

Para tener en claro como se desarrollan (y hacia qué blanco apuntan) los hechos del laboratorio desestabilizador en Irán, hay que partir de un principio: No hay un solo Irán sino que existen "dos Irán".

El primer Irán, islámico confesional, marcadamente antisionista, anti-Israel y anti-EEUU, se representa en el Estado y en el gobierno de los ayatolas que controlan con mano de hierro los dos enclaves estratégicos del poder iraní: la economía y las fuerzas armadas y de seguridad.

El segundo Irán se representa en el sector de los "reformistas" (un segmento de la sociedad formado en la ideología "liberal" y en las pautas de la sociedad de consumo capitalista occidental) cuyo emergente social y su ideología "occidentalizada" son incompatibles con el fundamentalismo religioso del régimen teocrático de los ayatolas.

El primer Irán está en guerra contra Israel y EEUU, y el segundo quiere fusionarse con la "civilización occidental" y negociar pautas de convivencia con Israel y EEUU.

Como concepto central hay que precisar que el "Irán reformista" es tan o más enemigo del "Irán fundamentalista" como lo son Israel y EEUU.

Durante siete días el círculo de la operación golpista se cerró con sus cuatro actores principales: El "fraude", la "protesta popular", los muertos y la presión internacional para obligar al gobierno de Irán a suspender las elecciones.

En este contexto, el plato está servido para que los servicios de inteligencia estadounidenses y europeos (principalmente británicos), infiltrados en las usinas "reformistas" de la universidad y de los medios de comunicación iraníes, completen el escenario para hacerle perder el control de la situación al régimen de los ayatolas.

Esta es la razón central que explica porqué las clases medias y altas "reformistas" iraníes son el natural elemento de infiltración de las potencias sionistas para derrocar a los ayatolas y a su gobierno hoy conducido por Ahmadineyad.

En ese escenario, y como complemento del plan militar, el proyecto estratégico de EEUU, Israel y las potencias sionistas aliadas, no gira alrededor de la destrucción de Irán, sino alrededor del fin de régimen de los ayatolas.




El desenlace

Como ya sucedió durante las revueltas desestabilizadoras de junio de 2003, el máximo jefe y líder espiritual de Irán, bajo cuyo mando directo están las fuerzas armadas, la policía y las fuerzas especiales (en suma, todo el poder militar de Irán), el ayatolá Jamenei, advirtió, junto al presidente Ahmadineyad, a las potencias occidentales que se abstengan de intervenir en los "asuntos internos de Irán".

En un mensaje hacia adentro, el jefe espiritual aconsejó al líder Mir Musavi y a los dirigentes opositores "agotar la vía pacifica" y evitar la violencia en los reclamos callejeros que -según el oficialismo"- han dejado 8 muertos, y según los sublevados, las victimas de la represión ya superan el centenar.

El Ministerio de Inteligencia de Irán, por su parte, informó el jueves que había descubierto una trama terrorista con vínculos en el extranjero para poner bombas en mezquitas y otros lugares muy frecuentados en Teherán el 12 de junio, cuando se celebraron las elecciones presidenciales.

La cadena estatal de televisión IRIB citó un comunicado del ministerio en el que se señalaba que se habían descubierto varios grupos terroristas, y añadía que estaban vinculados con los enemigos exteriores del país, entre ellos, Israel.

"Miembros de una de las redes descubiertas estaban planeando poner bombas el día de las elecciones en varios lugares frecuentados de Teherán, incluyendo las mezquitas de Ershad y Al Nabi", dijo el comunicado, en referencia a dos importantes mezquitas de la capital.

En las antípodas, la información de las usinas "reformistas" hablan de detenciones masivas y de decenas de muertos que ya habrían superado a los de las sublevaciones estudiantiles de 1999 y 2003, donde muchos de los cabecillas fueron fusilados y exterminados durante los procedimientos.

Como clara señal de que registraron las advertencias de los ayatolas, los presidentes y funcionarios de las potencias europeas aliadas de EEUU (que habitualmente encienden el firmamento de las protestas golpistas con sus declaraciones), esta vez, desde Obama para abajo, han resuelto mantener "perfil bajo".

No obstante, y con las protestas que ahora (en un cambio de estrategia) han tomado una cariz "pacifista" y se siguen extendiendo, los expertos esperan un desenlace que las desactive militarmente y las descabece como en junio de 2003.

Hay un punto de coincidencia entre los especialistas: El régimen iraní, ante la persistencia consecutiva de las protestas, se va a ver obligado a cortarlas de raíz para evitar que sigan generando y contagiando un clima de "guerra civil" en ebullición (tal como esperan EEUU y las potencias occidentales).

Esta semana, el gobierno iraní cerró las fronteras informativas, bloqueó espacios de la sedición "reformista" en Internet, y realizó claras advertencias a la prensa internacional que siempre actúa como "herramienta complementaria" de los planes de desestabilización con los "caballos de troya" reformistas.

Una segunda fase (de advertencia antes del desenlace), se concretó con el mensaje que este viernes pronunció el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, en la mezquita de la Universidad de Teherán.

Jamenei, que excepcionalmente pronuncia los sermones del viernes, ocupó la principal tribuna del régimen para hablar en público desde que comenzaron los enfrentamientos una semana después de las elecciones presidenciales denunciadas como "fraudulentas" por la oposición reformista.

El jefe espiritual de Irán afirmó que Mahmoud Ahmadinejad había ganado por 11 millones de votos, un total que era impensable manipular.

"La República Islámica no hace trampas", aseguró, al tiempo que elogió el nivel de participación en las elecciones del 12 de junio, diciendo que era algo que no ocurría desde 1979.

El líder supremo, criticó las protestas callejeras y pidió que se suspendieran. Reconoció que los debates y las polémicas estaban bien, pero que "las diferencias se deben resolver en las urnas y no en las calles".

Añadió que cualquier duda debía ser expresada por canales legales, y advirtió: "No aceptaré ninguna iniciativa ilegal".

Luego advirtió que si la oposición no suspendía las manifestaciones, "ellos serán responsables de las repercusiones negativas, la tensión y el caos".

"Si hay un baño de sangre, los responsables serán los líderes de las protestas", afirmó el jefe espiritual de Irán.

De este mensaje -se estima- van a salir las líneas cifradas del próximo paso que va a dar el poder iraní para terminar de descabezar la "operación caballo de Troya" que -en una segunda versión mejorada- han lanzado las usinas de inteligencia estadounidenses, europeas e israelíes contra Irán.

Y así como hubo un experimento bis, también - si las protestas no se desactivan- va a haber un desenlace bis.